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de y un soldado. Y es así, que dos hermanos estaban acostados juntos, y quieren decir que eran de Córdoua, y mataron al uno y quebraron la pierna al otro, é hirieron á otro. Acabados de soltar los tres cañones, sueltan toda su arcabucería, que, al parecer, serian más de 600; y luego, en continente, tañeron las gaitas y añafiles y atambores que en todas las galeras traian.

Visto esto por el Conde, va él y sus Oficiales y hijos dando voces por todo el ejército, como buen Capitan, bien proveido, porque sus soldados no pasasen más detrimento, con aquel esfuerzo heróico que siempre tuvo, decia á grandes voces: «¡Matá los fuegos, matá los fuegos!» Y así fué luégo hecho; y el Conde, como un leon, va á aquel cerro á pié, solo, donde el artillería estaba, y la mandó luégo descender, la cual trujeron por una rambla abajo hasta un cerrito que está un tiro de ballesta de la mar. Las galeras volvieron otra vez á llegarse más á tierra, porque así como tiraron los tres tiros se retiraron; volvieron de nuevo otra vez á tirar otros tres tiros. Visto esto por el muy ilustre señor conde de Alcaudete, Capitan general de Africa, mandó soltar dos piezas de su artillería, con el uno de

los cuales se dice haber deshecho la proa de la una galera, y herido algunos, por lo que despues paresció. Las galeras de los turcos se retiraron; vino luégo un Poniente hecho, y así les fué forzoso meterse en el puerto de Arzeo, y allí se desembarcaron algunos de los turcos en tierra, y hicieron grandes fuegos, por donde se tuvo crédito ir heridos algunos dellos.

Esto pasado, vido el Conde desde el lugar del cerro donde estaba asestada el artillería, un mastel de navío, y era el de la galeota, y creyóse estar los turcos en tierra. Vino D. Mendo de Benavides, sobrino del Conde, y pidió licencia al Conde para ir á ver qué era, y si estaban allí ó qué cosa fuese, la cual licencia el Conde le dió, y fué en su compañía el alcaide Luis de Rueda, y hasta 10 ó 12 de caballo, y bajando á la marina vieron que era la galeota de los turcos, y corrieron la costa abajo hasta emparejar con la galeota; y D. Mendo llevaba un arcabuz encima de su caballo, y tiróle con el arcabuz, y otros dos de caballo hicieron lo mesmo, que llevaban arcabuces, y la galeota se retiró y se fué con las otras al puerto de Arzeo; y así se volvieron adonde el Conde estaba, y comenzó el campo á marchar la vía de Mostagan, el cual ya

veian desde el cerro donde el artillería estaba asestada.

Caminó aquel dia el ejército en su órden, sus escuadrones hechos como de costumbre tenia. A hora de la doce del dia llegó el xeque Guirref con su gente y familias, el cual se juntó con el Conde; y luego, en llegando, le fué á besar las manos y le entregó su bagax, con sus mujeres, hijos, camellos, hacienda y ganados, lo cual era mucho, y el Conde lo recibió debajo de su proteccion y amparo, y les mandó que pasasen delante al Xeque y su gente; y así, con esta órden, caminaron aquel dia hasta el rio de Chiquizuaque, al cual llegaron á hora de las tres de la tarde; y así llegados, el rio estaba crecido, y el Conde, como vió el rio crecido tomó la gente de caballo con su guion, y fué el rio arriba gran pieza de camino á ver si habia algun vado por do el ejército pasase; y visto que no habia remedio, se volvió y determinó de dar órden como se hiciese una puente por do el ejército pasase, porque no peligrasen ninguno de los suyos, como buen Capitan, celoso del bien de sus soldados; y así lo mandó poner por obra, mandando cortar muchos árboles que á la vera del rio están, que se llaman sabinas. ¡Oh,

y

muy soberano y grande Dios que fuísteis sois servido de dar tan grande esfuerzo á los españoles, que en tan poco tenian los peligros de la tierra y de la mar; que, viendo la voluntad deste gran Capitan, el buen conde de Alcaudete, que para ellos tenia, no temiendo las aguas muy furibundas del bravo mar, las cuales no obedecen, Señor, como los hijos de Israel no temieron las grandes murallas y aguas del Bermejo mar, así estos leones de España no temieron, mas ántes con muy gran esfuerzo!

Aún el buen Conde no habia acabado el razonamiento de la puente, cuando estaban más de 500 soldados de la otra parte del rio, y así pasaron todos las corrientes aguas del rio y contraste de su fin en la mar, sin pasion, el agua sobre los pechos, y los caballos casi nadando, de manera que para nuestro ejército no fué necesario la puente. Visto esto por los moros que en compañía del Conde venian, suplicaron al Conde se diese órden como pasasen sus ganados y familias. El Conde, con aquel amor de padre verdadero, proveyó de dalles remedio, y mandó desencabalgar el artillería, y con los carros de la municion, y con las ruedas y ejes dellos, y con aquellos árboles que ya di

jimos, sabinas, cortados vera del rio, y mucha tierra, hizo un puente que seria de cuatro piés en ancho, por do pasó el ganado y las mujeres y muchachos de los moros; y así, pasado el campo el rio, fué á alojarse el ejército aquella noche un tiro de ballesta del rio, á unas quebradas de unos montones de tierra, porque las galeras de los turcos no pudiesen hacer daño en el Conde y su ejército.

CAPÍTULO IV.

De como el xeque Guirref peleó con los moros contrarios, y cómo pidió socorro al Conde y el Conde le socorrió.

Otro dia, sábado, víspera de Pascua de Resurreccion, que se contaron 24 de Marzo del dicho año, muy de mañana, mandó el muy ilustre señor Conde tocar su trompeta para levantar su campo, y á las ocho horas de la mañana se levantó el ejército de las quebradas ya dichas, y caminó la costa de la mar adelante, hasta media legua, los escuadrones de su ejército muy en órden, como muy experimentado, y su

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