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box dadme aber i fare un poko le[cho]

[i yo] a[br]e un plijntor mexter derecho

i yo fare la materiya ke biyenga a bu"ext°[ro] lecho. Kuwanto ke demando todo fue biyen gixado;

fizo fer un palacio apu"exto i kuadarado,

todo lo fizo balanko, paretex i terrado;

fizolo fegurar a un pintor p'ribado.

[fegurar

De Yuçuf i de Zalifa de Yūçuf i de Zalifa lo fizo ke xe-abraçaban anbox pribado xin mmexura, ke xemellaban bibox kon xexo y kordūra,

por ke yer[a] fegurado de mayextura por natūra
Dexkel palacio fue fecho, todo biyen akabado,
alli bino Zalifa i-axentoxe de garado;

enbi aron por Yūçuf luego kon el mandado;
tu xeñora te ki ere ke biyengax pribado.

Alli bino Yuçuf dō Zalifa xediya;
komo kixo entrar, luego xentivo falxia;
el kixoxe tornar, ella no le 1 koxentiba,
tarabolo de la falda, lebolo dō jaziꞌa.

Alli finko Yüçuf kon m'muy grande expanto,
falagandolo Zalifa jazi'endoxe de kanto,
prometi en[dole] aber, rrikeza ad-abaxto;
exōra dixo Yuçuf: Allah m en dara abaxto.
Do kivere ke kataba biye fegura artera,
dizi'endole Zalifa: exta [ylex fi[]e[r]a manera!
tu werex.

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en lokūra,

tajabanxe lax manōx i no nd-aui'an kūra.

Ke por lax toronjax la xengere iba andando. Zalifa, kuando lo beyo, toda xe fue alegrando, dizi'endolex: ke fechez, lokax de xin cordūra? ke por bu extorox xenox la xangere iba andando. Ellax, kuando lo beyeron, xinti'eron lur lokūra; mmexo dizi'endolex Zalifa: ke fechex lokax de xin?

por una bixta xola xodex de xin kordūra; ke debriva fer yo del tienpo ke me dura! 95 Dexi'eron lax dueñas: ya non te akulpamox, nox xomox lax jerredax ke te ab"laçmamox; max nox gixaremox ke bilenga a tux manox, entoro ke xeyadex pegadox entaranbox.

LA GRAN CONQUISTA DE ULTRAMAR (1)

Libro III. Capítulo XLIII.-De cómo combatieron los / cristianos la sexta vez á Hierusalen.

Viernes era aquel dia que los romeros tomaron la cibdad de Hierusalem, é conteció desta manera: levantáronse los cruzados por la hueste de mañana, é aparescióles un caballero de parte del monte Olivete, mas non lo conoció ninguno de los de la hueste, ni despues nunca lo vieron ni pudieron allar; é comenzó á facer señas en un escudo, que era muy claro é luciente á maravilla que viniesen á conbatir; é el caballero era muy hermoso é su caballo: asi que, cuantos lo vieron se maravillaron; è el duque Gudufre fué el primero que uio aquel caballero, é dijo al pueblo que viniesen á combatir, é que tomarian la cibdad muy cierto. E nuestro Señor púsoles luego en los corazones que fuesen muy alegremente, é de manera fueron todos á combatir, que los que eran feridos se levantaron é se armaron mas recio que ficieran el dia ante, é los ricos hombres que eran cabdillos de la hueste metieronse primeramente por dar á los pelegrinos corazon, é á los otros que fiiciesen bien; é entró en el pueblo menudo gran viveza é gran ardimiento, é las dueñas no cesaban de traer agua e piedra; que tan gran alegria entró en sus corazones, que todos comunmente 'decian que debien haber miedo por cosa

(1) Bibliot. de AA. esp., tomo XLIV.

que les acaesciese con sus enemigos; é con aquella grande alegria allanaron muy aina la cava de la puerta de San Esteban, do estaba el duque Gudufre, é tomaron una barbacana muy fuerte, é levaron la bastida hasta que la allegaron al muro. E los turcos colgaron de la cerca sacas de paja é de algodon é tapetes para recebir los golpes de las piedras de los engeños; é asi como ya oistes, en derecho de aquel lugar por do venia el castiello estaban grandes vigas colgadas del muro; é tanto trabajaron los cruzados, que les tajaron las sogas é cayeron en tierra. Los que estaban sobre el castiello tomáronlas á muy gran peligro, é pusiéronlas en pié igual de su castillo; é despues que entraron la villa, pusiéronlas á par de las costaneras de aquel castiello; aquellas costaneras eran de flaca madera, é si non fuese por aquellas dos vigas, no pudieran sufrir la gente armada que sobr ellas pasó; é entre tanto que aquestos facian lo que habeis oido, los que estaban de parte de setentrión, é el conde de Tolosa é aquellos que con él eran conbatieron la cibdad muy esforzadamente; que tenian ya llena de tierra la cava en que habian trabajado mucho, é pusieran tres dias en allanarla. E habian allegado adelante del castillo tanto, que estaba cerca del muro, de manera que los que estaban en el sobrado de encima podian herir con las lanzas á los turcos que defendian la torre; é ninguno podria contar la gran voluntad que cada uno tenia de hacerlo bien; que habian muy gran conhorte en sus corazones por aquello que les dijo el ermitaño de monte Olivete, que aquel dia tomarian la villa ciertamente; é otrosí, por la mesura del caballero que los llamaba con el escudo, así como abedes oido. Tan bien lo hacian los de parte de mediodia é los de parte de setentrion, que non podria hombre escoger cuál de ellos conbatian mejor. E la gente del duque Gudufre é de los otros que estaban con él habian combatido tanto, que sus enemigos eran cansados é enflaquescidos, é parescia como que se defendian flacamente; é los cristianos eran llegados tanto adelante, que habian tomado las barbacanas que allegaban ya bien al muro; é esto era porque los moros de dentro no se defendian

tan bien como solian. E el Duque mandó á su gente, que estaba sobre el castiello, que pusiese fuego á los sacos que estaban colgados del muro, é ellos ficiéronlo luego, é levantóse el humo negro é espeso é tan grande, que non podian ver ninguna cosa; mas el viento de setentrion tornó el humo sobre los de la villa de manera, que aquellos que estaban sobre los muros non lo pudieron sufrir, porque los cegaba é les entraba por las gargantas, é hobieron á desamparar el lugar en que estaban. E el duque Gudufre, que tenia ojo todavia en aquel hecho, entendió luego primero que otro como se habian partido los del muro, é mandó luego á gran priesa que subiesen arriba las dos vigas que derribaran de los moros; é hicieronlo luego así, é pusieron primero los dost cabos de las vigas sobre el muro, é despues los otros dos sobre el castillo, é mandó estonce que echasen sobre las vigas las costaneras del castillo, que fuera hecho para puente, é fué así hecha la puente buena, é el primero que pasó por ella é entró en la villa por aquel lugar fué el duque Gudufre, é en pos dél el conde Eustacio, su hermano, é despues dos caballeros que eran hermanos, é decian al uno Lúcas é al otro Gilberte, é eran naturales de Tornay, é en pos destos entraron gran pieza de caballeros é de otros hombres de pié; mas antes que esto fuese, el rey de los tahures con sus bellacos, que habian quedado debajo de los zarzos é del muro antenoche cavando, abrieron los agujeros que habian hecho en el muro, como ya oistes; é cuando vió que los del duque Gudufre querian echar la puente, ante que la echasen entró él dentro en la villa, é dió voces á su gente que entrasen. E esto fué por voluntad de Dios, segun que lo habia dicho el ermitaño de monte Sion, que los mas pobres dellos la entrarian primero; mas don Tomás de Merle, que se tornara vasallo del rey de los tahures, cuando vió que el Duque se aparejaba para entrar sobre el muro, no quiso mas esperar, é entró por el agujero del muro por do habian entrado los tahures, é subió encima del muro por una gradas que falló, é sacó la espada é libróse de los turcos, é fuése yendo por el muro, é quiso decender por un terrero que estaba acostado al

muro cerca de la puerta; mas una vedaina, que era mujer de armas, parósele delante é dióle tal golpe con una porra sobre el yelmo, que gelo hendió por medio é dió

con él ayuso del muro, rodando por el terrero abajo, é los turcos corrian allá por lo matar; pero el rey de los tahures, que estaba ya dentro, llamó á grandes voces: "Santo Sepulcro, val! Entrad, mis caballeros; que nuestra es la cibdad." E estonces entraron los arlotes tan espesos como banda de tordos é hiriendo en los turcos muy esforzadamente, que en poca de hora hicieron plaza a derredor de sí, é tantos entraron dellos é tan apriesa, que luego ganaron una calle. E don Tomás de Merle, que cayera del muro, no lo quisieron dejar los turcos, ante hirieron en el cuanto pudieron; mas él traia una nómina de tal virtud, que mientra la trujiese sobre sí non le podrian herir de muerte, é comenzó á esforzarse de manera, que salió de entr ellos, é iban ya llegando ios arlotes; é cuando hobo escapado de los turcos, él, que se quería ir, vió delante si aquella vedaina mujer de armas, que ya oistes, é tenia un dardo en la mano, con que le queria dar, é él fuése para ella, é ella, en que lo vió venir contra sí, desmayó é díjole á grandes voces: "Espera un poco, é contarte he de tu muerte; que sepas que turcos non te matarán ni moros de aquen la mar, mas tu señor te ha de justiciar é te mandará matar.' Cuando don Tomás de Merle esto oyó, hobo gran pesar, é dióle tal golpe de la espada, que le echó la cabeza aparte; é levantóse estonce el ruido muy grande; que el duque Gudufre parescia sobre el muro, é habia tomado por fuerza el andamio del muro á los turcos. E en esto el rey de los tahures, que entrara antes, é Tomás de Merle, que se hiciera su vasallo, que entrara, fueron á la puerta de San Esteban con sus arlotes é tiraron los carrillos de que colgaba la puerta con las cadenas, que cayeran sobre los cristianos, así como oistes, é alzaron la puerta, é metiéronse luego veinte arlotes debajo della, que la tovieron alzada en sus hombros, hasta que le pusieron en qué se toviese, é la ataron bien arriba con las cadenas; é los otros fueron á las puertas que eran primeras, después de aquella, hacia dentro, é comenzaron á entrar la gente;.é

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