Imágenes de página
PDF
ePub

Y desta manera fué subida al lugar donde más peligro y sospecha de moros habia. No dejaron aquella noche los moros de venir dos ó tres veces y darnos alarma, y la una vez en este lugar mataron una centinela.

CAPÍTULO XI.

De cómo pasó el Conde el rio de Chiquiznaque, y de lo que pasó hasta que llegaron á Orán.

Viérnes de mañana, á 30 de Marzo, mandó el Conde caminar el avanguardia y con ella el artillería, y pasaron el rio de Chiquiznaque, y ya el rio no iba tan crecido y pasaronlo muy á su placer; tambien digo que á este pasar del rio les ayudó mucho el viento de tierra que llevaba los olas á la mar, porque una de las causas que á la ida se pasó trabajo al pasar deste rio, fué que el viento metia las olas en el rio y no se podia pasar sino junto con la mar, que era el más bajo vado, y al pasar las olas fatigaban el ejército, ahora no; pues pasada nuestra artillería, pusiéronla en un cerrillo junto al rio, desde el cual se paresce la costa de la

mar, por donde los moros venian por la lengua del agua, y allí el Conde les mandó tirar tres ó cuatro piezas de artillería, con las cuales hicieron mucho daño en los moros, porque mataron muchos dellos. En este lugar suplicaron los moros del xeque Guirref al Conde, les mandase su Señoría volver sus caballos, y el Conde con aquel ánimo generoso que nunca puso en olvido, se los mandó luégo volver, y recibidos los caballos de los moros, salió Guirref luego con ellos á los contrarios, y lo hicieron muy bien, que pelearon valien. temente; y vueltos al campo de su escaramuza, caminó el Conde con su ejército, y á las diez horas de la mañana salen al camino en unos llanos á la mano siniestra de la mar los del valle de Meliona, que serian hasta 600 lanzas, muy galanes, y comenzaron á escaramuzar, y no porque se allegasen mucho; visto esto por los moros del rey de Tremecen, Mahamet que todavía seguian y pasaron el rio, vuelven á dar otra carga en la retaguardia, de tal manera, que fué menester socorro con la gente de caballo, y mandó el Conde que no saliese nadie á ellos, aunque en la verdad aquel era el lugar donde, si á ellos salieran, no podia ser ménos, sino que allí quedaran plantados y fueran á

ca

ver á Mahoma al infierno; mas el Conde los mandó saludar con dos ó tres tiros de artillería, y así se volvieron, aunque no todos, y pasaron el rio de la otra parte; esto hecho, acordó el Conde de no ir por la parte de Arzeo á la parte de la mar, porque no le aconteciese lo del Viérnes Sancto con las galeras de los turcos; y tomando á la mano siniestra, fué hasta la casa del Morabito, que es como la que pasamos junto al rio del Ziz, mino de Tremecen, donde habia tres pozos de buena agua, y allí se alojó el Conde con su ejército aquella noche. Otro dia, sábado, de mañana, se despidió el xeque Guirref y su familia del Conde, y se fueron á sus aduares junto á la laguna grande que ya dijimos: este dia fué el Conde certificado que muy cerca de allí, un cuarto de legua, detras de un cerro están unas salinas, que era cosa de ver, y el Conde mandó á dos ó tres de caballo que fuesen á descubrir; y fué el Conde con hasta 12 de caballo á ver las salinas, y vuelto, caminó el campo aquel dia hasta los pozuelos, y allí se alojó el Conde con su ejército aquella noche; otro dia, domingo, de mañana, camina, 1.o de Abril, la vía de Orán; y yendo caminando, viene un moro de caballo á más correr

con unas cartas del xeque Guirref al Conde; y los soldados, pensando que venian moros, dieron alarma y volviéronse á poner en órden hasta que supieron la verdad. Luégo salieron de Orán á recibir al Conde D. Martin de Córdoua (el cual no fué esta jornada porque quedó sangrado dos veces, y por la muerte de su hijo), D. Francisco de Córdoua, hijo del Conde, y D. Juan Pacheco, hermano del conde de Sanctistéban, el cual quedó muy malo y sangrado tres veces, con otros muchos de caballo: llegó el Conde á Orán á hora de las tres de la tarde; alojóse el campo en la Rambla honda, y el Conde se fué al alcazaba.

MUY ILUSTRE SEÑOR:

Tenga vuestra señoría en mucho las grandes mercedes y misericordias que Dios, Nuestro Señor, en esta sancta jornada ha usado. Por cierto, si buen conocimiento hay, en más han de tener esta victoria que Nuestro Señor á vuestra señoría ha dado, que la subjecion y servidumbre en que vuestra señoría puso á la cibdad de Tremecen, porque aunque allá se hallaron para 12.000 cristianos que vuestra Señoría en su ejército llevaba

80.000 moros; en ésta, para 7.000, se hallaron 130.000 moros. Por cierto, muy mayor victoria es ésta que la otra; y si allí usó Nuestro Señor de su misericordia con vuestra señoría y con nosotros todos, muy más aquí; y, como tengo dicho, muy mayor ha sido esta victoria, porque en la de Tremecen hubo más gente de cristianos y ménos moros, y en ésta ménos de cristianos y doblados los moros. Por cierto, que en cuantas historias antiguas y modernas habemos leido, de romanos, griegos y troyanos, no se hallaran tantos enemigos, de tan pocos, vencidos y muertos. Pues si leemos las historias españolas, vean los lectores si hay alguna victoria en ellas que á ésta se iguale. ¡Oh, caballero dichoso, venturoso y bien afortunado! ¡Bendictos sean esos brazos y manos, que tanta sangre ha sido por ellos, de infieles, derramada! Tenga vuestra señoría por cierto que quedará perpetua memoria de vuestra señoría mientras los siglos duraren, entre cristianos y moros. Plega á Nuestro Señor siempre haga á vuestra señoría victorioso, y á mí dé gracia sirva á vuestra señoría como en la pasada hice con mi crucifijo y bandera blanca, y á vuestra señoría dé gracia y gloria. Amen.

« AnteriorContinuar »