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y aunque con todo esto se alzan á su mano, para tenerlos aliados y seguros que otra cosa no hiciesen, D. Alonso de Córdoua les dió mucha cantidad de paños, sedas, lienzos y dineros. Sabido esto por el rey de Tremecen, Muley-Mahamet, como estos Xeques tenian este concierto, acordó de tratar con ellos de manera que faltasen lo que concertado tenian, y como son infieles, aunque gente de calidad, como ya dijimos, no tuvieron en mucho la palabra y concierto que con D. Alonso de Córdoua tenian, quebrantando la fe y palabra que le tenian dada, segun su ley; y conociendo esto el rey de Tremecen, y que fácilmente con dádivas los podria atraer en su servicio, ofrecióles y dióles buena cantidad de dinero á cada uno de estos Xeques ya dichos, y tuvieron secreto este concierto, y siempre certificaban al Conde que su venida y socorro seria cierto, y así cada hora los esperaba el Conde en Orán, y desta manera tuvieron algunos dias engañado al Conde hasta que se les sintió la traicion; y como de allá no hobiese ningun remedio de bagaje, como se esperaba, lo cual era más necesario y en más tenido que sus personas, determinóse la partida sin más esperarlos, y ésta fué la causa de faltar el bagaje, por donde no se

llevó tanto bastimento como se llevara si los hobiera; y de aquí el rey de Tremecen tuvo por muy cierto que no podria partir el Conde con su ejército por falta de bagaje en que se llevase el bastimento, y no estaba muy engañado, porque llevar lo que se llevó, y con tan poco bagaje, más parece milagro que cosa hecha de hombres, así por ser el tiempo tan trabajoso de aguas y lodo como era: de manera que cada soldado llevaba su comida y sus armas, y no hacia falta á lo que era necesario en la guerra, de donde se infiere cuán honrada gente era la que en esta jornada se halló, y como la virtud de los españoles, no sólo resplandece en el esfuerzo y pelear, mas aún en los otros trabajos concernientes á la guerra.

CAPÍTULO XX.

De como el Conde mandó á mí, el autor, que predicase en el campo y encomendase la honra de Dios, y que no blasfemasen, y de cómo partió el avanguardia camino de Tremecen.

Sábado, luego, siguiente, á 27 del mes de Enero, por la mañana, dijimos misa en

la tienda del muy ilustre señor conde de Alcaudete, y les prediqué yo, encomendándoles la paz y que no blasfemasen, porque esto es lo que su Señoría siempre nos encomendó que les encargásemos, y que en esto no se descuidasen, y lo que el Conde por ellos hacia, y mea voce respondieron que, cuando otra cosa no tuviesen, las camisas venderian por servicio del Conde. Este dicho dia amanecieron junto al castillo de Razarcazar seis tiendas de alárabes, con sus mujeres é hijos, vacas y camellos, que venian en servicio del Conde, de lo cual todos nos alegramos. Mandó su Señoría este dia ya dicho dar la municion de alpargates á las compañías, lo cual mandó librar á D. Alonso de Villaroel, Maestre de campo, y daba su cédula cada Capitan, conforme á la necesidad que tenia y gente que cada uno en su compañía llevaba, porque de todo mandaba su Señoría fuesen los soldados muy bien proveidos, y así lo encargaba á sus Capitanes. Esto hecho, este dia, á hora de las dos de la tarde, se levantó el avanguardia, en la cual iban 13 banderas, y con ellas 3.000 hombres y más, y D. Alonso de Villaroel por Maestre de campo con ellos, y comenzaron á marchar la vía de Tremecen á un rio pequeño y muy buena estancia,

que está de Orán dos leguas y media, que se llama Mezerguin, lugar de muchas arboledas y algarrobos y palmares, porque los otros dos tercios del campo estaban muy ocupados en traer bastimentos de Mazalquivir.

CAPÍTULO XXI.

De cómo el Conde mandó subir el artillería de la puerta de Tremecen al Real, para la partida.

Otro dia, domingo de sexagésima, que se contaron 28 de Enero del dicho año, á la hora de las ocho, el muy ilustre señor conde de Alcaudete bajó del alcazaba al monesterio de Sancto Domingo, y rescibió el Sanctísimo Sacramento, con su hábito blanco de capítulo vestido, con mucha devocion, como bueno y católico cristiano, porque, como ya dijimos, él habia comulgado en la cibdad de Cartagena en Sant Francisco. Manda luégo echar bando á recogerse todos al Real, el cual estaba sentado á la Torre de los Sanctos, en aquellos llanos, y se subió el artillería de la puerta de Tremecen y toda la municion al Real, lo cual todo fué hecho con

mucha presteza, y fué subida la casa del Conde á sus tiendas, y muy á punto todo para la partida de otro dia. Luégo, el lúnes, que se contaron 29 del dicho mes, bien de mañana, salió su Señoría al campo de partida, y con él el rey de Tremecen Muley Babdila, el cual llevaba una rica marlota de terciopelo verde, y un capellar de grana, y un sombrero de terciopelo negro sobre la toca, y una espada dorada con vaina y cinta de terciopelo verde, con su estandarte delante, y así caminamos con mucha fatiga, por ser el tiempo recio de aguas, y fuimos á pasar la noche á las huertas de Tenecelme, con harto trabajo, porque toda la noche llovió, y porque al tiempo de nuestra partida nos faltó el carruaje. Fué necesario á los soldados llevar su bastimento acuestas, cada uno para ocho dias; y porque no faltase, los de caballo, en los arzones delanteros, cada uno llevó su costal, y el ilustre señor Conde fué el primero que tomó su saco de biźcocho y lo llevó todo aquel dia, y todos los otros caballeros, y el que esto no llevaba, llevaba un trozo de escala; de manera, que por falta de carruaje determinó su Señoría de dejarse el artillería, y plugo á Nuestro Señor, como adelante se dirá, que no fué menester. Otro dia, de maña

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