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no opera entre nosotros. Congelándose el agua que existe en el fondo y en las demas partes del camino, aumenta su volúmen, y con su gran fuerza espansiva, ya levanta aquí, ya hunde allí los materiales; abre brechas por donde puede introducirse mas agua, y congelándose esta á su vez hace un empuje mas violento. y destruye al fin los caminos. Pero estos hielos destructores, se dirá, no existen entre nosotros; y dirigiéndose todas estas precauciones á prevenir sus estragos, necesarias no son en Cuba donde nada hay que temerlos. Confieso que así es; pero, no son los hielos, los únicos enemigos que se deben combatir. El agua es nuestro formidable antagonista, y si los caminos no se construyen de manera que impidan su filtracion hasta el fondo, nuestras abundantes y fuertes lluvias se abrirán paso por entre sus materiales, llegarán hasta la base que los sostiene, y depositándose allí, causarán tarde ó temprano la descomposicion del camino. Y si todos los esfuerzos de M.c Adam se han dirigido á impedir la filtracion del agua hasta el fondo de ellos, y solo su método, y no ninguno otro, ha sido capaz de lograrlo, no obstante que la lluvia cae suavemente en la Gran-Bretaña ¿que será en la isla de Cuba donde las aguas son tan fuertes y copiosas. que a veces parece que se abren las cataratas de los cielos, y que sus campos van á sumergirse en una inundacion universal? Es pues evidente que si recomiendo este método para ella, no es siguiendo el espíritu de una imitacion ciega y rutinera, sino porque realmente creo que existen razones para su aplicacion.

Mas no se piense por esto que mi ánimo es proscribir toda innovacion ó mejora que pueda hacerse. Alegraríame por el contrario. que fuésemos tan felices, que á las ventajas que gozáramos con los buenos caminos, uniésemos tambien la gloria de haberlos sabido construir por un método peculiar nuestro. Tampoco me atreveré á negar que ninguno de los sistemas propuestos sea capaz de producir algun resultado favorable. Las palabras buen camino son muy relativas. y entre los diversos grados de su bondad media una enorme diferencia; así no es estraño que uno llame camino escelente el que otro llamará bueno, y tal vez mediano, ó acaso malo. Hago esta indicacion. porque acostumbrados nosotros á viajar por unos caminos casi intransitables en una parte del año, es muy posible que considerémos como escelente y perfecto, el que otros pueblos mirarian como mediano y quizá malo, Estas comparaciones pueden hacernos incidir en errores, adoptando como modelo digno de imitacion, no lo que en sí sea mejor, sino lo que pueda parecernos tal. No olvidemos ni por un instante que jamas hemos tenido caminos, ni que tampoco hemos hecho ensayos capaces de darnos un resultado por el cual podamos decidirnos en favor de este ó del otro sistema; y si porque alguna vez se ha cegado aquí

y allí algun paso peligroso amontonando piedras y mas piedras, ya se cree que tenemos el método de construir caminos, es menester confesar que estamos muy equivocados. Luces debemos recibir de otros pueblos, y de pueblos que despues de haber hecho un largo y costoso aprendizage, han condenado como ruinoso y contrario lo que en otro tiempo practicaron como útil y favorable.

Quizá podrán oponerse objeciones de otra especie, á sa ber; el costo de las operaciones que exige el método de M.c Adam. ¿Pero cómo se sabe que será mas barato cualquiera de los otros? A juzgar por comparacion, yo diria que es mas económico que todos los demas, porque así lo comprueba la esperiencia en la Gran-Bretaña; y aunque los cálculos de esta nacion no pueden aplicarse con exactitud á la isla de Cuba por la diversidad de sus elementos, con todo, pueden dar, si no un dato al ménos una presuncion favorable: porque si dado cierto número de operarios y cantidad igual de materiales, los caminos construidos allí segun el método de M.c Adam, son mucho ménos costosos que todos los demas, bien puede decirse que en iguales circunstancias tambien lo serán en la isla de Cuba. Convendria, pues, hacer algunos ensayos en pequeño, no solo para cerciorarse de la bondad de los caminos, sino para establecer sobre bases fijas el gasto comparativo. Pero es preciso que estos ensayos se practiquen por hombres inteligentes y versados en este género de construccion, pues de no hacerlo así nos espondremos á cometer errores de grave trascendencia. “Jamas, dice M.c Adam, jamas, ha habido opinion tan errónea, ni que haya producido peores efectos, que la de pensar que la construccion de caminos puede aprenderse en los libros, ó leyendo descripciones."

He considerado hasta aquí la formacian de los construidos por várias capas de materiales, ya uniformes, ya distintos. Réstame ahora tratar de aquellos que, componiéndose de un solo órden de piedras, (y tales son los empedrados ó enlosados que se usan en algunas ciudades) suelen recomendarse como preferibles á los primeros. Yo los llamaria enlosados, si siempre fuese plana la figura de las piedras que se emplean en su construccion; pero como á veces son mas ó ménos óvales, y acaso, acaso de figura irregular, permítaseme, en obsequio de la claridad, darles el nombre genérico de empedrados; nombre que conviene á todos los caminos, porque todos se componen de piedras; pero que yo, por falta de otra nomenclatura, restrinjo aquí, y lo aplico esclusivamente á aquellos que constan de un solo orden y no de muchas capas de piedras sobrepuestas. Sentada esta distincion, paso á esponer los diversos métodos, que pueden adoptarse: métodos que, aunque recomendados y puestos en práctica en algunos paises, están muy lejos de prevenir

los males que se quieren evitar; y como el ensayo que se hizo en la Habana en la calle de Bernaza, se ha ganado muchos partidarios, y no es muy improbable que algunos quieran estenderlo á nuestros campos, forzoso es entrar en todos sus pormenores para que se conozcan los defectos de esos sistemas.

De figura oval mas ó ménos perfecta, de cinco á siete pulgadas de largo y de cuatro á seis de ancho, colocadas en una direccion paralela: tales han sido las piedras comunmente usadas en varios caminos.

Esta colocacion produce el inconveniente de que las ruedas resbalan desde la parte superior de las piedras, y cayendo en las junturas de estas, lentamente las van gastando por los costados, hasta que forman canales y destruyen el empedrado.

Pensó remediarse este mal colocando las piedras alternadamente, segun se ponen los ladrillos de una pared.

Pero los obstáculos se aumentaron, porque la rueda subiendo la primera piedra de la primera línea, cae en los bordes ó junturas de las que forman la segunda línea, y despues de hacer un esfuerzo contra ellas y contra la piedra inmediata de la tercera línea, sube y vuelve á caer, Esta alternacion de subidas y bajadas abrirá canales cortos, pero tan anchos y profundos: que sin poder tocar las ruedas ni en los costados de las piedras, ni en el terreno que se halla entre ellas, irán saltando y comunicando al carruage un movimiento insoportable.

Abandonóse, pues, tambien este método, y para obviar sus inconvenientes, se inventó otro que consiste en usar de piedras planas de doce á catorce pulgadas de largo; y para impedir que las ruedas resbalen hácia las junturas se colocan transversal ú oblícuamente en el camino, pero de modo que la juntura de dos piedras en una línea no esté contigua á la juntura que forman otras dos piedras en las líneas que inmediatamente les siguen ó preceden.

Las ruedas anchas, es verdad, que no causarán daño á este empedrado; pero las angostas caerán algunas veces sobre las junturas de las piedras mas grandes; y gastando con el tiempo los costados de estas, llegará el caso en que operen como cuñas, y al fin las arranquen.

"Ningun empedrado, dice Edgeworth, por escelente que sea la piedra, podrá resistir por largo tiempo la accion de una rueda angosta; y el único medio de preservarlo consiste en dar á las ruedas la anchura de tres pulgadas á lo menos." Para los paises donde son mas angostas, propone Mr. le Large, y recomienda Edgeworth, como barato y durable el empedrado de piedras planas de tres pulgadas en cuadro, pues entonces es imposible que las ruedas se hundan en las junturas: pero es preciso que las piedras tengan tambien ocho ó nueve pulgadas

de grueso, para que puedan sostenerse mútuamente por los COStados. Antes de colocarlas se prepara el terreno con materiales sólidos y uniformes, y esto se conseguirá mejor que de ningun otro modo, echando cascajo de buena calidad, y dejándolo espuesto por algunos meses al tránsito de los animales y carruages, segun lo hizo Telford por primera vez, en el empedrado de las calles de Dublin. Las piedras se asentarán entónces sobre este terreno, poniendo, si es posible, en perfecto contacto sus partes inferior y superior, pero no los costados, porque lo impide una cavidad lateral que se les forma para llenarla de arena y darles mas firmeza. Debe procurarse tambien nivelar la superficie, y aun será útil cubrirla de arena, para que la presion desigual de las ruedas no descomponga el empedrado ántes de consolidarse.

Algo semejante á este empedrado es el que propone Walker, bien que difiere de él en muchos puntos; y como su autor lo recomienda mucho, yo no quiero pasarlo en silencio. Las piedras tendrán la figura de casi un prisma triangular: se clasificarán segun su tamaño para no mezclar las grandes con las mas pequeñas, pues de esto proviene el hundimiento de algunas con notable perjuicio del camino: se colocarán muy unidas en una direccion que formen ángulos rectos con los lados del camino, pero en términos que las junturas de dos piedras en una línea, no están contiguas á las de otras en las líneas anterior y posterior. Colocadas que sean, se apretarán para nivekarlas perfectamente; y si alguna estuviere floja, se quitará y pondrá otra en su lugar. Las junturas se rellenarán de cascajo muy fino, y si se tiene agua á la mano, se dará mas consistencia al empedrado, empapando bien por la noche lo que se haya trabajado en el dia, y apretándolo otra vez à la mañana siguiente. Cubriráse entonces la superficie hasta el grueso de una pulgada con cascajo muy fino á fin de mantener siempre llenas las junturas, é impedir que las ruedas se pongan en contacto con las piedras ántes que el camino esté firme.

Se aumentará considerablemente su solidez, echando agua de cal en las junturas, pues combinándose esta con el cascajo que se halla entre y debajo de las piedras, formará una masa muy sólida. Limaduras, ó pedacitos delgados de hierro mezclados en corta cantidad con el cascajo, producirán efectos análogos á los del agua de cal, pues aquella sola los convertirá en un óxido de hierro que dará al cascajo la consistencia de una

roca.

No atinando la Gran-Bretaña á remediar los males que la aquejaban, empezó á adoptar el sistema de empedrados; y en consecuencia se construyeron estos en várias partes; pero ni los nombres respetables de los autores que los recomiendan, ni el ejemplo de esa gran nacion, deben arrastrarnos ciegamente,

comprometiéndonos en una empresa que despues de grandes sacrificios, solo vendria á darnos un funesto desengaño. En aquel mismo pueblo ha probado la esperiencia que esos empedrados ni son duraderos ni baratos. Los que se hicieron en las inmediaciones de Londres costaron diez veces mas que los caminos construidos en los distritos vecinos segun el método de M.c Adam; y sin embargo; se descompusieron casi todos dentro de poco tiempo. Los de Edimburgo á pesar de ser formados de los mejores y mas baratos materiales costaron muchísimo mas que los caminos hechos por un método mas seguro y económico; y casi todos los de Lancashire, construidos con enormes gastos, siempre han existido en pésimo estado. Pero donde son mas perjudiciales y gravosos es en las subidas muy inclinadas á los puentes y á otros parages semejantes, pues siendo resbaladizos, esponen el ganado de carga y tiro á caer frecuentemente. Existieron tambien estos empedrados en los suburbios de Bristol; pero hace algunos años que fueron destruidos, y aprovechándose de los mismos materiales, formaron, segun el método de M.c Adam caminos mucho mas sólidos y baratos. La misma operacion se ha hecho en varios campos y poblados, y siempre con gran ventaja, pues los gastos se han disminuido por una parte, y la facilidad del tráfico se ha aumentado por otra; y para decirlo todo, en la misma ciudad de Londres existen hoy várias calles, compuestas segun el método de M.c Adam. Tal es la breve historia de los empedrados de la GranBretaña, y tales las consecuencias que nosotros debemos evitar. (*)

Acaso me he detenido en este artículo mas de lo que pensé; pero la importancia del objeto fué empeñando mi atencion, y no quise pasar á otro sin presentarlo en todas sus faces, pues tenemos que salvar los escollos á que puede conducirnos ó una brillante teoría, ó un ejemplo pernicioso. Cerraré pues esta parte de mi Memoria con las palabras del célebre M.c Adam. "La medida de sostituir empedrados á caminos cómodos y útiles, es un remedio desesperado á que ha recurrido la ignorancia. La escasez ó mala calidad de los materiales no puede servir de escusa racional, porque la misma cantidad de piedra que se requiere para empedrar, esa misma basta para hacer un buen camino en cualquier parte: siendo ademas evidente que los materiales de mejor calidad que se emplean en los caminos, pueden obtenerse á menos costo que los que se usan en los empedrados." (**)

(*) Paises hay, como en la Holanda, donde en vez de piedras, se usa de ladrillos puestos de canto y cubiertos de una capa de arena: pero semejante método no siendo el mas perfecto, ni tampoco casi aplicable á nuestra Isla por la carestía de sus materiales, razon será que lo omita,

(**) Este seria el lugar mas oportuno para añadir un artículo relativo à los ca

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