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la apreciable y honorífica correspondencia de los ReyesCatólicos. Aun hicimos mas para disipar, ó disminuir á lo menos nuestra natural desconfianza. Solicitamos del excelentísimo señor ministro de Gracia y Justicia una Real orden para que el archivero de Indias en Sevilla nos remitiese copias de los documentos que pidiésemos, ó porque careciamos de ellos, ó porque queriamos asegurarnos de su exactitud; y obtenida esta gracia de S. M., y dadas las órdenes convenientes por aquel ministerio, debemos confesar que el zelo y actividad del actual archivero D. Josef de la Higuera y Lara ha correspondido á nuestros deseos, remitiendo copias de mas de setenta documentos, á pesar de no estar todavía concluido el arreglo de aquel archivo, especialmente en la parte de los papeles y expedientes mas antiguos. Igual atencion debimos al Sr. D. Próspero Bofarrul respecto á las noticias que nos remitió de Jayme Ferrer, ya que no pudo su diligencia encontrar otras en Barcelona relativas á Colon y al reci-) bimiento que alli le hicieron los Reyes-Católicos de vuelta de su primer viage. Mas feliz fué en esta parte el Sr. Don Antonio de S. Martin y Castillo, presbítero, archivero del cabildo de la santa iglesia de Sevilla, que nos ha ilustrado con algunas noticias muy curiosas que se conservan en aquel archivo y en la biblioteca colombina, relativas á Colon y sus descendientes, y en particular á su hijo Don Fernando, que fué quien formó y donó á aquella iglesia metropolitana tan preciosa y escogida biblioteca.

43 Con tantos auxilios y con tales miras damos principio á la coleccion de viages españoles por los de Cris tóbal Colon, con los documentos que pertenecen á su persona y familia, y al gobierno de los primeros establecimientos de los castellanos en el Nuevo-Mundo. Poco dejaron que decir en esta parte nuestros buenos historiadores de Indias, desatendidos ó despreciados por aquellos que mal avenidos con las glorias que supo adquirirse España en aquellas épocas de su prosperidad, anteponen á la clásica autoridad de estos testigos coetáneos, los caprichos de un dibujante y grabador que cien años despues trazó

10 que su imaginacion inventó ó comprendió de estos sucesos. ¡ Rara y nueva prueba, y singular testimonio de la verdad para la historia! Los documentos que publicamos darán materia á los escritores juiciosos é imparciales para ilustrar los hechos con certidumbre, para rectificar la opinion con sana crítica, y para señalar con acierto y seguridad el extravío de los panegiristas é historiógrafos venales y corrompidos.

44. Si la vida y los sucesos del gran Colon se han de escribir con exactitud é imparcialidad, es preciso examinar antes á los historiadores coetáneos que le conocieron y trataron, tales como Andres Bernaldez ó Bernal, Pedro Mártir de Anglería, D. Hernando Colon, Fr. Bartolomé de las Casas y Gonzalo Fernandez de Oviedo. Bernaldez fué capellan del arzobispo de Sevilla D. Diego Deza (gran protector de Colon), y cura párroco de la villa de los Palacios desde el año 1488 hasta el 1513, en que debió morir, pues no pasan adelante las memorias y noticias que dejó escritas y examinó el licenciado Rodrigo Caro, visitador del arzobispado de Sevilla, en los libros originales de bautismo en aquel pueblo. Segun dice él mismo en el cap. 7 de su Historia de los Reyes Católicos, nació en la villa de Fuentes, de la encomienda mayor de Leon en la orden de Santiago, donde su abuelo era escribano público, y viendo este con gusto los apuntes que su nieto habia escrito de algunos sucesos de su tiempo, le excitó á continuar, y esto le animó á escribir las cosas mas notables de que hovo vera informacion. Tratando pues este autor en el cap. 123 de la idea concebida por Colon de buscar las tierras del Gran Can navegando al occidente, de la larga distancia del viage y de las dificultades que ofrecia, añade:,, Ansi se lo dije é fi»ce entender yo el año de 1496, cuando vino en Casti»lla la primera vez despues de haber ido á descubrir, » que fué mi huesped, é me dejó algunas de sus escritu »ras en presencia del Sr. D. Joan de Fonseca, de donde

I Véase al fin la Ilustracion 9.3

"yo saqué, é cotejélas con las otras que escribieron el » honrado señor el doctor Chanca, é otros nobles caba»lleros que con él fueron en los viages ya dichos, que » escribieron los que fueron, de donde yo fuí informado » y escribí esto de las Indias, por cosa maravillosa é ha»zañosa que Nuestro Señor quiso demostrar en la buena » ventura é tiempo de la reina Doña Isabel, su primera rey D. Fernando." En el cap. 131, des"muger del pues de hablar de las navegaciones y descubrimientos del almirante en su segundo viage, y de cuanto se murmuraba de que los gastos eran muchos y los provechos eran pocos fasta entonces: dice:,, Hobo quien fizo entender al »rey é á la reina que siempre seria mas el gasto que el ❞ provecho; de manera que enviaron por el almirante, é » vino en Castilla en el mes de Junio de 1496, vestido "de unas ropas de color de hábito de fraile de S. Fran"cisco de observancia, é en la hechura poco menos que » hábito, é un cordon de S. Francisco por devocion é » trujo consigo algunos indios, que antes que él de allí "partiese habia prendido al gran cacique de Caonoboa, » é un su hermano é á un su fijo de fasta diez años, no » en pelea, salvo que los aseguró, é despues que dijo que » los traia á ver al rey é á la reina para despues volver,, los en su honra é estado. Traia á el Caonoboa é á un , su hermano de fasta treinta y cinco años, á quien puso » por nombre D. Diego, é á un mozuelo sobrino suyo,

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fijo del otro hermano; é murióse el Caonoboa en la mar » de dolencia ó poco placer. Traia un collar de oro el », dicho D. Diego, hermano del dicho Caonoboa, que le

I Ninguno de los documentos que hemos visto expresa el nombre de este escritor, compañero de Colon en el segundo viage; pero nos inclinamos á creer que es el mismo Diego Alvarez Chanca, doctor médico, que segun D. Nicolas Antonio escribió una obra con el título de Commentum in parabolas divi Arnaldi de Villanova, é imprimió en Sevilla el año 1514 en folio.

2 Esto lo confirma Fr. Bartolomé de las Casas en el lib. 1, cap. 102 de su Historia, diciendo: „,Y él (almirante) porque era muy devoto de » S. Francisco vistióse de pardo, y yo le vide en Sevilla al tiempo que llegó de acá vestido cuasi como fraile de S. Francisco."

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» facia el almirante poner cuando entraba por las ciuda» des ó lugares, hecho á eslabones de cadenas, que pesa»ba seiscientos castellanos, el cual yo ví é tuve en mis » manos, é por huéspedes en mi casa al dicho señor obis"po é al almirante é al dicho D. Diego. Trujo estonce » el almirante muchas cosas de allá de las del uso de los » indios....." Refiere y describe varias coronas, carátulas, cintos, collares y otras cosas, y continúa:,, Los » que de aquellos indios que trajo vinieron, presentó con » las cosas de oro que trajo al rey é la reina, de los cua» les él fue muy bien recebido, é hobieron mucho pla» cer de ver las cosas estrañas é de saber de lo descubierto..... é estuvo desta vez el almirante en la corte, é » en Castilla, é en Aragon mas de un año, que con las » guerras de Francia no lo podian despachar, é despues » hobo licencia é flota é despacho de sus altezas; é es» tando él en la corte se negoció é concertó, é se dió li,,cencia á otros muchos capitanes que lo procuraron para

ir á descubrir, é fueron é descubrieron diversas islas." Tal es el carácter de sencillez y veracidad con que escribió el cura de los Palacios lo que vió, ó aquello de que tuvo verdadera relacion; y por esto ha sido muy apreciado de nuestros mejores historiadores. Por lo tocante á Indias, reasumió en catorce capitulos los acontecimientos y observaciones principales de los dos primeros viages de Colon, indicando solo alguna cosa de los tiempos posteriores, y dejando su escritura á los que se ocupaban á la sazon en proseguir los descubrimientos.

45. Pedro Mártir de Anglería es otro de los escritores coetáneos que debe consultarse para los sucesos de los primeros viages y descubrimientos de Colon, porque le trató con intimidad aun antes de la conquista de Granada, y se halló presente en Barcelona cuando le recibieron los reyes de vuelta de su primer viage. Informábase de él mismo y de otros que le acompañaron acerca de todas las ocurrencias; y todo lo escribia diariamente segun su costumbre desde que vino á España y fué presentado á los reyes en Zaragoza á principios del año 1488. Por

eso Fr. Bartolomé de las Casas, hablando de los escritores que refirieron los primeros sucesos de Indias, sin haberlas visto, ó con poca reflexion y conocimiento, añade: » De los cuales cerca de estas primeras cosas á ninguno » se debe dar mas fe que á Pedro Mártir, que escribió » en latin sus Décadas estando aquellos tiempos en Cas»tilla: porque lo que en ellas dijo tocante á los princi"pios fué con diligencia del mismo almirante, descubri»dor primero, á quien habló muchas veces, y de los que » fueron en su compañía inquirido, y de los demas que aquellos viages á los principios hicieron. En las otras » pertenecientes al discurso y progreso destas Indias al"gunas falsedades sus Décadas contienen "." Lástima es que un hombre tan docto y aficionado á escribir fuese tan descuidado y negligente para rectificar sus narraciones y corregir sus obras, como lo demuestra D. Juan Bautista Muñoz, aconsejando la reflexion prudente con que debe procederse en su lectura, para salvar algunos errores y equivocaciones, consiguientes á la facilidad y ligereza con que escribia.

46. D. Hernando Colon era todavía niño cuando su padre comenzó los descubrimientos, y asi solo pudo acompañarle en el cuarto y último viage, sin haber cumplido los catorce años de edad. Ya manifestaba entonces disposiciones muy ventajosas, y en efecto llegó á ser hombre docto y curioso, que manejó despues con mucho tino y discernimiento los libros y documentos de su padre, para escribir la historia de su vida y de sus gloriosas empresas. Quiso con ella ilustrar la verdad de los hechos, que ya empezaba á oscurecerse en la pluma de otros escritores. Sobre el origen de la familia y patria del almirante procedió con alguna reserva, exponiendo las opiniones agenas sin declarar la suya propia. Con ella hubiera evitado tal vez las disputas y controversias que en nuestros

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Casas en el prólogo á su Historia de Indias.

2 Véanse las cartas de su padre en las páginas 341 y 344 de este

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