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muertos, y los escudos dellos y de los vivos. La fortificacion de Attila era de sus carros, teniéndose por vencido, sin que los romanos y godos por entonces entendiesen de sí ser vencedores. Venido el dia, como vieron al rey Attila encerrado con los suvos, tuviéronlo por manifiesta señal de haber sido vencido: porque su fiereza no era para sosegar sin grave daño. Entraron luego en consulta godos y romanos de lo que harian, viendo vencido y encerrado el enemigo. Resolviéronse en cercarlo, por entender que le faltaban mantenimientos, y el combatirlo era peligroso, por los muchos flecheros que tenia. Él se dice vino entonces en tanta desesperacion, que por morir de su propia mano, y no de la de algun enemigo, hizo hacer una gran hoguera de sillas de caballos. para meterse en ella, si viese que los enemigos le entraban el real.

Los godos enterraron con solemne pompa de guerra á su rey, y eligieron luego en su lugar á Turismundo su hijo mayor. Él ardia todo en deseo de vengar la muerte de su padre, y acabar de destruir allí al rey Attila y su gente. Y por no errar con su ímpetu, pidió consejo á Aerio, hombre de mas edad y experiencia para que le dijese como ejecutaria mejor su venganza. Aecio viéndole tan furioso en querer deshacer y acabar del todo á Attila, temió daria luego contra los romanos, sin que hubiese en ellos poderío de defendérsele. Por esto no le dio consejo en lo que se lo pedia, sino que lo desvió léjos del proseguirlo. Persuadióle que le convenia atender desde luego al asegurar su reino, y apoderarse dél porque sus hermanos con su tardanza no se lo turbasen, y se le alzasen con él. Parecióle éste buen consejo á Turismundo, sin considerar el fin con que Aecio se lo daba. Y así resfriado en su venganza, se volvió á su reino y se entregó dél enteramente. Mas no olvidó tanto la enemiga con Attila, que otra vez no le venciese, y le hiciese salir huyendo de Francia y Italia, hasta encerrarlo casi en su tierra. Mas por no ser cosa de España la dejo de buena gana, aunque es de rey de los godos que ya tenian parte acá.

No dudo yo sino que se hallaron con el rey Teodoredo muchos de sus catalanes en la gran batalla. Tambien creo se halló con él Recciario, el rey de los suevos, pues siendo su yerno, y viéndole en tal peligro, ayuntando tantas ayudas, no le faltaria con su persona y los suyos.

Yo he contado la batalla como la hallo en Jornandes, autor godo, que vivió pocos años despues déstos y dél toman todos los que della hacen memoria, y ella y el principio del reino de Turismundo fueron en el año de nuestro Redentor cuatrocientos y cincuenta y uno, como se vé en la corónica de Casiodoro, que para estos tiempos de ahora es de mucha autoridad por haber vivido en ellos. Conforme á esto reinó Teodoredo treinta y dos años. Y Vulsa y san Isidoro que le dan uno mas, son obligados á contarle por año las partes del primero y del postrero. Porque siendo cosa cierta que su padre Walia murió el año cuatrocientos y diez y nueve, y que esta batalla sucedió este año de cincuenta y uno, no le puede caber á Teodoredo mas tiempo, sino es contándole los años primero y postrero diminutos, para hacer los otros en medio enteros y usuales.

Ya en este tiempo tenia la Silla apostólica el papa san Leon, que comunmente llaman el Magno por su grandeza en santidad y letras, y en zelo de la verdadera fé católica, y de toda la Iglesia cristiana. Habia muerto el papa san Celestino el año cuatrocientos y treinta y dos, á los ocho de abril, habiendo sido papa

ocho años, cinco meses y tres días: y estando vaca la Silla apostólica veinte y un dias, fué elegido san Sixto, tercero deste nombre, á los veinte y nueve de mayo, y él tuvo el pontificado siete años y once meses, hasta que falleció á los veinte y ocho de marzo el año cuatrocientos y cuarenta. Estuvo vaca la Silla un mes y trece dias, siendo elegido el papa san Leon, primero deste nombre, á los doce de mayo siguiente.

CAPÍTULO XXV bis (1).

El concilio que por este tiempo se juntó en Galicia, y la confusion que engendra lo poco que dél hay es

crito.

Por este tiempo, sin que sepamos en qué año se jun15 en Galicia un concilio que parece fué nacional, por mandado del papa san Leon, que todavía tenia la Silla apostólica. La causa de celebrarse el concilio fué esta. Comenzó á rebullir de nuevo en España la herejía de Prisciliano. Santo Toribio, obispo de Astorga. avisó desto al papa por su carta, enviándole con ella lo que él contra los tales herejes predicaba como luego se verá.

Ya atrás se ha dicho tratando del primer concilio de Toledo, como éste estaba asido con él, y puesto como por remiendo: así ambos parecian uno mismo. Esto entendieron bien los hombres doctos, que han asistido en las impresiones de los concilios; y han notado en ellos: advirtiéndolo al principio del otro concilio. Esto apuntó solamente Vaseo, mas parece se puede bien probar así. El título del concilio de Toledo está bien claro y distinto: pues se dice en él se celebró en Toledo en tiempo de los emperadores Arcadio y Honorio, el año que Estilicon fué cónsul. Así las personas concuerdan bien con los tiempos, y no hay cosa que no esté llana y clara. Así está tambien muy claro el principio del concilio. Donde se dice que se ayuntaron en la Iglesia de Toledo los diez y nueve obispos, que consecutivamente se nombran. Entra luego de otra letra, y por la margen lo que comienza á conturbar. Dicese, que estos diez y nueve obispos eran todos de Galicia, y del distrito de cancillería de la ciudad de Lugo, y que se juntaron en Celenas, lugar de aquella tierra. Yo tengo á Fray Pedro Crabbe, y á fray Laurencio Surio, los que han enmendado y han anotado en los concilios, y asistido á las impresiones, por hombres tan diligentes y de juicio, que pusieron lo que hallaban en los originales, que tuvieron, puntualmente como ella estaba. Y habiendo puesto, como pusieron, todo esto por la margen y de otra letra, dieron claro á entender que así estaba en los originales de mano. De aquí se ve claro, como todo esto no es del texto del concilio de Toledo, sino fuera dél, y de quien lo puso por anotacion. Y resulta, que habla de otro concilio distinto de aquel en lugar, tiempo y personas, y en cosas que se trataron en él. Hace mencion tambien esta anotacion marginal de lo que los mismos obispos ordenaron contra Prisciliano: mas dice expresamente que esto fué en otra congregacion ó concilio, donde dieron por escrito la sentencia contra los de aquella herejía. Todo esto tambien ayuda para entender dos diversos concilios. Y que ésta sea anotacion, parécese en todos los originales antiguos que yo he visto, por las diversidades que tienen en la letra: aun

(1) Está duplicada la numeracion en el original. B.

que tampoco deja de haber allí alguna confusion. La diversidad de los lugares está manifiesta. El concilio dice, que se juntaron los diez y nueve obispos en Toledo: la anotacion dice que los otros se juntaron en Celenas. Este lugar es en Galicia, y allí lo ponen linio, Tolomeo, y otros autores, como se verá en su lugar. Y el papa Leon en Galicia manda que se junte este concilio de ahora como veremos. Porque la herejía de Prisciliano, contra quien se juntaba, en Galicia se extendió mas, como Paulo Orosio escribe. Y conforme á esto se dice en el primer concilio de los de Bra ga, donde se hace mencion deste concilio celebrado por mandado del papa Leon, que la regla de la fé leida en este concilio se envió á Balconio, arzobispo de Braga, como á principal prelado en Galicia Todas son ciertas señales y buenas conveniencias para entenderse como estos dos concilios de Toledo y de Galicia son diversos, sin que el coserlos como remiendos los pueda hacer que parezcan uno. Sin todo esto el concilio de Toledo prosigue sus capítulos, y concluyese con ponerse la subscripcion de todos los obispos como se acostumbra: así que se pue le tener por concluido y acabado sin faltarle nada. Esto digo, porque tambien en los originales antiguos está mas declarado el fin del concilio.

Estando esto así, entra de nuevo allí otro título, y dice desta manera. Estas son reglas de la fé católica conra todas las herejías, y señaladamente contra los priscilinistas. Hiciéronlas los obispos de las provincias Tarragonesa, Cartaginesa, Lusitania y Bética, por mandado del papa Leon, y las enviaron á Balconio, obispo de Galicia. Los mismos tambien instituyeron los susodichos veinte capítulos de cánones y decretos en el concilio de Toledo. Estas son las palabras del título que confunden todo esto y lo ofuscan de manera, que no deja entender cosa bien, y esta su confusion condena al título, y pide que no se haya de hacer mucho caso dél. Con todo eso en esta su mezcla y oscuridad todavía pone expresamente dos concilios diversos, el de Toledo, y este otro de Celenas en Galicia: y esto como testimonio de adversario nos podria bastar, para tenerlos por diferentes. Cuanto mas que señala el título como este concilio de Galicia se juntó por mandado del papa Leon, que comenzó á ser sumo pontifice, cuarenta años despues del primer consulado de Estilicon. La epístola donde san Leon manda juntar este concilio, anda impresa en los concilios, y en las obras deste Santo, y quien la leyere no dudará sino que el concilio primero de Toledo es otro diverso del que él allí manda juntar, y esto no por la diversidad del tiempo tan manifiesta, sino por otras muchas consideraciones. Aquella epístola escribe el papa á Toribio, obispo de Astorga, en respuesta de la que él con un su diácono le habia escrito, dándole cuenta como habia de nuevo rebullido en España la herejía de Prisciliano, y lo que él habia hecho y escrito para confutarla. Mándale convoque en Galicia concilio de todos los obispos de las provincias, Tarragonesa, Cartaginesa, Lusitania y Galicia, donde se condene aquella herejía. Y de todas estas provincias sesenta obispos, y no diez y nueve, se juntaban por este tiempo. Dale al fin el papa mucha autoridad al-obispo Toribio, casi para que presida en el concilio. Y por todo se ve como éste es el concilio que se hizo ahora, donde se halló el obispo diverso del otro de Toledo, donde ni se halló, ni verisimilmente pudo hallarse.

Parece que nos contradice mucho la anotacion y el

título, donde se da á entender que los mismos diez y
nueve obispos del concilio Toledano hicieron aquella
regla contra los priscilianistas que se pone por de este
otro concilio de Galicia, y así está firmada del arzobispo
Patrono, y de los demás. Primero digo, que de la ano-
tacion y del título no hay que tomar tino: pues mani-
fiestamente se contradicen. Dicen que hicieron la regla
de la fé los diez y nueve obispos del concilio de Toledo,
y dicen tambien con esto, que la hicieron los obispos
de las cuatro provincias principales de España, que
son las que el papa Leon manda juntar á este concilio
de Galicia. No hay cosa clara en el título y anotacion,
sino es ser distintos el concilio de Toledo y el de Gali-
cia: todo lo demás que en particular dicen, es confu-
sion y contrariedad. Lo segundo, que el autor de aque-
lla anotacion se pudo engañar en esto, como en re-
mendar estos dos concilios. Lo tercero, y que mas que
todo aclarará esto, es aquella sentencia definitiva que
se dió en el concilio de Toledo contra los obispos pris-
cilianistas, la cual ya queda allá puesta, que es la que
la anotacion llama libelar por haberse dado en escrito.
Y cuando ninguna otra razon hubiera para probarse
la distincion y diversidad destos dos concilios, esto
solo de haber parecido la sentencia con dia mes y año
bastaba
tan particularmente señalado,
para no poner-
se mas duda en ello. La regla de la fé de que aquí se
hace mencion es la del otro concilio, y por ser tal y
tan buena, se leyó despues en este otro de Celenas, y
esto mismo es lo que dice la anotacion, y dice muy bien.
Si tuviéramos por entero el discurso deste concílio de
certidumbre de
Galicia, tomáramos mejor claridad

todo. Del concilio primero de Braga no hay tomar mas
razon de la dicha, porque haciendo mencion este con→
cilio de Celenas, y de la regla de la fé y capítulos dél,
dicen los dejan de poner por evitar prolijidad. Tampo-
co se puede decir que estos mismos diez y nueve obis-
pos deste concilio de Toledo se hallaron despues en ei
de Celenas: porque no lleva camino creer que todos
vivieron los cuarenta años ya dichos, principalmente
que los elegian en aquel tiempo á los obispos cuando ya
eran viejos. Y con esto queda ya dicho todo lo deste
concilio de Celenas en Galicia, sin que sepamos dél
otra cosa en particular. El nombre deste lugar de Ga-
licia está errado así en los libros de los concilios, como
en el Itinerario de Antonino, y otros autores, y desto
en las antigüedades mas largamente se dirá (1).

CAPÍTULO XXVI.

Santo Toribio obispo de Astorga.

Lo primero que se ha de decir deste glorioso santo Toribio, de quien ahora tratamos, es que pasó en Italia, y se vió con el papa san Leon, y de allí quedó el conocimiento entre los dos. Vuelto en España la halló de nuevo tocada de la herejía de los priscilianos, y tratando con el santo papa del remedio, tambien escribió una carta de santas amonestaciones sobre esto mismo

(1) Sin entrar en discusion sobre la legitimidad de este concilio de Celenas, y en consideracion à que Morales en sus Antigüedades, no habló de este pueblo como aquí ofrece, se advierte por ahora que Celenas, de donde fue obispo Ortigio, al mismo tiempo que Idacio de Lemica, se reduce al lugar de Caldas de Cantis, tres leguas al sueste de Padron; y tambien diremos que el Itinerario de Antonino no le menciona; pero si Tolomeo con el nombre de Aquæ Calidæ Cilinorum. B.

yo cierto es el obispo de Astorga, que juntó el concilio de que se trató en el capítulo pasado, y casi presidió en él. Mas conviene mucho advertir para no errar, como algunos mucho yerran, que hay memoria de tres Turibios 6 Toribios en España. El primero es este obis

á dos obispos de acá. Hállase esta carta en aquel mismo ejemplar antiguo del real monasterio de san Lorenzo que fué del monasterio de san Millan de la Cogulla, de donde saqué el cumplimiento del primer concilio de Toledo cuando se puso. Pondré tambien aquí esta epístola, por ser cosa nunca hasta ahora vista en público,po de Astorga destos tiempos del papa san Leon, y y dignísima de ser leida. Y ponerse ha con su título, como allí lo tiene de letras grandes.

INCIPIT EPISTOLA DE NON RECIPIENDIS
IN AVTHORITATE FIDEI APOCRIPHIS SERI-
PTVRIS, ET DE SECTA PRISCILLIANISTARVM (1):

Este santo Toribio, que escribió esta epístola, creo

(1) Sanctis ac beatissimis et omni veneratione colendis Idatio et Ceponio Episcopis, Thuribius. Molesta semper est et in jocunda peregrinatio, quam afficiunt duri labores, et lachrymabiles necessitatum curæ: habet tamen aliquid instrumenti, cum adeundo incognita, vel ignorata discendo, quoddam profectu mentis augemur. Plerumque ea, quæ apud nos optima videbantur, prava esse atque deterrima, reddita nobis meliorum ratione noscentes. Quod mihi usuvenit, qui diversas provintias adeundo' in omnibus ecclesiis, quæ in unitatis communione consistunt, condemnatis omnibus errorum sectis, reperi unum atque eundem catholicæ fidei sensum teneri, ex purissimo veritatis fonte venientem. Qui in nulla divortia multifidis rivulis seisus camporum plana in cœnosas voragines solvat, quæ rectum fidei iter impediant. Eos vero, quos pravorum dogmatum virus infecerit, aut correctos pie parentis gremio reformari compellit: aut pertinaciter contumaces, veluti abortivos partus, ac non legitimam sobolem ex consortio sanctæ hæreditatis expellit.

Quapropter mihi post longas annorum metas ad patriam reverso, satis durum videtur, quod ex illis traditionibus, quas olim catholica damnavit ecclesia, quasque jam dudum abolitas esse credebam: nihil penitus imminutum esse reperio. Immo etiam pro unius cujusque studio et voluntate, prava dogmata velut quibusdam hydrinis capitibus pullulare cognosco. Cum alii veteri errori blasphemiarum suarum augmenta contulerint, alii integrum eum usque adhuc retententur. Alii vero, quos ex parte aliqua ad respectum sui contemplatio veritatis adduxit, ex illius sensibus retinendo nonnulla, reliquis vinculentur. Quod quidem per mala temporis nostri, synodorum conventibus decretisque cessantibus, liberius crevit, et impiissime, quod est cunctis deterius, ad unum altare diversis fidei sensibus convenitur.

Hæc ego ut loqui audeam pie potius erga patriam charitatis, quam temerariæ præsumptionis esse confiteor. Nam alias plenus omnium peccatorum, et magnorum criminum reus, quod ausu hæc ad vos scriberem, memor dominicæ vocis, quæ dicit: In alieno oculo festucam vides, in tuo trabem non respicis? Deinde conscius ejus sententiæ, quæ admonuit dices. Peccatori autem dixit Deus, quare prædicas justitias meas, et assumis testamentum per os tuum? Sed iterum illud aspicio, quod infra scriptum est. Furem videbas, et concurrebas cum eo, et cum adulteris portionem tuam ponebas. Neque enim illa sola sunt furta, quæ alienorum direptione comitun tur, vel illa adulteria, quæ violatis maritalis thori affectibus perpetramus: sed et subtractis quæ vera sunt furtum catholicæ fidei perversi dogmatis facit assertio, et adversus veritatem verbi Dei malarum doctrinarum adul terio zizaniæ semina jaciuntur.

Loquar ne ergo an taceam nescio: quia utrumque formido. Sed ne forte sanctitas vestra, quæ mala, quantæque blasphemiæ apocriphis libris, quos hi nostri vernaculi hæretici ed vicem sanctorum evangeliorum legunt continentur ignoret: maximi facinoris reum me esse credo, si taceam. Itaque hæc non adhortatio authoritatis alicujus est, sed potius sugessionis instructio.

deste concilio: ya él escribe la epístola al papa, y él escribió la que aquí va puesta, sin que en el original antiguo esté lo que al cabo promete. Deste santo obispo de Astorga Toribio rezan algunas iglesias en España á los diez y seis de abril. La de Burgos, Palencia, Segovia, Sigüenza, Astorga, y otras. En las lecciones cuentan como predicando en Palencia contra los priscilianistas, y menospreciando ellos con oprobio la palabra de Dios,

Primum ergo est, ut illa patefaciam, quæ in plurimorum fide, vel magis perfidia esse cognovi. Quæ cum multis publico pene magisterio doceantur, si catholicorum aliquis Paulo constantius, destructionis causa, assertioni insistat: continuo inficias euntes, et perfidiam perfidia occulunt. Quod ne ultra jam faciant ex apocriphis scripturis, quas canonicis libris veluti secretas et arcanas præferunt, et quas maxima veneratione suscipiunt, et ex bis, quas legunt, traditionibus, dictisque authorum suorum: ea quæ in ipsis arguuntur, vera esse docentes. Aliqua autem, ex his, quæ in istorum doctrina sunt, in illis, quos legere potui, apocriphis codicibus non tenentur. Quare unde prolata sint nescio, nisi forte ubi scriptum est per cavillationes illas, per quas loqui sanctos Apostolos mentiuntur: aliquid interius indicatur, quod disputandum sit potius, quam legendum. Aut forsitan sine libri alii, qui occultius secretius quæ servantur, solisut ipsi ajunt: perfectis patentes.

Illud autem specialiter in illis actibus, qui sancti Thomæ dicuntur, præ cæteris notandum, atque execrandum est, quod dicit, eum non baptizare per a quam, sicut ba bet dominica prædicatio atque traditio, sed per oleum solum. Quod quidem isti nostri non recipiunt, sed Manichæi sequuntur, quæ hæresis eisdem libris utitur, et eadem dogmata, et his deteriora sectatur. Ita execrabilis universis per omnes terras ad primam professionis suæ confessionem nec discussa damnetur opportet, per cujus authores, vel per maximum Principem Manem ac discipulos ejus, libros omnes apocriphos vel compositos, vel infectos esse manifestum est: specialiter autem actus illos, qui vocantur sancti Andreæ, vel illos, qui appellantur Sancti Joannis, quos sacrilego Leucius ore couscripsit, vel illos, qui dicuntur Sancti Thomæ, et his similia, ex quibus Manichæi et Priscillianistæ, vel quæcumque illis est secta germana, omnem hæresim suam confirmare nituntur: et maxime ex blasphemissimo illo libro, qui vocatur memoria Apostolorum, in quod ad magnam perversitatis suæ authoritatem, doctrinam domini mentiuntur. Qui totam destruit legem veteris testamenti, et omnia quæ Sancto Moysi de diversis creaturæ factorisque divinitus revelata sunt, præter reliquas ejusdem libri blasphemias, quæ referre pertesum est.

Ut autem mirabilia illa atque virtutes, quæ in apocriphis scripta sunt, Sanctorum Apostolorum vel esse vel potuisse esse non dubium est: ita disputationes adsertionesque illas sensuum malignorum ab hæreticis constat insertas. Ex quibus scripturis diversa testimonia blasphemiis omnibus plena, sub titulis suis adscripta digessi, quibus etiam, ut potui, pro sensus mei qualitate respondi. Quod ideo necesse habui paulo latius vestris auribus intimare: ut vel post hac nemo quasi inscius rerum, dicat se simpliciter hujusmodi libros vel haberes vel legere.

Vestræ autem existimationis atque censuræ merito fuerit, universa perpendere, et ea quæ sine ambiguitate veritati ac fidei contraria videritis, cum aliis fratribus vestris, quoscumque vobis zelus catholicæ religionis vel pium studium sociaverit, illam excusationem spirituali gladio resecare, et ignita divini verbi virtute compes

cere.

subió al cerro alto cerca de la ciudad, donde está ahora la ermita de San Cristobal, y desde allí pidió á Dios con lágrimas castigo del cielo contra aquellos malvados. En aquel punto el rio Carrion salió de madre, y entrando por la ciudad destruyó gran parte della. Tambien se pone en algunas lecciones una carta de san Braulio el arzobispo de Zaragoza para Fructuoso sacerdote, donde hace muy gran mencion deste Santo, y al fin se dice que habiendo hecho muchos milagros, cuando falleció fué enterrado en la iglesia de San Martin de Lievana en Asturias, que él habia edificado Allí se muestra su sepultura donde está su santo cuerpo con otras muchas y grandes reliquias, que son visitadas por muchos peregrinos que van allí en romería, y allí se tiene por cierto de tiempo muy antiguo, que parte de aquellas reliquias trujo el santo Obispo de Jerusalen, y parte le dió el papa san Leon. Y la epistola pues cuenta muchos años de peregrinacion, en alguna manera hace verísimil el haber pasado hasta Jerusalen. El martirologio de Usuardo añadido da á entender fué natural de Palencia. Y ésta pudo ser la causa de tener tanta cuenta con aquella ciudad, aunque era obispo de otra. Y esto es lo que se halla del Santo con alguna certidumbre. En el concilio primero Bracarense se dice tambien, que el papa envió la carta con un su notario llamado Toribio. Hase de entender que á quien se escribió la carta, y quien la traia, ambos tenian un mismo nombre. Y ya éste es otro Toribio segundo.

CAPÍTULO XXVII.

Las conquistas del rey Recciario en lo que los romanos acá tenian.

Dejó Rechila, como hemos dicho, gran señor y muy apoderado en España á su hijo el rey Recciario, aun con haberles restituido á los romanos la provincia de Cartagena y la Carpentania: pues le quedaba el señorío de toda el Andalucía, Lusitania y Galicia. Viendose pues con tan grandes fuerzas, y poniéndose mas ufano, con ser yerno de Teodoredo, pensó en tomar lo que su padre le habia quitado, y aun no dejar en España nada que no fuese suyo. Con este soberbio deseo al principio de su reino hizo la guerra á los vascones españoles, que como algunas veces se ha dicho eran los navarros, y los de las fronteras que por la corriente de Ebro los juntan con Castilla. No escriben los autores el suceso desta jornada, aunque parece no ganó la tierra, sino que solamente la destruyó y hizo robos en ella. Fué á ver á su suegro en Francia, y trayendo de allá ayuda de godos que él le dió, entró por la provincia tarragonesa que tenian los romanos y tomó á Zaragoza y otras ciudades de las que les estaban sujetas. Tambien entró por las provincias de Cartagena y Carpentania, que su padre habia restituido al emperador Valentiniano, destruyéndolas y robandolas con gran ferocidad. Siendo tan grandes estos hechos no los cuentan mas á la larga Jornandes, san Isidoro y la corónica antigua, señalando todos que esto sucedió en vida del rey Teodoredo. Y por aquí se aclara, cuán poco era lo que los godos hasta ahora tenian en Espa

De otro tercero Toribio monge hace mencion san Ildefonso, escribiendo en sus Claros Varones del arzobispo de Toledo Montano. Porque este prelado escribió una carta á éste, alabándole su buen zelo con que habia destruido los ídolos y sus sacrificios, y le da auto-ña, pues no llegaba su señorío aun hasta Zaragoza, coridad para muchas cosas. Esta epistola se halla entera en los dos ejemplares antiguos de Toledo, luego tras el segundo concilio de los de aquella ciudad. Y por ella se entiende, como este Toribio era de noble linaje, y antes de ser monge hizo cosas de honrado y leal caballero en ocasiones que se ofrecierou. Y dase á entender como residia en Palencia. Y así podria ser que algo de aquello que se atribuye al obispo santo Toribio de Astorga en esta ciudad, fuese desto tercero natural 6 residente allí. Y entre el obispo santo Toribio, y este monge hubo mas de ochenta años, como el tiempo del segundo concilio de Toledo adelante lo mostrará.

menzando de Francia por Cataluña, y los romanos aun retenian á Tarragona, y gran parte de Aragon y Valencia, con todo lo que baja al reino de Toledo hasta Estremadura, y da la vuelta al mediodia por los términos de la Bética, hasta volver á Cartagena y Alicante. Tambien parece era de los romanos el reino de Navarra con todo aquello de los vascos, ó á lo ménos no era de los godos: pues siéndolo, no les hiciera el rey Recciario la guerra. Galicia con casi toda la Lusitania hasta juntar por el occidente y mediodia con el Andalucía, era de los suevos. Y ha de advertir que siempre que por este tiempo nombramos á Galicia, entendemos una provincia tan ancha y extendida como en la postrera division de España quedó entrando en ella Asturias, el reino de Leon, y gran parte de Castilla la vieja, hasta

punta que daba en las fronteras de Aragon, allí donde comienzan por cima de Soria, y con tener por allí al septentrion par las faldas de las montañas una raya que vuelva a dar cerca de Leon. Por el poniente se juntaba con la Lusitania, quedándole al mediodía los vaceos, si acaso no se extendia por este lado hasta los puertos, tocando por aquellas cumbres en la Carpentania: que desto no hay de lo antiguo entera claridad.

Destos tres Toribios buenos testimonios hay en estos autores graves. El Flos-Sanctorum pone otro cuarto santo Toribio, tambien obispo de Astorga, que fué en tiempo, segun allí se dice, del rey don Alonso el Cas-juntarse por el oriente con la Celtiberia, por una como to, que fué despues de destruida y comenzada ya á cobrar España. Allí atribuye, 6 confunde algunas cosas de las del primer Santo, y deste cuarto, y cuentan dél otras harto extrañas y mal conformes por donde pierde del todo el autoridad lo que se dice. Lo que yo bien creo es, que no hubo mas de los tres Toribios primeros, y que los que no supieron bien distinguirlos, ni escudriñar dellos lo que convenia, pensaron en otro diferente de todos, y atribuyeronle sin mas conside: acion lo que de todos hallaban, añadiendo tambien cosas de milagros monstruosos, que en lugar de edificar, destruyen la buena devocion con los santos.

CAPÍTULO XXVIII.

La muerte del rey Turismundo, quedando por sucesor
Teodorico su hermano.

No le da mas de un año san Isidoro al rey Turismundo, mas Jornandes y Vulsa le dan tres, con poner tambien Vulsa la opinion de los que no le dan mas de

uno. Como este autor leyó á Jornandes, y á san Isidoro, por haber vivido despues dellos, refiere lo que en ellos hallaban. Son cosas estas que se pueden mal averiguar, pues ni en estos autores se halla razon de su diversidad, y yo no la puedo tomar de otros, ni hacer mas de seguir á los dos en esta incertidumbre. Presto saldremos della hallando algun fundamento firme sobre que proseguir con claridad el órden de los años. Yo me allego á los que le dan tres años, pues el de su muerte, como luego veremos, certifica bien esto.

Deste rey afirma san Isidoro que luego al principio de su reino se hizo mal quisto por su soberbia y crueldad. Esta pudo ser la causa de conjurar contra él, como prosigue Jornandes, sus dos hermanos Teodorico y Friderico, dando el cargo de matarlo á Ascaleruo, criado del rey. Éste usó de tal oportunidad. Estando el rey enfermo y sangrado, quitóle las armas que cerca de sí tenia. Tras esto le comenzó á decir con furia como turbado, que entraban muchos á matarle, y eran sus dos hermanos, y los demás conjurados que ya por el concierto llegaban. Ascaleruo tambien entónces con la buena ayuda se anticipó en decir al rey, el cual con no tener mas que una mano libre, y un pequeño cuchillo en ella, con éste y con su grande ánimo se vengo de su muerte antes que se la diesen, matando á algunos de los que primero le acometieron. Por la cuenta mas cierta que aquí se lleva, fué la muerte deste rey al año cuatrocientos y cincuenta y cuatro.

El año siguiente cincuenta y cinco, á los diez y siete dias de marzo, fué muerto en Roma Valentiniano, á quien verdaderamente podemos llamar último emperador de los romanos. Porque aunque de aquí adelante hubo otros nueve que fueron llamados emperadores de Roma y de lo Occidental en los veinte años que se siguen, mas no tuvieron verdaderamente el imperio, que casi todo estaba ya perdido, sino una como sombra y vano nombre dél. Los dos primeros déstos fueron Anicio Máximo el que mató á Valentiniano, y no duró aun tres meses, y Flavio Mecilio Avito, que no duró diez, habiendo sido elegido á los diez de julio deste mismo año. Desta manera iré tambien nombrзndo los otros siete emperadores sucesores déstos en Roma, no porque fuesen señores de mas que una pequeña parte de España, sino porque se continue todavía basta su postrero fin el nombrar los emperadores de Roma, siendo tambien necesario para algunas cosas desta historia.

CAPÍTULO XXIX.

El rey Teodorico, y de su persona y vertudes, y como entró de hecho en España para señorearse della.

Quedó Teodorico por rey despues de la muerte de su hermano, y éste fué el primer rey godo que tuvo algun señorío notable en España, pues los pasados, como ya se advirtió, solo tuvieron algun poquito della, que aun no se puede bien señalar cuanto fué. Este rey fué señalado príncipe en virtudes verdaderamente reales, y digno por ellas de que no fuera arriano, y de que no se le pudiera imputar el crímen de haber muerto á su hermano. Fuera desto, todo lo demás fué en él grandeza y bondad harto señalada. Describe por extenso su persona y virtudes como las habia visto y notado Sidonio Apolinar, que fué primer criado principal deste rey, y despues obispo en Francia, y dicelo todo escribiendo á un su amigo Agrícola. Y porque esta carta da gran noticia de los godos en su traje y costumbres, y en otras cosas dignas de saberse en esta historia, y que darán luz y gusto en ella, pondré aquí aquella carta fielmente trasladada, Dice así:

Muchas veces me habeis pedido que porque la fama celebra la humanidad y dulzura del rey Teodorico, os escriba la manera de su persona, la edad, la calidad y costumbres de su vida. Yo obedezco de byena gana, celebrando con diligencia, en cuanto la brevedad de una carta permite, la bondad y nobleza de un rey tan dulce y de tanta humanidad. Porque verdaderamente es digno de ser conocido por aquellas partes que ménos se ven en él, sino es de los que familiarmente le tratan, y son las con que Dios, y un dichoso natural con buen uso de la razon, juntando todos sus dotes le perfeccionaron. Sus costumbres son tales, que el estado y grandeza real no la estorban nada para que merezcan ser mucho alabadas. Si me preguntais de su disposicion, es de cuerpo cenceño, no tan alto como los muy largos, y mayor y mas levantado que los medianos; lo alto de la cabeza tiene redondo, y desde lo ancho de la frente trae enrizados los cabellos basta levantarlos á la corouilla; la cerviz tiene levantada, y las cejas bien crespas le hacen grande arco sobre los ojos, y cuando acaso deja caer los párpados parece que le quieren llegar hasta las mejillas; cúbrenle los oidos algunas guedejas que cuelgan de los cabellos como es costumbre de toda la nacion: la nariz tiene corva y hermosa, los En Constantinopla, muerto Teodosio el Segundo, labios delicados y no muy tendidos, con necesidad de quedó por emperador Marciano, y ya de aquí adelan- cortarse cada dia los muchos pelos que le nacen en lo te dejaré tambien la continuacion destos emperado-hueco de las narices; tiene tambien el barbero necesires de Constantinopla, porque no empachen al prose- | dad de arrancarle muy á menudo lo espeso y crespo de guir las cosas de España, y solamente se hará mencion dellos cuando éstas necesariamente lo pidieren.

Vaseo puso por del tiempo deste emperador á Juliano Pomerio, por tenerle por español y arzobispo de Toledo. Mas ni Juliano Pomerio fué destos tiempos, sino de otros harto adelante, ni fué español, ni arzobispo de Toledo, como en su lugar manifiestamente se verá. En tiempo del emperador Valentiniano se celebró en Calcedonia, ciudad metropolitana de Bithinia, el cuarto concilio general de los seis que la Iglesia de Dios tiene por principales. Y aunque concurrieron en él séiscientos y treinta obispos, mas no hubo ninguno de España, como tampoco lo hubo de Italia, Francia, ni África, porque solos los obispos del Oriente se congregaron

la barba que le sube hasta lo muy alto de las mejilas; no tiene gruesa la garganta, sino bien llena, y toda la color blanca como de leche, aunque mirándola de cerca se comprende el rojo con que toda está mezclada; y el ponerse muchas veces colorado del todo no es por ira, sino por modestia y vergüenza; sus hombros son macizos, los brazos firmes, y las manos anchas; tiene el pecho mucho mas levantado que el vientre, y en la espalda se le ve la canal honda que hacen las costillas al encorvarse en el nacimiento; en ambos lados se le señalan los músculos levantados, con buen vigor en lo retraido de la cintura: los muslos se muestran tiesos, las junturas son de hombre muy bien fornido, y las rodillas lisas y sin arrugas representan una cierta y gran magestad; en sus pantorrillas se parecen unos

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