5 firmo, exceptuandole de que se le pudiese pedir por ningu- A. C. El mismo año M. Č. LXXV. erigió nuestro Príncipe en En el proprio año solicitó nuestro Rey se reduxesen á la observancia del Cister las Monjas del Monasterio de S. Clemente de Toledo, obteniendo licencia de D. Celebruno su 35 Arzobispo, para que se incorporasen en aquella Orden, se I Trahela Manrique Annal. Cist. tom. III. cap. 5. num. 6. Ff gun 2 El mismo autor en el lugar citado num. 7. A. C. gun resulta del instrumento de su permiso otorgado á X. ponde á XXII. de Abril del año referido. La qual empieza: Al año de M. C. LXXVII. refiere 2 Fr. Angel Manri- La irregularidad de este instrumento, y las sospechas que contra su crédito 3 especifica Fr. Angel Manrique que le produce, me dieron bastante motivo para no hacer memoria de I El mismo en el citado tomo cap. 2 Tomo III. sobre dicho año cap. él 3 Alli num. 4. donde se leen las palabras de Manrique que trahe luego Mondexar sobre la fé del documento de que se trata. él en el año á que pertenecia. A que debemos añadir no cons- A. C. tar de otro escritor ó escritura hubiese padecido nuestro Prín- 1199. cipe mal de corazon, y mas tanto tiempo como se supone en él; pero á fin de evitar se me arguya de omision, le he copiado 5 entero, para que mejor se perciban las razones, porque le desestima aquel grande y docto escritor, y de que igualmente consta las que yo tuve para no referir las especialidades que se deducen de él en el año que tiene su fecha. Escribe pues Manrique: Hasta aqui he copiado el privilegio del Rey Al10 fonso como me le enviaron del archivo de Monsalud, sin embargo de que me dicen está escrito en lengua vulgar, la qual de ninguna manera estaba en uso en aquel siglo. Demás de esto, las voces mero y mixto imperio y la condicion añadida en el privilegio de que el Convento por aquella donacion no 15 esté obligado á otra cosa mas que á rogar por los Reyes de Castilla, con mas seguridad lo referirá qualquiera á los mas modernos, que aquel antiguo y sencillo, en que asi como se excluyen las cargas de las donaciones, es superflua la excepcion, y no se halla en otro y con razon dexa sospechoso el instru20 mento, y asi no le debemos producir sin esta nota. CAPITULO LXXV. CONTINUASE LA MEMORIA DE LA Orque no excediese el capítulo pasado á los demás precedentes, reservamos para este otras muchas noticias de la magnificencia con que ennobleció nuestro Príncipe la Orden del Cister en sus Reynos hasta el año M. C. XCIX. en 25 que van nuestras memorias, sin que nos parezca necesario detenernos á especificar las muchas y varias donaciones que repetidamente hizo á todos sus Monasterios. Sea pues la primera el cumplimiento de la promesa que con juramento habia hecho de dar al Monasterio de Quinta Ff2 I Sobre esto hablaremos en las notas posteriores. na A. C. na Suarez, y á su Abad D. Martin, los lugares que se con1199. tienen en el privilegio despachado en Soria á I. de Febre 5 ro del año de M. C. LXXXVI. á favor de D. Romero Abad de Villanueva. La razon de tan gran merced y de haber hecho el voto de cumplirla permanece desconocida, aunque no parezca inverisimil la que discurrió Fr. Angel Manrique diciendo, que aquel belicoso y piadoso Príncipe puesto en algun peligro im- 15 ploró las oraciones del siervo de Dios, haciendo voto de le daria todo aquello, si le sucediese, como deseaba. que El mismo 2 escritor añade, que habiendo fundado nuestro Príncipe el Monasterio de Murel, le trasladó este mismo año de M. C. LXXXVI. al de Ovila, que, como dexamos visto, 20 era tambien fundacion suya. A este proprio año pertenece la fundacion del insigne y Real Monasterio de Religiosas de Santa Maria de las Huelgas de Burgos, de que dexamos hecha memoria, y en que consagró nuestro Príncipe á la Infanta 3 Doña Constanza su 25 hija, y cuyos grandes privilegios, donaciones y prerogotivas, pedian muy particular y especial historia: por cuya razon, y no ser tan proprias de la nuestra, la reservamos para quien de proposito se dedicáre á escribirla. 4 Tambien debiera tener lugar en este capítulo, si cupie 30 ra en él, la fundacion y gran magnificencia con que enrique 1 Vease entero en Manrique t. III. al año M. C. LXXXVI. cap. 9. n. 5. pag. 181. 2 Alli mismo num. 6. 3 Consta de una memoria antigua que cita Nuñez de Castro en la Crón. cap. XXXVI. p. 149. que dice: Nobilissima Infans Constantia famula ció. Dei, & virgo mundissima, monacha 4 Nuñez de Castro dedicó tambien ció nuestro Príncipe la esclarecida Orden de Calatrava, como A. C. una de las mas ilustres filiaciones de la del Cister; pero fue- 1199. ra de los tres escritores que hasta ahora han tratado muy de proposito de ella, conviene á saber, Francisco Rades de 5 Andrada, 2 Francisco Caro de Torres, y el P. Ramon Zapater, está formando una cumplidisima historia suya 3 D. Luis de Salazar y Castro, caballero y Procurador general suyo, por cuya razon escusaremos gastar el tiempo á los lectores en repetir lo que con mas extension se hallará en ellos. Lo que no se puede omitir en credito de la gran devocion y zelo que mantuvo siempre D. Alonso á la sagrada religion del Cister, es el repetir aqui, que sin embargo de estar fundada la de S. Julian del Pereyro, que hoy se conserva continuada con el nombre de Alcántara, en el Reyno de 15 Leon, (con cuyo Príncipe mantuvo el nuestro tan cruda y porfiada guerra) porque seguia la regla de S. Bernardo, aun que independiente de la jurisdiccion de sus Prelados, la hizo merced del lugar de Truxillo, por cuya razon se llamó algun tiempo la Orden de Truxillo, como dexamos advertido. I En la Crónica de las tres Ordenes y Caballerias de Santiago, Calatrava y Alcántara, impresa en Toledo en M. D. LXXII. fol. De este autor hablan con mucho elogio Gonzalo Argote de Molina en el prólogo á su Nobleza de la Andaluzia, y Ambrosio de Morales en el Discurso de las Antigüedades, lib. IX. pag. 240. 2 En la Historia de las mismas Ordenes desde su fundacion hasta Felipe II. en Madrid año de M. DC. XXIX. Como tuvo tan buena guia como Rades, hizo este autor una obra apreciable. 3 Esta obra, que hubiera sido sin duda la mejor en su género por la gran diligencia y erudicion que se observa en las demás de Salazar, no sabemos que se hubiese concluido. Gerardo Ernesto de Franckenau su grande amigo en la Bibliotheca Hispanica hi- CA |