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quedasen en la cibdad_1.200 soldados; y despues, queriendo el Conde aprovecharse de aquel dicho del sabio que dice: «de sabios es mudar de consejo; no quedó ningun cristiano en la cibdad, y fué bien menester, por lo que despues sucedió.

Habia fuera en el campo muchos moros de los que otras veces habian venido, haciendo su algazara. Enviáron les á decir que si querian pelear que saldrian fuera, y esto porque otras veces los nuestros habian salido á ellos, mas en saliendo, luégo se ponian en huida á la sierra, de manera que no se podia haber audiencia con ellos; y para esto salieron algunos moros de los de la cibdad de nuestra parte á hablarles, y acá los nuestros, puestos en órden para salir, y muy alegres, porque lo deseaban. Respondieron que no, sino que querian servir al rey Muley-Ababdila, y que les enviasen los capítulos que habian de guardar, y que el Xéque y ellos lo firmarian. Y esta fué causa que no pudimos salir aquel dia: quedámosnos alojados aquella noche en la cibdad, en aquellos llanos junto á las puertas.

CAPÍTULO XXXVIII.

De cómo el Conde salió de la cibdad de Tremecen, y de la batalla que aquel dia hubo con los moros, que llaman la del Olivar.

Jueves, 1.o de Marzo, luégo, por la mañana, mandó el muy ilustre señor Conde y Capitan general de Africa tocar á levantar su campo para marchar. No se puede pensar el placer que los soldados y todos tuvimos; porque tanto cuanto fué el deseo de ir á Tremecen, tanta fué la voluntad que de salir todos tenian; y era la causa no haber allí más que hacer; y por poner en efecto lo de Mostagan y Benarax, puesto apunto, y el artillería abajo entre las dos puertas, D. Alonso de Córdoua andaba por el ejército tres horas ántes del dia, dando voces diciendo: « Ea, hermanos, almorzar y cargar, y vamos en buen hora.>>

Visto que el número del bagaje y esclavos que la gente llevaba, y que muchos honrados soldados llevaban sobre sus hombros, por poner á recaudo aquello que Dios les habia dado; ciertos caballeros del

ejército, los nombres de los cuales aquí no quiero declarar, pusieron en plática al Conde que se quemase el saco que la gente en la cibdad habia habido, y se matasen los esclavos, porque era imposible salir con ello. No obstante esto, salimos de la cibdad de Tremecen á las ocho de la mañana, y salió el avanguardia delante, y luego el artillería, bien aderezada, como ya dijimos, con 200 gastadores, y luego el bagaje, el cual era mucho, por respecto de los prisioneros y camellos. En salir este bagaje del Olivar fué mucha la distancia del tiempo, de manera que dejando su Señoría la guarda que fué necesario en la cibdad y en las torres, para que todo el campo fuese recogido, porque esta vigilancia tuvo siempre su Señoría, de manera que, si fuese posible, ninguno peligrase; los caballeros ya dichos volvieron de nuevo al Conde y dijeron que la avanguardia y la batalla eran ya salidas. de la cibdad, y no podian cubrir el bagaje, y que aún no era acabado el dicho bagaje de salir de la cibdad y alojamiento ya dicho, que era las Ollerías, que su Señoría mandase poner remedio, porque por ninguna vía se podia defender si los moros acometiesen.

El Conde, visto esto, y, como estos

caballeros tanto le apretaban, llamó á D. Martin de Córdoua, Señor del Albayda, y dijo lo que aquellos caballeros decian, y la dificultad que ponian en la defensa del bagax, á lo cual D. Martin de Córdoua dijo al Conde: «Señor, por ninguna manera vuestra señoría permita que tal se platique, porque vuestra señoría lleva gente tan honrada, que con el ayuda de Dios lo defenderán muy bien; digo más, que no nos pueden hacer mayor dañó los enemigos del que nosotros nos haríamos, si eso se hiciese; acuérdese vuestra señoría que es rebiznieto de Martin Alonso, el Alférez que despues se dijo del buey cojo, el cual renombre le quedó de una batalla que ganó en Granada sacando una gran cabalgada de la vega. (Este misterio deste buey cojo será declarado en la genealogía del Conde, que será en el fin desta historia.) Y, pues vuestro bisabuelo con tanto trabajo este renombre ganó, ¿con cuánta más razon vuestra señoría debe conservar lo que se lleva del saco desta cibdad de Tremecen, pues la hazaña es muy mayor, pues fué vencido Rey y ganado reino? pues la cibdad se deja, justo es que el despojo que della se lleva dé testimonio del hecho en toda parte de Spaña; y pues de todas las

partidas della hay soldados, y desta manera los soldados con muy mayor ánimo pelearán defendiendo su hacienda, y si se hiciese lo que estos caballeros han dicho, creerán que vuestra señoría sabe alguna cosa de tan gran peligro que se ha de perder todo, y esto seria ocasion que se les enflaqueciese el ánimo, de manera, que con liviana causa volverian las espaldas, y así seria mayor la guerra que nosotros mismos nos haríamos que la que los enemigos nos hiciesen peleando.» Y con esto mandó el Conde que acabase de salir el bagax, y salió su Señoría del Conde y D. Martin de Córdoua con él, y desde á un rato que el bagax era ya salido de los callejones, fuera de las heredades de la cibdad de Tremecen, comenzó á salir la retaguardia de la dicha cibdad, en la cual venia D. Francisco de Córdoua, tercero hijo del Conde, y D. Mendo de Benavides, su sobrino, y D. Alonso de Villaroel, Maestre de campo; y salidos de la cibdad, los moros que dentro quedaban, que eran de la parte del rey Muley-Ababdila, cerraron las puertas de la cibdad.

Esto, proveido, pasó el Conde adelante á la vanguardia con la gente de á caballo y su estandarte, porque habian

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