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MARIA.

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El mar inquieto é irritado: una cadena de ensenadas y lagunas solitarias: grupos de rocas negras: multitud de médanos que son transportados por el viento: tempestades horribles-un aspecto rudo, imponente; tal es la naturaleza de Soto la Marina.Algunas chozas miserables, habitadas por los pobres pescadores. respi: an desolación y abandono; parece que las ramas del árbol protector nunca han alcanzado á dar su

sombra á aquel triste suelo. Empero aquella naturaleza salvaje no carece de atractivos, porque es grandiosa y sublime :—el alma de Lord Bryon, la imaginación de Schiller.

Se ve algunas veces un ciclo hermoso como el de Oriente; otras triste, cubierto de nubes cenicientas, como el que se refleja en las ondas del Támesis.--Una tempestad horrible, el mar agitado, formando un ruido que hiela la sangre: al otro día, la luna apacible en medio del cielo, el mar quieto, el mar hermoso, el mar de plata.-Es allí la naturaleza sin duda el libro del alma, la imagen perfecta de todas las alternativas y contrastes de la existencia del hombre.

Detrás de una colina formada de grandes peñones, cuya base bañaban las aguas del mar, estaba edificada con ladrillo y madera una casa pequeña, que sin embargo podía reputarse como la mejor de todas las del puerto, y desde poco antes que saliese Iturbide de la república, habitaban en ella dos personas.

La madre era alta, gruesa y vigorosa: cuarenta primaveras que habían rodado por su cabeza, no la habían despojado de aquel semblante agradable y majestuoso, en que se trasluce na belleza devastada por el contacto de los años. Dotada de una alma enérgica, de un esfuerzo varonil y de una virtud del corazón, cumplió, como po

cas, con los deberes de esposa; es decir, participó en los combates de los peligros de su esposo, le consoló en sus trabajos, lloró con él sus desgracias; fué para él un amigo, un ángel, porque su esposo, como todos los buenos mexicanos, voló á incorporarse con los primeros valientes que hicieron resonar en México los ecos sonoros de Independencia y Libertad.-Dorotea era

veracruzana.

El fruto de un amor sin límites, la tercera esencia de dos almas íntimamente unidas por todos los sentimientos, fué una hija. Veinte años, talle airoso, faz rosada, ojos negros, pie pulido: virtud, sencillez, inocencia : belleza en el cuerpo; belleza en el alma: tal era la hija. María había nacido en el país de las flores, en el Edén mexicano.-María era jalapeña.

La madre y la hija, después de haber recorrido todos los círculos dolorosos del mundo, después de haber luchado con la adversidad, parece que escogieron aquel sitio, al parecer más próximo á la vida futura, como la última posada que habían de habitar en la peregrinación por el valle de miserias y de dolor. En efecto, aquella casa era la misma en que el esposo y el padre habitó, aquella casa era querida para la madre y la hija, lo mismo que las rocas y las olas del mar, porque todos estos lugares fueron testigos de la aurora de felicidad que relució un istante sobre la pobre familia.

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