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cion creia Navarro, que no solo se podia impedir que el ejército enemigo socorriera á Bolonia, sino que acercándose él con el nuestro por donde no estaba preparada para la defensa, ni esperaba ser asaltada, la tomaria infaliblemente en aquellos cinco dias con la aplicacion oportuna de sus minas" y trabajos (1).

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Tan luego como esta determinacion del virey fué conocida de Fabricio Colona y sus partidarios, no hubo uno solo que no la contradijese. Opusiéronse abiertamente que el ejército se situára en un lugar en que no podia recibir de la Romaña las únicas vituallas con que se sostenia. Las consecuencias de eso decian que serian el desórden Ꭹ disolucion del ejército, si la ciudad no se llegaba á tomar dentro de los dias que para ello se señalaban. Propusieron otras dificultades y proyectos, siendo el mayor obstáculo para la ejecucion de cualquiera de ellos, la ambigüedad é incertidumbre en que todos se encontraban. Mostráronse al fin mas dispuestos á que se asaltase la ciudad por la parte en que el ejército estaba, y quién mas por esto instaba era el legado del Papa Juan de Médicis, fastidiado de que tanto se tardára en someter á Bolonia (2).

A ese vehemente deseo acompañaban sus sospechas de los españoles, no viendo en cuanto pasaba sino el proceder artificioso del Rey Católico. Mediaron sobre esto palabras harto serias con el virey, que le echó en cara, y no sin razon, que no siendo militar ni entendiendo de las cosas de la guerra, diera ocasion con sus conversaciones y solicitudes á precipitar medidas en las que, tratán

(1) Guicciardini, ibi. (2) Ibid.

dose de negocios que á todos tanto importaban, ninguna deliberacion estaba de mas: concluyéndose al cabo de tanto hablar con seguir el virey el parecer de Pedro Navarro, de que se continuasen las provisiones necesarias para expugnar la ciudad y oponerse al socorro francés, y de que se plantase la artillería como á unas trescientas brazas de la puerta de San Esteban en el camino de Florencia, asestándola contra el muro que, volviendo hacia la puerta de Castiglione, formaba ángulo con la montaña (1).

A la vez que esto se practicaba emprendió Navarro una mina y cava subterránea hácia la misma puerta de Castiglione, dirigida precisamente contra aquella parte del muro en que habia una capillita. Era su objeto asaltar á Bolonia por dos partes à un tiempo, contando con que divididas de ese modo las fuerzas de los sitiados seria en cada una mas flaca la defensa; pero como en los trabajos de la mina no se adelantaba tanto como la artillería contra las murallas de la ciudad, aunque ya tenian abierta una brecha de mas de cien brazas, y que los sitiados abandonaron la torre de la puerta por no poderla defender, Navarro se opuso á que se diera el asalto hasta que la mina estuviese perfeccionada. Tan temerarios hubo con todo algunos soldados españoles que aplicando una escala á la torre la entraron por un agujero, y despues de plantar su bandera en ella, saltaron á una casita abandonada dentro de los muros. Aun pasáran mas adelante. con los demás soldados que tumultuariamente querian. seguirlos, si en tanto que á estos los contenian fuera los

(1) Guicciardini, ibi.

capitanes, á ellos no los hubiesen parado los reparos que dentro descubrieron, y la artillería que para defenderlos traian los sitiados (1).

Estos sucesos y los preparativos, así de las minas como, de puentes de madera y de faginas para pasar nuestra infantería los fosos y encaminarse al asalto, tenian consternados á los boloñeses. Conociendo su peligro muy cercano enviaron mensajeros á Gaston de Foix rogándole con empeño, que los socorriera cuanto ántes. Tan propicio le encontraron que en el mismo dia lo verificó con mil infantes, y al siguiente con ciento y ochenta lanzas que juzgó suficientes para defender la ciudad; mas antes de que llegáran, acabada la mina y cargada, mandó Navarro inflamarla, pronta la tropa para el asalto. Guicciardini, á quien principalmente seguimos, por haber sido entonces emba jador de los florentines al virey de Nápoles (2), cuenta que la mina reventó con el mayor impetu volando por los aires la muralla y la capillita de Nuestra Señora puesta sobre ella. Tan en alto quiere que fuesen lanzadas, que se vieron por debajo todo lo interior de la ciudad, y los soldados que detrás de los reparos prevenidos estaban prontos para defenderla; mas por una casualidad que los boloñeses atribuyeron á milagro, reputando por imposible que sin el auxilio divino pudiera suceder, la muralla y la capilla volvieron á caer tan á plomo en el lugar que antes ocupaban y quedaron tan encajadas en él, como si con la explosion no hubiera volado: de modo que no pudiéndose

(1) Guicciardini y Zurita, ibi.

(2) Así se dice en una nota al libro 10, y que Guicciardini tenia entónces veinte y nueve años.

por esa causa dar por aquella parte el asalto proyectado, juzgaron nuestros capitanes que tampoco se debia dar por la otra (1).

Otros, y acaso no mal informados, refieren, que la ope: racion se frustró por la nieve que durante tres dias no ce só de caer. Tanta fué, y tan rigoroso y duro aseguran ha ber sido el tiempo, que los soldados mojados y revueltos en el cieno no se podian mover ni hacer servicio alguno (2). La debilidad del muro por una parte y la humedad de la tierra por otra, la pólvora algo mojada, y acaso no mucha regularidad en la cava, afirman otros, que en vez de levantar el muro en alto, fueron causa de que la mina reventase con poco efecto y hacia lo interior de la ciudad (3). Otros en fin lo atribuyeron á que los hornillos se colocaron y cavaron precisamente debajo del grueso de la muralla, sin extenderse á mas terreno, y como Navarro dicen que fué de este sentir y le pareció temeridad dar por allí el asalto, no estando prevenido de las escalas necesarias y habiendo visto por el claro que dejaron la muralla y capilla al volar, que los enemigos estaban en postura de recibirle el virey Cardona siguiendo su parecer dilató el darle hasta que en otra parte se abriese una nueva mina en que Navarro comenzó desde luego á trabajar (4). esta razon ó porque la Burgesia de Bolonia tuvo

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por

(1) Ibid... Attribuirono questo caso y Bolognesi à miracolo, riputando impossibile che senza l'adjutorio divino fosse potuto ricongiugnersi cosi appunto nei medesimi fondamenti onde fu dipoi ampliata quella Cappella e frequentata con non piccola divozione del popolo. (2) Zurita, ibi.

(3) Pedro Mártir, Epístola 480, en Búrgos á 24 de febrero de 1512.

(4) Aleson. Anales de Navarra, lib. 17, cap. 1, núm. 4.

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mas miedo por el peligro que habia corrido que valor por el milagro que habia creido (1), se fué á los Bentivoglios, instándoles para que ó capitulasen ó apresurasen cuanto ántes el socorro francés, porque no querian correr los riesgos que les amenazaban. Fuéronse pues sus principales capitanes al duque de Nemours Gaston de Foix, y de tal modo le exageraron su peligrosa situacion, que si dentro de tres dias no los socorria, le dijeron que se rendirian. Bien queria Gaston, mozo jóven y deseoso de gloria ir en persona á socorrerlos, pero llamaba su atencion la ciudad de Brescia ocupada por los franceses que los venecianos, cuya era, intentaban recuperar. Prefiriéndola en algun modo por ser mas fuerte que Bolonia, y tratando de ver si podia conservar las dos, solo envió á la última un socorro de mil infantes y alguna caballería, que aunque entraron en ella sin perder un hombre, ni los españoles desmayaron en sus proyectos, ni los sitiados se alentaron y dieron por seguros (2).

Insistieron por lo contrario en que Gaston de Foix los socorriera mas eficazmente, y que él mismo en persona, y segun se lo habia prometido, fuese con el socorro. Tan repetidas instancias, y la persuasion de que la crudeza del tiempo no permitiria á los sitiadores atender al servicio con la vigilancia debida, le indujeron al fin á cumplir su promesa. Saliendo del Final una tarde al anochecer y dejando allí la artillería, con tal silencio y presteza caminó

(1) Aleson', ibi. Segun este mismo analista, Gaston de Foix, duque de Nemours, sobrino del Rey Luis XII de Francia, y cuñado del Rey Católico, como hijo del infante D. Juan de Navarra, era tan navarro como Pedro de Vereterra, que persiste en que fuera hidalgo roncalés, ibi. cap. 2.

(2) Ibid.

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