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dos por mi conforme á las minutas que S. M. me envió y fué acordado. Haréis dellas lo que S. M. os habrá ordenado, y avisarmehéis dello.

Don Juan de Figueroa á S. M. (Carlos V.) De Vincestre á 26 de julio de 1554.

Refiere lo que hizo el Príncipe D. Felipe desde que desembarcó en Inglaterra hasta que se veló; recibimiento que se le hizo, y cumplimiento de la comision con que S. M. I. le habia enviado al Príncipe su hijo.

(Original)

Archivo de Simancas-Estado-Correspondencia de Inglaterra-Legajo 808.

que

S. C. C. M.-No he dado cuenta hasta aquí de mi viage por no haber en él sucedido cosa de que fuese menester ser V. M. avisado, porque lo que anduve lo ví llano y sin manera alguna de alteracion, y la gente á lo mostraban, con deseo de que su Rey llegase. El cual como por sus letras V. M. habrá entendido surgió en el puerto de la isla de Dinque (1) jueves 19 deste, y luego envió á Luis Vanegas á visitar á la Reina, y por no haber aparejo para luego desembarcarse su corte ni estar esto proveido como era menester, se dejó de hacer, proveyendo que fuesen á otro puerto que se dice Porsemua (2), diez millas de Antona, á desembarcar los que hobiesen de salir de las naos, y el Rey el viernes se metió en un barco que los de Antona le tenian y con los embajadores de V. M. que á la nao eran idos, Renard y

(1) Wight.

(2) Portsmouth.

Curiers, Duque d'Alba y los de su cámara, Conde de Feria y mayordomos, se fué á la villa de Antona donde llegó dada la una. Estábanle esperando hartos caballeros principales del reino y ciento archeros ingleses que se han vestido de su librea. Antes de salir del barco entró á él un rey de armas y le presentó la jarretera con su solemnidad, púsosela al cuello y en la pierna y salió haciendo la villa salva de artillería y tocando minestreles altos de la Reina que allí vinieron. Recibió graciosamen– te á los que llegaron á besar la mano, y cabalgó en una hacanea blanca y bien aderezada que le tenia allí el caballerizo mayor que deste reino le es señalado; y á caballo, y todos los demas á pie, fué derecho á la iglesia donde los clérigos hicieron el oficio acostumbrado, y de allí se fué á palacio que le tenian los de la Reina con el camarero mayor que del reino se ha señalado, bien aderezado como el Rey, Dios lo guarde: está muy gentil hombre, aun mas que cuando de V. M se partió, é iba alegre, y á caballo parece muy bien. Satisfizo muy mucho su vista á los ingleses, que se le tenian pintado de muy diferente disposicion y manera los pintores de Francia y de otras partes algunas.

El sábado vino el arzobispo, canciller deste reino, con mucha compañía y la solemnidad que suele traer. El Rey le recibió saliendo á misa, muy graciosamente. Notaron los ingleses que no le habia quitado la gorra, y tambien entendí que miraron en esto con otras personas. El Rey fué advertido de su estilo en esto, y le vá bien satisfecho (1) despues. Fué á misa á caballo de la mesma manera que cuando desembarcó.

(1) Quizá y le ha bien satisfecho etc.

Despues de comer me mandó que le hiciese relacion de la comision que traje de V. M. habiéndole el dia antes dado la carta de mano de V. M. y la creencia en la nao donde fuí con el embajador. Y despues de haber dicho muchas palabras mostrando grande agradecimiento de la merced quc V. M. le habia hecho, así en lo principal como en las otras adherencias, y besando á V. M. las manos por la honra que le hacia, dijo que aun queria mas pensar sobre la publicacion de lo de Nápoles mirando lo que V. M. le escribia. Y en fin el dia siguiente se determinó y resolvió al servicio (1) de V. M. y al bien de los negocios deste reino convenia publicarlo presto porque antes no se fuese ello revelando por alguna via, habiéndose hasta entonces tenido el secreto que convenia como V. M. lo mandó y se guardó bien estrechamente. Pero no le pareció que fuese la presentacion del privilegio el dia de la relacion (2), ni con aquella solemnidad que al principio V. M. tenia ordenado, sino que él verá primero á la Reina y con ella concertaria la manera como se hiciese. El mesmo sábado vino Milor Paigete á besarle las manos, y se fué bien satisfecho.

El domingo salió á misa á otra iglesia de la manera que el sábado, é hubo mas concurso de gentes del reino, y despues de comer envió á Rui Gomez á la Reina, é yo le presenté las joyas que V. M. me mandó entregar: son muy buenas y al propósito de lo que el Rey ahora ha menester, y se holgó mucho con ellas y la merced que V. M. en todo le hace, y de la tapicería mas, la cual ha estimado en gran manera. Dejéla en Londres porque fuera de allí fuí avisado que no habia donde la colgar para

(1) Que al servicio etc.

(2) Quizá: velacion.

que bien se muestre, y así me lo dijo la Reina cuando le besé las manos, y de suyo me preguntó por ella y que tal era, que le habian avisado que la traia; y al Rey le ha parecido que se estuviese allí por el presente.

El lunes despues de comer partió el Rey para Vincestre donde la Reina estaba y el aparejo para las bodas, y con buena agua se fué derecho á la iglesia donde el arzobispo le recibió con la clerecía solemnemente, y despues se fué á su palacio allí junto, apartado del de la Reina; y despues que hubo reposado y se vistó (1), pasó por unos jardines á la Reina y se hubo con ella, y despues con las damas y los que allí estaban, tan graciosamente y con tanta desenvoltura y gentileza, que todos quedaron con gran contentamiento y dándole mil bendiciones. Yo digo á V. M. toda verdad, que en esto siempre he sido muy limitado y tajado.

El martes despues de comer volvió á la Reina y halló el palacio y sala principal dél muy bien acompañado antes de entrar y dentro, de las guardas de la Reina con sus libreas nuevas, y muchos caballeros y damas y hasta representacion de grandeza. Despues de estar con la Reina un rato bueno y de la manera que el dia de antes, se fué á la iglesia á las vísperas de Santiago, y á la noche despues de colacion á las diez horas volvió á la Reina por los dichos jardines con los de su cámara y Duque d'Alva y Almirante que se hallaron allí, y hasta otros seis ó siete caballeros; que porque no se cargase gente mandó que no se dijese que habia de volver. Mandóme que llevase el privilegio de Nápoles, y despues que hubo hablado con la Reina no estando inglés alguno presente,

(1) Vistió.

sino algunas ancianas damas que con ella salieron á una sala detrás su aposento, se levantaron, y el Rey mandó que dijese lo que V. M. me habia mandado, y en pocas palabras se lo dije y presenté el privilegio. Respondió alto que besaba las manos de V. M. por tan gran merced y demostracion, y que la aceptaba como el presente lo requeria, é yo pedí que se me diese por testimonio; y con esto el Rey se volvió á su palacio y la Reina quedó muy alegre. Y segun parece, despues ella habló con el Canciller y los de su Consejo, y fueron de acuerdo que aquel auto se hiciese en la iglesia el dia siguiente cuando estoviesen el Rey y la Reina para desposar, y que así se suplicase al Rey que lo mandase hacer por convenir á la autoridad de la Reina y honra del matrimonio y satisfaccion del pueblo, y por via de embajador lo hicieron saber al Rey, el cual vino en ello y se hobo de hacer como V. M. al principio lo habia ordenado. Y así el dia de Santiago el Rey y la Reina fueron á la iglesia, cada uno por su parte, el Rey acompañado de los grandes y caballeros de su corte que han podido llegar, aunque sin criados porque no son venidos, sino fueron los del Almirante: salieron muy bien aderezados y con muy galanes recamos de oro y de plata, y con todos los del reino harto bien vestidos. La Reina fué con la procesion de obispos y clérigos y los ancianos y de su Consejo y oficiales de su casa, y buen número de damas ancianas y mozas, poco hermosas, bien aderezadas. En la iglesia estaba hecho un tablado alto con sus ballas en torno, y alto cuatro grados del otro tablado. Allí se pusieron el Rey, y los obispos revestidos, y pocos seglares los mas principales. Allí se me mandó que hubiese é hice mi auto lo mejor que supe en la sustancia de la noche antes,

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