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I.

Era una noche del mes de Diciembre de 18.... el viento azotaba las ramas secas de los árboles del monte, y el brillo de las estrellas y la trasparencia de la atmósfera, anunciaban que estaba próxima á caer una de esas heladas frecuentes en México, en la estación del invierno.

Un ginete montado en un caballo negro como el azabache, con su ancho sombrero jarano calado hasta las cejas, y envuelto en una manga, se paró en la puerta de una fonda de un pueblito del Departamento de Morelia, cuyo nombre poco importa saber, y con voz entre regañona y melíflua, gritó: -¡Hola, patrona! ¿Habrá algo que darle de cenar á un viajero hambriento y fatigado?

Literatura Mexicana.-Tomo 11.-33

A esta interpelación salió á la puerta una muchachona, rolliza y fresca, vestida con unas enaguas de castor encarnado, y dejando asomar por entre el rebozo un pecho blanco y turgente, ligeramente cubierto con una camisa finísima llena de bordados de seda negra y chaquira.

-Decía, prenda mía, continuó el ginete, que esas lindas manecitas podrían preparar algo con que alimentar su estómago un hombre que ha corrido hoy veinte leguas, y hace doce horas netas que no prueba un bocado.

-Toda la comida se ha acabado, caballero, respondió la moza con voz expresiva; sin embargo, ha quedado por ahí un cuarto 'de pollo, y se buscarán unos huevos y unas tortillas....

-Con setenta de á caballo, que es una famosa cena....

-Apeese vd. y pase á sentarse entre

tanto....

Y apropósito, no olvide vd. hacer una salsa picante como ese talle, patrona. -Desea vd. cenar muy pronto?

-Tan breve como se pueda, contestó el viajero desembozándose la manga y apeándose del caballo que estaba sudoroso y jadeante.

-Pues voy al instante....

-Escuche, patrona. Y no habrá un poco de grano y de astrojo para obsequiar á Satanás?

A este nombre la fonderita hizo una mueca, que quería significar su sorpresa, y como nuestro desconocido lo advirtió, procuró tranquilizarla.

-No se asuste la perla, le dijo, Satanás no es el diablo, sino mi caballo. Como es prieto como el carbón, y además salta barrancos con ligereza, y corre tan veloz como un águila vuela, y es tan demonio, y tan.... por eso le he puesto ese nombre; pero ¿tendremos un par de cuartillos de maíz siquiera?

-Está muy caro, contestó la muchacha. -¡Buenos estamos! ¿ Pregunto acaso el precio? La bolsa está bien provista, y á la disposición de vd., patrona.

Al decir esto, sonó con el dedo los pesos que contenía el bolsillo de su chaleco, é hizo en seguida un cariño en la mejilla de la mozuela.

¡Atrevido! exclamó ésta dando una rápida y armoniosa vuelta, que dejó ver al viajero un pequeñito pie, calzado con un zapato de raso blanco.

-¡Cáscaras! murmuró el viajero mirando alejarse á la muchacha: es una perla esta fondera. ¿Pero qué?.... Soy un viejo avechucho, cubierto de cicatrices, que infundo espanto y no amor á las mujeres. Véamos qué tal ha sudado Satánás....

-El maíz está aquí, dijo la fondera vol viendo seguida de un muchacho que con

ducía un costal con el grano; pero no hay pesebre ni caballeriza.

-Dime, pedazo de alcornoque, le dijo el viajero al muchacho, ¿dónde daremos agua á mi caballo?

-Aquí cerca....

-Pues deja el maíz y ven conmigo.... Patrona: aquí queda mi silla y mis armas, continuó el viajero introduciendo en el cuarto los atavíos que había quitado al caballo; vuelvo pronto, y que no se olvide la salsa picante y las quesadillas....

La fondera se puso al brasero, y el ginete tirando su caballo se encaminó á darle agua, seguido del muchacho.

A poco rato volvieron : el viajero puso en la boca del caballo un morral con maíz, y tranquilizado ya con las dentelladas que Satanás daba á la cena, se quitó las espuelas, desciñó de su cintura un ancho machete, y se introdujo en la fonda.

de

Era la fonda una pieza baja, en forma cuadrilongo: á los costados estaban unas mesas toscas de madera con sus bancas de lo mismo; en el fondo se veía en la pared lo que se llama un "tinagero," es decir, multitud de pequeñas ollas, vasos y jarros, colgados en unos clavitos, y en formas simétricas y variadas; y en el otro extremo frente á la puerta, estaba un limpio y reluciente brasero de piedra, enjarrado con una argamasa roja.

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