1. > 322 Y ERO A LEANDRO I Nadas un mar qué es padre de alborotos, pones en un golfo tus cuidados, Ni estoy menos confusa y asombrada a Aunque á los Dioses, luego en despertando, Y centellaba ya para apagarse La luz que es tu piloto y protetora Me recliné en la cama y fui dormida. Er Que quien se entrega al mar, él se condena. Y tú no burles de esto que he soñado. Si al mar tranquilo, si propicio el cielo No vieres, y á los vientos en prisiones, No des al mar tu barco pequeñuelo. Quando á tu vida en esto no perdones, Concédele perdon á tu querida, No queriendo ahogar dos corazones. Bien sabes que en tu vida está mi vida. Bien sabes que mi bienaventuranza sup Y en tanto que este mar, á mi despecho, ARGUMENTO DE LA EPISTOLA DECIMANONA. Ceo como dice Estrabon) fue una isla del mar Egeo, la qual contenia quatro ciudades, por cuya causa fue llamada Tetrápo-. lis: de aquí fue Aconcio, mancebo de loables costumbres, el qual yendo á las fiestas que se hacian en la isla de Delo (de las Cicladas la mas noble por las muchas vírgenes que en ella en servicio de la Diosa Diana estaban) se enamoró de Cidipe, doncella hermosísima y'de ilustre sangre, que con su madre á las mismas fiestas habia venido. Pero como no se atreviese á pedirla por muger, por ventura porque no era de tan noble linage como ella, ordenó una galana y nunca oida astucia (que es amor muy ingenioso maestro), y fue escri bir al rededor de una muy hermosa manzana estos persos latinos. Iuro tibi sanè per mystica sacra Diana, Me tibi venturam comitem, sponsamque futuram. Júrote por Diana, sacra Diosa, De ser, ó Aconcio, tu muger y esposa. Escritos los versos, echó disimuladamente la manzana á los pies de Cidipe, estando en el templo delante de la imágen 6 estatua de Diana: ella la alzó agradada de su vista, sin ver quien la hubiese arrojado, y leyó los cautelosos versos, y vió haberse prometido por muger á Aconcio, por ser ley inviolable que lo que se decia delante de los Dioses. en el templo de la Delia Diana, de qualquier suerte que se dixese se habia de cumplir; tanto se hizo èl demonio reverenciar de los Idólatras miserables. Acabada la fiesta que duraba algunos dias, y vueltos á sus casas, el padre de Cidipe no sabiendo lo sucedido, la prometió á otro en casamiento. Andando pues ya en términos de efectuarse y cumplir la palabra dada; ella por la congoja y remordimiento que en sí tenia, cayó en una terrible enfermedad; lo qual siendo sabido por Aconcio, la escribe esta carta, donde con bizarro artifi cio y vivaces y concluyentes argumentos prueba ser aquella enfermedad enviada por Diana en castigo de haber intentado quebrantar el voto que le tenia hecho. Es una de las mejores y mas elegantes cartas que nuestro Poeta compuso, y mas digna de ser leida admirada. |