Obras de don Francisco de Quevedo Villegas, Volumen 2

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M. Rivadeneyra, 1859

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Página 45 - El que venciere, será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles., 6 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice á las iglesias.
Página 64 - ... propios: siendo verdad que la cuna empieza a ser sepultura, y la sepultura, cuna a la postrera vida.
Página 392 - Ello se ha de contar; y si se ha de contar, no hay sino sus, manos a la obra. Digo, pues, que en Sigüenza había un hombre muy cabal y machucho, que dizque se decía Menchaca, de muy buena cepa. Estaba casado con una mujer, y esta mujer era mujer de punto y más grave que otro tanto. Llámese como se llamare.
Página 67 - Vela eres, luz de la vela es la tuya, que va consumiendo lo mismo con que se alimenta, y cuanto más aprisa arde, más aprisa te acabarás.
Página 78 - ... lo por venir. Nada de lo que le conviene ignora el virtuoso ; en salvo tiene su paz y sin miedo su libertad ; y el ignorante sabe solo lo que no le aprovecha ni pertenece.
Página ix - Carpio, tan dignas de alabanza en el estilo y dulzura, afectos y sentencia, como de espanto por el número, demasiado para un siglo de ingenios, cuanto más para uno solo.
Página 73 - Dichoso serás, y sabio habrás sido, si cuando la muerte venga no te quitare sino la vida solamente; que en los necios no sólo quita la vida, sino la confianza necia, el descuido bestial, el amor de las cosas temporales; todo lo cual habrás dejado antes, y así aliviarás mucho la postrera hora.
Página 75 - Dame un leon ferozísimo, y un tigre horrendo y manchado, y un ja valí espantoso : enójense: míralos airados, y verás , que no hay fiereza tan grande , donde la ira no halle y añada nuevo horror. Así que, es vicio tan feo, como dañoso.
Página 378 - No es poder el mandar que no salga quien no puede levantarse; quien guarda lo que aborrece, mi Lucilio, más peca en cobarde que en avariento : quítenle al más rematado delincuente cepos, cadenas y grillos; pónganle mis pies y mi edad, y gritará que se los vuelvan. El ánimo, que está fuera de lajurisdicionde cerraduras y candados, se despacha desde la tierra al cielo, y va y viene descansado de jornadas inmensas.
Página 127 - ... cabello y vistióse de ceniza la barba; los ojos, inhábiles para recibir la luz, miran noche; saqueada de los años la boca, ni puede disponer el alimento ni gobernar la voz; las venas para calentarse necesitan de la fiebre; las rugas han desamoldado las facciones; y el pellejo se ve disforme con el dibujo de la calavera, que por él se trasluce. Ninguna cosa me da más horror que el espejo en que me miro...

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