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desavenidos y malcontentos; y tambien porque mostrándose enemigo declarado de Carlos provocaba contra si las armas de Francia y las de la Iglesia, formidables por lo que tienen de divinas: los reinos de Sicilia y Napoles lėjos de los suyos, sus armas ocupadas en defenderse de los enemigos mas vecinos. Todas estas dificultades delenian el ofendido ánimo del rey, pero nó de manera que borrasen la memoria del agravio. En unas vistas que tuvo con el rey de Francia Felipe su cuñado, entrevino Carlos, hijo del rey de Napoles, y deseando el rey de Francia que fuesen amigos y se hablasen, siempre don Pedro so excusó, y mostró en el semblante el pesar y disgusto que tenia en el corazon, de que todos quedaron mal satisfechos y desabridos, y sin duda entonces Carlos se previniera y armara, si creyera que las fuerzas del rey de Aragon fueran iguales a su animo y pensamiento. Pero el cielo se las dió bastantes para tomar entera y justa satisfaccion de la sangre inocente de Coradino por medios tan ocultos, que no se supieron hasta que la misma ejecucion los publico.

Los míseros sicilianos, incitados de la insolencia francesa, desenfrenada en su afrenta y deshonor, tomaron las armas, y con aquel famoso hecho que comunmente llaman visperas sicilianas, sacudieron'de la cerviz pública" el insufrible yugo de los franceses y de Carlos, que injustamente los oprimia, dejándolos al arbitrio y sujecion de ministros injustos: causa que las mas veces produce mudanzas en los estados, y casos miserables en sus principes. Acudió luego Carlos con poderoso ejército à castigar el atrevimiento y rebeldía de los súbditos. Ellos viendo cerrada la puerta à toda piedad y clemencia, pusieron la esperanza de su remedio y amparo en don Podro, rey de Aragon, que en esta sazon se hallaba en África; como verdadero principe cristiano, con ejército victorioso y triunfante de muchos jeques y reyes de Berbería, asistido de la mayor parte de la nobleza y soldados de sus reinos. Llegaron ante su presencia los embajadores de Sicilia, llenos de lágrimas, de luto y sentimiento: bastantes con esta triste demostracion à mover no solo el ánimo de un rey ofendido por particular agravio, pero el de cualquier otro que como hombre sintiera. Acordaronle la muerte desdichada de Manfredo y la afrentosa de Coradino, facilitäronle la venganza con ayuda de los pueblos de Sicilia, tan aficionados à su nombre y enemigos del de Francia. Ultimamente le propusieron el estado peligroso de su libertad, vidas y haciendas, si no les amparaba su valor; porque ya Carlos estaba sobre Mesina, y amenazaba el rigor de su castigo un lastimoso fin á todo el reino. Movido de estas razones y de las que su venganza le ofrecia, acudió ántes que su fama á Trapana con todo su poder, y fue con tanta presteza sobre su enemigo, que apenas supo Carlos que venia, cuando Vió sus armas, y se halló forzado à levantar el sitio y retirarse afrentosamente à Calabria.

Con este hecho el pontifice como amigo, y el rey de Francia como deudo, descubiertamente se mostraron favorecedores de Cárlos, y enemigos de don Pedro, y tomaron contra él las armas. El rey de Castilla, que por el deudo y amistad debiera ayudarle, se salió afuera y se inclinó á seguir el mayor poder. Don Jaime rey de Ma llorca, su hermano, tambien le desamparó dando ayuda y paso por sus estados á sus contrarios, aunque se excusó con las débiles fuerzas de su reino, desiguales à la defensa y oposicion de tan poderoso enemigo: disculpa con que muchas veces los príncipes pequeños encubren lo mal hecho, atribuyendo á la necesidad to que es ambición. Don Pedro con esto se halló sin amigos, solo acompañado de su valor, fortuna y raz ɔn de satisfacer el ulTraje y afrenta de su casa. Al tiempo que le juzgaron todos por perdido, venció á sus enemigos varias veces, reforzados de nuevas ligas y socorros; todo lo deshizo y bumilló en mar, en tierra. Mantuvo el nombre de Aragon en gran reputacion y fama, y fue el primer rey de España que puso sus banderas vencedoras en los reinos de Italia, sobre cuyo fundamento hoy se mira levantada Su monarquía. Echado Carlos de Sicilia, intentó con mayor poder reducirla á su obediencia, y en esta hubo grandes y notables acontecimientos; pero siempre la casa de Aragon se aseguró en el reino con victorias, no solo contra el poder de Carlos, pero de todos los mayores principes de Europa que le ayudaban.,

mo tiempo no lo acometiesen, y persuadido de su madre Gostanza, que como mujer de singular santidad, quiso mas que su hijo perdiese el reino, que alargar mas tiempo el reconciliarse con la Iglesia. Enviaronse à Sicilia para poner en efecto la renunciacion embajadores de parte de don Jaime y de Gostanza, y entregar el reino a los legados del pontifice romano. Pero la gente de guerra y los naturales indignados de la facilidad con que su rey renunciaba lo que con tanto trabajo y sangre se habia adquirido y sustentado, y les entregaba tan sin piedad á sus enemigos, de quien forzosamente habian de temer servidumbre y muerte; pareciéndoles à los sícilianos cierto el peligro, y á los catalanes y aragoneses mengua de reputacion, que lo que no pudieron las armas sus contrarios alcanzar en tantos años, se alcanzase por una resolucion de un rey mal aconsejado, volvieron a tomar las armas, y oponiéndose à los legados, persuadieron a don Fadrique, como verdadero sucesor del padre y del hermano, que se llamase rey, y tomase á su cargo la defensa comun.

Fué facil de persuadir un principe de ánimo levantado, en lo mas fiorido de su juventud, y que por otro medio no podia dejar de ser vasalio y sujeto á las leyes del hermano: ocasion bastante, cuando no fuera ayudada de tanta razon, á precipitar los pocos años de don Fadrique. Llamose rey, y com a tal le admitieron y coronaron. Previnose para la guerra cruel que le amenazaba, aṣistido de buenos soldados, y del pueblo fiel y pronto á su conservacion, teniéndole per segundo libertador de la patria. Opúsose luego á Cárlos, su mayor y mas vecino enemigo, al papa que amparaba y defendia su causa, y al rey don Jaime, que de hermano se le declaró enemigo, cuyas fuerzas juntas le acometieron y vencieron en batalla naval, con que la guerra se tuvo por acabada, y don Fadrique por perdido. Pero por la oculta disposicion de la Providencia divina, que algunas veces fuera de las comunes esperanzas muda los sucesos para que conozcamos que sola ella gobierna y rige, don Fadrique se mantuvo en su reino, con universal contento de los buenos, asombro y terior de sus enemigos, y gloria de su nombre.

Deshízose poco despues la liga, por apartarse de ella don Jaime rey de Aragon, con gran sentimiento y que jas de sus aliados, porque sin las fuerzas de Aragon parecia cosa fatal y casi imposible vencer un rey de su misma casa, y la experiencia lo mostró, pues apartado don Jaime de la liga, siempre los enemigos de don Fadrique fueron perdiendo, y él acreditandose con victorias, hasta forzarles à tratar de paces quedándose con el reino: cosa que de solo pensarla se ofendian. Concluyéronse despues de algunas contradicciones, y se establecieron con mayor firmeza con el casamiento, que luego se hizo de Leonor, hija de Carlos, con don Fadrique, con que el reino quedó libre y sin recelo de volver a la servidumbre antigua, y el rey pacifico señor del estado que defendió con tanto valor. El rey don Jaime su hermano sustentaba sus reinos de Aragon, Cataluña y Valencia con suma paz y reputacion, amado de los súbditos, temido de los infieles, poderoso en la mar, servido de famosos capitanes, aguardando ocasion de engrandecer su corona à imitacion de sus pasados. El rey de Mallorca, príncipe el menor de la casa de Aragon, gozaba pacíficamente el señorio de Mompeller, condados de Rosellon, Cerdaña y Conflent, difíciles de conservar, por estar divididos, y tener vecinos mas poderosos, entre quien siempre fueron fluctuando sus pequeños reyes; pero por este tiempo vivia con reputacion, y con igual fortuna que los otros reyes de su casa.

CAP. II.-Eleccion de general.

Tenian los reinos de Aragon, Mallorca y Sicilia el estado que habemos referido, euando los soldados viejos y capitanes de opinion, que sirvieron al gran rey don Pedro, a don Jaime su hijo, y últimamente à don Fadrique en esta guerra de Sicilia, juzgándola ya por acabada, hechas las paces mas seguras por el nuevo casamiento de Leonor con Fadrique, vínculo de mayor amistad entre los poderosos, en tanto que el interés y la ambición no le disuelven y deshacen, y deshecho causa de la mas viva enemistad y odios implacables; pareciendoles que no se podia esperar por entonces ocasion de rompimiento y guerra, trataron de emprender otra nueva contra infieles y enemigos del nombre cristiano en provincias remolas y apartadas. Porque era tanto el esfuerzo y valor de aquella milicia, y tanto el deseo de alcanzar nuevas glorias y triunfos, que tenian à Sicilia por un estrecho campo para dilatar y engrandecer su faina, y así determinaron de buscar ocasiones arduas, trances peligrosos para que este fuese mayor y mas ilustre.

Morieron ambos reyes competidores en la mayor furia y rigor de la guerra, y por derecho de sucesion heredó á Carlos, rey de Napoles, su hijo primogénito del mismo nombro, que en esto tiempo se hallaba preso en Cataluña. A don Pedro rey de Aragon sucedieron sus dos hijos, Alfonso mayor, en los reinos de España, Jaime en el de Sicilia. Prosiguióse la guerra hasta la muerte de AlIfonso, que por morir sin hijos fué don Jaime Hamado á la sucesion, y hubo de yenir à estos reinos, dejando en Ayudaban a poner eu ejecución tan grandes pensaSicilia a don Fadrique su hermano, para que la gober- mientos dos motivos, fundados en razon de su conservanase y defendiese en su nombre. Despues de su vuelta á cion. El primero fué la poca seguridad que habia de España don Jaime, recuperadas algunas fuerzas de sus volver a España su patria, y vivir con reputacion en ella reinos, renunció el de Sicilia à la Iglesia, temiendo que por haber seguido las partes de don Fadrique con tanta las armas castellanas, francesas y eclesiásticas á un mis-obstinacion contra don Jaime su rey y señor natural,

que aunque don Jaimɔ nɔ ora principe de ánimo vengativo, y se tenia por cierto, que pues en la furia de la guerra contra su hermano no consintió que se diesen por traidores lo que le siguieroa, mónɔs quisiera castigar á sangre fria lo que pudo y no quiso en el tiempo que actualmente le estaban ofendiendo, siguiendo las banderas de su herman› contra las suyas. Pero la magestad ofendida del príncipe natural aunque remita el castigo, queda siempre viva en el ánimo la memoria de la ofensa; y aunque no fuera bastante para hacerles agravios, por lo menos impidiera el no servirse de ellos en los cargos supremos: cosa indigna de lo que merecian sus servicios, nobleza y cargos administrados en paz y guerra. El segundo motivo, y el que mas les obligó á salir de Sicilia, fué ver al rey imposibilitado de poderies sustentar con la largueza que antes, por estar la hacienda real y reino destruidos por una guerra de veinte años, y ellos acostumbrados á gastar con exceso la hacienda ajena como la propia cuando los faltaban despojos de pueblos y ciudades vencidas. Como entrambas cosas cesaron hechas las paces. y fenecida la guerra, juzgaron por cosa imposiblò reducirse á vivir con moderacion.

El rey don Fadrique, y su padre y hermano, con su asistencia en la guerra, y como testigos de las hazañas, industria y valor de los súbditos, pocas veces se enga faron en repartir las mercedes; porque dieron mas crédito á sus ojos que á sus oidos, y siempre el premio á los servicios, y nó al favor. Con esto faltaban en sus reinos quejosos y malcontentos, pero no pudieron dar á todos los que les sirvieron estados y haciendas, con que algunos quedaron con ménos comodidad que sus servicios merecian. Pero como vieron que los reyes dieron con suma liberalidad y grandeza lo que lícitamente pudieron á los mas señalados capitanes, atribuyeron solo á su desdicha, y á la virtud, y valor incomparable de los que fueron preferidos, el hallarse inferiores.

Estas fueron las causas que movian los ánimos en comun para tratar de engrandecerse en nuevas empresas y conquistas. Los mas principales capitanes que anima. ban y alentaban á los demas fueron cuatro, debajo de cuyas banderas sirvieron: Roger de Flor, vicealmirante de Sicilia, Berenguer de Entenza, Ferran Jimenez de Arenós, ambos ricos hombres, y Berenguer de Rocafort: todos conocidos y estimados por soldados de grande opinion. Comunicaron sus pensamientos entre sus valedores y amigos, y hallándoles con buena disposicion y animo de seguirles en cualquier jornada, se resolvieron de emprender la que pareciese mas útil y honrosa. Para la conclusion de este trato se juntaron en secreto, y antes de discurrir sobre su expedicion, quisieron darle cabeza; porque sin ella fuera inútil cualquier consejo y determinacion, faltando quien puede y debe mandar. Con acuerdo comun de los que para esto se juntaron, fué nombrado por general Roger de Flor, vicealmirante, poderoso en la mar, valiente y estimado soldado, práctico y bien afortunado marinero, persona que en riquezas y dinero excedia á todos los demás capitanes : causa principal de ser preferido.

CAP. III. Quién fué Roger de Flor.

Roger de Flor, á quien los nuestros eligieron por goneral y suprema cabeza, nació en Brindiz de padres nobles; su padre fué aleman, llamado Ricardo de Flor, cazador del emperador Federico, su madre italiana, y natural del mismo lugar. Murió Ricardo en la batalla que Carlos de Anjou tuvo con Coradino, cuyas partes seguia, por ser nieto de Fe lerico, su principe y señor. Carlos, insolente con la victoria, despues de haber cortado la cabeza á Coradino, confiscó las haciendas de todos los que tomaron las armas en su ayuda. Con esta pérdida quedó Roger y su madre con suma pobreza y con la misma se crió hasta edad de quince años, que un caballero francés, religioso del Temple, Hamado Vassaill, se le aficionó con ocasion de asistir en Brindiz, con el Alcon, nave del Temple, cuyo capitan era. Navegó juntamente con él Roger algunos años, y ganó tan buena opinion en el ejercicio que profesaba. que la religion le recibió por suyo, dándole el hábito de fray sargento. en aquel tiempo casi igual al de caballero. Con él Roger comenzó a ser conocido y temido en todo el mar de Levante, y al tiempo que Ptolemaide, dicha por otro nombre Acre, se rindió á las armas de Melech Taseraf, sultan de Egipto, Roger, como refiere Pachimerio, era uno de los que asistian en un convento del Temple; y viendo que la ciudad no se podia defender, recogió muchos cristianos en un navio, con la hacienda que pudieron escapar de la crueldad y furia de os barbaros.

No le faltaron á Roger enemigos de su misma religion que envidiosos de sus buenos sucesos, le descompusieron con su maestre, haciéndole cargo que se había aprovechado por caminos no debidos á su profesion, y defraudado los derechos comunes, y alzadose con todos dos despojos que sacó de Acre; que como ya esta cé:e

bre y famosa religion se hallaba en su última vejez, y cerca de su fin, sus partes se habian enflaquecido con los vicios de la muchi edad y tiempo. La envidia, la avari cia y ambicion habian ocupado sus animos en lugar del antiguo valor, y de la mucha conformidad y piedad cristiana, que los hizo tan estimados y venerados en todas las provincias.

Quiso el maestre con esta primera ocasion prenderle, pero Roger tuvo algun noticia de estos intentos y conociendo la codicia de su cabeza, y ruindad de sus hermanos no le pareció aguardar en Marsella, donde à la sazon se hallaba, sino retirarso à lugar mas seguro, y dar tiempo á que la falsa y siniestra acusacion se desvaneciese. Retiróse á Génova, donde ayudado de sus amigos, y particularmente de Ticin de Oria, armó una galera, y con ella fué á Nápoles, y ofrecióse al servicio de Roberto, duque de Calabria, á tiempo que se preve nia y armaba para la guerra contra don Fadrique. Hizo Roberto poco caso de su ofrecimiento, y del ánimo con que se le ofrecia, juzgándole por tan corto como al socorro. Obligó á Roger este desprecio á que se fuése á servir à don Fadrique su enemigo, de quien fu almitido con muchas muestras de amor y agradecimiento: efectos no solo de su ánimo generoso, y condición apacible para con los soldados, pero de la fuerza de la necesi. dad de la guerra; porque no fuera cordura desechar al que voluntariamente ofrece su servicio en tiempos tan apretados, como en los que corren riesgo la vida y li bertad, y cuando se apartan los mayores amigos y obligados, el que llega á ser amigo en los poligros, y cuando el principe es acometido de armas mas poderosas, sin obligacion de naturaleza, y fidelidad de súbdito, debs ser admitido y honrado, aunque le traiga su propio interés, ó algun desprecio, ó agravio del contrario, quo cuanto mas ofendido, mas útil y seguro será su sorvicio.

Fuese luego encendiendo la guerra entre Roberto y Fadrique, y Roger acreditóse en ella con importantes servicios, socorriendo diversas veces plazas apretadas del ene nigo, y con la pequeña armada que llevaba à su cargo, impidiendo la libre navegacion de los mares Y costas de Napoles, con que llegó á ser viceafinirante, y en menos de tres años hizo cosas tan señaladas, que fu una de las mas principales causas de conservar á sů príncipe en Sicilia, alcanzando juntamente para sí nombre inmontal, y riquezas mas que de vasalto. En esto estido se hallaba Roger cuando le tomaron los catalanos y aragoneses por general en la empresa que intentaban, CAP IV-Determinan la capitanes su jornada, y suplican al rey les favorezia.

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Trataron con el nuevo general los capitanes cuál soria la mas conveniente y provechosa empresa, y resolvieron de comun parecer de ofrecerse al emperador do los griegos Andrónico Paleólogo casi oprimido de las armas de los turcos; porque à mas de que Andrónico so tenia por cierto que buscaba socorros de naciones extranjeras, dudoso de la fidelidad de los suyos, era prin eipe que tenia poca correspondencia con el papa, á quien Roger temia por haber maltratado en tiempo de guerra las provincias de la Iglesia, y siempre vivía con recelos de que el papa pidiese á don Fadrique su persona como de religioso templario, para vengarse de él entregándolo á su maestre y religion. Y aunque no se podia esperar de la grandeza de don Fadrique hecho tan feo, pero como los reyes algunas veces no miden sus intereses con lo que deben á su estimacion y fama, olvidan con facilidad los servicios por otras mayores conveniencias. Y pudiera ser que rebusando don Fadrique et entregar á Roger, fuera ocasion de rompimiento y guerra; y así no quiso Roger poner á don Fadrique ea nuevos cuidados, ni su libertad en peligro si se quedara en Sicilia, Pachimerio dice (1) que el papa se le pidió á don Fadrique, y que juzgando no ser justo entregar á quien tan bien le habia servido, ofreció entonces de escribir y rogar al emperador Andrónico le trajeso á su servicio, porque de esta manera saldria hourado de sus tierras, y ot papa no podria quejarse de que él amparaba los fugitivos de las religiones. Pero en este caso me parece dar mas crédito à Montaner; porque al principio de este capítulo escribo Pachimerio, que si en esta relación se apartaro de la verdad, no tendrà la culpa el escritor, sinò fa fama de quien él lo supo, y como la que corria entre los griegos de nuestras cosas era siempre falsa, no se le debe de dar crédito en lo que difiere de Montaner, y fácilmente en este caso los podemos conciliar: porque sol difieren, en que Pachimerio da por constanté que el papa pidió la persona de Roger å don Fadrique, y Montaner dice que se temió el caso, pero no que sucedió; y así no fué mucho que la fama de tan léjos añadiese lo

demás.

Despues de haber resuelto todos la jornada, y platica

(1) Lib. II, cap. 13.

do por algunos dias los medios mas convenientes para su ejecucion, dieron cargo á Roger que hablase á don Fadrique, y le descubriese sus intentos, y le suplicase de parie de todos que los favoreciese, porque no fuera justo que se tratara públicamente, sin haber precedido su consentimiento y gusto. Roger vino á Mesina, donde el rey estaba, poco despues de concluido su casamiento con Leonor, hija de Carlos, y acabadas las fiestas y regocijos de las bodas, hablando en secreto con el rey, le dijo como los catalanes y aragoneses se querian salir de Sicilia, y pasar á Levante; no tanto por el beneficio comun de todos ellos, como por la quietud y provecho que le resultaria si le dejaban un reino tan trabajado por las guerras pasadas libre de carga tan molesta y pesada, como eran ellos en tiempo de paz: que sus personas las tendria siempre á su devocion, y que cuando importase, le vendrian à servir de los últimos fines de la tierra; pero que por entonces le suplicaban facilitase su jornada, y les ayudase con su autoridad y fuerzas: paga bien merecida á sus servicios.

Respondió el rey; que advirtiesen que la resolucion que habían tomado de salir de Sicilia, aunque le estaba bien para su conservacion, nó para su fama, porque muchos podrian entender que su salida era trazada por su órden, para quedar libre de sus obligaciones; y que eran de tal calidad las que él reconocia, que por este medio no se podia librar de ellas sin conocida nota de ingrato. Pero si la esperanza de mayores acrecentamientos les llamaba á nuevas empresas, y estaban resueltos, que él les asistiria y ayudaria con sus fuerzas, con que ellos fuesen testigos y publicasen la verdad del hecho, y que primero aventurara el reino y la vida, que faltara á la obligacion de tan señalados servicios; pero que la estre. cheza del tiempo por los excesivos gastos de la guerra, no daba lugar á que el premio igualase á su deseo. Digna respuesta de principe tan esclarecido, tanto mas de estimar, cuanta es mas rara en los príncipes la virtud del agradecimiento, y satisfacer grandes servicios cuando son tales que no se pueden pagar con ordinarias mercedes. Roger estimó en nombre de todos tan señalado favor, y la honra que les hacia, y fuése luego á dar razon á los capitanes de lo que el rey habia respondido, y entendido por ellos, lo celebraron y agradecieron con alabanzas.

Fue don Fadrique uno de los mas señalados principes de aquella edad, por la grandeza de su ánimo y gloria de sus hechos, cuyo valor deshizo v quebrantó las fuerzas unidas para su ruina de Italia, Francia y España, y el que a pesar de todos sus competidores quedó con el reino de Sicilia para si y su posteridad, en quien hoy felizmente se conserva. No pudo suceder á don Fadrique cosa que mas le importase para la seguridad y quietud de su nuevo reinado, que librar á su pueblo de las contribuciones y alojamientos de huéspedes tan molestos, como suelen ser los soldados mal pagados. Despues que las paces y parentesco desterraron la guerra, por mantenerla daban los pueblos de Sicilia con mucha liberalidad sus haciendas á los soldados, que los defendian y amparaban contra Carlos à quien temian; pero despues que con la paz se les quitó este miedo, comenzaron á sentir la mala vecindad de los soldados, y á desavenirse con ellos; disgustos que forzosamente habian de causar daños gravísimos, si la nueva expedicion no los atajara. CAP. V. Embajada de los nuestros al emperador Andrónico, y su respuesta,

Roger y las demás cabezas principales del ejército resolvieron, que luego se enviasen dos embajadores al emperador Andrónico á proponerle su servicio. Hiciéronse las instrucciones, asistiendo á ellas con otros capitanes Ramon Montaner, uno de los escritores de mayor crédito, que intervino siempre en los consejos y ejecuciones mas graves de esta expedicion. Entregáronse à dos caballeros, cuyos nombres el tiempo y el descuido dejaron envueltos en tinieblas, para que luego partiesen á Constantinopla, y diesen su embajada de parte de toda la nacion. Llegaron en breves dias con una galera reforzada de Roger. Sabida su venida, y con alguna noticia de la embajada que traian, fueron recibidos de Andrónico con agradecido semblante y muestras de mucho amor. Propuso uno de los dos embajadores, el mas antiguo en años, su embajada: que los catalanes y aragoneses, despues de hechas las paces entre Carlos, rey de Nápoles, y don Fadrique, rey de Sicilia, á quien ellos servian, determinaron no buscar reposo en su patria, sino acrecentar con nuevos hechos la gloria militar y fama adquirida en las pasadas guerras; que tenian para esto fuerzas bastantes en número y valor, soldados ejercitados por una larga y peligrosa guerra, capitanes conocidos por sus victorias y nobleza de sangre; que en nombre de todos ellos ofrecian su ayuda contra los turcos con doblado gusto y aficion, por ocupar sus armas en favor de la casa de los Paleólogos, amigos únicos de la de Aragon, cuando sus partes estaban muy caidas, y dilatar su imperio, destruyendo juntamente el de los

enemigos del nombre cristiano, que con tanta audacia ▼ orgullo le querian establecer en las provincias usurpa das al Imperio Griego.

Quedaron los emperadores contentísimos con la no esperada embajada y ofrecimiento de los catalanes, á su parecer tan importante para sus intereses, porque entendieron que aquellos mismos, que se les venian á ofrecer, eran los que con tanto espanto y lemor de toda Italia ganaron y sustentaron el reino de Sicilia. Agradeció con palabras magníficas el gusto con que toda la nacion le ofrecia servir, y con el mismo les recibió Quiso que luego se platicasen las condiciones con que habian de militar; y así los embajadores pidieron, conforme sus instrucciones, el sueldo para la gente de guerra, y que á Roger se le diese el titulo de megaduque, y por mujer una do sus nietas, porque queria con tales prendas asegurarse mas en su servicio. Andrónico sin alterar ni mudar cosa de las que le pidieron, las concedió, sin raparar en la calidad y estado de Roger desigual al de su niela; pero toda esta desigualdad pudo igualar la repulacion de la gente, que como general gobernaba, y verse el griego tan oprimido de las armas de los turcos, y poco seguro de la fidelidad de los suyos.

Vivia ciego y desterrado en una aldea de Bitinia Juan Lascar, legítimo sucesor del imperio, y aunque inútil para ocuparle, viviendo él, era la posesion de Andrónico tiránica, y causa muy justificada para tomar las armas los malcontentos del gobierno presente; y asi lleno de temores y recelos, le fué forzoso valerse de naciones extranjeras para la guerra y defensa de su persona. Recibió en su servicio diez mil masagetas, á quien el vulgo llama alanos, gente bárbara de costumbres, cristianos en la fé mas que en las obras. Tenian su morada de la otra parte del Danubio, y reconocian por señores á los scitas de Europa. Enviaron primero al emperador su embajada ofreciendo servirle. Niceforo Gregoras, autor griego de aquellos tiempos, refiere lo mucho que Andrónico la estimó con estas mismas palabras: Fuele tan agradable al emperador como si viniera del cielo. Decia que todos los griegos le eran sospechosos y enemigos, y así continuamente procuraba amistades y ligas con los extraños, que ojalá nunca lo hiciera. Tambien recibió en su ejército muchas compañías de turcoples que dejaron al sultan Azan, y se bautizaron. Todas estas ayudas las deseaba Andrónico, y las estimaba como grandes; y así la que los nuestros le ofrecian no se puede con palabras encarecer la estimacion que hizo de ella, por ser de gente tan aventajada à la demas que le servian, y tan temida en aquellos tiempos. Remitió Andronico los dos embajadores à Roger concertado el casamiento, y le llevaron las insignias de megaduque, que es lo mismo que entre nosotros general de la mar; dignidad grande de aquel imperio, pero nó de las mayores.

CAP. VI-Señala sueldo el emperador á la gente de` guerra, y hace muchas honras y mercedes á sus capitanes.

Señaló Andrónico las pagas segun la diferencia de las armas y ocupacion: cuatro onzas de plata cada mes à los hombres de armas, à los caballos lijeros dos, y lo mismo á los pilotos y gentes de mando de la armada, a los infantes y marineros una onza, y que siempre que llegasen á la costa de alguna provincia del imperio, se les diesen cuatro pagas, y cuando quisiesen volver a sus casas juntos ó divididos, se les librasen dos para el viaje. George Pachimerio, autor griego, cuyos fragmentos ilustran mucho esta relacion, aunque enemigo grande de los catalanes, dice que las pagas de los catalanes eran doblado mayores que las de los turcoples y masagetas: con que claramente se muestra la estimacion que se hizo de la milicia catalana y aragonesa, pues con tan excesiva diferencia la aventajaron á todos los que servian en su imperio. De las pagas. entretenimientos y ventajas que ofreció a la nobleza y capitanes, no señalan los historiadores cosa con particularidad, solo el oficio y dignidad de megaduque en Roger, y el de senescal en Gorbaran de Alel. De donde sospecho que su gusto era el que limitaba sus pagas y sueldo; porque, segun adelante veremos, los generales pedían á su voluntad el dinero, con solo señalar la cantidad, sin que para esto hubiesen de dar cuenta á los contadores y ministros de la hacienda de Andrónico.

Los embajadores volvieron à Sicilia, y hallaron à Roger en Licata donde aguardaba su vuelta, y sabido el buen despacho que traian se fué luego á ver con el rey, a darle razon del honroso acogimiento que Andrónico hizo á sus embajadores, y cuán largo andaba en ofrecerles mercedes. Publicóse la jornada, y los capitanes recogieron su gente en Mesina, donde la armada se aprestaba, que en pocos dias estuvo en órden para navegar. Era la armada de treinta y seis velas, y entre ellas habia diez y ocho galeras, y cuatro naves gruesas, la mayor parte armadas con dinero del rey y de Roger, que para la ejecucion de esta jornada gastó la hacienda que adquirió en las guerras pasadas, y tomó veinte mil ducados de los genoveses en nombre del emperador Andrónico.

Fué mucho ménos el número de la gente de lo que se creyó; porque los dos Berengueres de Entenza y Rocafort no pudieron juntarse con Roger, ni seguirle, porque difirieron su partida para el siguiente año. Berenguer de Entenza esperaba nuevas compañías de gente de Cataluña para acrecentar sus fuerzas, y pasar con mayor reputacion. Berenguer de Rocafort se detenia en unos castillos de Calabria, y rebusaba el entregarlos al rey Carlos de Nápoles, hasta quedar enteramente satisfecho de lo que se le debia por razon de su sueldo. Roger, aunque la falta de estos dos capitanes le pudiera con justa causa detener, por ser una de las mas principales partes de su ejército, determinó partirse, y embarcó su gente el dia que tenia aplazado. El rey, á mas de los navios y galeras que les dió para su viaje, les mandó proveer de vituallas y bastimentos, y el dinero que pudo; un principe que del reinar solo conoció las fatigas y pe ligros.

Este fué el premio que se dió à la milicia mas invencible y victoriosa de aquella edad, y que sirvió por largos veinte años á tres reyes, Pedro, Jaime y Fadrique, alcanzando de sus enemigos cinco victorias navales, tres en tierra, sin otros encuentros notables, y sin las expugnaciones de fuertes y grandes pueblos, y otros defendidos con loable obstinacion y valor increible. Tal era la moderacion de aquellos tiempos, bien diferente de los que hoy tenemos, pues vemos soldados que apenas ban visto al enemigo, cuando ya juzgan por cortas las mayores mercedes.

CAP. VII.-Parte de Sicilia la armada, y qué gente y milicia fué la de los almugavares.

Embarcóse toda la gente en el puerto de Mesina, y antes de salir del Faro se tomó muestra general, y se hallaron, segun Montaner, efectivos mil quinientos hombres de cabo para el servicio de la armada, sin los oficiales, y cuatro mil infantes almugavares. Nicétoro Gregoras, autor poco fiel en algunos de estos sucesos, dice que Roger pasó solo mil hombres à Grecia, pero George Pachimerio ya concuerda con Montaner, y afirma que fueron ocho mil los que pasaron. Este à mi parecer, es el verdadero número ; porque seis mil quinientos soldados de paga, es cierto que llegaron hasta el número de ocho mil con los criados y familia de los capitanes y ricos hombres. Y aunque estos dos autores no concordaran, la fé de Nicéforo fuera siempre dudosa; porque à Roger, siendo capitan de solos mil hombres, no me puedo persuadir que Andrónico le hiciera megaduque, y le casara con su nieta, sin haber precedido servicios. No, parecerá ajeno del intento, pues toda nuestra infantería fué de almugavares, decir algo de su origen.

La antigüedad, madre del olvido, por quien han perecido claros hechos y memorias ilustres, entre otras que nos dejó confusas, ha sido el origen de los almugavares; pero segun lo que yo he podido averiguar, fué de aquellas naciones bárbaras que destruyeron elimperio y nombre de los romanos en España, y fundaron el suyo, que largo tiempo conservaron con esplendor y gloria de grande majestad, hasta, que los sarracenos en ménos de dos años le oprimieron y forzaron á las reliquias de este universal incendio, que entre lo mas áspero de los montes buscase su defensa, donde las fieras muertas por su mano les dieron comi→ da y vestido. Pero luego su antiguo valor y esfuerzo, que el regalo y delicias tenian sepultado, con el trabajo y fatiga se restauró, y les hizo dejar las selvas y bosques, y convertir sus armas contra moros, ocupadas antes en dar muerte á fieras.

Con la larga costumbre de ir divagando, nunca edificaron casas, ni fundaron posesiones en la campaña, y en las fronteras de enemigos tenian su habitacion, y el sustento de sus personas y familias: despojos de sarracenos, en cuyo daño perpetuamente sacrificaban las vidas, sin otra arte ni oficio mas que servir pagados en la guerra, y cuando faltaban las que sus reyes hacian, con cabezas y caudillos particulares corrian las fronteras, de donde vinieron á llamar los antiguos el ir á las correrías, ir en almugaveria. Llevaban consigo hijos y mujeres, testigos de su gloria ó afrenta, y como los alemanes en todos tiempos lo han usado, el vestido de pieles de fieras, abarcas, y antiparas de lo mismo. Las armas una red de hierro en la cabeza á modo de casco, una espada, y un chuzo algo menor de lo que se usa hoy en las compañías de arcabuceros, pero la mayor parte llevaban tres ó cuatro dardos arrojadizos. Era tanta la presteza y violencia con que los despedian de sus manos, que atravesaban hombres y caballos armados, cosa al parecer dudosa si Desclot y Montaner no lo refirieran, autores graves de nuestras historias, adonde largamente se trata de sus hechos, que pueden igualar con los muy colebrados de romanos y griegos.

Carlos, rey de Nápoles, puestos ante su presencia algunos prisioneros almugavares, admirado de la vileza del traje, y de las armas, al parecer inútiles contra los cuerpos de hombres y caballos armados, dijo con algun

desprecio, que si eran aquellos los soldados con que el rey de Aragon piensa hacer la guerra. Replicóle uno de ellos, libre siempre el ánimo para la defensa de su reputacion: Señor, si tan viles te parecemos, y estimas en tan poco nuestro poder, escoge un caballero de los mas señalados de tu ejército, con las armas ofensivas y defensivas que quisiere, que yo te ofrezco con sola mi espada y dardo de pelear en campo con él. Carlos, con deseo de castigar la insolencia del almugavar, aplazó el desafio, y quiso asistir y ver la batalla. Salió un francés con su caballo armado de todas piezas, lanza, espada y maza para combatir, y el almugavar con sola su espada y dardo. Apenas entraron en la estacada cuando le ma. tó el caballo, y queriendo hacer lo mismo de su dueño, la voz del rey le detuvo, y le dió por vencedor y por libre.

Otro almugavar en esta misma guerra, à la lengua del agua, acometido de veinte hombres de armas, mató cinco antes de perder la vida. Oiros muchos hechos se pudieran referir, si no fuera ajeno de nuestra historia el tratar de otra largamente. La duda que se ofrece solo es del nombre, si fué de nacion, ó de milicia en sus principios. Tengo por cosa cierta que fué de nacion, y para asegurarme mas en esta opinion, tengo à George Pachimerio, autor griego, cuyos fragmentos dan mucha luz à toda esta historia, que llama á los almugavares descendientes de los avares, compañeros de los hunos y godos; y aunque no se hallará autor que, opuestamente lo contradi ga, por muchas leyes de las Partidas se colige claramente, que el nombre de almugavar era nombre de milicia, y el ser esto verdad no contradice lo primero, por que entrambas cosas pueden haber sido.

En su principio, como Pachimerio dice, fué de nacion, pero despues, como no ejercitaban los almugavares otra arte ni oficio, vinieron ellos á dar nombre à todos los que servian en aquel modo de milicia, asi como mu¬ chas artes y ciencias tomaron el nombre de sus inventores. Pero dudo mucho que hubiese quien se agregase a los almugavares, milicià de tanta fatiga y peligro, sin ser de su nacion, porque la inclinacion natural les hacia seguir la profesion de los padres; ni hay hombre que pudiendo escoger siguiese milicia, que desde la primera edad se ocupase con tanto riesgo de la vida, descomodidad y continuo trabajo. Nicéforo Gregoras dice, que almugavar es nombre que dan á toda su infantería los latinos, así llaman los griegos á todas las naciones quo tienen á su poniente, pero no hay para qué contradecir con razones falsedad tan manifiesta, y mas contra un autor tan poco advertido en nuestras cosas como Nicéforo.

Salió la armada de Mesina, y con próspera navegacion llegó á Malvasia, puerto de la Morea, donde fueron bien recibidos y ayudados con algun refresco por órden det emperador. Antes de salir llegaron cartas suyas en que mandaha á Roger que apresurase la navegacion. Partió alegre la gente con el refresco, y en pocos dias la armada arribó á Constantinopla, por el mes de enero indiccion segunda, segun Pachimerio (1), con universal regocijo de la ciudad viendo las armas que les habian do amparar y defender. Andrónico y Miguel, emperadores, y toda la nobleza griega, con mucho amor y muestras de sumo agradecimiento les recibieron y honraron. Mandó luego Andrónico desembarcar toda la gente, y que alojase dentro de la ciudad en el barrio que llama ban de Blanquernas; y el siguiente dia se repartieron cuatro pagas como estaba concertado.

CAP. VIIL-- Roger se casa.-Pelean catalanes y genoveses dentro de Constantinopla.

Parecióle al emperador Andrónico que convenia à su seguridad y crédito, dar á entender que los ofrecimientos hechos a los nuestros se habian de cumplir con mucha puntualidad, y para que esto se mostrase luego con las obras, dió principio á lo que parecía mas difícil, que fué el casamiento de Roger con su sobrina Maria, con que todos quedaron satisfechos, juzgando por ciertas las demás mercedes como inferiores y mas fáciles de cumplir. Hiciéronse las bodas con la solemnidad de personas reales; porque el valor de Roger pudo igualar ja nobleza de la mujer. Era Maria bija de Azan, principo de los bulgaros, y de Irene, hermana de Andrónico, de quince años de edad, hermosa, y por extremo entendida. Entre el mayor placer y gusto de la boda, sucedió un alboroto y pendencia entre catalanes y genovesos, quo casi fué batalla muy sangrienta, nacida como muchas veces acontece de pequeña causa, aunque Pachimerio dice, que fué sobre la cobranza de los veinte mil duca. dos que prestaron à Roger en Sicilia, y que por sosegarlos ofreció el emperador de pagarlos, pero la mas cierta ocasion de la pendencia fué, que un almugavar discurriendo por la ciudad dió ocasion à dos genoveses, viendole solo, que burlasen con mucha risa de su traje y fi

(1) Lab. II, cap. 13.

gura; pero el ánimo militar del almugavar mal sufrido en los donaires y motes cortesanos, mas osado de manos que de lengua, les acometió con la espada, y trabó Ja pendencia. Acudieron de una y otra parte valedores y amigos, estando ya los ánimos prevenidos y alterados como sospechosos, y con esto las fuerzas de entrambas maciones se encontraron para su total ruina y perdicion. Los genoveses saçar ɔn sù bandera ó guion, y acometieron los cuarteles de los almugavares repartidos en el barrio de Blanquernas. Nuestra caballería, reconociendo el peligro de sus almugavares, dividida en tropas, cerró con la gente genovesa mal ordenada. Con esto se dió lugar á que los almugavares saliesen de sus alojamientos, y se juntasen para tomar satisfaccion de quien tan injusiamente los maltrataba. Peleóse de una y otra parte con obstinacion, hasta que los genoveses, muerto su capitan Roseo del Final, se fuéron retirando con notable pérdida y daño.

Andrónico de las ventanas de su palacio atento y con gusto miraba la pendencia, cuando los genoveses levemente fueron maltratados, y algunos muertos, y con palabras mostró su ánimo mal afecto contra ellos; pero cuando vió que los almugavares con su acostumbrado rigor iban degollando cuanto se les ponia delante, temió que todos los genoveses de Constantinopla no muriesen aquel dia: cosa peligrosa para su conservacion, porque dependia de ellos la paz de su imperio. Tiénese por cierto que Andrónico quisiera sacudirse el yugo de genove. ses si pudiera con seguridad, pero era difícil por tener ellos el poder dividido para que se pudiera oprimir á un tiempo, y si consintiera que los de Constantinopla perecieran, fuera irritar las otras fuerzas que quedaban enteras; y así con ruegos y promesas pidió á los capitanes que recogiesen y retirasen los suyos, y George Pachimerio refiere, que mandó Andrónico á Éstéban Mərzala, gran drugario y almirante, que fuése á quletar el tumulto, y apaciguar las partes, y que fué muerto y despedazado. Finalmente la presencia y autoridad de Roger y de los otros capitanes pudo tanto, que obedecieron todos, y con mucho peligro les retiraron, porque habian saca. do sus banderas con ánimo de acometer à Pera, y saquearla, juntando á su venganza su codicia.

Era esta poblacion de genoveses dividida por un estrecho cerco del mar de la ciudad de Constantinopla, llamado de los antiguos Cuerno de Bisancio, y hoy de los turcos y griegos Galata. Retirados y sosegados los nuestros, les mandó el emperador en agradecimiento de su puntual obediencia librar una paga. Quedaron muertos de los genoveses en la ciudad cerca de tres mil, y áunque lo peor llevaron ellos entonces, fué causa de mayo. res daños en lo venidero para los nuestros, porque con esto quedó irritada una nacion émula y poderosa, que importaba su amistad para conservar nuestras armas en aquel imperio; porque en estos tiempos era grande y te mido su poder en todo el Oriente, árbitros de la paz y de la guerra. Tenían ilustres colonias y presidios en Grecia, en Ponto, en Palestina, armadas poderosas, poseian muchas riquezas adquiridas con su industria y va. lor, y absolutamente eran dueños del trato universal de Europa, con que mantenian fuerzas iguales à las de los mayores reyes y repúblicas. Con esto llegaron á ser casi dueños del imperio griego. En este tiempo cuando los. catalanes llegaron á Constantinopla, y reconociendo las fuerzas que traian, les pareció á los genoveses peligrosa la vecindad de sus armas; y asi siempre se mantuvo en tre estas dos naciones aborrecimiento y enemistad implacable que duró muchas edades, hasta que el valor de entrambas se fué perdiendo, juntamente con el imperio del mar, y cesó la emulacion por cuya causa muchas veces con varia fortuna se combatió.

CAP. IX. Pasa la armala á la Natolia, y echa la gente en el cabo de Artacio.

Con el peligro de la pendencia entre catalanes y genoveses, advirtió Andrónico los que pudieran suceder, por tener dentro de la ciudad diferentes y varias nacfones armadas y ofendidas, que con menos ocasion que la vez pasada vinieran sin duda á rompimiento. Llamó á nuestros capitanes, y les explicó brevemente el gusto que tendria de ver sus armas en el Asia, amparando sus miserables y cristianos pueblos, oprimidos de los turcos, y quitada la ocasion de nuevas pendencias y desórdenes. Roger con sus capitanes ofreció que embarcaria su gente Juego. Pero para que su partida fuese con mas gusto, y el ejército quedase satisfecho, y seguro de tener en la armada ciertos los socorros y retiradas, le suplicaron nom brase por general de ella algun caballero, ó capitan que fuese de su nacion, para que dependiese de ellos, temiendo que Andrónico diese este cargo à griegos ó genoveses; y fuera cosa peligrosa para su seguridad tener el socorro en poder de gente extraña, con quien siempre hay emulacion y competencias: ocasion de graves pendencias y daños, y mas en los socorros de mar, tan sujetos á las mudanzas del tiempo, que puede la ruindad y malicia de un general retardir el socorro, y hallár ra

zon que disculpe y apruebe lo mal hecho, atribuyendo al tiempo y á peligros imaginados su tardanza. Andrónico cumplidamente satisfzo á la demanda, dando el cargo de general de la armada con título de almirante à Fernando de Ahones,caballero de conocida sangre, y ga. llardo por su persona, y juntamente quiso que se casase con una parienta suya, para que el nuevo parentes 0 diese mas autoridad a su cargo. El títuto de almirante en aquel imperio no era tan supremo como to fue entra nosotros, porque estaba sujeto al megaduque, y de él recibia las órdenes. Mandó el emperador, que un insigne capitan de romeos que se llamaba Marulli, hombre de sangre y estado, fuese siguiendo las banderas de Roger con su gente, y Gregorio con la mayor parte de los alanos hiciese lo mismo. Embarcóse el ejército en los navíos y galeras de su armada, y atravesando el mar de Propóntide, dicho hoy de Marmora, tomaron tierra en el cabo de Artacio, poco mas de cien millas lejos de Cons tantinopla, lugar acomodado para la desembarcacion de la caballería. A este cabo llama Montaner Artaqui, y las antiguos Artacio, no téjos de las ruinas de la famosa ciupad de Cizico.

L'egó Roger con la armada, y supo que los turcos aquel mismo dia habian querido ganar una muralla, ó defensa de media milla de largo, puesta en la parte que el cabo se continúa con la tierra firme, y que dejaron et combale, mas por la fortaleza del sitio, que por el valor de los que la defendian. Extiéndese esté cabo, desde esta defensa ó muralla, algunas leguas dentro del mar, y en él hay muchas poblaciones, y abundantes valles, y fértiles colinas. Era en los tiempos antiguos isla, pero despues se vino á cerrar con las armas.

Con el aviso cierto que Roger tuvo, de que los turcos habian acometido el reparo y defensa del cabo, y que no podían estar muy lejos, dióse prisa á desembarcar á la gente, y envió luego a reconocer el campo de los enemigos, y dentro de pocas horas se supo como estaban aiojados seis millas lejos entre dos arroyos, con sus mujeres, hijos y haciendas. En aquel tiempo los turcos, n olvidados aun de las costumbres de los scitas, de quien se precian suceder, vivian la mayor parte, y la mas belicosa en la campaña, debajo de tiendas y barracas,mudandose segun la variedad del tiempo y comodidades de la tierra. Tenían puesta su mayor fuerza en la caballería, gobernada por capitanes y principes de valor, nó de sangre, à quien obedecian mas por gusto que por obligacion. Tenian perpetua guerra con los vecinos, sin órden militar, à imitacion de los lirabes, que hoy poseen el Africa. Esta forma de vivir tuvieron, desde que dejaron las riberas del rio Volga, y entraron en el Asia menor, hala que la vileza de las monarquías y naciones del Asia y Grecia les dió crédito y reputacion. A las naciones sucede lo mismo que a los hombres, que nacen, crecen y mueren. Nació Grecia cuando se defendió de Jerjes, y cuando su valor deshizo el poder de tan numerosos ejércitos, y forzó al bárbaro monarca, que se retirase vencido, y pasase el estrecho del mar del Helesponto en una pequeña barca, que poco antes soberbio y desvanecid humilló con puente. Tuvo su aumento cuando las armis de Alejandro pasaron mas allá del Ganges, y los límites y fines inmensos de la misma naturaleza no lo fueron de su ambicion. Fué su muerte, cuando las armas de los harbaros, por flojedad de sus principes, y poca tidelidad de sus capitanes, la pusieron en dura servidumbre.

En este tiempo que Andrónico ocupaba el imperio de Oriente, los turcos se dividieron, y hubo entre ellos algunas guerras civiles, pero por el consejo y autoridad de Örthogules se sosegaron, remitiendo à la suerte sus pretensiones, que como refiere Gregoras y Chalchonditas, se dividieron por suerte las provincias entre siete capitanes y pretensores todos del gobierno universal. Dió la suerte à Caramano la parte mediterránea de la provincia de Frigia hasta Cilicia y Philadelphia, aunque algun autor quiere, que este no fuese de los siete capitanes. Y que solo reino en Caria: à Carcano la parte de Frigis, que se extiende hasta Esmirna : à Calami y á su hijo Carasi la Lidia basta Missia Bitinia, y las demás provincias junto al monte Olimpo cayeron en la suerte de Otomano, que en aquella edad comenzó á ser temido, y á levantar poco despues su monarquía, venciendo y sujetando s demás tiranos de las provincias que vamos nombrando, con que quedó absoluto señor y príncipe de todas ellas. La Paphlagonia. las demás tierras que caen á la parte del Ponto Euxino, las ocuparon los hijos de Amurai. En esta forma hallaron los nuestros repartida el Asia y a bis turcos señores de ella: que fué grande ayuda para nuestras victorias el estar sus fuerzas divididas.

CAP. X.-Vencen los catalanes y aragmeses á los turcos. Con el aviso que Roger tuvo de como los turcos estaban cerca, temiendo perder tan buena ocasion si advertidos de la llegada de los nuestros se previnieran ó retiraran, juntó el campo, y en una breve plática les dijo, como el siguiente dia queria dar sobre los alojamientos de los enemigos, fáciles de romper por estar descuidados. Pro

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