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prision del almirante quedábanse ocultas, porque el rey é la reina quisieron mas verle emendado que maltratado.. Aunque las cédulas y provisiones Reales se expidieron en 21 de Marzo, 21 y 26 de Mayo de 1499, todavía no se despachó al comendador hasta Mayo del año siguien te: tal vez porque los reyes siempre atentos á Čolon, aguardaban mejores nuevas de la Española, que les evitasen el sinsabor de una providencia que tomaban, al pa-. recer, en fuerza de importunaciones. Llegaron dos navíos entrado ya el año 1500 con los procuradores de ambos partidos. El almirante enviaba procesos legales y relaciones mas autorizadas; pero no llegaban á los oidos de los reyes tan animadas como las quejas que de su rigor, de su injusticia, de su ambicion y de otros delitos daban á viva voz una multitud de gentes venidas de Indias, que al mismo tiempo pedian sus sueldos atrasados, el premio de sus servicios, el resarcimiento de sus daños, y todos justicia contra el extrangero que creian ser el orígen y causa de sus males. Vez hubo de juntarse en el patio de la Alhambra de Granada cincuenta de estos quejosos, rodear al rey y molestarle con incesantes clamores, llegando su osadía hasta insultar con dicterios á los hijos del almirante que servian en palacio 2. Tantas y tales quejas obligaron á los reyes á procurar inquirir la verdad y administrar justicia; y así despacharon al fin á Bobadilla, que salió hácia mitad de Julio y llegó á la Española á 23 de Agosto de 1500, cuando ya estaba casi extinguida la rebelion y el remedio era por consiguiente intempestivo y aun perjudicial. Los malcontentos se aprovecharon de esta coyuntura, y Bobadilla, creyéndose de ligero, ó provocado de ambicion, procedió con menos cordura y prudencia, y con menos consideracion que la que debia á los respetos del almirante y sus hermanos, de cuya casa y de cuanto tenia se apoderó y se sirvió como de cosa propia. En la desgracia casi todos abandonaron á

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Colon, y sus pocos amigos estaban acobardados ó 'atónitos por la pasion del juez y suma desenvoltura de los malcontentos, y así fué fácil hallar en las pesquisa s testigos que acriminasen las faltas ó defectos de los Col ones. Prendió á los tres hermanos, y aherrojados con grillos los puso en las carabelas, con orden de traerlos á España y entregarlos al obispo D. Juan de Fonseca. Partieron del puerto de Santo Domingo á principio de Octubre, y llegaron á Cádiz el 20 ó 25 de Noviembre, habiendo sido bien tratados de Alonso de Vallejo y Andres Martin, que mandaban las carabelas; y quisieron quitarles los grillos, aunque no lo consintió el almirante hasta que los reyes lo mandasen; pero le facilitaron apenas llegaron á España que un criado de su confianza saliese secretamente con sus cartas para los reyes y otras personas, á fin de que llegasen antes que las del comendador y los procesos que acompañaba.

63. Esta precaucion surtió buen efecto, porque los reyes, que se hallaban en Granada, luego que supieron la llegada y prision del almirante y de sus hermanos, tuvieron mucho pesar, y mandaron que los soltasen, proveyéndole de dineros en cantidad de dos mil ducados, segun entonces se dijo, para que al instante fuese á la corte, adonde llegaron los tres hermanos el 17 de Diciembre. Fueron benignamente recibidos de los reyes, que compadeciéndose de su desgracia les certificaron haber sido contra su voluntad el prenderlos, dándoles al mismo tiempo las pruebas mas sinceras de consuelo y satisfaccion; en especial al almirante, á quien la reina siempre habia mirado con particular afecto y predileccion. Con palabras muy amorosas y eficaces (dice Casas) le prometieron deshacer y remediar sus agravios, y guardarle en todo sus privilegios y mercedes, despues de haber admitido las disculpas que dió por los yerros en que

I Véanse la carta para el ama del príncipe en la pág. 265 de este tomo, y el núm. 137 de la Colec. diplom. tom. II, pág. 254. Herrera dice que fueron mil ducados.

2 Casas, lib. 1, cap. 182.

Dec. 1, lib. 4, cap. 10.

TOMO I.

pudo incurrir sin voluntad y con sana intencion, como lo expresó tambien en su carta al ama del príncipe; y antes de emprender el último viage, le decian: Tened

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I

por cierto que de vuestra prision nos pesó mucho, é » bien lo visteis vos, é lo conocieron todos claramente, » pues que luego que lo supimos lo mandamos remediar, » y sabeis el favor con que os habemos mandado tratar siempre, y agora estamos mucho mas en vos hon »rar é tratar muy bien &c." A esto se siguió no hacer mérito alguno de las pesquisas, ni de las cartas con que se apoyaban. Reprobóse la conducta de Bobadilla, y se acordó su deposicion, y confiar interinamente el gobier no á frey D. Nicolas de Ovando, comendador de Lares en la orden de Alcántara, caballero de singular integridad, seso y prudencia; en cuya disposicion, tan conforme á la justicia, influyó sin duda el haber Colon suplicado que no se le enviase á gobernar la isla mientras no hubiese en ella otros pobladores de mejores costumbres y de mayor aplicacion al trabajo. Esta conducta y proposicion del almirante eran laudables y necesarias para que no renaciesen allí los pasados escándalos con inminente riesgo de su persona, como se lo dijeron los reyes. Con el mismo fin le previnieron discreta y delicadamente al

1 Esta expresion denota, en nuestro modo de entender, que aun euando por los procedimientos y términos rigorosos legales hubiese habido mérito para algun castigo, por los respetos de la persona y servicios del almirante, los reyes no habian obrado nunca con él en ley de estricta justicia, sino usando de favor.

2 Véase la pág. 278 de este tomo 1. Casas, lib. I, cap. 182. 3 Cuando los Reyes-Católicos formaron una sociedad de diez caballeros, cinco de edad madura y cinco jóvenes, para que en ella se criase su hijo el príncipe D. Juan, los escogieron en todos sus reinos, procurando fuesen experimentados é virtuosos é de buena sangre, y Ovando fué uno de ellos (Oviedo, part. I, lib. 4, cap. 1.Clemencin, Ilustrac. 14, pág. 384.) El mismo Colon le escribia con el mayor respeto y consideracion, agradeciéndole el buen tratamiento con que habia mirado sus cosas, que es sin cuento, felicitándole por sus satisfacciones, y asegurándole que no era lisonjero en palabras (Arénd. á la Colec. diplom., números 20 y 21.) Sin embargo, en las cartas familiares al hijo parece pensaba de otra manera. Las circunstancias eran diversas, y el hombre es siempre un conjunto de contradicciones.

tiempo de expedirle las instrucciones para su último viage en 14 de Marzo de 1502, que á la ida no pasase por la Española como queria; pero que á la vuelta podria tocar de pasada siendo necesario, pues convenia que Sus Altezas fuesen luego informados personalmente de lo que hubiese descubierto, para proveer lo necesario. Sin embargo de tan dulce y modesto precepto, Colon intentó aportar á la Española, y Ovando, que tenia tambien las mismas órdenes, no lo consintió, obedeciendo en todo la voluntad de sus soberanos. Estos, siempre justos y benéficos con el almirante, desaprobaron ó anularon varias providencias tomadas por Bobadilla, y mandaron en consecuencia restablecerle en sus anteriores prerogativas: que se observasen los contratos que tenia hechos en beneficio de la Real hacienda, y que ó se les volviesen á él y á sus hermanos cuantas cosas les tomó el mismo gobernador, ó se les reintegrase de los bienes que este habia dejado, acudiendo al almirante con los derechos que le correspondian. Por esta sencilla narracion se demuestra: que los reyes tuvieron justos motivos para enviar un juez pesquisidor á la isla Española, y que eligieron para ello á un caballero, antiguo criado de la casa real, que hasta entonces merecia distinguido concepto: 2.° que si este, abusando de su poder, ó arrastrado de alguna pasion, atropelló las consideraciones que merecia el almirante, los reyes, con singular ternura y afecto, no solo procuraron consolarle y desagraviarle en lo que se hizo contra su voluntad y mandato, sino que como soberanos tomaron cuantas disposiciones creyeron justas para reintegrarle en sus honores é intereses: 3.° que aun en este lance desgraciado la nacion española y los monarcas, que la repre sentaban, lejos de perseguir á Colon le llenaron de honras y de satisfacciones privada y públicamente, siendo muy notable que las pesquisas, de que no se hizo mérito, nunca se vieron en juicio, ni Colon solicitó, como podia, que se le entregáran, para descartarse de los cargos que

1.°

I Véase el núm. 141 de la Colec. diplom., tom. 11, pág. 273.

contra él pudieran resultar. Su carta al ama del príncipe arroja algunas de las cosas que le acriminaban; pero dejemos ya de combatir tales fantasmas del error y de la preocupacion. Basten estos ejemplos para excitar la cautela y desconfianza con que deben leerse semejantes libros; y para conocer el buen uso que puede hacerse de los documentos que publicamos, en los cuales se hallará siempre la verdad, que es el alma, la esencia y el esplendor de la historia. Concluyamos, pues, satisfaciendo algunas objeciones que podrán ocurrir á los examinen de buena fe estos dos primeros tomos de la Ĉoleccion de viages españoles.

que

64. Para trazar las derrotas del almirante en los cuatro que hizo, no solo se han tenido á la vista sus diarios y relaciones, sino tambien las que escribieron Casas, D. Hernando Colon, y Herrera, supliendo por este medio adonde aquellas no alcanzaban'. Hasta ahora se ha creido que la primera tierra que descubrió el almirante, donde desembarcó el 12 de Octubre de 1492, y los naturales llamaban Guanahani, es la isla que todas las cartas denominan de S. Salvador Grande, situada entre los paralelos de 24° y 25o tendida de NNO-SSE por espacio de quince leguas. D. Juan Bautista Muñoz opinó que la isla de Guanahani es la que en el dia se conoce con el nombre de Watlings', al E de la primera quince leguas, con cuatro de extension proximamente de Ñ á S, y rodeada toda de un arrecife de piedras. Examinando los diarios de Colon, y reflexionando sobre su derrota, siempre al O de isla en isla desde la primera que descubrió hasta su recalada en la de Cuba (cuyos puertos de Nipe, de las Nuevitas del Príncipe, de Tanamo, de Cayo-Moa y de Baracoa, describe con admirable exacti

Las cartas las ha trazado á nuestra vista el primer piloto, teniente de fragata graduado, y delineador del Depósito hidrográfico D. Miguel Moreno, que habiendo estado en la expedicion científica que desempeñó Don Cosme Churruca en las Antillas, pudo examinar por sí muchos de los puntos que se comprenden en ambas cartas.

2 Hist. del Nuevo-Mundo, lib. 3, § 12.

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