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Real del Turco hasta el árbol por los de la Real de S. M.; pero fueron ambas veces rebatidos della por el mucho socorro que de turcos le entraba hasta la proa Real que tenia á su cargo el maestre de campo D. Lope de Figueroa, y viniendo á dar socorro D. Bernardino de Cárdenas que le tenia á su cargo en la galera Real, aunque primero lo hizo D. Miguel de Moncada con la gente que tenia para ello desde el principio sin faltar punto, fué á la proa llevando consigo al castellano Salazar, y llegando cerca le fué dado un esmerilazo sobre la rodela fuerte que traia, tan recio que aunque no la pasó del todo, le derribó, de que murió otro dia por la mañana.

Tenia á su cargo el fogon D. Pedro Zapata, de la cámara del Señor Don Juan, desde donde hizo mucho daño con los arcabuceros, y hubo tal arcabucero que descargó cuarenta veces el arcabuz. D. Luis Carrillo tenia el esquife haciendo el mismo efecto con gran diligencia. El Conde de Priego, su padre, estaba con el Señor D. Joan en el estanterol, y D. Luis de Cordova, D. Rodrigo de Benavides, D. Joan de Guzman, D. Felipe de Heredia,. Rui Diaz de Mendoza y Juan de Soto: el Comendador. mayor de Castilla estaba á ratos con el estandarte y á ratos con el Señor D. Juan, los cuales mandaban y atendian al pelear con gran valor.

Al cabo de hora y media que se combatia fué Dios servido dar la victoria á la Real de S. M. de la Real del Turco, degollando al Basá con mas de quinientos turcos, y derribados los estandartes y enarbolada la cruz. A este tiempo las galeras vecinas á la Real, las que no habian vencido acabaron de entrar las de los enemigos que habian tenido cargo de combatir. Una galera de las prin

cipales vino á combatir la Real de S. M., la cual fué presa como la del Basá.

El Señor Don Juan mandó gritar la victoria, y por el consiguiente lo hicieron las demas galeras, y se iba á esta sazon conociendo la victoria clara en favor de la armada cristiana. El Comendador mayor de Castilla acordó con el Señor D. Juan que se fuese á socorrer el cuerno diestro con los generales del Papa y Venecia, los cuales ayudaron sín duda mucho á la Real del Señor D. Juan, que como dicho es, cargaron siete galeras y galeotas sobrella metiendo socorro en la del Basá en gran cantidad, y con las otras galeras que habian estado cerca y las demas que se pudieron recoger, porque allí parecia habia gran número de enemigos, y de camino iban cañoneando y rindiendo galeras que fueron muchas. Habia un gran golpe de galeras en aquella parte de los enemigos que no habian peleado, y algunas de las de la liga que no estaban tan adelante como era menester. Joan Andrea que en su galera llevaba á Octaviano Gonzaga y á Vicencio Vitelli, habia peleado muy bien con algun número de las de los enemigos: arrancó con los suyos contra ellos valerosamente llevándolas de vencida, Ꭹ viniendo la de los hijos del Basá á imbestir en ellas buscando á su padre, la capitana del Comendador mayor la imbistió y fué muy sangrienta la batalla por ser aqueHa galera de gente principal. En la del Comendador iba el hijo del Conde de Castellar y D. Juan de Velasco, y muchos caballerros principales, así castellanos como catalanes, con el capitan della Alejandro Torrellas, y fué rendida.

La capitana de Malta que era el cabo del cuerno diestro del de la batalla del Señor D. Juan, habiendo sido

imbestida de tres galeras por no haber cerrado las galeras que estaban cerca della, el Rey de Argel pasando por cerca della que andaba á la mira, conociendo el estandarte, envió tres galeras mas con que la entraron, porque hasta entonces ella estaba de mejoría, y degollaron los que en ella habia. Dos galeras de la religion que con tres del Turco combatian tomando gran corage de ver lo que habia pasado en su capitana, entraron las tres habiendo muerto á los turcos della, volvieron á socorrer la capitana, y habiéndola quitado á los enemigos hallaron á todos los de dentro muertos, excepto el general herido de tres malas heridas.

y

El Señor D. Juan yendo al socorro, halló á D. Juan de Cardona, general de las galeras de Sicilia, en gran estrecho, el cual tenia cargo de descubrir el mar. Habiendo descaido, como dicho es, yendo á descubrir un puerto con ocho galeras, volviendo con cuatro al tiempo que se comenzaba la batalla, llegando á el lugar que le tocaba y hallándole muy abierto, de manera que abierto, de manera que venian á pasar quince galeras del enemigo, viendo el daño que podria resultar se afrentó con ellas, donde peleó sin que le entrase ninguna, entreteniéndolas hasta que la Real comenzó á socorrer, con el cual socorro fueron tomadas las galeras. Llevaba D. Juan de Cardona en su galera al Marqués de Avolo y otros señores sicilianos, á D. Enrique de Cardona, D. Joan Osorio, el maestre de campo del tercio de Sicilia D. Diego Enriquez, el cual de su tercio tenia en las galeras quinientos españoles, de los cuales no quedaron cincuenta sanos, ni oficial alguno. Como el Señor D. Juan llegó al cuerno diestro, los enemigos viendo aquel número de galeras que iba sobrellos, y que la del general era perdida, se comenzaron á

esparcir huyendo, y las que venian con el Señor D. Juan iban rindiendo y tomando las que topaban; y habiendo desembarazado este cuerno el Señor D. Juan con las galeras que le seguian, dió vuelta al cuerno izquierdo que estaba á la parte de tierra firme donde habia golpe de galeras enemigas, juntas las cuales como le vieron venir á larga boga comenzaron á huir, y metióse tanto adelante en ellas que si no fuera porque ya llevaban tanto temor que no osaban volver el rostro, pudieran hacer daño á la Real y á las de Juan Andrea y Marqués de Santa Cruz que se habian adelantado. Y viendo el Señor D. Juan que se iban estas galeras y entre ellas Ochialí, que habiendo hecho trinquete huia, fué navegando á remo juntamente con las dichas galeras la vuelta del mar, porque los enemigos no pudiesen doblar una punta; pero por haberse adelantado Juan Andrea Doria y el Marqués de Santa Cruz y ganádosela, que fué causa que casi todas las galeras que eran mas de treinta que habia, excepto ocho ó nueve que se hicieron mas al viento y eran mejores bajeles imbistieron en tierra y se salvó la mayor parte de la gente á nado. No se siguieron mas las galeras que se iban, porque anochecia y la chusma iba cansada y medio desarmadas nuestras galeras della, por la mucha gente de remo que se habia sacado de la cadena para pelear.

Por esta parte el cuerno siniestro que era de Agustin Barbarrigo habia peleado muy bien y asimesmo su persona con grandísimo valor contra Siroco que era el què tenia el cuerno diestro del enemigo, como está dicho; pero por desgracia fué herido en un ojo de una flecha que le atravesó casi la cabeza de que murió al siguiente dia.

Antonio Canale y Marco Ovizini, personas de mucho valor y esperiencia, pelearon valerosamente resistiendo

la fuerza del enemigo. Andrea Barbariso, persona de gran esfuerzo, murió haciéndolo tan esforzadamente que siempre quedará memoria de los dos y de los demas. A este cuerno habia socorrido el Marqués de Santa Cruz que lo habia hecho antes á la Real de S. M., porque cuando estaba mas apretada llegándose una galera capitana de turcos á imbestir por la popa, se le puso delante que no la dejó llegar, y no se apartó della hasta que la entró y degolló todos los de ella. Quedó herida mucha gente de su galera, y recibió el Marqués dos arcabuzazos, de los cuales le defendió la rodela á prueba que traia. Y llegando tambien al socorro del cuerno siniestro otra galera en que iba el maestre de campo D. Pedro de Padilla, D. Pedro Velazquez y muchos caballeros napolitanos, rehaciéndose con otras galeras del Marqués de Santa Cruz, se habia comenzado brava pelea. D. Martin de Padilla con su capitana hizo muy notables cosas en el socorro en esta galera iba el hermano del Duque de Infantadgo y otros muchos caballeros españoles, que rindió en tres veces tres galeras que le imbistieron la suya. Con la venida del Señor D. Juan se acabó, como dicho es, de rendir las galeras enemigas, como lo hicieron las demas galeras de su Santidad y de venecianos y las de S. M., que quedaron atras las galeras y galeotas del enemigo. Recogióse el Señor D. Juan por ser ya noche con todas las galeras que con él venian, y envió luego órden á las demas de la armada que hiciesen lo mismo. Todas las galeras capitanas de la armada lo hicieron singularmente, y hubo algunas que rindieron dos galeras y tres: todas remolcaron galeras rendidas.

En el márgen se halla escrito lo siguiente: “La victoria naval: la memoria que el Señor D. Juan prometió en su carta.» Nota de Don Juan Sans y Barutell.

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