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ciáronse en Sevilla algunos andaluces y otros aventureros de Vizcaya y Guipúzcoa, que con permiso de Enrique III aprestaron una escuadra de cinco navíos con que reconocieron una parte de las costas de Africa y las de Fuerteventura, Canaria, Hierro, Gomera y Tenerife, y cayendo sobre Lanzarote, saquearon sus poblaciones, cautivaron al rey, á la reina y á ciento setenta isleños, y con los cueros, animales y cera, de que sacaron mucha ganancia, volvieron á Sevilla, informando al rey de la facilidad de la conquista, y excitando en otros la codicia de emprender expediciones tan lucrativas. Cuando pocos años despues conquistó aquellas islas Juan de Betancourt, por noticia que de ellas tuvo de ciertos aventureros franceses que las habian visitado en compañía del español Alvaro Becerra, consta que rindió homenage al rey D. Enrique 111 de Castilla, pidiéndole proteccion, auxilio y provisiones: juramento y vasallage, que habiendo muerto D. Enrique, repitió á D. Juan 11 y á la reina Doña Catalina, como su madre y tutora, en Valladolid á 25 de Junio de 1412, por el señorío de las Canarias conquistadas y por conquistar *: y ciertamente sin tan poderosos auxilios no hubiera podido Betancourt vencer la resistencia de los isleños, ni calmar las inquietudes y reyertas de sus consocios y paisanos 2. Lo mas notable es que las costas de Africa, visitadas ya anteriormente por los aventureros normandos hasta el cabo de Sierra Leona, fijaron la atencion de Betancourt, aun antes de concluir la conquista de las islas; y con una fragata y quince hombres recorrió desde cabo-Cantin hasta el rio del Oro, que está mas allá del de Bojador, haciendo algunos cautivos, adquiriendo noticias de los puertos, y proyectando construir alguna fortaleza para poner en contribucion el pais, lo cual excitó

1 Viera, Hist. de Can. lib. 7, § 2.

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Viera, Hist. de Canarias, lib. 3,§ 29, 34 y 36, y lib. 4.o, § 8. Sierra Leona en lat. 8° 30' N; y long. 6° 35' al O de Cádiz. Rio del Oro, su punta setentrional en lat. 23° 41′ N, y long. 9° O de Cádiz.

5 Está en lat. 26° 10′ N, y long. 8° 13′ O de Cádiz.

los zelos del rey de Fez hasta el punto de disponer un armamento para invadir las islas. Los castellanos no cesaron de frecuentar la navegacion á ellas, y adquirieron de este modo grandes conocimientos y cierta posesion en las costas de Africa.

19. Las riquezas que producia á los venecianos el comercio de la especería, perfumes, piedras preciosas y otras producciones de la India, y las noticias vagas de haber alli un rey cristiano, conocido con el nombre del Preste Juan, excitaron en los portugueses el deseo de hallar por el Océano un nuevo camino para conocer este pais y hacer directamente aquella negociacion . Contribuyó poderosamente á acometer esta empresa el infante D. Enrique, quien despues de informado por los moros de Ceuta de la extension de la tierra interior del Africa y de los pueblos que la habitaban hasta la Guinea, vivia retirado en Sagres, aplicado á las matemáticas y á la geografía. Celoso por dilatar la fe católica y adquirir un buen nombre para con la posteridad, determinó emprender á sus expensas la conquista y descubrimientos por la costa de Africa, con objeto de proporcionar tambien á la orden de Cristo, de que era Gran Maestre, nuevos medios de prosperidad y de gloria 3. A este fin envió por dos veces en 1419 navíos que reconocieron aquellas costas hasta setenta leguas mas allá del cabo de Non, que se dice nadie habia osado doblar hasta entonces, sin embargo de estar frontero y como veinte y cuatro leguas de la isla de Lanzarote, una de las Canarias. Al año siguiente fue Juan Gonzalez Zarco en otro navío, y sobreviniéndole un recio temporal, corrió por el mar sin direccion determinada, y avistando la isla de Puerto

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Viera, Hist. de Canarias, lib. 3.o, § 28, y lib. 4.o, § 4, lib. 6.o § 28, y lib. 8.o, § 25.

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Hist. del descubrim. y conq. de la India por los Portugueses por Hernan Lopez de Castañeda, lib. 1.o, cap. 1.o

3 El P. Fréire, del Oratorio de Portugal, bajo el nombre de Cándido Lusitano, imprimió en Lisboa el año 1758 la Vida del Infante Don Enrique, que tradujo al frances Mr. l'Abbé de Cournand, y publicó en 1781. Véase el lib., 3.o

Santo arribó á ella, la reconoció y volvió á informar de su descubrimiento al Infante. La mandó poblar luego; y como desde ella se avistase y reconociese entre nubes y celages otra, que por estar llena de árboles llamaron isla de la Madera, la donó el Infante á los descubridores, que comenzaron á poblarla y cultivarla inmediatamente. En 1423 se descubrió el cabo Bojador, que se dobló al año inmediato, llegando las exploraciones hasta la Angra ó playa de los Rubios, donde no se halló de quien tomar lengua. Once años despues avanzaron los portugueses hasta un seno que hace la tierra en frente de los desiertos de la Libia. Alli desembarcaron dos jóvenes intrépidos, que montados en sus caballos reconocieron el pais, encontraron diez y nueve hombres bazos, armados con dardos á manera de azagayas, que acometieron súbitamente, y pelearon con tenacidad hasta lanzar lejos de sí á los forasteros, obligándolos a retirarse al navío, con el que despues de reconocer la entrada de un rio y una punta, donde hallaron redes de pescar, regresaron á Portugal contentos de haber visto gente de que no tenian noticia, y llamando á este sitio la Angra de los Caballos . Tal vez esta resistencia hizo mas cautos á los portugueses para au mentar la fuerza de sus expediciones. En 1441 envió el Infante á Anton Gonzalez y á Nuño Tristan con dos navíos para proseguir los descubrimientos. El uno descubrió hasta el puerto del Caballero, y. el otro hasta el cabo Blanco Alli pelearon con los moros; y dos años despues en otro viage cautivaron diez, que los naturales rescataron por otros tantos negros, y una buena cantidad de oro en polvo; y por ser el primero que se trajo á Portugal se llamó aquel lugar rio del Oro. Parece que en este viage descubrió Tristan las islas de Arguin, las de las Garzas, otra que llaman de Cabo Verde, y que siguió la costa hasta Sierra-Leona. De regreso trajo á Lisboa mas de treinta negros, que causaron maravillosa novedad,

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Barros, Da Asia, Dec. 1, lib. 1, cap. 5. -Martinez de la Puente, Comp. de las Hists. de la India, lib. 2, cap. 1.o 2 Barros, Dec. 1, lib. 1.o, cap. 6.

siendo, segun pretenden algunos escritores, los primeros que se veian en Europa; pero tenemos por mas cierto que ya los habian traido los castellanos á Sevilla desde el tiempo de Enrique 111, donde eran tratados con gran benignidad, como con referencia á memorias antiguas dice Ortiz de Zúñiga en sus Anales".

20. Viendo el Infante cómo empezaban á fructificar sus trabajos, condescendió con los deseos de varios vecinos de Lagos, que excitados del interes, armaron seis carabelas en 1444, con las que llegaron á la isla de las Garzas, pasaron á la de Ñar, y á otras próximas, desde donde volvieron á su patria faltos de víveres y con gran presa de negros. La fama de estos descubrimientos, y de la gran utilidad que producian, llevó á Portugal muchos extrangeros, especialmente italianos, cuyas repúblicas eran de las mas activas, comerciantes y prácticas en la navegacion. Como el Infante acogia á todos los hombres hábiles en la naútica y astronomía, procuraba sacar partido de ellos para sus empresas. En el año 1444 envió á Vicente Lago con una carabela, y en su compañía á Luis de Cadamosto, gentil-hombre, veneciano, que fueron á la isla de Puerto Santo, de allí á la de la Madera y á las Canarias, y partiendo de la de la Palma, se dirigieron á Cabo-blanco y al rio de Gambia, en donde encontraron al genoves Antonio de Nole, que con orden del Infante iba tambien á descubrir, y juntos se volvieron desde allí á Portugal. Desgraciada fue la expedicion que en 1445 hizo Gonzalo de Sintra, que fue muerto con otros siete de los suyos, peleando con los moros en la angra que tomó su nombre siete leguas mas allá del Rio de Oro; y sin duda por este escarmiento, y para tener defensa en lo sucesivo, mandó entonces el Infante fabricar un castillo en aquel lugar. Allí volvieron Anton Gonzalez, Nuño Tristan y Dionisio Fernandez, con intencion de convertir á los naturales y establecer con ellos trato y comunicacion; pero

I Barros, Dec. 1.2, lib. 1.o, caps. 6 y 7.- Puente, lib. 2, cap. 2. 2 Anal. de Sevilla, lib. 12, año 1475, núm. 10.

se contentaron con reconocer el pais, el Cabo-Verde y la isla de Tider, y con traer de vuelta algunos negros y el oro que rescataron. Cadamosto y Nole volvieron al año siguiente en una nao que el Infante les mandó aprestar; reconocieron las islas de Cabo-Verde, pasaron al rio Rha, que ahora llaman Caramansa, y prosiguieron hasta Cabo Bermejo. En 1446 Nuño Tristan llegó hasta el Rio Grande, y veinte leguas mas adelante entró en otro rio donde los naturales le quitaron la vida y á otros diez y ocho compañeros, volviéndose los demas á Portugal llamando al rio de Nuño Tristan, en memoria de este infausto suceso. Entre tanto Alvaro Fernandez descubrió en varios viages el Cabo dos Mastos (de los mástiles), pasó mas de cien leguas de Cabo-Verde, llegó á la boca de un rio que apellido Tabite, veinte y dos del de Nuño Tristan, y libre de los riesgos que habia corrido volvió á informar de todo al Infante. Con la proteccion activa y generosa de este príncipe se habia ya descubierto la costa desde cabo Bojador en 26° 10' N hasta Sierra Leona, en 8° 40′ N, y se habia encontrado la Malagueta que antes traian los moros atravesando la region de Mandinga y los desiertos de Libia hasta Berbería, desde donde la conducian á Italia y á los demas paises de Europa. Aunque las islas de Santa María y S. Miguel en las Azores se habian ya descubierto, la Tercera no se reconoció hasta 1445 por alguno de los buques que navegaban á Cabo Verde. Donada á un caballero flamenco llamado Jacobo de Brujas, que la pobló desde luego, se proporcionó por este medio el descubrimiento de las otras que aun eran desconoci das. En tal estado aconteció el fallecimiento del Infante en 1460, cuando ya á su instancia y solicitud habia concedido el papa Martino v, que todo lo descubierto y que se descubriese desde el cabo de Bojador, hácia el mediodia, hasta las Indias orientales, fuese de la corona de Portugal; lo que confirmaron despues otros sumos pontífices 1.

I Barros, Dec. 1, lib. 1.o, capítulos 8, 9, 10y II, 13, 14 y 15. -Puente, lib. 2.o, cap. 2. Freire, Vida del Infante, lib. 3.° y 4.0

TOMO I.

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