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el Conde habia venido, envia aquella noche un mensajero el rey de Tremecen, Muley Mahamet, en que le ofrecia á su Señoría 200.000 ducados porque no pasase adelante; y su Señoría dijo y dió por respuesta que, aunque le diesen todo el reino de Tremecen por suyo, ni á toda Africa, no dejaria de hacer la jornada; y estos 200.000 ducados que los pagaria el dia que el Conde señalase.

Otro dia, mártes, mandó el muy ilustre señor Conde salir la gente toda al campo, y junto á la Torre de los Sanctos estaba su tienda armada, y otras con ella, y mandó que las banderas y Capitanes durmiesen fuera, y así lo hicieron, y pusieron guardas por sus cuarteles y centinelas, de manera que se comenzaron á ensayar en lo que habian de padescer. Este dicho dia comenzaron á venir algunos alárabes, porque fué el primer Xeque que vino Hamet Abdalá, con 20 de á caballo y 27 camellos. Asimismo se mandó este dia subir el artillería de la marina á la puerta de Tremecen, la cual subieron los soldados con unas cuerdas de cáñamo, muy alegremente, y todos muy ocupados en armas y reparos, proveyendo vituallas y bestias para que fuesen, así el muy ilustre Capitan general como D. Alonso y todos

sus hermanos; aunque nos hace mucha falta una nao urca que hasta hoy, que se cuentan 25 de Enero, no es venida, ni se sabe della, en que venian 1.500 arcabuceros y 2.000 picas, y 900 soldados. Tráigala Nuestro Señor, y ayúdele su nombre, que es Sancta Ana. Tenemos todos esperanza en Nuestro Señor Jesucristo, y en la Vírgen, Nuestra Señora, y en Señora Sancta Ana, pues tiene su nombre, que la librareis del agua del mar, y traerán en salvamento. Y digo que más necesidad hay de la municion que la nao trae y el bastimento que de la gente, porque, tenemos mucha, aunque si viniese seria muy bien recibida. Ayúdele Nuestro Señor.

CAPÍTULO XVIII.

De otro segundo mensajero que el Rey envió al Conde, y de las cosas que sobre este mensajero acontecieron.

Miércoles, en la noche, que se contaron 26 del dicho mes de Enero del dicho año, le ofrecieron al ilustre señor Conde, de parte del rey de Tremecen, 400.000 ducados porque cesase esta sancta jornada.

Dádiva era esta, por cierto, que á cualquier vara, por mucha rectitud que tuviera, la hiciera doblar, y áun por ser el ofrecimiento de tanta cantidad, puso escándalo entre los soldados pensando que el Conde lo hiciera; y su Señoría luégo, jueves, á 27 del dicho [mes, mandó echar bando por todo el ejército que se juntasen los Capitanes para hacerles su parlamento sobre el caso, el cual fué hacerles saber lo que le ofrecian, y haciéndoles cierto que en ninguna manera haria lo tal, aunque el rey de Tremecen le diese todo el reino, y junto con el reino todos los tesoros del mundo, y que esto tuviesen por muy cierto, y que les rogaba y encargaba tuviesen memoria al amor y voluntad con que los amaba, y con qué entrañas les daba todo lo que podia; que hiciesen como buenos españoles, y que sólo por este amor, y para cumplir la palabra que les habia dado, él la quiere efectuar y complir, y ningun interese con ellos mirar, que así lo hiciesen.

E yo, como testigo de vista, digo que el ilustre señor D. Alonso de Córdoua me mandó que subiese al real, á la Torre los Sanctos, donde estaban las tiendas armadas, y dijese misa, y de su parte se lo certificase, y yo lo hice así, y dije misa dentro

de la tienda del Conde por el grande aire que hacia, alzados los paramentos de los lados de la tienda porque pudiesen ver misa y oir el parlamento, y yo se lo certifiqué, y muy alegremente todos respondieron, los que se hallaron presentes, aquello que dijo Sancto Tomé á los otros Apóstoles: Eamus et moriamur cum illo, que dice: << Vamos y muramos con él.»; que los trabajos de las noches pasadas no los tenian en nada, mas que me rogaban suplicase á su Señoría de su parte fuese breve la partida, y así se hizo. Cosa digna de memoria, que faltándonos los carruajes, y no pudiendo con barcas tomar la costa de Orán, era necesario proveer los bastimentos que estaban en las naos, y la mar andaba brava, fué forzado se proveyese de manera que los bastimentos viniesen en los hombros de los soldados y caballos. Iban todos con tanto ánimo y placer, que era maravilla ver aquellas compañas con sus banderas, cada uno venir en ordenanza con su saco de bizcocho en los hombros, otros en los arcabuces, otros en las picas, y los caballeros en sus caballos en las sillas, un saco de una parte y otro de la otra, y ellos á pié, desde el mayor hasta el menor, y muy alegres, y así entran este dia en Orán.

CAPÍTULO XIX.

De los tratos y confederacion que Don Alonso de Córdoua hizo con el xeque Guirref y el Haxei, y los del linaje de Muça-ben-Abdalá.

El ilustre señor D. Alonso de Córdoua, primogénito hijo del Conde, residiendo en la cibdad de Orán, en nombre del Conde, su padre, visto que el Conde era venido en España á dar órden á este negocio y efecto desta sancta jornada, como ya en el capítulo pasado digimos, etc.: en'tretanto que el Conde estaba ocupado en los negocios ya dichos, y en las gentes que consigo habia de llevar, trató el dicho señor D. Alonso, é hizo concierto con el xeque Guirref y con los del linaje de Muça-ben-Abdalá, y con el Haxei, que son Xeques y linajes muy principales y poderosos; y el concierto fué que serian amigos aliados con el Conde, y ayudarian con mucha cantidad de camellos y otras bestias de carga para llevar el bagaje y gente de caballo, con todo lo cual vernian á servir en la jornada ; y porque estos Xeques son alárabes y amigos que les den,

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