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Diçirt una cosa, ca tengola asmada,

Que la luchemos ambos, qual terrå la possada,
Déssela el caido, cosa es aguisada,

Finque en paz el otro, la guerra destaiada.
Luego que esto disso la bestia enconada,
Quiso en el sancto omne meter mano irada,
Abrazarse con elli, pararli zancaiada,
Mas non li valió todo una nuez foradada.
El confessor precioso fizo sue oraçion:
Sennor, que por tos siervos dennest prender passion,
Tu me defendi oy desti tant fuert bestion,
Commo él sea venzudo, e io sin lision.

Luego que Millan ovo la oraçion finida,
Ovo toda la fuerza el diablo perdida,
Fuẻ la sue grant sobervia en el polvo caida,
Tanto que non ganara nada en esta venida.

Levantó un grant polvo, un fiero torbellino, Fusso mal crebrantado diçiendo: « Ay mesquino! Siempre oy deçir e sobre mi avino

Que mal dia li amásco al qui a mal vezino. »
Fusso e desterróse a la tierra estranna,
El confessor precioso fincó en so montanna:
Mientre el sieglo sea e duraré Espanna
Siempre será contada esta buena fazanna.

3. DEL SACRIFICIO DE LA MISSA.

(St. 22-36; op. cit. pag. 81.)

Todos los sacrificios, los de la ley primera,
Todos significaban la hostia verdadera:
Esta fué Ihesu-Christo que abrió la carrera
Porque tornar podamos a la sied cabdalera.

El nuestro sacerdot, quando la missa canta,
E faze sacrificios sobre la mesa sancta,
Todo esto remiembra la hostia que quebranta,
Todo allí se cumpre e allí se callanta.

Siquier lo sacrificios, sequier las prophecias,
Lo que Daniel dixo, e lo que Iheremias,
E lo que Abacuc, e lo que Ysayas,
Todo se encierra en la cruz de Messias.
Quando vino Messias todo fué aquedado,
Callaron los prophetas, el velo fué redrado,
Folgaron los cabrones, y el otro ganado
El puso fin a todo lo que era passado.

Los que passados eran todos lo sospiraron,
Todos los sacrificios a él pronunciaron,
Quando assomó a él, todos se remataron;
Deque él dixo « fiat », pareçer non osaron.

El sacerdot legitimo que nunca descamina,
Fijo de alto rey e de alta reyna,

Vino de summo celo en esta luz mezquina,
Sacrificó su cuerpo e rompió la cortina.

De que sofrió don Christo la passion prophetada, Cumprió los sacrificios los de la ley passada, Levantó la ley nueva, la vieia callantada, La vieia so la nueva iaze encortinada.

Quando tornó al cielo ont era venido,

Dexó los sus apostolos buen conviento complido;
Ordenaron eglesias do fuesse Dios servido,
Comno homnes perfectos de perfecto sentido.
Ordenaron obispos, otros prestes menores,
Por servir los altares, solver los peccadores,
Rezar las matinadas antes de los alvores,
Cantar sobre los muertos obsequios e clamores.
Las vestimentas limpias que visten los perlados,
Sequiere las que viesten los prestes ordenados,
Aquessas representan de los tiempos passados,
E la carne de Christo bien limpia de peccados.

Quando el sancto preste assoma revestido,
Que exe del sagrario de logar escondido,
A don Christo significa que non fué entendido,
Si non, no lo oviera el traydor vendido.

Quando fiere sus pechos clámase por culpado,
Estonz mata las aves, degüella el ganado,
Quando faz penitencia commo le es mandado,
Iaz tras el sancta sanctorum tras el velo colgado.
El officio que luego comiençan los cantores
Demuestra los sospiros, la gloria los loores;
Los kiries las pregarias e los grandes clamores
Que fazien por don Christo los antiguos sennores
Quando diçe oremus esi sancto vicario

Estonz faz remembrançia del nobre ençensario,
Con el que ençensaba todo el sanctuario,
Que daba mas dulz fumo que un dulz lectuario.
Escripto lo tenemos, e cosa es usada:

La buena oracion ençienso es clamada:
David lo firma esto, la su boca ondrada,
El que al philisteo dió la mala pedrada.

4. MARTYRIO DE SANT LAURENCIO.
(St. 92-105; op. cit. pag. 93.)

El duc Valeriano otro dia mannana
Disso: « Id por Laurençio que los enfermos san a,
Veremos que pro yaçe en la su vierba vana,
Ca temo que iztremos con ganançia liviana. »
Luego que fué venido, disso Valeriano:

<< Laurençio, mas semeias enloquido que sano; Demostra los tesoros, passen a nuestra mano, Si non, puedes perderte commo torpe liviano. »

<< Dame, disso Laurençio, treguas de terçer dia,
Avré yo mi consejo con la mi cofradria,
Mostrarté los tesoros, ca oy non podria. »
Disso Valeriano: «De ti esso querria. »
Creyó esta palabra el duc Valeriano,
Cuidó que lo tenie todo enna su mano,
Alabosse a Deçio, fizo fecho liviano,
Que lo prometió todo fastal peor grano.
Quando veno el dia de las treguas passar,
Llegó muchos de pobres quantos podió hallar;
Adússolos consigo, empezó de rezar:

<< Estos tesoros quiso siempre Dios mas amar.
Estos son los tesoros que nunqua envegeçen,
Quanto mas se derraman, siempre ellos mas creçen;
Los que a estos aman e a estos offreçen,
Essos avran el reyno do las almas guareçen. »
Vio Valerio que era engannado,

Non li vinie el pleyto commo avie asmado,
Fué el emperador sannoso e irado,
Dissoli commo era el plyto trastornado.

Tornaron en Laurençio, non pudieron al fer,
Dissieron: «O sacrifica, o ve passion prender;
Desto por nulla via non puedes estorçer. »
<< A la passion me quiero, disso el, acoger. »
Por mas pena li dar, muerte mas sobraçera,
Fiçieronli un lecho duro de grant manera,
Non avie en el ropa nin punto de madera,
Todo era de fierro quanto en elli era.

De costiellas de fierro era el lechigal, Entre si derramadas por el fuego entrar; Fiçieronli los piedes e las manos atar, Mandose elli luego en el fuego echar.

Diéronli atal banno qual oydes contar, Pensaron los ministros malos de atizar, Avivaron el fuego, non se dieron vagar, Façienli a Laurençio plaçer mas que [pesar].

Las flamas eran vivas, ardientes sin mesura, Ardie el cuerpo sancto de la grant calentura, De lo que se tostaba firvie la assadura, Qui tal cosa asmaba non li mengue rencura. Pensat, diz Laurençio, tornar del otro lado, Buscat buena pevrada, ca assaz so assado, Pensat de almorzar, ca avredes lazdrado; Fijos, Dios vos perdone, ca feches grant pecado! Diestesme yantar buena, fiçiestesme buen lecho, Gradezcovoslo mucho, e fago grant derecho; Non vos querrie peor por esti vuestro fecho, Nin tenrrie otra sanna, nin vos avr[ie despe]cho » 1.

5. LOORES DE NUESTRA SENNORA.

(Op. cit., pag. 99-100; coplas 196-208.)

La maior esperanza nos en Dios la tenemos;
Pero en ti, sennora, grant feduza avemos,
Ca todo nuestro esfuerzo nos en ti lo ponemos;
Sennora, tu nos uvia ante que periglemos.

Por ende eres dicha tu estrella de mar,
Por que en tal periglo nos aves a uviar,
Por el tu guyonage avemos arrivar,
Et de aquellas ondas tan fuertes escapar.

En la venida, madre, que fiçiemos primera,
Por onde la salut vino, tu nos fuisti carrera;
En la segunda, madre, tu nos sey obrera
Que non seamos presos en la mortal murera.

1 Qui finisce il ms., che è mutilo.

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