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y Príncipe nuestro Señor, él estaba aparejado para recebir la Princesa, y que él cedia todo su derecho y que no queria preeminencia ninguna sino cumplir con lo que era obligado de su jornada, y tambien para que diese algun medio en estas cosas; y así él de una parte, y el Conde y otros caballeros que el Duque envió, concluyeron la cosa con dar por medio que Luis Sarmiento usase de su oficio de caballerizo mayor, y que depusiese el que primero tenia de embajador, pues ya habia expirado, y que Gaspar Caravallo no se llamase embajador hasta que delante del Príncipe presentase sus poderes; y desta manera quedó asentada esta diferencia. Y cuanto á lo que toca al arzobispo por ser extrangero de las calidades ya dichas, que fuese en el lugar que quisiese post Ducem, y así se hizo aunque no se aguardaba esto por camino, porque unas veces venia él en aquel lugar y otras el obispo de Cartagena.

Concluida ya esta contienda, todo el mundo se aparejó para el recebimiento, y ansí salieron todos los del dia pasado y llegaron á la puente de Caya que es un rio pequeño que divide á Portugal y Castilla. Estando esperando allí la Princesa, aconteció que un judío natural de Albuquerque á la sazon estaba huido en aquel reino por la Inquisicion de Castilla, cuya estatua habian quemado en ella nueve años habia por hereje y confiscádole los bienes, se quiso atrever á pasar la raya á vueltas de otros muchos portugueses y acémilas de repuesto que pasaban, y vino hasta un molino que está cerca del camino donde se habian apeado para esperar el Duque y el obispo. Llegado allí paróselos á mirar muy despacio, y estando allí no faltó quien avisó y aun requerió al alcalde Castillo con un mandamiento de los Inquisidores que lo,prendiese, y

ansí el alcalde mandó al alguacil que lo prendiese, el cual lo hizo, y hechado un par de grillos lo puso encima de una acémila, y lo entregó á dos clérigos para que lo llevasen á Badajoz y lo pusiesen en recado; y llevándole ellos solos por su camino adelante, salieron cinco portugueses embozados á caballo con sus lanzas, y quitáronles el preso y tornaron á pasar el rio con él y escondiéronse en su término. Despues desto ya la gente comenzaba á pasar la puente, y fueron los primeros los que traian la recámara de la Princesa, y luego pasaron sesenta y cinco acémilas con el repuesto del arzobispo de Lisboa, con sus reposteros de lana, con las armas Reales de Portugal, con unas bandas muy delgadas que las atravesaba de parte á parte, que es la señal de bastardía: la postrera dellas traia un repostero todo de seda cercadas las armas en él de lo mismo, con doce escuderos de á pie que la guardaban con sus partesanas. Dende á poco los nuestros que estaban detenidos junto á la puente, comenzaron á pasar en aquella órden que cada uno tenia guardada á la entrada de Badajoz.

Ya la Princesa era llegada con todos los que la acompañaban, que fueron los siguientes: el Duque de Breganza, el arzobispo de Lisboa, el Camarero mayor del Rey, D. Rodrigo Lobo, del hábito de Alvito (1), D. Gaspar Caravallo, desembargador de Paço, y embajador de Portugal, el tesorero mayor del Rey, el merino mayor de la corte con veinte hombres de pie con sus partesanas, el hijo de Hernan de Alvarez, D. Diego Deza, el tesorero del Príncipe nuestro Señor, Francisco Pessoa y otros muchos que inda nao eran tanto fidalgos. Traia el Du

(1) Quizá del hábito de Avis.

TOMO III.

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que de Berganza grande estruendo que espantaba los niños, y en el repuesto venian muchos fidalgos destriberas doradas, á los cuales el Duque daba un toston cada dia; y á los que no eran inda tan fidalgos dos vinteins. Serian entre todos hasta ochocientos de á caballo, y traia setenta hombres de guarda en calzas y jubon de paño amarillo y azul golpeados á la forma alemana, con sus gorras de grana. Traia doce menesteriles altos y diez у seis trompetas con una librea amarilla y dos fajas de paño azul traian en los pechos unas grandes pechinas de plata trabadas al cuello con unas cadenas gruesas de plata. Traia así mismo un mayordomo con un tavardo muito cumprido, que llegaba al suelo, y las mangas muy anchas, todas cortadas y llenas de puntas, y una media gorra con sus puntas, con un gran collar de oro que parecia al Cid cuando vino á Toledo. Traia tres pages, uno de lanza, otro de maleta, otro de recaudos, vestidos de terciopelo y con collares de oro muy ricos. Estos por ser fidalgos decian que tenian licencia para traer seda, y ninguno otro de su familia la traia. En Portugal no usan pages en mayor número que este, porque en su lugar tienen mozos de cámara, y estos sirven á la mesa y hacen todo lo que en Castilla los pages, excepto llevar y traer recados de una persona á otra. Y así el Duque traia veinte mozos de cámara bien aderezados, conformes á su premática. Traia ansí mismo una capilla de cantores razonables, y muchos menestriles altos y bajos. Traia tambien dos reyes de armas, de los cuales tambien se servia á la mesa por especial privilegio. Trujo buen aparato de plata y tapicería con sus camas de viras de plata al modo de las de acá: servíase con mucha autoridad y estruendo á la mesa, y esta era bien espléndida. Forzó á muchos

de los nuestros estando en Elvas á que comiesen con él Y regalólos mucho: es hombre muy leido, y bien criado y de buena conversacion: trata bien á sus vasallos, y es tenido en Portugal en mayor estima que todos los otros. señores. No traia seda ninguna mas de su frisado al uso

comun.

El arzobispo de Lisboa demas del repuesto que tengo arriba dicho, traia hasta cien cabalgaduras entre pages y otros servidores, y venian con él tres prebendados de su iglesia, y su librea de terciopelo negro sin otra guarnicion. Todos los demas, así de los que pasaron con la Princesa como de los que se volvieron, por no ser tan de cuenta ni venir tan señalados, no particularizo mas que traian, porque los que volvieron no vestian seda ninguna mas de cadenas de oro, y muchos cabos y birretes y botones de oro, y buenos caballos; y los que pasaron la raya, aunque tenian especial licencia del Rey para traer terciopelo, pero no hicieron gastos extraordinarios mas de sus sayos de terciopelo llanos, y chapeos de raso y tafetan negro con cabos de oro.

lo

Traia la Princesa nuestra Señora catorce lacayos vestidos de carmesí, con unos chapeos de seda verde que son sus colores, y otros ocho monteros con capotines verdes, y sus chaquetas coloradas de paño debajo. Traia cuatro meninos muy pequeños, cada uno con su librea, porque era á costa de sus padres á la usanza de Castilla. Venian con ella catorce damas, las diez portuguesas y las cuatro castellanas; la una hija de D. Juan de.....Señor de Moron: llámase Doña María de Velasco y muy privada de la Princesa, que se ha criado con ella desde niña: tiene buena gracia y es muy desenvuelta, y al dicho de muchos la mas hermosa. La otra es Doña Men

cía de Figueroa, natural de Madrid : la otra es hija de Luis Sarmiento, caballerizo mayor, y la otra hija de Lope Hurtado de Mendoza. Las otras portuguesas no las conozco de nombres ni por hermosas. Venian todas bien aderezadas porque no las comprende la maldicion de la premática por ser damas de la Reina. Traia así mismo menestriles altos y bajos, y acompañáronla hasta acá · por mandado del Rey cuyos son.

Venia con su Alteża un enano de estatura monstruosamente breve, y con una cara hórrida y grande, vestido un capirote magistral de terciopelo negro aforrado de raso carmesí con un bonete romano en la cabeza, muy grande, y una borla amarilla que cubria toda la copa dél. Dicen que es médico del Rey de Portugal y muy privado suyo: no se le parecian los pies, pues el capirote lo cubria todo y le sobraba mucho. Venia para servir á la Princesa por todo este camino, y despues acordóse que no pasase por su indisposicion, y así se sustituyó otro que agora tiene en su lugar.

Llegada, pues, su Alteza al puesto, salió de la litera en que venia de brocado, y tomó una mula guarnecida de lo mismo de tres altos, con una gualdrapa de lo mismo. Traia vestida una ropa de raso blanco, toda recamada de oro, las mangas muy anchas y aforradas de carmesí, recamadas como lo de fuera, con muchos golpes tomados con puntas de oro, y encima traia una capa castellana de terciopelo morado con unas tiras de oro tirado, y una crespina ó red de oro tocada, y encima della un bonete portugués de terciopelo blanco con unos botones pequeños de oro en las cortaduras. Traia unas arracadas muy pequeñas, y en cada una tres perlas pequeñas. Traia una gorguera de red de oro agorjalada, y

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