Historia de la elocuencia cristiana: su mision en nuestros dias y medios de realizarla, Volumen 1

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Imprenta de Manuel Minuesa, 1864 - 567 páginas
 

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Página 119 - No todo el que me dice, Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése entrará en el reino de los cielos.
Página 110 - El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir: yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Página 122 - El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día.
Página 114 - Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Página 114 - Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Página 118 - Porque todo el que pide, recibe : y el que busca, halla : y al que llama se le abrirá.
Página 115 - Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.
Página 118 - Por qué pues ves la pajita en el ojo de tu hermano ; y no ves la viga en tu ojo ? 4.
Página 118 - Entrad por la puerta estrecha: porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva á perdición, y muchos son los que entran por ella.
Página 114 - Vosotros sois la sal de la tierra: y si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? no vale más para nada, sino para ser echada fuera y hollada de los hombres.

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