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otro rehen ni prenda, salvo palabra, la cual él siempre que la dió guardó, en especial con los cristianos, como parece que lo hizo otra vez con la gente que el mar. qués de Comares envió sobre Benarax. Acordaron los alárabes de la tierra una noche de poner á cuchillo á todos los cristianos; vino á su noticia deste xeque Humida, y como hubiese puesto éste su palabra con el Marqués, llamó á ciertos Capitanes de los cristianos y descúbreles el caso, y dijo: «No plega á Dios que yo sea en tal traicion como ésta, pues he puesto mi palabra, yo moriré con vosotros, y primero seré yo degollado que ninguno de vosotros sea ofendido.» Y así, se puso con los cristianos, y no se apartó dellos hasta que los puso en salvo.

CAPÍTULO II.

De lo que el Conde proveyó en el ejército entretanto que el alcaide de Mazalquivir iba con el embajada al xeque Humida y alcaide Almanzor.

Despachado el alcaide García de Navarrete con su embajada á Humida y

Almanzor, al valle de Benarax, donde al presente estaban, nuestro gran Capitan Africano pone muy á recaudo su campo, poniendo en órden su artillería, la cual llevaba muy buena, y puesta adonde podia suceder peligro de los enemigos, pues estaba en tierra dellos, y en parte donde no podia de nadie ser socorrido, en especial de cristianos, como buen Capitan y muy sagaz y experto en la guerra; pues todo puesto á punto, llama á su sobrino, D. Mendo de Benavides, hermano del conde de Sanctistéban, y manda que tome cierta gente de caballo, y las banderas que le parescieren de infantería para el negocio á que iba; manda que vaya á hacer la escolta y escoltar la tierra y aseguralla. Luégo D. Mendo de Benavides lo puso por obra, así como nuestro gran Capitan lo mandó, y fué con su gente dos leguas y media adelante, la vía de Benarax, hasta el rio de Chiquiznaque, y estuvo ahí el tiempo que fué menester, entretanto que el alcaide García de Navarrete negociaba el despacho á que era ido; y el xeque Humida-Lauda determinó de venir á verse con el Conde, al cual jamás habia visto, ni á ningun señor cristiano, diciendo que deseaba ver á un hombre que tantas hazañas con tan poca

gente habia hecho, y á hombre que tuvo tan gran atrevimiento, el cual ningun señor cristiano tuvo con tanto ánimo y esfuerzo, pasear toda África; y así lo hizo él y el alcaide Almanzor-ben-Bogani, luégo que el Conde se lo mandó.

CAPÍTULO III.

De cómo vino el alcaide García de Navarrete, y con él un hermano del alcaide Almanzor, alcaide de Mascar, y dos sobrinos de Humida-Lauda.

Despues que el alcaide García de Navarrete hubo tratado con Humida-Lauda y Almanzor lo que el Conde le habia mandado, Humida y Almanzor se holgaron mucho con el despacho que el buen Conde Africano habia enviado; y despues de haber entre ellos consultado lo que en este caso se debia hacer, enviaron al Conde con el alcaide García de Navarrete un hermano de Almanzor, valiente hombre, alcaide de la Casa real del valle de Benarax, que se llama Mascar, y dos sobrinos del xeque Humida, á los cuales dieron su poder, para que en nombre de

ellos tratasen y jurasen las paces y confederacion con el Conde; y así vinieron hasta el lugar donde el Conde con su ejército estaba, los cuales fueron muy bien del Conde recibidos, y con mucho placer y alegría regocijados; y así como llegaron donde el Conde estaba, le besaron la ropa, espantados de ver la persona de nuestro gran Capitan; y despues de muchas cosas que allí se platicaron, y dadas las encomiendas y cartas que de HumidaLauda y Almanzor-ben-Bogani traian, las cuales el Conde recibió muy alegremente, dieron órden en sus conciertos y confederacion, la cual asentaron y juraron en nombre de Humida y Almanzor, con aquella solemnidad que en este caso es costumbre, con la protestacion y obligacion que hicieron de dar los rehenes en el tiempo ordenado por el Conde, que era cuando se juntasen Humida y Almanzor con el Conde, donde su Señoría fuese servido; y así se cumplió, sin que nada de lo capitulado faltase.

CAPÍTULO IV.

De cómo el Conde y el alcaide de Mascar caminaron con su ejército la vuelta del valle de Benarax, y de cómo vino Humida-Lauda y el alcaide Almanzor.

Otro dia, de mañana, mandó el Conde tocar la trompeta á levantar y los atambores, y sale el campo de aquel rio que ya dijimos, y camina el Conde con su ejército hasta el rio de Chiquiznaque, y otro dia viene el xeque Humida-Lauda y Almanzor-ben-Bogani á verse con el Conde; y sabido por su Señoría como los moros venian, mandó poner sus escuadrones muy en órden, á punto de guerra, así los arcabuceros, ballesteros y piqueros, como la gente de caballo, con su estandarte, y el artillería para el recibimiento; y el Conde á caballo, rodeando su gente, como llegaron cerca del rio de Chiquiznaque, el Conde pasó el rio con algunos arcabuceros y gente de caballó; y como llegaron Humida-Lauda y el alcaide Almanzor, luégo los arcabuceros que iban con el Conde soltaron su arcabucería por su

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