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28402

ILUSTRACION

DE LA

LEY FUNDAMENTAL DE ESPAÑA,

QUE ESTABLECE LA FORMA

DE SUCEDER EN LA CORONA,

Y EXPOSICION

DEL DERECHO DE LAS AUGUSTAS HIJAS

DEL SEÑOR DON FERNANDO VII.

POR D. PEDRO SABAU Y LARROYA,
doctor en leyes del gremio y claustro de la Real uni-
versidad de Alcalá, abogado de los Reales Consejos, y
oficial mayor de la secretaría de la Interpretacion
de Lenguas.

LA UNTU

BT.

CON PERMISO DEL REY N. S.,

MADRID EN LA IMPRENTA REAL

1833.

LATER

INTRODUCCION.

Me propongo ilustrar una materia dema

siado ignorada en el dia atendida su grande importancia, y pagar á la justicia y á mi patria el tributo que les debo, defendiendo la ley fundamental de España, y el derecho que ella da á las hijas de nues

tro REY para sucederle en el trono, si no

que

` tuviese en adelante hijos varones. Sé desgraciadamente no es la justicia lo que cautiva las voluntades de los hombres, y por lo mismo ya preveo que las pasiones rehusarán oirla. Pero á pesar de todo yo me resuelvo á prestarle por mi parte este homenage, satisfaciendo á mi obligacion, y dejando á los demas que cumplan con la suya como quieran. Muchos habrá seguramente, que acostumbrados á meditar

con buena razon y filosofia sobre los hombres, su naturaleza, y la del estado civil, amen la justicia, y me acompañen en mis sentimientos, persuadidos de que sin esta virtud (ya que no tengan otras) los hombres convertidos en fieras se despedazarian como caníbales crueles. Oh! qué infeliz seria la suerte de la España, si por nuestra culpa los mismos instrumentos establecidos para nuestra felicidad, se convirtiesen en causas de destruccion y de ruina!

Elevóse el trono y el imperio para la union y felicidad de los hombres, y aqui ha sido á veces el motivo de su division, y de su desgracia. Buen ejemplo nos dejó aquella funesta guerra de sucesion, que al principiar el siglo pasado afligió á nuestros padres durante doce años. Las ciudades quedaron desiertas; muchos pueblos reducidos á montones de escombros desaparecieron de la superficie de la tierra para no volver á salir jamas; los campos anegados en la sangre de los hijos, y las lágrimas de las madres, solo eran fértiles en

desgracias; y en fin la España toda presentaba el espectáculo mas triste y lastimoso.

Pero á lo menos en aquella guerra de sucesion la España unida combatia contra injustos extrangeros, que atacaban su libertad, su independencia, y sus santas leyes; mas en nuestros dias, si se escuchase la voz de las pasiones, y no la razon y la justicia, habria de verse envuelta (ah! no lo permita el cielo) en la sangre de sus mismos hijos. No; nunca es lícita la guerra civil, nunca es lícito dejarse arrastrar por las pasiones, nunca es lícito destruir una nacion con el mismo instrumento dispuesto para su conservacion y felicidad; nunca es lícito decidir con las armas el derecho de sucesion. Los hombres tan poco amantes de su patria que quieran despedazarla con las armas, sin respetar las decisiones de la autoridad mas augusta de la nacion, á las cuales intenten sustituir sus caprichos, son malos ciudadanos, pertur badores de la paz y tranquilidad pública, y enemigos de sus semejantes; pues tras

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