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Relacion de la batalla naval de Lepanto.

Sacóse de un códice en folio de la Biblioteca del Escorial, scñalado j-k-7, cuyo "Memorias de Fr. Juan de San Gerónimo.»

título es

(Copiada y remitida por el Bibliotecario del Escorial D. José Quevedo)

Relacion cierta y verdadera del suceso de la armada de la santa liga, desde los veinte dias del mes de setiembre hasta 8 de octubre de 1571. .

Llegó la dicha relacion á este monasterio del glorioso y bienaventurado mártir San Lorenzo el Real, á 8 de noviembre, octava de todos Santos, estando el muy católico Rey D. Felipe, nuestro Señor, en vísperas en el coro con los religiosos del dicho monasterio. Díjose en acabando vísperas en el dicho coro Te Deum laudamus... tañido y cantado, y otro dia siguiente se hizo solemne procesion in gratiarum actione, á todo lo cual estuvo el Rey con mucha devocion.

A los treinta dias de setiembre de 1571 partió la armada de los Molinos junto á Corfú, y llegó á dar al fondo junto á Leguminiza que es en el Albania, un puerto muy capaz y abundante de agua y leña. Vino una fragata de las que habia llevado el Comendador Gil de Andrada á tomar lengua, con cartas suyas, en que avisaba que la armada del Turco estaba metida en el puerto de Lepanto, y que habia enviado sesenta navíos de remo y dos naves á Coron con enfermos, para dejarlos ahí y tomar gente fresca.

El Señor D. Juan envió luego á Marco Antonio Colona que aun quedaba en el puerto de Corfú con este aviso

para que lo mostrase al general y proveedor de venecianos, solicitándoles se diesen priesa á salir del dicho puerto, y procurasen en sus galeras poner alguna gente de aquella fresca, significándoles cuanto importaba un momento de tiempo.

En Leguminiza estuvo la armada por el mal tiempo hasta el miércoles al amanecer, que fueron los 3 de octubre. El primero del mismo mes mandó el Señor Don Juan poner el armada á punto de combatir, y que se señalase á cada uno el lugar que habia de tener para pelear. Hízose así, y escaramuzó el arcabucería un gran rato, y él mismo en persona fué á visitar todas las mas galeras que pudo.

Dos dias antes volvió Gil de Andrada, y no trajo mas lengua de la armada del Turco de la que habia enviado

antes.

A los dos del dicho mes mandó el Señor Don Juan visitar toda la armada, y tomar muestra á todas las galeras.

Miércoles al amanecer á los 3 de octubre, salió el armada del puerto de Leguminiza. El mismo dia á las nueve de la mañana llegó el armada al Cabo Blanco cerca de la Chafalonia, y mandó el Señor D. Juan proveer, y anduvo en persona por una parte y por otra con el Comendador mayor dando órden en como se habian de poner.

Navegóse toda aquella noche, y á las cuatro por la mañana fué á dar fondo á puerto Fiscardo, en la canal de la Chafalonia.

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Este dia á la tarde llegaron á las guardias un berganque venia de Candía, con aviso de como Famagosta se habia dado á partido al Turco á los 20 de agosto, habiendo fallecido el capitan D. Vallon que la tenia en su car

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go; y en lugar de cumplir lo concertado con los de dentro, los habian á todos degollado.

Este dia á la primera guardia trujeron una galeota de griegos de diez y ocho bancos, que dijeron que iban á robar á estos casales de turcos.

A esta hora se acordó que rendida (1) la segunda guardia se partiese de allí el armada la vuelta de las islas de las Escorcheras (2), camino de Lepanto, y ansí se hizo; y á la mañana llegó á la una parte del dicho canal, en la misma isla de la Chafalonia á hacer aguada, donde llaman Valle Alexandri. Estuvo allí por mal tiempo hasta las seis en la noche, que salió. Navegó aquella noche, y otro dia domingo que fueron 7 de octubre por la mañana llegó á las Espercheras (3), y entró por una canal prosiguiendo el viaje de Lepanto para el puerto de Petela.

En llegando á las dichas islas envió el Señor D. Juan personas de recaudo con fragatas en tierra á hacer la guardia en parte do pudiesen descubrir los bajeles que viniesen de enemigos. Al salir de una canal que hace una de las dichas islas caminando la via del puerto de Petela, el que estaba en calces de la galera Real, dió voces que descubria una vela la señal: dende á poco volvió á decir que descubria toda la armada enemiga, y que era en gran número de bajeles.

En el mismo punto mandó el Señor D. Juan que saliesen alcances y personas de recaudo, que viesen la armada y la contasen si pudiesen, mirando qué camino hacian.

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(3) Serán las mismas islas de que se ha hablado arriba, que el autor del manuscrito les da ahora distinto nombre.

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En la misma sazon vinieron las guardas que estaban en tierra, y confirmaron que la habian visto la dicha armada.

Luego mandó el Señor D. Juan disparar una pieza de artillería, y hacer las otras señales que estaban ordenadas para la batalla, á tal que toda la armada se pusiese en órden de pelear. El se embarcó en una fragata con solo D. Luis de Córdova, su caballerizo mayor, y el señor Juan de Soto, y fué reconociendo el armada dando priesa á las galeras que caminasen, animando á los soldados á la batalla, certificándoles la vitoria, acordándo– les que iban á pelear por Dios, y diciéndoles otras palabras á este propósito. Y porque segun el apuntamiento ú órden que se habia tomado para pelear, las seis galeras de venecianos se habian de poner delante las escuadras de la batalla y del cuerno derecho y siniestro, dos galeras por escuadra, á tal que con la furia de la mucha artillería que tienen pudiesen romper el órden de las galeras de los enemigos, fué el Señor D. Juan mismo á hacer venir las galeras que tocaban á su escuadra, y dió mucha prisa á que se pusiesen en su lugar como se pusieron en mucha presteza, enviando hombres de mucho recaudo con fragatas á solicitar á Juan Andrea Doria, que traia el cuerno derecho, y á Agustin Barbarigo, proveedor general de venecianos, que traia el cuerno siniestro, que sacase cada uno sus galeras fuera de la ordenanza conforme á la órden que tenian, y ellos se pusiesen en batalla y caminasen muy poco á poco estrechando la órden, y recogiendo las galeras juntas todo lo que fuese posible.

Dada esta órden se volvió el Señor D. Juan á la galera Real, pasando por las popas de todas las galeras que

encontraba, y ordenando á los capitanes de ellas que caminasen por órden, y animando á los soldados á combatir, los cuales todos cierto le respondieron con grandísima demostracion de contento, placer y alegría.

Llegando el Señor D. Juan á la Real, pareciéndole que los otros dos cuernos del armada no caminaban en órden envió al Comendador mayor de Castilla con la fragata, que mandase á las galeras de los dichos cuernos lo que habian de hacer.

Envió así mesmo á Marco Antonio Colona que procurase que la banda de galeras que caian cerca de la capitana de su Santidad en que él iba, y las otras que le pareciese, se ordenasen y caminasen poco á poco unidas.

En esto la armada del Turco caminaba con la misma órden que iba la nuestra, porque no vino á la batalla en forma de media luna como es costumbre, sino que repartieron sus galeras en tres escuadras de la misma manera que iba la nuestra.

En este comedio caminaban la una y la otra en órden de batalla poco a poco, y el Señor D. Juan iba con harta á pena porque no acababa de llegar el Marqués de Santa Cruz que quedaba de retaguardia, y D. Juan de Córdoba que habia venido de vanguardia por haber descaido con ocho galeras que llevaba, á las cuales el Señor D. Juan envió á solicitar con fragatas que se diesen prisa á caminar.

Llegáronse las doce del dia, en el cual tiempo las armadas se juntaron á tiro de cañon, y las cuatro galeras de las seis estaban ya en el lugar que se les habia señalado.

Tambien llegaron el Marqués de Santa Cruz y D. Juan de Córdoba con sus escuadras á la sazon que era menester.

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