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CAPÍTULO XLI.

De cómo llegó el Conde á Orán, y del rescibimiento que le hicieron los de la cibdad.

Otro dia, juéves, que se contaron 8 del dicho mes de Marzo, entró el muy ilustre señor conde de Alcaudete, Capitan general de Africa, en la cibdad de Orán con todo su ejército, muy pujante, con los escuadrones, avanguardia y retaguardia, y gente suelta y de caballo, con su estandarte de la misma manera que se dió la batalla grande en el campo de HaudaBenjafar, á legua y media de Tremecen; y digo esto como testigo de vista, porque á todo me hallé presente, é iba junto al estandarte, encima de un caballo del Conde, con mi crucifijo y bandera blanca enarbolada. Saliónos á rescibir la gente que estaba en la cibdad, que habia venido en la nao urca de Sancta Ana, que ya hicinios mencion que habia faltado del armada, que eran 900 soldados con sus Capitanes, muy á punto en su escuadron, el cual estaba á la Torre los Sanctos; y salió D. Francisco de Córdoua y el alcaide Luis

de Rueda, con toda la gente de caballo que trajeron en guarda de los enfermos, y con ellos D. Martin de Córdoua, con otros muchos honrados hombres, y con ellos el capitan Martin de Mescua, el cual quedó por alcaide de Mazalquivir, porque, como dijimos, el Alcaide de esta fortaleza llevaba el estandarte en esta sancta jornada; y así como llegó el Conde al escuadron, jugó el arcabucería muy por órden gran rato y muy bien, y luego acude la Torre de los Sanctos con su artillería, la cual tiene buena, porque así es menester.

Esto pasado, llegan los escuadrones de nuestro campo con el artillería á vista de la cibdad, y jugó nuestra artillería por muy linda órden; y en cesando el artillería, comienza á jugar el arcabucería de nuestros escuadrones, por su órden, que era gloria de lo oir. Esto hecho, suelta el alcazaba muchos tiros gruesos, y el castillo de Rezalcazar lo mismo, porque está bien proveido, y todo con mucha órden; de manera que era tanto el fuego y humo y sonido, así del artillería como de las campanas de las iglesias, torres y monesterios, que parescia cosa encantada. Fué tanto el regocijo y alegría de la gente y moradores de la cibdad de Orán, que no hay lengua que lo pueda decir. Estaban

todas las mujeres y doncellas en los terrados, con adufes y otros instrumentos en las manos, tañendo con mucha alegría y placer; y en las torres de las iglesias y monesterios con bocinas, haciendo muchos sones, todo lo cual daba á entender la victoria habida. Yo ví llegar hombres honrados, vecinos de Orán, llorando, á besar los piés al Conde y decir: «<¡Bendicto sea Dios, que tan gran victoria dió á vuestra señoría!» No puedo yo decir la gloria que rescibió la cibdad, segun lo que mostraron los habitadores della; la clerecía salió de los monesterios en procesion, con las cruces cubiertas de rosas y flores, hasta la puerta de la mar, por donde el Conde habia de entrar, y así lo recibieron con gran solemnidad'; un estrado de carmesí altibajo, puesto en la iglesia mayor delante el altar principal della; y de allí se fué nuestro gran Capitan á Sancto Domingo, donde hicieron lo mismo; y de ahí se subió á su alcazaba y aposento; y todos aquellos señores, con el ilustre señor D. Alonso de Córdoua, se quedó fuera, en el campo con el ejército, el cual fué aposentado en la Rambla honda, lugar muy aparejado para ello, y allí fué armada la tienda del señor D. Alonso de Córdoua y otras muchas de otros Ca

pitanes y Oficiales del ejército; y este aposento mandó su Señoría hacer fuera de la cibdad, porque más aparejado y á punto estuviese el ejército para la jornada de Mostagan.

CAPÍTULO XLII.

De cómo el Conde fué avisado que el rey Muley-Mahamet era huido de Benarax, y de lo que el Conde proveyó, porque los soldados vendian los esclavos.

Domingo, que se contaron 11 del dicho mes de Marzo, á las siete horas de la tarde, entró en el alcazaba Cidi, alárabe, tio del rey Muley-Ababdila, hermano de su madre del Rey, y dijo al Conde como el rey Muley-Mahamet era huido á Levante él y el alcaide de Benarax; y esto digo, porque cuando perdió la batalla y salió huyendo de la cibdad de Tremecen, él y sus valedores se retrujeron á Benarax, donde estuvieron retraidos todo el tiempo que el ejército estuvo en la cibdad hasta que llegamos una legua de la cibdad de Orán, y como en el capítulo pasado

dijimos que su Señoría mandó ir todos los enfermos y heridos con su bagax un dia ántes que nosotros; como siempre hay espías en los semejantes ejércitos de los enemigos, tuvo noticia el rey Muley-Mahamet como su Señoría habia mandado esto, pensó que sin falta el Conde se alejaba para desde allí caminar la vía de Benarax, y con el temor que tenia, visto lo pasado al Conde, luégo determinó de dejar la tierra, y así se fueron él y el Alcaide la vía de Levante : destas nuevas se holgó mucho el Conde y todos los que presentes estaban, y así se publicó por todo el ejército.

Otro dia, lúnes, su Señoría del muy ilustre señor conde de Alcaudete y Capitan general de África, salió á la plaza que está delante de la puerta del alcazaba, donde está el artillería, acompañado de muchos caballeros, y visitó el artillería, señalando los tiros que á Mostagan se habian de llevar, entre los cuales señaló dos tiros gruesos de batería y diez de campaña, y mandó desencabalgar ciertos dellos, que tenian las cureñas maltratadas, y que con mucha diligencia fuese todo puesto á punto, y mandó llamar al ilustre señor D. Alonso de Córdoua para que hubiese muy buen recaudo en los panaderos y biz

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