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y adornadas de diuersos atabios y sedas, las quales no representan otra cosa, sino vna cierta semejança de Idolos, aconsejaria que en su lugar le pusiesse entre las manos los instrumentos de todos los officios de casa, hechos en alguna pequeñita forma, como se suelen ver, de madera y de diuersos metales. Porque assi como el vso de aquellas enseña à las niñas à estimar los atabios y pompas, aumentandoles el desseo que cada muger, naturalmente, desde las mantillas trae consigo de la mesm'arte, la costumbre de tratar con estotros serà causa de que aprenderan sus nombres de buena gana y el officio de cada vno.

Allende d'esto, las patrañas de que la simple niñez es tan desseosa, no sean quales comunmente las suelen contar las mugeres simples y grosseras, mas sean honestas, ingeniosas, y exemplares despertando debaxo de su graciosa fiction à la niña, quando en el amor de Dios, quando apuntandole la reuerencia que se deue à las madres, y quando descubriendole vna virtud, y quando otra, aquella que, como sabio y diligente Architecto, està puesta, para tener cuydado de tan importante fabrica.

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Tras estas se sigue la tercera y mayor consideracion y es que no solamente nos emos de guardar de hazer delante. de nuestras hijas algun acto menos que honesto, mas tambien de dezir palabra fea, ni inconsiderada: porque assi como estan dispuestas para aprender con poco trabajo lo vno y lo otro, assi tambien lo conseruan para siempre con gusto y deleyte en su memoria. Y acontece que no solamente, como digo, las cosas muchas vezes vistas y oidas nos quedan en la memoria, sino que aun tambien, sin mirar en ello, se nos salen de la boca, y aun las ponemos por obra: y tanto mas las malas, quanto es mas la naturaleza humana inclinada al mal que al bien.

I. Que delante de las hijas no se ha de hazer acto desonesto, ni dezir palabra fea.

Y no se deue seguir en esto la dañosa costumbre de algunos imprudentes, que precian mucho que sus hijas digan dichos ò palabras deshonestas y teniendolas por auisadas, al momento, con la boca llena de risa, las besan, acariciandolas mucho, sin aduertir que tanto mas familiares suyas hazen aquellas deshonestidades, quanto mas entienden que su padre se las loa y recibe plazer d'ellas; y vienen à criar con el tiempo vn habito, que no solamente es difficil, sino impossible el mudarlo. Por ventura, tenemos duda de que nuestros hijos vendran muy presto en conocimiento del mal, el qual conocimiento traemos generalmente todos del origen d'esta carne? Por cierto no: por que la esperiencia nos enseña cada dia lo contrario.

Por lo qual, assi como vemos que los maestros de las naues, auiendo de fabricar de muchos maderos vn solo cuerpo que pueda estar sobre las ondas, ajuntan el vno con el otro y los ajustan con artificioso entalle: y no bastando esto, ponen entre las junturas mucha cantidad de cañamo, de manera que ninguna abertura quede; y vltimamente cubren de vn fortissimo betun todo aquel cuerpo, por que por ninguna parte pueda hallar entrada l'agua: de la mesma manera deue hazer cada padre en la trabajosa compostura del animo de su hija, considerando ser este cuerpo mortal como vn nauio, puesto en el mar de inumerables maldades, à las quales, porque no puedan penetrar en la parte interior, que es el mesmo animo, de manera que venga à se anegar en ellas, es necessário cerrarles todas las entradas. Y esto se harà alexando de los ojos y de los oydos de la niña, quanto ser pudiere, el vicio. Y si le aconteciere dezir alguna palabra deshonesta ò fea, sea luego reprehendida de su padre, ò de su madre, ò de su ama, si alguno se

I. La manera que se ha de tener para enseñar buenas costumbres à las niñas.

hallare alli auisandola, y dandole à entender no ser semejante dicho de buena hija. Y tambien, si diere muestras de alguna siniestra ò mala costumbre, se haga lo mesmo, amenazandola con diestro termino: de manera que tema de hazer ò dezir cosa por que aya despues de llorar. De la mesm'arte, por las cosas bien dichas y bien hechas, an tambien de acariciarla y mostrarseles amorosos, con algun regalito ò dadiua apropiada à aquella edad porque por vna parte el miedo de las amenazas, y por otra la esperança del premio, la enseñaran poco à poco à aborrecer el vicio (aunque aun ahora no lo conozca) y amar la virtud.

Es sobre todo digna de reprehension, en los padres y en las madres, la demasiada aficion con que permitiendo à sus hijos lo que no deuen, son causa de que despues incurran en lo que no les conuiene. Por tanto ha de juzgar cada padre que su casa es semejante à vna Republica, y que no ay otra diferencia, sino que la Republica es gouernada por muchos, y en su casa es solo el señor y principe. Pues representando persona de principe, tambien se requiere que vse de officio de principe: el qual es mostrarse con todos justo ygualmente. Pero tampoco ha de vsar de tanta seueridad con los hijos, que no se acuerde que es padre: ni de tanta benignidad, que se oluide de que es principe. Mas es menester que tenga entre el vn estremo y el otro vn cierto medio, por el qual ygualmente sea temido y amado. Y si se ha de pecar en alguno d'ellos, mucho menos dañoso es pecar en la seueridad que en la blandura porque esta corrompe, y la otra enseña. De la vna conoce el hijo (en apartandose d'el aquellos primeros impetus, y amortiguandose aquellos primeros ardores juueniles) tener doblada obligacion à su padre: auiendo recibido del, no solo el ser, sino el buen ser, y de la otra, quando cae

1. Reprehendese la demasiada libertad que algunos padres dan à sus hijos.

en miserias y desuenturas, le echa el cargo y se quexa, porque desde niño le dio demasiada libertad. Y de aqui nace que muchos, quando los lleuan à algun castigo publico, suelen poner la culpa à sus padres. Luego prouechoso es que la hija llore y estè muchas vezes triste, siendo niña : porque pueda reirse y biuir contenta, quando fuere muger.

DOROTHEA. Por cierto, assi auia ello de ser, sin hazerse lo contrario.

FLAMINIO. Echadas estas primeras rayas, procuremos poner à nuestro dibuxo sombras, y darle colores. En llegando la niña à edad conuiniente para aprender letras (lo qual, segun algunos Filosofos, es à los siete años, y segun otros à los quatro ò à los cinco y mas y menos, conforme à como se hallare capaz el entendimiento), quiero que entonces su padre considere en ella dos fines. El vno la religion ò seruicio de Dios, y el otro el gouierno de la casa: y, conforme à ellos, procure hazer que sea sabia y esperimentada en las dotrinas virtuosas y en los exercicios que ha menester quien ha de ser señora de su casa. En las dotrinas pondremos el conocimiento de Dios y de lo honesto: que el vno pertenece à la composicion del'anima, y el otro à las actiones del cuerpo y con los exercicios juntaremos el gouierno y los officios. Del gouierno hablaremos distintamente, quando formaremos la casada ; y los officios seran ahora los primeros de que tratemos. Mas primero que d'ellos hable 2, os quiero tambien dezir que dos cosas dessearia en la mi niña, que son temor y verguença. Las quales an de ser cimiento y principal fundamento de toda la fabrica de la virtud, en que pretendemos dotrinarla : que sin ellas, es de creer que se aruynarà presto el edificio. De manera que principalmente es menester plantar la vna y

1. En què edad ha de començar la niña à aprender letras, y los fines à que ha de ser encaminada.

2. Dos virtudes que se ha de procurar que tengan principalmente las niñas.

la otra en ella, y despues aumentarlas, y de quando en quando apoyarlas.

Viniendo à las labores, aueys, señora Dorothea, de saber que la labor de las mugeres principales antiguas era el lino y la lana dos cosas de gran prouecho y grangeria para todas las familias. Y el dia de oy se an dexado ambas à dos para las mugeres de baxo estado: con cuya debil ganancia sustentan harto lazeradamente sus pobres casillas. O ventosa vanidad! O dañosa delicadeza de las nobles de nuestro siglo ! pues se auerguençan de lo que en todas las edades fue de grande. honrra y reputacion entre las mugeres de alta fortuna y celebradas por muchas virtudes. Aunque Augusto tenia reduzido el Imperio del mundo à su dominio y poder, no tubo por vileza este prudente y loabilissimo Emperador que su hija y nietas, se exercitasen en las labores de la lana. Y, entre las Romanas, era tambien costumbre que, el dia primero que iban à casa de sus maridos, llebauan consigo el huso y la rueca y tocando con cierta cantidad de lana el lumbral de la puerta, las coronauan con ella, poniendosela en la cabeça, à manera de guirnalda. Tanaquil, muger de Tarquino Prisco, era no por otra causa, adorada por diosa, sino porque en quanto biuio, fue siempre la lana contina labor de sus manos; y assi representauan su estatua con vna rueca en la mano, para dar exemplo à todas las mugeres de diligencia y trabajo. Tampoco es de callar que auiendo ydo de improuiso à Roma el hijo de Tarquino, juntamente con los otros mancebos, para aberiguar la contienda que con Colatino tenian sobre la castidad de las mugeres, despues de auer cada vno hallado la suya en combites y saraos, hallaron à Lucrecia, que, sentada en medio de sus criadas, trabajaua atentissimamente en estas labores, haziendo tambien cada vna d'ellas lo mesmo. Y queriendo

1. Labores que las mugeres principales antiguas vsauan y las que an ahora de vsar.

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