El castellano en América

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Imprenta de "La República,", 1904 - 285 páginas
 

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Página 256 - Este que veis aquí, de rostro aguileno, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro...
Página 63 - Y negocio que de las palabras que todos hablan elige las que convienen, y mira el sonido de ellas, y aún cuenta a veces las letras, y las pesa, y las mide, y las compone, para que no solamente digan con claridad lo que se oretende decir, sino también con armonía y dulzura...
Página 249 - EL trueno horrendo que en fragor revienta Y sordo retumbando se dilata Por la inflamada esfera, Al Dios anuncia que en el cielo impera. Y el rayo que en Junín rompe y ahuyenta La hispana muchedumbre Que más feroz que nunca amenazaba A sangre y fuego eterna servidumbre: Y el canto de victoria Que en ecos mil discurre ensordeciendo El hondo valle y enriscada cumbre, Proclaman a Bolívar en la tierra Arbitro de la paz y de la guerra.
Página 194 - De lo cual ha resultado que ciertas palabras originalmente positivas, como nada (nacida, subentendiendo cosa) , nadie (nacido, subentendiendo hombre), jamás (ya más) , a fuerza de emplearse para hacer más expresiva la negación, llevan envuelto el no cuando preceden al verbo, y no admiten, por tanto, que entonces se les junte este adverbio: "No tengo nada", "Nada tengo"; "No ha venido nadie", "Nadie ha venido"; "No le veré jamás", "Jamás le veré".
Página 153 - El invierno es ya pasado, las lluvias y los torbellinos han cesado, las flores han aparecido en nuestra tierra; levántate, querida mía, hermosa mía y paloma mía, que moras en los agujeros de la piedra, y en las aberturas de la cerca, que es en las heridas y llagas de mi cuerpo: deja ahora esa morada y ven conmigo.
Página 122 - La codicia en las manos de la suerte se arroja al mar, la ira a las espadas, y la ambición se ríe de la muerte.
Página 152 - ¿Y eres tú el que velando la excelsa majestad en nube ardiente, fulminaste en Siná? Y el impío bando, que eleva contra ti la osada frente, ¿es el que oyó medroso de tu rayo el estruendo fragoroso? Mas ora abandonado, ¡ay!, pendes sobre el Gólgota, y al cielo alzas gimiendo el rostro lastimado.
Página 63 - Y si acaso dijeren que es novedad, yo confieso que es nuevo y camino no usado por los que escriben en esta lengua poner en ella número, levantándola del decaimiento ordinario. El cual camino quise yo abrir, no por la presunción que tengo de mí, que sé bien la pequenez de mis fuerzas, sino para que los que las tienen se animen a tratar de aquí adelante su lengua como los sabios y elocuentes pasados...
Página 61 - Pero nada bastó para desalojar al enemigo, hasta que se abrevió el asalto por el camino que abrió la artillería; y se observó que uno solo, de tantos como fueron deshechos en este adoratorio, se rindió a la merced de los españoles (SOLis, Historia de Nueva España, III, 7).
Página 110 - Quijote, y le vencí y rendí; y es un hombre alto de cuerpo, seco de rostro, estirado y avellanado de miembros, entrecano, la nariz aguileña y algo corva, de bigotes grandes, negros y caídos.

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