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ligro de los cristianos y daño de los moros; se tuvo por tan gran hecho como es razon, por lo cual se le quedó el nombre de la hazaña, que fué el dicho, que no le es ménos honoroso el renombre adquirido que el de la cognacion, porque, segun la costumbre de los Romanos, era no tener por hombre señalado el que no tuviese renombre ganado por su persona.

Este buen caballero casó con Doña María García Carrillo, hija mayor de D. Gonzalo Hernandez, Señor de la casa de Aguilar, y hubo della un hijo que se llamó Alonso Hernandez de Montemayor. Fué tan liberal y tan honrado, que comunmente todos le llamaban el Señor Alonso, y por este nombre era conocido. Éste casó con Doña Elvira Ponce de Leon, hija mayor del Conde D. Pero Ponce de Leon, Señor de Marchena. Este dicho Alonso Hernandez de Montemayor hizo muchas cosas en el Reino de Granada, y tomó por fuerza de armas, á escala vista, á la villa de Audita, villa muy fuerte, encastillada, cuando el infante D. Hernando cercó á Antequera. Éste tuvo por hijo á Martin Alonso, el cual casó con Doña María Carrillo, hija mayor del primero conde de Cabra que hubo, que se llamaba D. Diego Hernandez de Córdoua. Éste hizo muchas ha

zañas en el Reino de Granada, y de tal manera le temian los moros, que con su nombre hacian callar los muchachos, diciéndoles: «Cata, que viene Martin Alonso, pié de hierro.» Y otras veces le decian Martin Çancajo. Púsosele este nombre de Martin Alonso, pié de hierro, y Martin Çancajo, porque con su mucha vigilancia y diligencia jamás se le iba moro que entrase á correr en su tierra. Este caballero tuvo un hijo, el cual se llamó Don Alonso Hernandez, el cual casó con Doña María de Velasco, hija mayor del conde de Siruela; D. Juan de Velasco, el cual tomó por fuerza de armas la villa de Siruela, porque le venia de derecho á su mujer Doña María de Velasco. Sustentóla, á pesar de algunos Grandes del Reino, tres años, hasta que el rey D. Fernando, viniendo de Italia, la mandó poner en tercería.

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Éste tuvo por hijo mayor, y subcesor de su casa, á D. Martin de Córdoua y de Velasco, primero conde de Alcaudete, Capitan general de África, que es el abtor de los hechos desta Crónica. De manera, que las hazañas que este ilustre Caballero ha hecho, parece que es cosa aneja, y, como tengo dicho, hereditaria en él, porque segun parece, que todos

sus antecesores siempre han emprendido y hecho muchas hazañas; y así este buen caballero y señor, imitando á sus pasados, siempre ha procurado de ir adelante. ¿Qué hizo este buen Capitan nuestro, cuando en el año de veinte, Su Majestad le mandó ir á Toledo por Corregidor? Que, como hombre muy sagaz, deseoso de servir á su Rey y señor, y quitar de la memoria de los toledanos aquella opinion malvada comunera, para quitarles la imaginacion, parecióle á su Señoría que se debia hacer así: Mandó hacer muchas juntas, juegos y placeres en la cibdad, de manera que, con lo que veian presente, olvidasen lo pasado. Fué este hecho muy saludable, que fué arrancada de raíz aquella opinion malvada, y los redució al servicio de Su Majestad del Emperador, nuestro señor. ¡Con cuánta fidelidad y cuidado sirvió este buen Conde y nuestro Capitan general á Su Majestad en Fuenterrabía! ¡Qué hechos tan heróicos hizo siendo Visorey de Navarra! Y así en todos los otros cargos que Su Majestad le ha encomendado. Lo que hizo y gastó en Argél, á todos es notorio. Este buen Conde D. Martin casó con la muy ilustre señora Doña Leonor Pacheco, hija del Alcaide de los Donceles, Señor de Spejo y

Lucena, etc., y hermana del marqués de Comares. Hubo este buen Conde Africano desta señora cinco hijos, á los cuales yo, el auctor, conozco y muchas veces ví. El primero destos señores es el ilustre señor D. Alonso Hernandez de Córdoua, primogénito, heredero y sucesor en la Casa, con todos los demas ya nombrados. Plega á Nuestro Señor los haga Dios á estos señores tales cual su padre es, y á los vivos les dé gracia con que se salven, y á los muertos les dé su gloria. Amen.

Acabóse esta presente obra é relacion de la guerra Africana, quel muy ilustre señor D. Martin de Córdoua y de Velasco, el Africano, conde de Alcaudete, Señor de la Casa de Montemayor, hizo á los moros: en esta cibdad de Baeza, por el licenciado Francisco de la Cueva, clérigo presbítero, vecino de la dicha cibdad, á veinte y tres dias de Agosto año de MDXLIII años.

LAUS DEO.

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