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ILUSTRACIONES.

ILUSTRACION 1.a, § 3, PÁG. XI.

La seda fué en los tiempos antiguos produccion propia y objeto exclusivo de comercio en la China. Ya era solicitada de los romanos con gran afan, y pagada á peso de oro como uno de los géneros mas necesarios á su lujo en vestidos, adornos y muebles, cuando todavía no conocian con certeza ni los paises á que le debian, ni el modo ó manera con que se producia. Unos opinaban que la seda era un plumon muy fino que se criaba en las hojas de ciertos árboles ó flores. Otros creian era una especie de lana delgadísima ó de coton mas precioso; y aun los que sabian que era obra de un insecto carecian de ideas exactas del modo como se formaba. Por su exorbitante precio y singularidad se limitó al principio en Roma el uso de la seda á las mugeres de clase elevada, ó de gran opulencia. Creciendo despues el lujo, el ejemplo de Heliogábalo la introdujo entre los hombres; y como los romanos no hacian directamente este comercio les era sumamente dispendioso. Los emperadores griegos, que intentaron despues de la decadencia de los romanos, exceder á los soberanos del Asia en esplendor y magnificencia, aumentaron el uso de la seda en sus trages, adornos y muebles; y como la China era el único reino donde se cultivaba, los persas, aprovechándose de su situacion, y haciendo por tierra el viage à aquel pais, la conducian á Constantinopla; de modo que esta suntuosa capital se vió obligada á sufrir el monopolio de una potencia rival que se enriquecia y prosperaba á sus expensas. Conociéndolo así Justiniano hácia mediados del siglo vi, se valió de dos monges, que como misioneros habian penetrado ya en la China, y observaron la naturaleza del gusano de seda, instruyéndose del modo de criarlo y mantenerlo para lograr de sus trabajos una produccion tan apreciable. Con generosas promesas los animó el emperador á que trajesen á su capital un número suficiente de estos insectos. Cumplieron puntualmente este encargo, llenando unas cañas huecas de los huevecillos que fomentaban con el calor del estiércol y alimentaban con las hojas del moral silvestre, y por este medio se multiplicaron como en los climas de su naturaleza, por toda la Grecia y especialmente en el Peloponeso. Por los años

I Robertson, Rech. sur l'Inde, secc. 2, y nota 35, citando á Mr. Gibbon, vol. 4, pág. 71.

de 1050 habiendo Rogerio, rey de Sicilia, ganado en Grecia las ciudades de Aténas, Corinto y Tébas, se trajo muchos cautivos, y especialmente tejedores de seda, que estableció en Palermo, mandándoles que enseñasen á los naturales el arte de criar y labrar la seda. Desde allí fué muy fácil pasase á España, y aunque Francisco Cascales, excelente historiador de Murcia, cree que la cria de la seda no se introdujo en nuestra península hasta fines del siglo XIV ó principios del xv, porque no halló noticia de ella en el archivo de aquella ciudad 2, Mas. deu confundiendo la cria y cultivo de la seda con el uso que de ella se hacia, dice ser cierto que los españoles la usaron aun en tiempo de los godos; que el Ñubiense, que viajó por España á principios del siglo XII, asegura que en solo el reino de Jaen habia mas de seiscientas villas y aldeas que comerciaban en seda; que el monge de Silos, que es algo mas antiguo, habla de las cortinas de seda con que adornó el rey D. Fernando la iglesia de S. Isidro de Leon, y que hay varias escrituras de los siglos XI, x, y aun del ix, que nombran cortinas, tapetes, mantos y otros vestidos de seda; y por estas razones pretende darla mayor antigüedad en nuestro reino 3. En la Historia de la dominacion de los árabes en España, refiere el erudito D. Josef Antonio Conde, que despues de haber tomado á Sevilla S. Fernando, el año 1248, el rey de Granada Aben Alahmar se volvió á su capital, donde se dedicó á fomentar la industria y aplicacion de sus vasallos, y protegió mucho la cria y fábricas de seda, y llegó en Granada a tanta perfeccion que aventajaba á las de Siria. Si á esta autoridad tan decisiva agregamos la del árabe sevillano Abu Zacaría, Jahia Aben Mohamed Ben Ahmed Ebn el Awan, que escribió en el siglo XII su libro de agricultura, traducido modernamente al castellano por D. Josef Antonio Banqueri ', donde trata del moral arábigo ó de seda, podrémos concluir que los árabes la introdujeron en España antes del siglo XII, sin embargo de que los mahometanos, segun Herbelot, la miran como una tela ó tejido inmundo, porque es producida por un gusano; y que todos sus doctores han decidido unánimemente que ninguna persona que use un vestido compuesto solo de seda pue

1 Riccio, lib. 1 de los Reyes de Sicilia.

2

Discursos históricos de Murcia, disc. 16.

3 Hist. crit. de España, tom. xi, Esp. Arabe, lib. 2, núm. 89, pág. 126.

4 Tom. III, cap. 6, pág. 37.

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da ser admitida á recitar las oraciones diarias prescritas por el Alkoran. Los árabes españoles parece no tenian tantos escrúpulos, pues los reyes de Granada sacaban grandes rentas de sus impuestos sobre la seda, ya en el diezmo secular que pagaba, ya en otro medio diezmo por su extraccion al Africa, especialmente á Túnez: y pocos años despues de su conquista, esto es, en 1501, se contaban existentes en dicha ciudad cinco mil tornos de ocho pasos cada uno para torcer la seda; siendo de notar que en las ordenanzas que en el siglo xv y xvi se dieron en Castilla para las fábricas de este género, se conservaron los mismos derechos y algunas reglas de los moros, y muchas voces árabes que indican el origen de esta manufactura en España. Desde Sevilla y Granada fué fácil que se propagase por Toledo, Murcia, Valencia y otras provincias interiores, donde despues prosperó tanto esta industria.

ILUSTRACION II, § 12, pág. XII.

El siguiente privilegio, dado por el santo rey D. Fernando, nos lo ha remitido desde Sahagun D. Santiago Estefanía, como copia de la que sacó del archivo de la catedral de Santiago Fr. Pablo Rodriguez, abad que fué del monasterio de benedictinos de aquella villa; y se encuentra en el tomo de sus mss., titulado Escrituras de Santiago, existente en el archivo del mismo monasterio.

Ferdinandus Dei gratia Rex Castelle, et Tolleti regionis, Galletie, et Cordube. Omnibus hominibus de Galletia hanc cartam videntibus salutem et gratiam. Noveritis, quod ego inveni per inquisitionem virorum bonorum, quod Pater meus statuit, quod in totam terram de Galletia non facerent saginem de sardinis, nisi in istis duobus locis, videlicet in Ponteveteri et in Noia. Et in istis duobus locis non debent facere saginem nisi de capitibus et de maga sardinarum totum. Et ego Rex Fernandus pro utilitate terre statuo et mando similiter istud statutum perpetuò firmiter observari. Quicumque vero contra hoc statutum aliquid atemptaverit, et saginem in aliquo alio loco fecerit preterquam in his duobus locis perdat saginem, et pectet in cauto cc morobetinos. Et si aliquis fecerit saginem in alio loco, vel emerit de aliquo, perdat saginem et barcam in qua portat illud, et insuper pectet cc morobetinos, sicut supra dictum est..... Addo preterea et statuo quod in predictis duobus locis non fiat saginem nisi à vasallis Archiepiscopi S. Jacobi et de mandato Archiepiscopi S. Jacobi, et de mandato illius. Facta carta apud Vallisoletum Rex. exp. vII. die Nov. Era M. CC, LXX V I.

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ILUSTRACION III, § 17, PÁG. XXI.

Insistimos en la opinion que manifestamos el año 1800' de haber sido los castellanos los primeros que usaron de la artillería en la mar, en el combate naval de la Rochela el año 1371, sin embargo del empeño y erudicion con que la contradijo D. Antonio Capmany en la iv de sus cuestiones críticas. Reconocidos á las varias y recónditas noticias que nos da sobre el uso de la artillería, no convenimos con él en las consecuencias que deduce, y procurarémos apoyar nuestro dictámen en sus mismas reflexiones. El silencio de nuestras crónicas en citar ó señalar la clase de armas de fuego en los principios de su introduccion en la guerra, nada arguye, porque el vago, oscuro y breve lenguage de las crónicas, como dice el Sr. Capmany (pág. 181), en donde los hechos, desnudos de exactas y claras narraciones, dejan vacilante el juicio del lector mas perspicaz y sensato; y su confusion y falta de crítica no son prueba de lo que callan. El mismo Sr. Capmany, que cree y asegura haber usado los moros de la artillería en 1312, 1331 y 1342, extraña que no continuasen su uso en adelante, pues no consta por las crónicas que en lo restante de aquel siglo se sirviesen de los tiros de pólvora (pág. 188). Pero es indudable que no solo continuaron usándola, sino que en el año 1365 un árabe granadino dedicó al rey de Granada una obra que trata del arte militar, de los ardides de la guerra y fortificacion de las plazas, y en ella habla del uso de la pólvora ; siendo de notar que este autor tuvo á la vista, para composicion de su obra, el tratado que escribió en árabe R. Jonak sobre la excelencia y poder de la guerra, como refiere Časiri 3.

La artillería parece habia sido conocida antiguamente entre los chinos, que usaban de máquinas y armas de fuego algunos siglos antes que se hiciese en Europa el descubrimiento de la pólvora, aunque cuando los europeos fueron admitidos por primera vez en sus puertos, ya no tenian sino un conocimiento confuso de lo que en esta parte habian sabido sus antecesores *. El historiador árabe Abdel Halin, refiriendo el sitio y la rendicion de Zaragoza por D. Alonso el batallador, se explica en estos términos: » Aben Radmir (es D. Alonso 1) vino contra »Zaragoza con mucha gente que allegó de los montes de Afranc; I Disc. sobre los progresos del arte de navegar, imp. en 1802. Rodriguez de Castro, Bibliot. Española, tom. 1, pág. 31.

3 Bibliot. Arábigo-Escurialense, tom. 11, pág. 29.

4 De la Chine, ou Descript. génér. de cet empire par Mr. l'Abbé Grosier, tom. vII, lib. 15, cap. 11, imp. a Paris 1820.

pusieron cerco á la ciudad, y ordenaron sus combates, y la»braron torres de madera, que conducian con bueyes, y las » acercaban á los muros, y ponian sobre ellas truenos y otras. » veinte máquinas. Apurada por hambre se entregó por avenenncia. Esto el año de 512", que corresponde á los de 1117 y 1118 de J. C., segun todo lo tradujo y nos lo comunicó muchos años há el docto académico D. Josef Antonio Conde, que en su Historia de los Arabes de España, publicada postetiormente, confirma este hecho en el tomo II, cap. 25, pág. 209. Esta es la noticia mas antigua que se halla de los truenos ó dél uso de la pólvora. Usáronse tambien el año 1160 por mar y tierra en el cerco de Mahedia, en 1205 en el de Almahedia: en la defensa de Niebla hubo tiros de trueno con fuego el año 1257; en el sitio de Córdoba en 1280, en 1306 en el de Gibraltar, y posteriormente en los de Baza año 1325, Martos en 1326 y Algeciras año 1342, en el cual dice el autor árabe que los moros destruian las máquinas y torres que levantaban los cristianos con ardientes balas de hierro que lanzaban con tronante nafta. Si esta invencion vino del oriente, segun la opinion comun, es extraño que solo se halle extendido su uso desde principios del siglo XII entre los españoles, almoravides y almohades, cuyos emperadores preferian comunmente á los moros andaluces para los principales empleos, y para promover las ciencias en sus estados. Sin embargo de la certeza de estas noticias, apenas hablan de ellas nuestras crónicas. La de D. AlonSo XI¿no calla que el ejército cristiano se sirvió de máquinas de pólvora para batir la ciudad de Algeciras en 1342, haciendo mencion de que los moros las usaban? Pero no obstante, Hernando del Pulgar lo dice expresamente en su crónica de los Reyes-Católicos. El silencio que guarda respecto á las armas y máquinas de fuego la ordenanza militar del oficio de senescal y despues de condestable de Aragon, promulgada en 1369. por el rey D. Pedro IV, cuando especifica diferentes ingenios y máquinas de batería para la expugnacion de fortalezas, no destruye el hecho que el mismo soberano refiere en las Memorias de su propia vida, de que diez años ántes, esto es en 1359, una nao defendió la entrada del puerto de Barcelona con los tiros de una lombarda, derrotando los castillos de otra nao castellana, y llevándole un pedazo del palo mayor'.

Inclinase el Sr. Capmany, y con razon, á creer que la primera artillería de fuego se conoció en España (pág. 252): encuentra por la autoridad del Petrarca que el uso de la pólvora

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