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entró con las barcas por él para llegar á las poblaciones que los que antier habia enviado habian visto, y mandó echar la sirga en tierra, y tirando los marineros della subieron las barcas dos tiros de lombarda y no pudo andar mas por la reciura del corriente del rio. Vido algunas casas y el valle grande donde estan las poblaciones, y dijo que otra cosa mas hermosa no habia visto, por medio del cual valle viene aquel riò. Vido tambien gente á la entrada del rio, mas todos dieron á huir. Dice mas, que aquella gente debe ser muy cazada, pues vive con tanto temor, porque en llegando que llegan á cualquiera parte, luego hacen ahumadas de las atalayas por toda la tierra, y esto mas en esta Isla Española y en la Tortuga, que tambien es grande isla, que en las otras que atras dejaba. Puso nombre al valle, Valle del Paraiso, y al rio Guadalquivir, porque diz que así viene tan grande como Guadalquivir por Córdoba, y á las veras ó riberas dél playa de piedras muy hermosas, y todo andable.

Domingo 16 de Diciembre.

A la media noche con el ventezuelo de tierra dió las velas por salir de aquel golfo, y viniendo del bordo de la Isla Española yendo á la bolina, porque luego á hora de tercia ventó Leste, á medio golfo halló una canoa con un indio solo en ella, de que se maravillaba el Almirante como se podia tener sobre el agua siendo el viento grande. Hízolo meter en la nao á él y á su canoa, y halagado dióle cuentas de vidrio, cascabeles y sortijas de laton, y llevólo en la nao hasta tierra á una poblacion que estaba de allí diez y seis millas junto á la mar, donde surgió el Almirante y halló buen surgidero en la playa junto á la poblacion, que parecia ser de nuevo hecha, porque todas las casas eran nuevas. El indio fuese luego con su canoa á tierra, y da nuevas del Almirante y de los cristianos, por ser buena gente, puesto que ya las tenian por lo

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pasado de las otras donde habian ido los seis cristianos, y luego vinieron mas de quinientos hombres, y desde á poco vino el Rey dellos, todos en la playa juntos á los navíos, por questaban surgidos muy cerca de tierra. Luego uno á uno, y muchos á muchos, venian á la nao sin traer consigo cosa alguna, puesto que algunos traian algunos granos de oro finísimo en las orejas y en la nariz, el cual luego daban de buena gana. Mandó hacer honra á todos el Almirante, y dice él porque son la mejor gente del mundo y mas mansa; y sobre todo, que tengo mucha esperanza en nuestro Señor que vuestras Altezas los harán todos cristianos, y serán todos suyos, que por suyos los tengo. Vido tambien quel dicho Rey estaba en la playa, que todos le hacian acatamiento. Envióle un presente el Almirante, el cual díz que rescibió con mucho estado, y que seria mozo de hasta veinte y un años, y que tenia un ayo viejo y otros consejeros que le consejaban y respondian, y quel hablaba muy pocas palabras. Uno de los indios que traía el Almirante habló con él, le dijo que como venian los cristianos del cielo, y que andaba en busca de oro, y queria ir á la Isla de Baneque; y el respondió que bien era, y que en la dicha isla habia mucho oro, el cual amostró al alguacil del Almirante que le llevó el presente, el camino que habia de llevar, y que en dos dias iria de allí á ella, y que si de su tierra habian menester algo lo daria de muy buena voluntad. Este Rey y todos los otros andaban desnudos como sus madres los parieron, y asi las mugeres, sin algun empacho, y son los mas hermosos hombres y mugeres que hasta allí hobieron hallado : harto blancos, que si vestidos anduviesen y se guardasen del sol y del aire, serian cuasi tan blancos como en España, por questa tierra es harto fria y la mejor que lengua pueda decir: es muy alta, y sobre el mayor monte podrian arar bueyes, y hecha toda á campiñas y valles. En toda Castilla no hay tierra que se pueda comparar á ella en hermosura y bondad. Toda esta isla y la de la de la Tortuga son todas labradas como la campiña de Córdoba. Tienen sembrado en ellas ajes, que son unos ramillos

que

y no

plantan, y al pie de ellos nacen unas raices como zanaho rias, que sirven por pan, y rallan y amasan y hacen pan dellas, y despues tornan á plantar el mismo ramillo en otra parte y torna á dar cuatro ó cinco de aquellas raices que son muy sabrosas, propio gusto de castañas. Aquí las hay las mas gordas y buenas que habia visto en ninguna parte, porque tambien diz que de aquellas habia en Guinea. Las de aquel lugar eran tan gordas como la pierna, y aquella gente todos diz que eran gordos y valientes flacos como los otros que antes habia hallado, y de muy dulce conversacion sin secta. Y los árboles de allí diz que eran tan viciosos que las hojas dejaban de ser verdes y eran prietas de verdura. Era cosa de maravilla ver aquellos valles y los rios y buenas aguas, y las tierras para pan, para ganado de toda suerte, de que ellos no tienen alguna, para huertas y para todas las cosas del mundo quel hombre sepa pedir. Despues á la tarde vino el Rey á la nao: el Almirante le hizo la honra que debia, y le hizo decir como era de los Reyes de Castilla, los cuales eran los mayores Príncipes del mundo, Mas ni los indios quel Almirante traía, que eran los interpretes, creian nada, ni el Rey tampoco, sino creian que venian del cielo, y que los reinos de los Reyes de Castilla eran en el cielo, y no en este mundo. Pusiéronle de comer al Rey de las cosas de Castilla, y él comia un bocado y despues dábalo todo á sus consejeros y al ayo, y á los demas que metió consigo.,, Crean vuestras Altezas questas tierras son en tanta » cantidad buenas y fértiles, y en especial estas desta isla » española, que no hay persona que lo sepa decir , у nadie » lo puede creer si no lo viese. Y crean questa isla y todas » las otras son así suyas como Castilla, que aquí no falta "salvo asiento y mandarles hacer lo que quisieren, por» que yo con esta gente que traigo, que no son muchos, » correria todas estas islas sin afrenta, que ya he visto " solos tres destos marineros descender en tierra, y haber » multitud destos indios y todos huir, sin que les quisie"sen hacer mal. Ellos no tienen armas, y son todos des» nudos y de ningun ingenio en las armas y muy cobar

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des, que mil no aguardarian tres, y así son buenos para » les mandar y les hacer trabajar, sembrar, y hacer todo »lo otro que fuere menester, y que hagan villas y se en»señen á andar vestidos y á nuestras costumbres."

Lunes 17 de Diciembre.

Ventó aquella noche reciamente, viento Lesnordeste, no se alteró mucho la mar porque lo estorba y escuda la Isla de la Tortuga questá frontero y hace abrigo: asi estuvo allí aqueste dia. Envió á pescar los marineros con redes: holgáronse mucho con los cristianos los indios, y trujeronles ciertas flechas de los de Caniba ó de los Canibales, y son de las espigas de cañas, y exigiéronles unos palillos tostados y agudos y son muy largos. Mostraronles dos hombres que les faltaban algunos pedazos de carne de su cuerpo, y hiciéronles entender que los canibales los habian comido á bocados: el Almirante no lo creyó. Tornó á enviar ciertos cristianos á la poblacion, y á trueque de contezuelas de vidrio rescataron algunos pedazos de oro labrado en hoja delgada. Vieron á uno que tuvo el Almirante por Gobernador de aquella provincia que llamaban Cacique, un pedazo tan grande como la mano de aquella hoja de oro y parecia que lo queria resgatar; el cual se fue á su casa, y los otros quedaron en la plaza, y él hacia hacer pedazuelos de aquella pieza, y trayendo cada vez un pedazuelo resgatábalo. Despues que no hobo mas dijo por señas quel habia enviado por mas y que otro dia lo traerian. Estas cosas todas y la manera dellos y sus costumbres y mansedumbre y consejo, muestra de ser gente mas despierta y entendida que otros que hasta allí hobiese hallado, dice el Almirante. En la tarde vino alli una canoa de la Isla de la Tortuga con bien cuarenta hombres, y en llegando á la playa toda la gente del pueblo questaba junta se asentaron todos en señal de paz, y algunos de la canoa, y cuasi todos descendieron en tierra. El Cacique se levantó solo y con palabras que parecian de amenazas los hizo volver á la canoa y les echaba agua,

y tomaba piedras de la playa y las echaba en el agua, y despues que ya todos con mucha obediencia se pusieron y embarcaron en la canoa, él tomó una piedra y la puso en la mano á mi alguacil para que les tirase, al cual yo habia enviado á tierra, y al escribano y á otros para ver si traían algo que aprovechase, y el alguacil no les quiso tirar. Alli mostró mucho aquel Cacique que se favorecia con el Almirante. La canoa se fue luego, y dijeron al Almirante despues de ida que en la Tortuga habia mas oro que en la Isla Española, porque es mas cerca de Baneque. Dijo el Almirante que creia que en aquella isla Española ni en la Tortuga hobiese minas de oro sino que lo traían de Baneque, y que traen poco, porque no tienen aquellos que dar por ello, y aquella tierra es tan gruesa que no ha menester que trabajen mucho para sustentarse ni para vestirse como anden desnudos. Y creia el Almirante questaba muy cerca de la fuente, y que nuestro Señor le habia de mostrar donde nasce el oro. Tenia nueva que de allí al Baneque habia cuatro jornadas, que podrian ser treinta ó cuarenta leguas, que en un dia de buen tiempo se podian andar.

Martes 18 de Diciembre.

Estovo en aquella playa surto este dia porque no habia viento, y tambien porque habia dicho el Cacique que habia de traer oro, no porque tuviese en mucho el Almirante el oro (diz que) que podia traer, pues allí no habia minas, sino por saber mejor de donde lo traian. Luego en amaneciendo mandó ataviar la nao y la caravela de armas y banderas por la fiesta que era este dia de sancta María de la O, ó conmemoracion de la Anunciacion: tiraronse muchos tiros de lombardas, y el Rey de aquella Isla Española (dice el Almirante) habia madrugado de su casa que debia de distar cinco leguas de

I » Nunca este Baveque pareció: por ventura era la Isla de Jamaica." Casas.

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