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miento que en Medina se les hizo, á la cual llegaron el jueves seguiente algo tarde; y estando cerca de la villa comenzaron á salir cinco de los sesmos que la villa tiene, cada uno con su bandera á caballo, vestidos de colorado, y su danza trás sí, con gran número de gente que con ellos venia; y yendo mas adelante llegó á un bosque de pinos postizos que tenian hecho los zamarreros, de donde salieron muchos dellos vestidos de verde con gran vocería y estruendo de bocinas, cargados de perros y ballestas, arrastrando ciertos hombres que traian vestidos pellejos de osos y de jabalíes, y así como llegaron á los Príncipes soltaron una paloma viva y un conejo, harto friamente, y con mucha risa de los portugueses, y no sin causa, por ser entremés no muy acertado para recebimiento. Hubo tantas carretas este dia, entoldadas, llenas de mugeres, que puestas de un cabo y otro del camino hacian una calle muy á compás antes de entrar en la villa; y esto fué lo que mas fué de ver en este recebimiento. Despues desto hubo ciertos carretones de oficiales á donde no se representó otra cosa sino la propia arte de cada uno, y así los herreros traian su yunque y martillos machando un hierro, los tejedores un telar tejendo, y los hortelanos una noria; los carpinteros sacaron un castillo muy bien hecho á la traza de la Mota de Medina: hasta doscientos soldados al rededor del combatiéronlo al pasar de sus Altezas, y con esto entraron en la villa. A la puerta della estaba un arco razonable sin otra envencion mas de una copla en que seneficaban (1) con ella habia libertado á su Rey estando preso de sus contrarios

(1) Así el ms.

aludiendo aquellas desensiones de las guerras ceviles en tiempo del Rey D. Juan el Segundo, de quien dice Mena: Vimos la furia civil de Medina etc.

Aquí salió el regimiento vestido de muy buenas ropas de carmesí, aforradas en raso carmesí, con sayo de lo mismo, y muchas y muy ricas cadenas de oro, y tomaron á los Príncipes debajo de un paleo de brocado muy hermoso, y comenzáronlo á llevar á la iglesia de Sant Antolin. Iba el Príncipe á la mano izquierda y la Princesa á la derecha vestida de blanco: iban delante dellos cuatro reyes de armas, dos portugueses y dos castellanos; los portugueses se pusieron mas cerca por mandado de su Alteza: no llevaba ninguno maza mas de su sayete de armas. Estaba á la entrada de la plaza otro arco, algo mas vistoso que el primero, sin otra invencion ni letra alguna mas de una copla que glosaba el plus ultra de S. M., aplicándola al Príncipe, y decia:

Plus ultra pues no teneis

Todo lo que mereceis.

De aquí dieron la vuelta por la plaza adelante acompañados de toda la clerecía en procesion, y apeáronse en la iglesia donde despues de hecha la solemnidad y oraciones acostumbradas salieron y atravesaron la plaza, y á la salida della estaba otro arco á la forma del pasado sin letra ni otra cosa alguna que hablase: dieron la vuelta sobre la mano ezquierda por la platería, y pasada la plazuela de San Juan á la boca de la casa del Doctor Beltran á donde estaba hecho el aposento de sus Altezas, estaba otro arco del mismo jaez de los pasados y sin letra ni otra cosa. Este arco tenia encima de la clave dél una media casilla con una campana, que despues aprovechó para significar la venida de los justadores

aventureros en una justa que despues se hizo. Pasado este arco los Príncipes se apearon en su posada, y no hubo aquella noche sarao por ser tarde y venir la Princesa cansada. Estuvieron aquí esta noche, y el dia seguiente que fué viernes, llovió muy bravamente, y con todo este mal tiempo hubo una muy buena justa delante de palacio en que fué mantenedor D. Juan..... (4). Quebráronse buen número de lanzas: fué algo mas acertada que la de Salamanca, y á no estorbarlo el tiempo, hicieran muchas mas fiestas que hicieron.

Aquí hubo grandes debates entre los caballerizos mayores D. Alvaro de Córdoba y Luis Sarmiento sobre cual habia de llevar el paleo. Mandó el Príncipe nuestro Señor que le llevase Luis Sarmiento como hizo el de Salamanca por via de buen respecto que se tuvo con él por contemplacion de la Princesa; pero no obstante esto la causa quedó endecisa y para determinarse por derecho.

Sábado seguiente partieron de aquí y fueron á dormir á Tordesillas donde fueron recebidos de la Reina nuestra Señora (2) con increible placer y no acostumbrada alegría. Holgóse con ellos é hízoles danzar delante della, y preguntóles muchas cosas cerca de sus personas y casamiento con todo el concierto que se podria decir, y estuvieron esa noche allí y todo el domingo.

Lunes luego de mañana salieron de aquí y pasaron por Simancas donde los recibieron con mucha salva de tiros gruesos de pólvora que tiraron de la fortaleza, cuya tenencia es del Comendador mayor de Leon; y en llegan

(1) Falta el apellido de este Don Juan, y en su lugar hay un blan

co en el ms.

(2) La Reina Doña Juana apcllidada la loca.

do á la puerta de la villa salieron muchos menistriles altos y bajos, y trás ellos ocho regidores vestidos de grana con un paleo de carmesí con las goteras bordadas de escudos con las armas Reales, y tomando á los Príncipes debajo del lleváronlos por medio del lugar, el cual estaba todo hasta salir dél entapizado con razonables paños, y á la entrada de la plaza estaba un arco razonable donde la Princesa mandó que le quitasen la media litera de delante para que los del lugar la pudiesen ver, y así salió dél, y pasada la puente estaba cercado un gran espacio un prado con tapias al rededor de razonable altura y de donde todos los que estaban á caballo podian ver lo que dentro se hacia. Llegando aquí los Príncipes se pararon, y comenzaron á correr dos toros que tenian dentro deste cercado, cada uno por sí, y estos acabados entraron hasta veinte de á caballo, vestidos de blanco, y comenzaron su juego de cañas razonablemente; y como la noche venia á mas andar, los Príncipes pasaron adelante acompañados destos jugadores hasta Laguna donde estuvieron esa noche, aunque mal aposentados, por dar espacio á Valladolid para acabar su recebimiento.

Otro dia seguiente partieron de aquí á la una despues de medio dia: llegaron bien temprano á Valladolid donde les tenian aparejado un gran recebimiento, el cual no escribo por ser de cosas muy particulares, y aun porque otros que estaban mas holgados y sanos que yo á la sazon venia, me quitaron de este trabajo.

En eso que ahí V. A. ha visto, he hecho lo que he podido para cumplir con lo que se me ha mandado, y trás desto ni hay para que pedir perdon de los yerros, aunque no son pocos, ni porque temer las lenguas de los que en semejantes cosas suelen emplearse porque debajo de TOMO III.

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obedecer ni hay culpa que culpe, ni acusacion que no excuse, ni reprension que no alabe, ni escarneo que no ensalze, ni risa que no admire ; y demas desto siendo este negocio tan propio de V. A., como es ¿quién no osará no pasarlo á lo menos por razonable y disimular con lo que topare? Porque al fin debajo de tan gran sombra pocos defectos se podrán devisar con que sean los ojos de lince. Bien sé que hubo algunas cosas que no vinieron á mi noticia, y otras muchas que se pudieran decir menos mal y del todo mejor; pero como esto sirve de ensayo para otras cosas mas arduas que podria ser que me cupiesen en suerte, no he sido tan curioso como pudiera. Entretanto V. A. reciba mi voluntad, que bien sé della que saldrá libre de cualquier residencia que se le tome, aunque sea Momo el juez.

Del recibimiento que mandó hacer Felipe II á su tercera muger Doña Isabel de Valois cuando vino de Francia á desposarse con él.

Copiado de un códice del Escorial, señalado iij-&-23, de letra del Doctor Juan Paez de Castro, cronista de Felipe II. (*)

Carta de Felipe II al arzobispo de Burgos D. Francisco de Mendoza.

Gante 3 de agosto de 1559.

Don Felipe por la gracia de Dios etc. Muy Reverendo en Cristo Padre Cardenal de Burgos, nuestro muy caro y

(*) Estos documentos no van por riguroso órden cronológico, sino de la manera que se hallan en el códice de donde los copiamos.

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