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creido debia presentar, para que sobre él podamos reflexionar con acierto, llevando siempre por reglas seguras los principios que dejamos sentados. Discurramos ya sobre la sucesion.

Como el reino de los españoles en Astúrias renació de las cenizas del imperio de los godos, adoptó en un principio sus mismas leyes, sus usos, sus costumbres. El código de sus leyes, el famoso Fuero juzgo, tenia en Oviedo y en Leon la misma fuerza y autoridad que en la imperial Toledo antes de la invasion de los sarracenos. De aqui es, que asi como los godos elegian sus Reyes en los concilios de los grandes y de los sacerdotes, en virtud de una de sus leyes, asi tambien los asturianos adoptaron el método de la eleccion para reparar la pérdida de los suyos. Mas esta eleccion no era enteramente libre, antes bien la historia nos acredita que estaba restringida á una sola familia, á la Familia Real. Usaban pues de la eleccion de la segunda especie. Pero á pesar de estas elecciones, todo propendia ya desde el principio á la mutacion de la forma electiva en la sucesiva, porque al paso que habian heredado de los godos la ley de la eleccion, habian heredado igualmente aquella inclinacion á perpetuar el cetró en los descendientes, que manifestaron los godos en los últimos tiempos; inclinacion que les fue dictada, mas que por ninguna otra consideracion, por el deseo natural de librar á su patria de las guerras y de los horrores á que dieron lugar las elecciones de algunos Reyes godos. Siguieron pues los asturianos la misma inclinacion; pero la variacion de una ley, y de una costumbre sobre una materia tan grave, no es obra de pocos años, sino del tiempo y de la experiencia, que son los verdaderos maestros de los hombres. Solo poco poco, y casi insensiblemente, pudo irse mudando la forma electiva en

á

sucesiva en el espacio de trescientos años, que corrieron desde que D. Pelayo fue proclamado en 718 hasta que se sentó en el trono D. Alfonso v, el restaurador de Leon, en el año mil. Durante aquel largo intervalo parece que se estuvo ensayando el nuevo método de la sucesion, y calculando sus ventajas. Unas veces le dejaban correr libremente, y alzaban por Reyes á los hijos despues de sus padres, aunque fueran de corta edad, y hubieran menester regencia con todas sus incomodidades, como si quisieran compararlas con las que ocasionaban las elecciones. Otras veces cortaban repentinamente el orden sucesivo, y volvian á usar de la eleccion entre los miembros de la familia Real. Verdaderamente no lo harían de próposito deliberado con este fin, pero la Providencia asi lo preparaba, para que pudieran conocer las utilidades y las desventajas.

Aunque sea enfadoso leer nombres y datas, como no pretendo que se me crea sobre mi palabra, y por otra parte prefiero lo útil á lo agradable, me ha parecido comprobar mi asercion con la historia de los Reyes en la mano. Se sentó en el trono de Asturias D. Pelayo, y le sucedieron por su orden su hijo Favila, su yerno Alfonso, su nieto Froila, hasta el año 768. Muerto este último se interrumpió el orden sucesivo, y subieron al trono diferentes personas de la familia, de lineas y grádos mas ó menos próximos, hasta D. Ramiro 1.o que ocupó el trono en 844. Fue entonces restablecido por otro largo periodo el orden de sucesion, y siguieron á D. Ramiro sus descendientes directos D. Ordoño 1, D. Alfonso III, D. García I, y D. Ordoño II, el conquistador de Leon, á donde trasladó su tro, no en 910. Despues de D. Ordoño se volvió á la eleccion, por la cual recibió el cetro D. Froila II, aunque habia adquirido ya tanta autoridad la forma sucesiva, que algunos grandes y el obispo

de Leon opinaron que se colocase en el trono al hijo primogénito de D. Ordoño, á pesar de que era aun niño, diciendo que podia reinar con un consejo de regencia; por cuya razon Froila para mantenerse en el trono tuvo que convertirse en tirano, é hizo asesinar bárbaramente á los grandes y al Obispo. Siguiéronse seis Reyes que recibieron la corona, aunque no por un riguroso orden sucesivo, á lo menos siendo muy atendido su mas próximo parentesco, hasta D. Alfonso v el restaurador de Leon, que se sentó en el trono á la edad de seis años con una regencia en el año 1000, desde cuyo tiempo quedó introducida irrevocable

mente en el reino de Leon la forma de la sucesion, y la corona pasó siempre de la cabeza de los padres á la de los hijos.

Asi nuestros antepasados fueron de los primeros de Europa que conocieron los inconvenientes de la forma electiva, capaces de desconcertar cualquiera estado, y las ventajas que sobre ella tiene la sucesiva. A primera vista parecerá á cualquiera que debe ser al contrario, porque por la elecion se procede con conocimiento de los talentos, méritos y virtudes de las personas, mientras que por la sucesion ni aun se sabe si el que la ley destina á llevar el cetro, estará ó no dotado de razon y entendimiento. Este brillante motivo arrastró á muchas naciones á su ruina, porque no profundizando bastante, fueron deslumbradas por esa sola ventaja de la eleccion, y no conocieron que echaban el fundamento de los partidos, de las guerras Y divisiones intestinas, y con ellas el principio de disolucion que últimamente habia de acabar con la sociedad. Por fortuna nuestros mayores descubrieron pronto estos males, y procedieron con suma prudencia á su remedio, que consiguieron en el espacio de trescientos años, en los cuales expe→

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rimentaron las utilidades y los inconvenientes de aquella forma, y de la sucesiva. La divina Providencia, que indudablemente habia acogido bajo su proteccion al reino de los cristianos, los guiaba en todo por el camino que los habia de conducir á su fin, á saber, á la destruccion de los moros, y al restablecimiento de la gloriosa monarquía de España. Hízoles, pues, conocer por una experiencia larga, que asi como la eleccion contenia el principio de la disolucion del estado, la sucesion contenia el de su consolidacion, pues ademas de que esta fija de un modo cierto la persona que ha de obtener el trono, con lo cual se evitan las divisiones y guerras civiles, que es lo primero que debe procurar toda nacion si desea no ser destruida, segun las palabras divinas omne regnum divisum desolabitur, proporciona al estado otras ventajas, como son, que el gobierno tiene de este modo mas consistencia, y sigue un sistema mas seguro y conforme en la ejecucion de los grandes proyectos que piden mucho tiempo; que el príncipe que espera trasmitir á sus descendientes la corona, tome mas interes que el que está destituido de esta esperanza; y que sea mas respetable á los pueblos el que desciende de la sangre augusta de otros Reyes, y esta consideracion haga mas sagrado y llevadero su imperio.

Hemos visto con cuánta prudencia y acierto se substituyó en España la forma sucesiva á la electiva, concurriendo á este fin, por disposicion del cielo, ya el amor de los Reyes á sus hijos que les hacia desear que pasase á ellos la corona; ya el deseo natural de los pueblos de prevenir las guerras intestinas que habian experimentado en las elecciones anteriores, deseo que les hacia asentir gustosos á que antes de morir los Reyes se reconociese por sucesores á sus hijos; y ya otras consideraciones;

pero como no basta que en un estado se establezca la forma sucesiva, sino que habiendo, como hemos dicho, varios modos de determinar esta forma, es tambien preciso que se adopte uno ú otro de ellos, nos hallamos ahora en el caso de examinar cual de dichos modos se adoptó en España cuando se hizo sucesiva la corona.

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Y primeramente advertimos, recorriendo nuestros fastos, que la sucesion que fue preferida por nuestros padres fue la lineal, que equivale á mayorazgo, la cual se ha seguido constantemente hasta nuestros dias; por cuya razon nuestros jųrisconsultos siempre que han tratado de mayoraz→ gos, han contado la corona como el primer mayo razgo de España, que ha dado reglas á todos los demas. Mas por cuanto hemos dicho, que aun la lineal se divide en diferentes especies, como es, que una admite á los hijos é hijas indistintamente, otra á las hijas á falta de hijos solamente, y otra solo á los hijos y varones, y nunca á las hembras, debemos investigar cuál de estas especies fue admitida, cómo, y por qué. La contestacion á lo primero, es decir, á cual de las especies fue admitida, es á la verdad en extremo fácil, y cualquiera lo podria dar, porque apenas habrá uno que ignore qué en España se adoptó la segunda especie, á saber, que se admitió á las hijas á falta de hijos; empero la contestacion al cómo, y por qué razones fue esta preferida, aunque es tambien fácil, ya no está al alcance de todos, y es preciso explicarlo. Antes de introducirse la sucesion, cuando aun se colocaba á los Reyes sobre el trono por la elec cion, hemos visto que la facultad de elegir estaba restringida á sola la familia Real, entre cuyos individuos se escogia el que habia de ser Rey; pues ya entonces eran consideradas las hembras como miembros de aquella familia, y trasmitian á sus

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