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cera tenia, con una vela encendida, rezando muchas oraciones á Nuestra Señora y á los Sanctos; y yo, con otros reverendos padres, frailes de Sant Francisco, que su Señoría en esta jornada traia consigo, rezando los psalmos penitenciales, con sus letanías; é yo oia cómo su Señoría respondia á toda la letanía, y esto hacia muchas veces. Estuvimos en aquel puerto del Jub aquel dia entero, pensando que el armada viniera, porque se habia quedado en Cabo de Palos: tomaron allí agua las naos; salimos otro dia al cuarto del alba, y anduvimos la costa de España, hasta el Cabo de Gata, pensando topar con el armada; y de allí refrescó el viento, y con gran pujanza de viento atravesamos la mar, y allí vino otra borrasca harto peligrosa, y mucho, porque, en verdad, nos puso en harto peligro y trabajo, en tanto, que echaron de las naos muchos caballos á la mar, por el gran trabajo en que se vieron. Venido el dia, miramos por las cinco naos que con la Capitana venian, y hallámonos solos en el Golfo, sin saber adonde podian haber aportado, porque segun fué la tempestad de la noche pasada, pensamos todos no hubiesen peligrado; y así, venimos á árbol seco en nuestra Capitana aquel dia, con harto dolor y pena ver una armada

tan excelente, separada, y no saber della. Contemple el lector qué tal estaria el corazon de nuestro Capitan general.

CAPÍTULO XIII.

De como vimos tierra de Orán, y desembarcó el armada en Mazalquibir, y de la nueva que el Conde tuvo de las naos que faltaban del armada.

en

Otro dia, mártes, de mañana, divisamos el aguja de Orán; y porque estaba el cielo muy nublado, y sobre la tierra gran neblina, con harto trabajo se pudo conoscer la tierra; y así plugo á Nuestro Señor que venimos en salvamento al puerto de Mazalquivir, en el cual hallamos á Don Francisco de Córdoua con su armada, la entrada. Se hizo gran alegría y recibimientos con muchos tiros que el castillo de Mazalquivir tiró y todas las naos, y la Capitana entró llena de estandartes y banderas, tocando las trompetas y atambores que en ella venian; y así salió en tierra el Conde, y nos desembarcamos todos, porque los soldados de las otras naos ya estaban en tierra, y los más en Orán. Cosa

nunca vista en esta tierra; estaba la nieve tan alta, que estaban los montes cubiertos. Yo he hablado con hombres que há veinticinco años que están en esta tierra y nunca tal han visto. No pasaron tres dias que luego vino la nueva como las cinco naos que en compañía de la Capitana habian quedado, estaban en un puerto que se llama Arzeo, siete leguas de Orán, en el cual estuvieron más de seis dias, porque el viento les era contrario, de manera que les fué forzoso, lo mejor que pudieron los Capitanes y sus soldados, desembarcar, constreñidos por la necesidad de vituallas, aunque luego fueron visitados por los alárabes de la tierra, pensando que dieran al través. Esto digo, porque su Señoría proveyó que se le diesen dos doblas á un moro que llevase una carta de aviso á los Capitanes, haciéndoles saber como el armada era llegada al puerto; y dijo el moro que no pudo llegar por los muchos alárabes que estaban en tierra. Visto esto por el muy ilustre señor Conde, mandó á D. Alonso Hernandez de Córdoua, su primogénito hijo, fuese con mucha gente de caballo y de pié á traerlos; y la gente que llevó fueron 150 de caballo y 3.000 peones, pocos más ó ménos, y las gentes del campo

que en tierra estaban desembarcaron, á pesar de los alárabes. Venian marchando á Orán. D. Alonso, con toda la gente, topó con ellos á una legua de Orán, y así, se volvieron, aunque si no se hubieran levantado catorce aduares de alárabes que llevaban espiados, ellos hicieran buen principio de guerra, y digo que si no fuera por ir tan crecido el rio de Chiquiznaque, D. Alonso de Córdoua, con la gente que llevaba y las de las naos tomaran á Mostagan muy á su salvo. Luégo, en estos dias, vino la nao que habia quedado en Málaga de la paga, en la cual venian 1.200 hombres que quedaron por embarcar, y D. Jerónimo de Córdoua por General dellos, y otros dos navíos de Cartagena, en los cuales vino D. Martin de Córdoua, Señor del Albayda, primo hermano del muy ilustre señor Conde con tres banderas, en las cuales habia número de 800 hombres, como en el capítulo siguiente se hará relacion.

CAPÍTULO IT.

De come D. Martin de Cordoua. Señor de: Alberia. fué à esta sancta jornada, r de la gente de guerra, armas bastimentos que consigt Levó. y otros aparejos de guerra.

Como ya en el capitulo pasado se hizo relacion que D. Martin de Córdona, Señor del Albayda, propuso de poner en efecto esta sancta jornada, despedidos todos sus negocios, este buen caballero, pospuesto el temor de su mala disposicion, y el amor de su mujer y casa, y de una sola hija muy amada que tiene, y el abundancia de los muchos bienes que Dios le dió, y los regalos suficientes de su casa, poniéndolo todo en olvido para poner en efecto su camino, miércoles, á tres dias del mes de Enero de 1543 años; salió el dicho D. Martín de Córdoua de su casa y cibdad acompañado de sus criados y deudos, los cuales fueron con él vestidos de grana, que es su librea, entre los cuales iban 30 ballesteros vestidos de la misma color y librea, y seis mozos de espuelas, y tres pajes, la vía de Cartagena, pensando poder alcanzar al

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