Don Fr. Diego de Muros, obispo de Tui 30000 Don Diego Fernandez de Córdoba, conde de Cabra y el mariscal su hijo. 40000 Diego Fernandez de Córdoba, alcáide de los donceles. Don Diego Fernandez de Quiñones, conde de Luna y la condesa su muger 60000 300000 . Don Diego Lopez Pacheco, marqués de Villena . . . 50000 180000 60000 10000 Gonzalo Fernandez, hermano de Don Alonso de 30000 Don Gabriel Manrique, conde de Osorno y su muger. 12500 575000 Gomez Manrique. 30000 Gonzalo Chacon, contador mayor y Clara Alvarnaes su muger, camarera mayor de S. A.. Don Juan Arias, obispo de Segóbia Juan de Guzman, señor de Teba. Don Lope Sanchez Moscoso, conde de Altamira . . Don Lorenzo Suarez de Mendoza, conde de Coru ña, y su muger y su hijo Don Bernardino. . . . . Doña Maria Sarmiento, muger del mariscal de Am 201000 púdia. Doña Maria de Mendoza, hermana del cardenal de 30000 75000 20667 40000 Doña Maria Manuel, condesa de Féria. ... 36000 200000 300000 100000 314000 160000 70000 320000 26666 35000 10000 21900 Don Pedro Montoya, obispo de Osma (Herederos de). 35000 60000 Don Rodrigo Ponce de Leon, marqués de Cadiz y su muger. 573000 70334 85160 Rodrigo Maldonado, doctor de Talavera Don Rodrigo Alfonso Pimentel, conde de Benavente, 38000 Otros artículos se leen en el cuaderno de las declaratórias relativos á personages obscuros, que segun las apariencias eran relíquias que aun duraban de la corte de Enrique IV, como el de Diego Martinez el enano á quien se redujo el juro que disfrutaba en Jerez, y los de Lazarico de Sevilla y Rodrigo el negro, á los cuales se quitaron los que tenian situados en Zamora y Medina. Otros artículos indican la consideracion que se tuvo al mérito y á los servícios, como el de Iñigo de Aguirre, á quien se conserva la pension que se le dió por haber perdido una mano en Fuenterrabia, y los de Alonso de Paléncia, Rodrigo de Olmos, Tristan de Villarroel, Don Abrahan Señor y otros. Merece mencionarse el juro de 38000 maravedís que se deja al estúdio de Segóbia para que se lean gramática, lógica y filosofia moral, con la prevencion de que si no lo hiciesen bien, quede suprimido el juro. Finalmente se advierte la equidad de otros artículos, en que apesar de las ideas comunes de aquel siglo se conservan á los moros de Valladolid y á los judios de Huete y de Calahorra las grácias y mercedes que anteriormente les estaban concedidas. Las sumas que produjeron para el erário las reformas de Toledo ascendieron á treinta cuentos de maravedís, como asegura el crónista Fernando del Pulgar, uno de los comprendidos en ellas no obstante el favor que gozaba de los Reyes (1): y lo mismo resulta del examen del libro de las declaratórias. §. III. Resta para la completa ilustracion de la matéria inquirir que parte o cuota eran los treinta millones de maravedís del total de las rentas de la corona. De esta averiguacion se deducirá que las rentas ordinárias de los Reyes católicos en el tiempo de su mayor esplendor y glória no excedieron á las del Rei Don Enrique III el Enfermo: fenómeno reparable, cuya explicacion dejamos á los que cultiven de propósito la história de nuestra económica, El año de 1393 los procuradores de las cortes de Madrid computaban así las rentas del Rei Don Enrique (2): De las rentas viejas del réino que son foreras, salinas, 12 9 diezmos de mar y tierra, juderias, morerias, montazgos, portazgos y algunos pechos tales . . . . . Total 7 28 En las cortes de Toledo del año 1406, celebradas poco antes del fallecimiento del mismo Don Enrique, dijeron los procuradores del réino (1) que las rentas de la corona montaban bien sesenta cuentos. Segun lo cual pareceria que durante el réinado de Don Enrique III hubieron de doblarse las rentas reales, á no ser mui verosimil que la diversidad nace de ser diferentes los maravedises de que se habla en ambas ocasiones. Y con efecto, en los tiempos de aquel príncipe y siguientes corrieron unos maravedises llamados viejos que fueron siempre la tercera parte del real de plata, como consta con por la crónica del mismo Don Enrique (2) y por infinitos documentos; y otros nuevos que eran de menos valor, entrando siete siete y medio y á veces ocho de ellos en el real de plata, segun expresa el ordenamiento que el Rei Don Juan II hizo en 29 de enero de 1442 (3); y aun antes habian entrado solo cuatro y medio, cinco y seis maravedís en el real (4). Asiqué el valor del maravedí viejo á fines de Enrique III debió ser doble o poco mas que doble del nuevo, y los veinte y ocho millones del año 1393 que fueron de maravedises viejos, equivalen con corta diferéncia á los sesenta millones cumplidos de maravedises nuevos del año 1406, de los cuales puede segun todos los antecedentes suponerse que entraban seis en cada real. Esta explicacion es natural, y salva la dificultad insuperable que presenta un aumento de rentas tan rápido y exorbitante, de que no hablan, como era preciso, las histórias coetáneas y las actas de cortes de aquel reinado, y que por otra parte parece incompatible con la rectitud, moderacion y parsimonia de un príncipe que so (1) Crón. de Don Juan II, año 1406 сар. 2. (2) Año I cap 2. (3) Lo pubiicó frai Liciniano Saez en el apéndice á la crónica de Don Juan Il pag. 97. (4) Veanse las pruebas de esto en la Demostracion del valor de las monedas de Enrique III por Saez núm. 333 y siguientes. lia decir que temia mas las maldiciones de sus súbditos que las armas de sus enemigos. Las rentas reales ordinárias eran algo menores á mediados de Don Juan II, segun un cálculo ó presupuesto de ellas para el año de 1429 que halló el Padre Saez entre las misceláneas de Don Luis de Salazar y publicó en las notas á la Demostracion histórica del valor de las monedas de Enrique III. Segun dicho estado, las rentas montaban 60812390 maravedís, y habiendo ido constantemente en diminucion desde princípios del siglo el valor de los maravedises nuevos, puede computarse que en aquella época entraban siete de ellos en el real: conjetura que se apoya tambien en las expresiones del ordenamiento citado de 1442. Para los lectores instruidos es sin duda escusada la adverténcia de que aquí solo se trata de las rentas ordinárias de la corona. En las guerras y demás ocasiones extraordinárias, el réino convocado en cortes otorgaba servícios extraordinários, como los cuarenta y cinco cuentos concedidos en las cortes de Toledo de 1406, los tréinta y ocho de las cortes de Palenzuela de 1425 y los ochenta de las de Toro de 1442, de que habla en sus lugares respectivos la crónica de Don Juan II (1). Las turbuléncias que sobrevinieron posteriormente durante el gobierno de este monarca, debieron disminuir tanto la riqueza del réino como la del erário; y aumentados bajo Enrique IV los desórdenes hasta lo sumo, hubieron de resentirse necesariamente las rentas reales y bajar á proporcion de la pobreza pública. El Rei católico Don Fernando afirmaba, segun refiere Zurita (2), que cuando entró á ser Rei de Castilla no llegaban las rentas de la corona y património real á tréint a mil ducados, y que todo lo demás estaba usurpado y tiranizado. Esto último eran los tréinta cuentos que recobró el erário á consecuéncia de las reformas hechas en Toledo el año de 1480: y juntos con los tréinta mil ducados escasos que de (1) Aão 14c6, cap. 13: año 1425, (2) Lib. 6, cap. 23. cap. 79: año 1442, cap. 33. |