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V

Después de esta conclusión relativa al punto capital, sería ocioso continuar la crítica comparada de las dos teorías; en cambio, como no he hablado de las brisas más que con objeto de señalar este campo de observaciones á mis colegas, mejor colocados que yo para ocuparse de ellas, hay algunos puntos sobre los cuales querría llamar particularmente la atención.

Como decía antes, la simple observación de los fenómenos de brisas es delicada y hasta ahora insuficiente. Se necesitan, pues, observaciones cuidadosas y hechas con buena voluntad, numerosas y colocadas en las condiciones más variadas.

Cada piedra puede ser útil para la construcción; pero ciertos lugares serían más particularmente favorables para esas observaciones; como nuestros largos valles de orientación diferente y las pendientes del Jura hasta la ribera del lago. Desgraciadamente la briso no es muy frecuente en nuestros países. Una región excepcionalmente favorable sería el Etna, sea del lado de Catania, sea del lado del valle de Bove, donde la brisa de montaña, combinada con la brisa costera, está á la orden del día durante todo el Estío, y donde el suelo tiene una notable facultad de calentamiento é irradiación. También hay que esperar que alguno de los trabajadores de la Universidad de Catania conceda su atención á este objeto.

Aunque la teoría de calentamiento directo da cuenta exacta de las variaciones barométricas, sería bueno establecer sobre algunas montañas una serie de barómetros registradores al pie mismo de las pendientes, á la mitad de la altura de la montaña y á 300 ú 400 metros bajo de la cima. Con ellos quizá podrían obtenerse algunas oscilaciones modificadas, diferentes de las adquiridas en las esta. ciones de cimas y llanuras. Después, en lugar de construir las curvas barométricas valiéndose de la media de muchos meses, sería preciso hacerlo solamente en los días muy hermosos y tranquilos, y nada tendría de extraño de que las curvas así establecidas fuesen un poco diferentes de las de Mr. Hann.

Una cuestión en extremo interesante y nada imposible sería determinar, en condiciones variadas de terrenos, de exposiciones y de hora, el espesor de la capa de aire que es calentada de día y

enfriada de noche, por la acción indirecta del suelo durante los días hermosos.

A esto se uniría la cuestión de la influencia de la exposición sobre la brisa. ¿Hay ó no una diferencia constante entre las pendientes N. y S. de un valle ó de una montaña; entre una pendiente que no está expuesta al Sol sino después de mediodía, y una que entra en la sombra desde las dos de la tarde; entre una pendiente boscosa y una desnuda de vegetación? y cuando la insolación ó la irradiación nocturna son muy enérgicas, y se forman sobre las pendientes corrientes con cúmulus y especie de Boras fríos ¿es esto habitual 6 raro? Es esto la especialidad de ciertos lugares? - Para el establecimiento de estas corrientes violentas ¿qué graduante térmico vertical se necesita, es decir, qué diferencia de temperatura por cada 100 metros de diferencia de altitud?

Según la teoría del calentamiento directo, las corrientes horizontales son la brisa, y donde las pendientes son fuertes deberían apenas poder desarrollarse; por el contrario, sobre pendientes suaves, serán casi paralelas á la pendiente y algo sensibles. Los hechos confirman donde quiera esta presunción?

Resulta, pues, que las objeciones y razonamientos expuestos en este trabajo parecen bastante fundados para reclamar observaciones. ¿Habría quizá un límite de inclinación, ó una de las acciones ocultaría la otra? Esto se traducirá por la ausencia ó la presencia de brisas á ras del suelo sobre ciertas pendientes.

Si la brisa está compuesta de corrientes horizontales, los lugares donde se hará sentir más serán los rebordes de una llanura ó de una planicie extendida, pero no en la parte baja de la montaña, salvo á lo largo de los valles de pendiente suave y realmente no tendría límite en altura. Según la teoría del calentamiento indirecto, la brisa se compondría de una corriente paralela al suelo, de modo que se haría sentir sobre toda la pendiente, y su espesor sería bastante débil para poderlo determinar. Una tentativa de observación de esta especie sería muy interesante, así como los datos sobre la ve' locidad á diversas alturas sobre el suelo, lo que sería muy difícilasí como sobre la región de una pendiente regular donde la brisa tendría más desarrollo, lo cual sería mucho menos posible de obtener. También sería curioso saber si las brisas presentan siempre momentos de decadencia ó interrupciones, como sucede sobre las

planicias, al pie del Jura; y si estas decadencias tienen una regu laridad y cuál puede ser su causa.

Sería conveniente, en fin, estudiar de cerca la combinación de la brisa de montaña y de la brisa costera, por ejemplo, al pie E. del Etna.

Todos estos estudios exigirían mucha minuciosidad, y algunos aparatos complicados, pero presentarían interés y serían dignos de ocupar á un explorador que se hallase colocado en condiciones favorables.

CUADRO ESTADÍSTICO

DE LAS

RENTAS PÚBLICAS DE LA NACION MEXICANA

DURANTE EL Quinquenio de 1889 y 1893 INCLUSIVES

Formado

por el socio de número y primer secretario

de la Sociedad

ANGEL M. DOMINGUEZ

SEÑOR PRESIDENTE:
SEÑORES:

L espirar el año de 1891 tuve el gusto de presentar á esta
Honorable Sociedad el Cuadro Estadístico que había for-

A

mado, conteniendo: el número de habitantes de la Repú blica, el número de Municipios que forman la subdivisión territorial de cada Estado, y el valor de los ingresos públicos de la Nación, especificados separada y conjuntamente los que correspondieron al Gobierno Federal, al de los Estados y al de todos los Municipios del país, en cada uno de los años de 1889 y 1890 que debían servir para la comparación entre ellos. Mi objeto fué averiguar á cuánto ascendían todas las rentas públicas de la Nación, lo cual nos era entonces todavía desconocido, y comparar los ingresos habidos en esos dos años para deducir si el país progresaba ó no, puesto que en el Tesoro Público debe ir á reflejarse por fuerza el mayor ó menor volumen de los negocios que constituyen el movimiento y por tanto la vitalidad de una nación; pro

poniéndome desde aquella época, según lo indiqué, continuar recogiendo datos en los años posteriores para no interrumpir un estudio que llegará á ser, tanto más fecundo en bienes, cuanto más dilatado fuera el tiempo de la observación y cuanto más cuidado se pusiera en expurgarlo de los errores á que está tan expuesta la recolección de datos estadísticos.

La falta del concurso de nuestras Juntas Auxiliares, no ha permitido á la Sociedad disponer de ese precioso elemento de acción que tanto enriquecería nuestros trabajos, así es que nos vemos obligados á molestar constantemente á los señores Gobernadores de los Estados para todo cuanto se nos ofrece, lo cual nos apena, y por esa razón, aun cuando oportunamente inicié en el seno de la Sociedad lo referente á la adquisición de los datos correspondientes al año de 1891, tuve que prescindir de la idea, esperando la terminación del quinquenio para simplificar así las molestias. Transcurrido ese período, que para la Federación y algunos Estados debe computarse hasta 30 de Junio de 1894, se comenzaron los trabajos para reunir las noticias necesarias y formar el cómputo estadístico que ahora tengo á mucha honra el presentar, no sin hacer notar antes, que la deferencia de los señores Gobernadores de los Estados y Jefes Políticos de los Territorios Federales, merece un expresivo voto de gracias de parte de la Sociedad, y que, si esta Corporación puede presentar al público un trabajo estadístico general al país, antes de diez meses de haber terminado el quinquenio objeto del estudio, lo debe indudablemente á la valiosa intervención del señor Presidente de la República, á quien siempre encontraremos alentando cuanto puede ser útil para el país, y que en el presente caso se dignó recomendar á la Sociedad para que obtuviera la adquisición violenta de las noticias necesarias al trabajo que se emprendía. Inútil parece decir cuánto hemos estimado y agradecido tan honrosa intervención; pero no sería debido dejar de consignarla en esta memoria, puesto que así perpetuaremos un hecho más, entre los muchos laudables que distinguen al digno Jefe de la Nación.

Estas circunstancias que menciono, son efectivamente dignas de gratitud para los miembros de la Sociedad; pero las reflexiones que ellas inspiran, tienen que ser motivo común de satisfacción para todos los mexicanos, puesto que la oportunidad en la

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