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D. Alonso Fernandez, y es su data á los veinte y siete de Noviembre, era de mil y cuatrocientos y seis, y es año del Nacimiento de Nuestro Redemptor, mil y trescientos y setenta y ocho; y en ella, el Dean y Cabildo le dan la capilla para él y para sus descendientes.

Navarrete.

Buena memoria teneis señor Guzman, pues tan particularmente se os acuerda el dia mes y año.

Guzman. Pues porque lo digais de veras, diré tambien de memoria la cabeza desta escriptura, que la aprendí de coro, por ser tan notable.

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Guzman. Comienza así: «Sepan cuantos esta carta vieren, como nos, el Dean y Cabildo de la iglesia de Córdoba, conosciendo como vos D. Alonso Fernandez de Montemayor, Adelantado mayor de la Frontera, por nuestro señor, el Rey, nos habedes hecho muchas buenas obras, ayuntadamente é ayudas que cada uno de nos habemos recebido de vos é de aquellos de donde vos venides. Otrosí, conociendo como aquellos donde vos venides ganaron esta ciudad y la dieron en manos de los cristianos, porque en ella fuese el nombre de Dios loado, derramando en su servicio en la ganar mucha sangre de sus

nándose la gente dijo: «Caballeros, yo salgo al campo á vencer ó morir, el que quisiere seguirme venga, y el otro vuélvase, porque yo tengo de romper dos arcos de la puente para que no haya donde nos acojamos, sino que abramos el camino con las espadas.» Decian los viejos, que se volvieron muchos á la ciudad y otros quedaron; y él, entretanto, hizo derribar dos arcos de la puente; y como tuvo esto hecho, dió la batalla á los moros, tan récia, que los desbarató, y fueron huyendo hácia Castro el Rio, haciendo los cristianos gran matanza en ellos; á la vuelta no habia por donde entrar, y uno le dijo á D. Alonso que él sabia un vado por donde entrasen, y así se llama hoy el Vado del Adalid. Salió á lo recebir toda la ciudad, haciéndole grandísima honra, que, cierto, debe esta ciudad más á esta casa que á otra alguna, por haber su padre socorrido á Castro, y él defenderla de los

moros.

Mendoza. Él la merece muy bien. Pero decid, ¿cómo no eligieron á su primo Gonzalo Fernandez de Córdoba, siendo mayor señor?

Guzman. En aquel tiempo no era ni tanto, porque era del adelantado Don Alonso Fernandez de Montemayor, An

dújar y Bailén, y Salvatierra, y Linares de Baeza, y Hornachuelos, y la puente de Córdoba y la Calahorra, que toda era buena fortaleza, aunque no tal como está agora.

Mendoza. ¿Y tan gran hecho como ese no tuvo algun premio?

Guzman. Las grandes revoluciones de aquellos postreros años del rey D. Pedro, estorbaron ese y otros buenos agradecimientos.

Navarrete. No es maravilla.

Guzman. Todavía la iglesia de Córdoba, como más pacífica entónces, y más señora en su hacienda y en todas sus cosas, hizo lo que pudo en reconocimiento de tan grande y tan universal beneficio. Mendoza. ¿Qué hizo?

Guzman. Dióle á D. Alonso Fernandez para sí y para todos sus descendientes la capilla de San Pedro, donde él y todos se enterrasen.

Mendoza. Mucho fué eso siendo la capilla más principal de toda la iglesia y de tan rica labor de mosáico, y jáspes y mármoles, que pone admiracion á los extranjeros, que con más curiosidad la miran.

Navarrete. Con razon se maravillan, á lo menos los italianos, que viendo el

mosáico de algunas iglesias de su tierra, en España no verán otro sino aquel de la capilla.

Mendoza. Ahora entiendo lo que andando mirando aquella capilla no habia entendido, que la brava tumba de mármol blanco, toda de una pieza que está en medio, tiene travesada en lo alto, de esquina á esquina, la banda esculpida en el mármol con sus dos cabezas de dragos. En esto se parece quién la puso y para quién se puso, pues D. Alonso Fernandez de Montemayor hacia entónces grande estima de la banda, habiéndose dado á su padre por tan grande hazaña de haber descercado á Castro el Rio, y porque yo no lo he mirado os lo pregunto señor Guzman, si hay letras en la capilla que digan, cúya es.

Guzman. Ningunas.

Mendoza. ¿Pues qué memoria hay de ser de D. Alonso la capilla?

Guzman. Dos tan excelentes, que no se pueden mejorar, y decíroslas hé despacio, como ellos lo merecen. Tienen los condes de Alcaudete en su archivo, y la iglesia mayor de Córdoba en el suyo, escriptura en pública forma, la cual yo he visto muchas veces y sacado una copia della, adonde le da la iglesia la capilla á

D. Alonso Fernandez, y es su data á los veinte y siete de Noviembre, era de mil y cuatrocientos y seis, y es año del Nacimiento de Nuestro Redemptor, mil y trescientos y setenta y ocho; y en ella, el Dean y Cabildo le dan la capilla para él y para sus descendientes.

Navarrete. Buena memoria teneis senor Guzman, pues tan particularmente se os acuerda el dia mes y año.

Guzman. Pues porque lo digais de veras, diré tambien de memoria la cabeza desta escriptura, que la aprendí de coro, por ser tan notable.

Navarrete. Eso es más.

Guzman. Comienza así: «Sepan cuantos esta carta vieren, como nos, el Dean y Cabildo de la iglesia de Córdoba, conosciendo como vos D. Alonso Fernandez de Montemayor, Adelantado mayor de la Frontera, por nuestro señor, el Rey, nos habedes hecho muchas buenas obras, ayuntadamente é ayudas que cada uno de nos habemos recebido de vos é de aquellos de donde vos venides. Otrosí, conociendo como aquellos donde vos venides ganaron esta ciudad y la dieron en manos de los cristianos, porque en ella fuese el nombre de Dios loado, derramando en su servicio en la ganar mucha sangre de sus

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