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É

cuerpos. como vos con los otros de vuestro linaje la defendistes del poder de los moros enemigos de la fe, cuando aquí vinieron con D. Pedro, el tirano hereje, é con el Rey de Granada para la destruir y matar cuantos aquí estábamos en servicio de Dios y defendimiento de la cristiandad sy católica, por vengar del su falso corazon; é como siempre amastes, y honrastes á la iglesia, y quisistes defender y acrecentar los privilegios y libertades della, entendiendo que lo queredes llevar adelante, é como la iglesia es honrada siempre y doctada con los enterramientos de los grandes, tales como vos, etc.>>

Mendoza. Muy honrada cosa es esa, y aunque no es muy pública, tiene harto de buen premio la grande hazaña, en estar así tan testificada y engrandecida.

Guzman. Tambien está muy certificada y celebrada en otra escriptura del Obispo, mas basta la pasada.

Mendoza. No basta, segun pone golosina de oirla lo bueno de la pasada, decídnosla, si tambien la sabeis de coro, que ofrezco con el Sr. Navarrete, que holgará con ella.

Navarrete. Sí holgaré.

Guzman. Creo me acordaré bien della, por ser poco diferente de la otra, dice

así: «Sepan cuantos esta carta vieren, como nos D. Andrés, por la gracia de Dios y de la Santa Iglesia Romana, Obispo de la muy noble ciudad de Córdoba, con consentimiento del Dean y Cabildo de nuestra iglesia, siendo ayuntados en el Cabildo de nuestra iglesia sobre grandes tratamientos sobre esto que se sigue, conociendo como vos D. Alonso Fernandez de Montemayor, Adelantado mayor de la Frontera, por nuestro señor, el Rey, nos habedes hecho buenas obras y honras, y mucho servicio á nos en la nuestra iglesia; é como aquellos onde vos venides se acertaron en ganar esta ciudad, es en la dar en las manos de los cristianos, porque el nombre de Dios en ella fuese loado, derramando por ello mucha sangre de sus cuerpos; é como con vuestros parientes y los otros buenos desta ciudad, ayuntados con los grandes homes que en ella estaban á servicio de Dios, la defendistes del poder de los enemigos de la fe, cuando aquí vinieron con el Rey de Granada, para la destruir en ayuda del rey D. Pedro. Entendiendo que así lo quereis llevar adelante, honrando la iglesia é acrecentando los privilegios y libertades della, é porque la iglesia es honrada é dotada con los enterramientos de los gran

des y honrados como vos lo sodes, etc.> Y es la data desta escriptura tres años despues de la pasada, á los veinte de Agosto de la era de mil y cuatrocientos y nueve, que es el año de nuestro Redemptor, mil trescientos setenta y uno.

Mendoza. Todo está muy bueno, en el premiarse tan grande hecho, y conservarse tan autorizadamente la memoria dél; mas por haberos divertido señor Guzman (aunque con mucha razon y gusto vuestro), no querria os olvidásedes de lo comenzado: por esto os quiero advertir como decíades como el adelantado D. Alonso Fernandez de Montemayor, fué señor de Andújar, de Bailen, y de Linares y Hornachuelos y otros lugares, ¿pues cómo se perdió todo aquello?

Guzman. Yo os lo diré: Como el Adelantado quiso para sí la capilla de San Pedro, que hoy tienen en esta casa, y el Dean y Cabildo de Córdoba contradíjolo, de manera que el adelantado D. Alonso Fernandez lo mandó matar. En este tiempo, el rey D. Enrique vino sobre el rey D. Pedro, y envióle á decir que se pasase con él, y que lo haria Maestre de Santiago, y otras mayores mercedes. El Adelantado no quiso, aunque se lo aconsejó su hermano Lope Gutierrez de Cór

doba, sino salióse de Córdoba y fuése á Montemayor, que esto se pudo acabar con él. Con esto, el rey D. Enrique quedó mal con D. Alonso Fernandez, y el D. Pedro ya lo estaba, como habeis oido, porque no tuvo la ciudad á su devocion, sino que se salió de Córdoba; pues como prevalesció el D. Enrique, achacaron al Adelantado la muerte del Dean, y con esto tomóle todas sus tierras y á Alcaudete tambien, y estuvo enajenado trece años, hasta que despues, por una batalla que venció á los portugueses, le hicieron merced de Alcaudete. Esto es lo que habeis querido saber.

Mendoza. ¿Cómo una cosa como ésta del Campo de la Verdad, no la escribe el coronista en la corónica del rey D. Pedro?

Guzman. Los coronistas no escriben sino como les pagan, y muchas cosas se callan en las historias que eran dignas de ser escriptas, y esto por falta de los escriptores que tenian en aquellos tiempos; y así no se dice más de que llegaron los moros á Córdoba, y la llegada de Don Martin Lopez, y lo que en esto pasó, y dejóse lo que tanto importaba, ni se sabe si por malicia ó descuido; como han hecho otros escriptores, que han dejado de escrebir cosas señaladísimas de los espa

ñoles que otras naciones las escribieron, y así creo yo fué ésta.

Navarrete. Cierto debe ser esto, porque yo he leido muchas cosas de los reyes de España y de otros particulares, que los escriptores naturales lo callan, ó porque no lo supieron ó por otros respectos.

Guzman. Ello es así sin duda; y así, no hay para qué tratar más desto ni de su hijo Martin Alonso, que defendió á Alcaudete, segun por la corónica del rey Don Juan, parece que, cierto, es cosa notable con el valor que se hubo en ello, y en tomar el castillo de Audita.

Mendoza. ¿Qué castillo es ese que

decís?

Guzman. Yo os lo diré. El infante D. Fernando, que tomó á Antequera, entró en tierra de moros, y síguelo toda la nobleza de España; y estando en esta entrada, supo como en un castillo que se llama Audita, que es en lo de Ronda, habia gente que hacia mucho daño, y envió á Martin Alonso de Montemayor á que lo reconociese; y el dicho Martin Alonso fué allá con su gente y pendon, y escaramuzó con los del castillo, y dióse tal maña, que entró con ellos por fuerza en el castillo; y enviólo á decir al Infante, de que se hubo por ello gran placer, y fué muy

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