Floresta de rimas antiguas castellanas, Volumen 2

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Juan Nicolás Böhl de Faber
en la libreriá de Perthes y Besser, 1823
 

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Página 141 - Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruido y sigue la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido!
Página 154 - El aire se serena y viste de hermosura y luz no usada, Salinas, cuando suena la música extremada por vuestra sabia mano gobernada. A cuyo son divino el alma, que en olvido está sumida, torna a cobrar el tino y memoria perdida de su origen primera esclarecida.
Página 245 - La cordera paciente con el lobo hambriento hará su ayuntamiento, y con las simples aves sin ruido harán las bravas sierpes ya su nido; que mayor diferencia comprehendo de ti al que has escogido. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. Siempre de nueva leche en el verano y en el invierno abundo...
Página 164 - Cantemos al Señor, que en la llanura Venció del ancho mar al Trace fiero. Tú, Dios de las batallas, tú eres diestra, Salud y gloria nuestra: Tú rompiste las fuerzas y la dura Frente de Faraón, feroz guerrero: Sus escogidos príncipes cubrieron Los abismos del mar, y descendieron Cual piedra en el profundo, y tu ira luego Los tragó como arista seca el fuego.
Página 250 - Cual suele el ruiseñor con triste canto Quejarse, entre las hojas escondido, Del duro labrador, que cautamente Le despojó su caro y dulce nido De los tiernos hijuelos entre tanto Que del amado ramo estaba ausente...
Página 249 - La negra escuridad que el mundo cubre, De do viene el temor que nos espanta, Y la medrosa forma en que se ofrece Aquello que la noche nos encubre, Hasta que el sol descubre Su luz pura y hermosa: Tal es la tenebrosa Noche de tu partir en que he quedado, De sombra y de temor atormentado, Hasta que muerte el tiempo determine Que á ver el deseado Sol de tu clara vista me encamine.
Página 220 - Más precia el ruiseñor su pobre nido De pluma y leves pajas, más sus quejas En el bosque repuesto y escondido, Que halagar lisonjero las orejas De algún príncipe insigne, aprisionado En el metal de las doradas rejas. Triste de aquel que vive destinado A esa antigua colonia de los vicios, Augur de los semblantes del privado.
Página 247 - Corrientes aguas, puras, cristalinas; Árboles que os estáis mirando en ellas, Verde prado de fresca sombra lleno, Aves que aquí sembráis vuestras querellas, Hiedra que por los árboles caminas, Torciendo el paso por su verde seno; Yo me vi tan ajeno Del grave mal que siento, Que de puro contento Con vuestra soledad me recreaba, Donde con dulce sueño reposaba, O con el pensamiento discurría Por donde no hallaba Sino memorias llenas de alegría...
Página 127 - Gracias al cielo doy que ya del cuello del todo el grave yugo he sacudido, y que del viento el mar embravecido veré desde la tierra sin temello. Veré colgada de un sutil cabello la vida del amante embebecido en su error, y en su engaño adormecido, sordo a las voces que le avisan dello.
Página 45 - Pastor santo, tu grey en este valle hondo, escuro, con soledad y llanto, y tú rompiendo el puro aire, te vas al inmortal seguro ! ¿ Los antes bienhadados, y los agora tristes y afligidos, a tus pechos criados, de ti desposeídos, a dó convertirán ya sus sentidos? ¿Qué mirarán los ojos que vieron de tu rostro la hermosura, que no les sea enojos? quien oyó tu dulzura, ¿qué no tendrá por sordo y desventura?

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