Imágenes de página
PDF
ePub

conquista quien quisiese, ayudando con algo á lo poco que el Conde podia, él hiciera á los reyes de España reyes y señores de lo mejor de África.

Guzman. ¿Tan fácil era eso, que podia el Conde emprenderlo?

Navarrete. No era sino muy dificultoso, á no tener el Conde tan grande ánimo y no tener dado tales trazas en el proceder, con la noticia de la tierra, y con la grande experiencia de las cosas della, que fuera llano el camino; y, cierto, el conseguir lo que deseaba; cuando algunas veces platicaba desto ó mostraba algunos de los memoriales donde lo tenia comprendido y dispuesto, no habia hombre, siquiera medianamente entendido en guerra, con noticia y experiencia de la gente mora, que no se certificase de lo que se prometia; y cuanto más sabíamos de guerra y de las cosas de África, los que así le oíamos razonar, tanto más nos asegurábamos de aquellos sus designios del Conde; y así, satisfacian mucho y daban muy gran contento en la Corte, en el Consejo de la guerra, cuando allí trataba dellos; sino que, demás de andar el Emperador tan ocupado, como ya decia, nunca al Conde le faltaron émulos.

Guzman. La mayor señal de haber

sido muy señaladas las cosas del Conde, es haber tenido esos émulos que despertó en él la envidia, pues ella jamás acomete si no á lo muy grande y ensalzado.

Mendoza. Así lo lamentó el poeta Horacio, y lo vemos cada dia.

Navarrete. Pues con haber el Conde vencido muchas y grandes batallas en África, fué otra gran hazaña haber sucedido en tan diversas partes, y tan dentro de aquella anchísima region; penetró tan adentro, que llegó algunas veces, como vencedor, bien dentro en la Libia, llama. da desierta, aunque no lo es del todo, y vió y paseó buena parte de sus famosos arenales, todo para tener más clara noticia de la tierra, y asegurarse mejor en sus designos.

Guzman. Cosa es esa nunca oida ni escripta desde el tiempo que los Romanos perdieron la última vez á África.

Mendoza. Así es cierto: el llegar allá venciendo con las armas, adonde se tiene por gran cosa que pasasen los mercaderes por la cudicia de sus ganancias.

Navarrete. Pues es otra mayor gloria en esos hechos del Conde haber estado siempre tan falto de artillería, municiones, bastimentos y dineros, que son el todo de la guerra.

Guzman. Así lo dicen.

Mendoza. Y es mucha verdad.

Navarrete. Tambien fué grandísima falta la que tuvo de favor de su Rey, que siendo lo que más importaba, por hacelle sus émulos tanta guerra, que lo que él hacia eran hechos tan claros como el sol, se los escurecian y los enmascaraban de suerte que, cuando llegaban delante del César, no sólo no parecian bien, mas parecian tan mal y de tal color, que eran muy escuros. Sus amigos, que eran pocos, no osaban publicar sus grandezas, que sus enemigos les rechazaban; así se puede igualar con cualquier Capitan, por grande que haya sido, pues conquistar un reino, como he dicho, en Berbería, contra un Rey poderoso y natural señor dél, ayudado de todas las comodidades posibles, fué grandísima cosa, y digna de tener en mucho, y preciarse todos de ser naturales de la tierra que tal hombre produjo. Pues se puede decir, con verdad, que ninguno le pasó y pocos le llegaron.

Mendoza. En cargo os es el Conde, pues dais tal noticia de sus cosas y las celebrais tanto.

Navarrete. Poco tiene él y sus deudos que agradecerme por decir verdad en esto; y en los tiempos venideros se verá más

largo, cuando salgan á luz sus historias, que yo aseguro que hay bien que escrebir, si la envidia de tantos no lo estorba.

Mendoza. Una cosa deseo mucho saber, y es que me digais cuál destas dos casas es la que viene de hijo mayor, porque cada cual alaba sus agujas; yo holgaria de saber lo cierto.

Navarrete. Eso no os puedo yo decir porque no lo sé.

Guzman. Yo he oido muchas veces tratar á mi abuelo esta plática con otros viejos, y áun se me acuerda bien lo que ellos decian.

Mendoza. Pues de esa suerte decídnoslo vos, que el Sr. Navarrete volverá á su historia.

Guzman. Lo que yo he oido á los viejos es, que el Sr. Alonso Fernandez de Córdoba, que fué hijo de D. Fernan Nuñez de Temez, y de Donora, Señora del castillo de Dos Hermanas, Adelantado de Andalucía, que por servicios que hizo al Rey y al Concejo de Córdoba, le hicieron merced de las torres y aldea de Cañete. Este caballero tuvo dos hijos: el uno Martin Alonso, y el otro Fernando Alonso. Martin Alonso heredó al castillo de Dos Hermanas, y á las salinas y las casas de su padre, que son junto á San

Hipólito. Hernando Alonso heredó las aldea de Cañete, que era mejor Dos Hermanas.

torres y

que

Mendoza. ¿Pues quién era dellos el mayor?

Guzman. Eso no lo sé yo, porque en el testamento de su padre, que yo he visto muchas veces, no lo dice; los indicios de ser Martin Alonso el mayor, son grandes, porque quedó en el repartimiento con Dos Hermanas, que fué de su abuela y la casa principal de su padre y abuelo; y así, creo yo que fué éste el mayor.

Mendoza. Eso no lo creo yo, porque claro está que habia de dar el padre al mayor lo mejor de la hacienda, y en dar á Cañete á Hernando Alonso se ve claro que fué el mayor.

Guzman. No os determineis tan presto, que ya habemos visto muchos aficionarse al hijo segundo y dalles cuanto pueden, y así pudo ser esto; y porque no pudo quitalle á Martin Alonso lo que era suyo de derecho, quiso dar al otro lo que le habian hecho de merced, y dejar dos hijos señores de dos castillos que debia de ser en aquel tiempo gran cosa; y así, no puedo yo determinar cuál es el mayor. Lo que sé decir es, que Martin Alonso se casó con Doña Aldonza de Haro, hija de

« AnteriorContinuar »