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nunca vista en esta tierra; estaba la nieve tan alta, que estaban los montes cubiertos. Yo he hablado con hombres que há veinticinco años que están en esta tierra y nunca tal han visto. No pasaron tres dias que luégo vino la nueva como las cinco naos que en compañía de la Capitana habian quedado, estaban en un puerto que se llama Arzeo, siete leguas de Orán, en el cual estuvieron más de seis dias, porque el viento les era contrario, de manera que les fué forzoso, lo mejor que pudieron los Capitanes y sus soldados, desembarcar, constreñidos por la necesidad de vituallas, aunque luego fueron visitados por los alárabes de la tierra, pensando que dieran al través. Esto digo, porque su Señoría proveyó que se le diesen dos doblas á un moro que llevase una carta de aviso á los Capitanes, haciéndoles saber como el armada era llegada al puerto; y dijo el moro que no pudo llegar por los muchos alárabes que estaban en tierra. Visto esto por el muy ilustre señor Conde, mandó á D. Alonso Hernandez de Córdoua, su primogénito hijo, fuese con mucha gente de caballo y de pié á traerlos; y la gente que llevó fueron 150 de caballo y 3.000 peones, pocos más ó ménos, y las gentes del campo

que en tierra estaban desembarcaron, á pesar de los alárabes. Venian marchando á Orán. D. Alonso, con toda la gente, topó con ellos á una legua de Orán, y así, se volvieron, aunque si no se hubieran levantado catorce aduares de alárabes que llevaban espiados, ellos hicieran buen principio de guerra, y digo que si no fuera por ir tan crecido el rio de Chiquiznaque, D. Alonso de Córdoua, con la gente que llevaba y las de las naos tomaran á Mostagan muy á su salvo. Luego, en estos dias, vino la nao que habia quedado en Málaga de la paga, en la cual venian 1.200 hombres que quedaron por embarcar, y D. Jerónimo de Córdoua por General dellos, y otros dos navíos de Cartagena, en los cuales vino D. Martin de Córdoua, Señor del Albayda, primo hermano del muy ilustre señor Conde con tres banderas, en las cuales habia número de 800 hombres, como en el capítulo siguiente se hará relacion.

CAPÍTULO XIV.

De cómo D. Martin de Córdoua, Señor del Albayda, fué á esta sancta jornada, y de la gente de guerra, armas y bastimentos que consigo llevó, y otros aparejos de guerra.

Como ya en el capítulo pasado se hizo relacion que D. Martin de Córdoua, Señor del Albayda, propuso de poner en efecto esta sancta jornada, despedidos todos sus negocios, este buen caballero, pospuesto el temor de su mala dispusicion, y el amor de su mujer y casa, y de una sola hija muy amada que tiene, y el abundancia de los muchos bienes que Dios le dió, y los regalos suficientes de su casa, poniéndolo todo en olvido para poner en efecto su camino, miércoles, á tres dias del mes de Enero de 1543 años; salió el dicho D. Martin de Córdoua de su casa y cibdad acompañado de sus criados y deudos, los cuales fueron con él vestidos de grana, que es su librea, entre los cuales iban 30 ballesteros vestidos de la misma color y librea, y seis mozos de espuelas, y tres pajes, la vía de Cartagena, pensando poder alcanzar al

Conde; y digo, como testigo de vista, que estando embarcado el Conde en su nao genovesa, á 7 del dicho mes de Enero, estaba muy apasionado y enojado el Conde con ver la tardanza que su primo Don Martin hacia, y no sabia qué le pudiese haber sucedido, y así mandó luégo que se dejase en el puerto recaudo, y para esto mandó, en presencia mia, á D. Diego Fernandez de Córdoua, su segundo hijo, tuviese mucha vigilancia en que tuviese todo aparejo de naos para cuando D. Martin de Córdoua y su gente llegasen al puerto, que no hubiese dilacion alguna para su embarcamento, y así se hizo.

Fué la causa de tardarse tanto el dicho D. Martin, dos cosas: la una, que luego que el Conde se volvió á su villa de Montemayor, hizo sus bastimentos, así como es vino, bizcocho, tocino y cecinas de vaca, y otras muchas cosas comestibles, de tal manera, que fué la cantidad tan crecida, que no sólo bastó para su compañía, mas para socorro de muchos soldados, demás de la gente de bien, de caballeros y Capitanes y religiosos que á su alojamiento y tiendas se allegaban; y yo, como testigo de vista, sé que era mucha copia y cantidad, pues era uno dellos, y á otros muchos soldados que con necesidad venian, á los

cuales siempre mandaba dar de su bastimento, sin á ninguno negar nada de lo que habia; y todo esto fué necesario fuese por la vía de Málaga, ántes que él se partiese de Córdoua; y la segunda fué, porque estuvo arrestado muchos dias en una torre y en su posada por ciertas diferencias que habia tenido con el Obispo de Córdoua, las cuales causas le detuvieron, de manera que no pudo llegar al tiempo del embarcamento del Conde, y fué por mejor, que recogió mucha gente, como adelante se dirá.

Caminó el dicho D. Martin de Córdoua, Señor del Albayda, `con mucha velocidad y priesa las más largas jornadas que pudo, pensando hallar al Conde y su armada en el puerto de Cartagena; y cuando llegó á la cibdad de Lorca tuvo aviso como el Conde y su armada eran ya salidos del puerto. Visto esto, deja la litera en que iba y toma la posta, y de tal manera anduvo, que llegó muy temprano aquel dia al puerto de Cartagena, con mucho cuidado y enojo de ver partido al Conde; y luégo mandó aderezar la principal cámara de un galeon pequeño que allí estaba, y tomó tres carabelas y dos corchapines y un barco sevillano, en los cuales se embarcó el dicho D. Martin y mucha gente y

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