Imágenes de página
PDF
ePub
[ocr errors]

q. los casarian, Bautizarian y enterrarian de balde; y q. finalmente, serian tratados con toda consideracion.

Santana regresó al Islote, y teniendo temor de manifestar á lo tropa su embajada, sólo la comunicó á Castellanos; q. entendiendo .. la oferta podria ser cumplida y q. sesarian aquellas guerras, teniendo tambien temor de comunicarlo á la Tropa, se embarco bajo de todo silencio con Santana para el Campo, á tratar personalm la capitulacion con el Gral. Cruz.

En efecto, apuntaron esta; y quedando el Padre Castellanos en el campo, Santana acompañó á la tropa Realista hasta la Isla, en donde reconociendose á Santana no se hizo resistencia; pues al contrario, hablándoles éste para q. se regresasen á sus Pueblos á vivió pacíficos, los convenció sin contradicion; de suerte q. ese mismo dia, q. fué el 25 de Nov; le dieron posecion á Cruz de la Isla, entregándole 10 cargas de Parque, cañones y otras armas. Es de advertir, q. aunq. los Isleños jamás quisieron rendirse, á esto los impelió el echo de allarse ese dia sin Gefes que los dirigiesen, y porq. se les aseguró el cumplim de la capitulacion, y de q. se les habia nombrado á Santana de Gobernador con el grado de Tente. Coronel. Este combenio á lo más q. tuvo cumplim fué por un año, y concluyó lo de la memorable Isla del mar chapálico.

LAS BRISAS DE MONTAÑA

Por E. CHAIX.

(Traducción del socio Ingeniero D. MIGUEL ARRIAGA)

SOCIEDAD MEXICANA DE GEOGRAFIA Y ESTADISTICA:

C

OMISIONADO por esta digna Sociedad para dar cuenta respec

to á la utilidad de una nueva teoría de las brisas de montaña, publicada en «El Globo, » diario geográfico y órgano de la Sociedad de Geografía de Génova, tomo XXXIII, página 105, tengo el honor de manifestar que, siendo el estudio aplicable y muy interesante para el conocimiento meteorológico de cada localidad, pero no estando sancionado todavía suficientemente por numerosas experiencias en diferentes puntos, me ha parecido conveniente presentar todo el artículo, para que propagado entre los meteorologistas de la República, puedan comprobar dicha teoría en bien de la meteorología y provecho de las localidades.

Además, debo manifestar que, habiendo suprimido los grabados intercalados en el texto que acompañan á dicho estudio, y con el fin de que sea más fácil su publicación, he tenido que dar diferente giro á muchas frases para aplicarlas al terreno en lugar de refe. rirlas al dibujo, procurando no alterar en nada el principio en que se fundan.

TEORÍA DE LAS BRISAS DE MONTAÑA

Por el Profesor EMILIO CHAIX, Secretario general de la Sociedad de Geografia de Génova.

I

Ya sea que se recorran las montañas ó que se permanezca al pie de ellas, se acaba siempre por admirar la regularidad de las brisas

que allí reinan en el buen tiempo. El aire desciende de las alturas durante la noche y remonta los valles y las pendientes durante el día. Todos saben esto, pero no es tan fácil explicarse completamente este fenómeno; ni tampoco observarlo exactamente, porque las brisas son demasiado débiles, en general, para imponerse á la aten. ción desde su nacimiento, y para que se sepa con certeza cuándo se detienen.

Esto es lo que explica que la teoría de las brisas haya permanecido por tanto tiempo en la oscuridad, que quizás no está aún completamente disivada.

H. B. de Saussure, que inauguró las observaciones en tantos ramos del estudio de la Naturaleza, había notado el fenómeno de las brisas, principalmente en el cuello del Gigante y en el del Mont Cenis. Admitía que se establecía, bajo la acción del Sol, una corriente ascendente á lo largo de la pendiente y sobre la cima, pero no había llevado mucho más lejos el análisis de los hechos.

Fournet, en su monografía de las Brisas de día y de noche al rededor de las montañas, publicada en los Anales de Física y de Química, da una serie de excelentes observaciones sobre el fenómeno de las brisas en los numerosos valles de los Alpes que ha recorrido, y las explica por las diferencias de densidad. Durante el día, el aire se enrarece primero en la cima; el aire de las pendientes superiores se lanza á las alturas, lo que aspira de trecho en trecho el de las pendientes medianas é inferiores hasta el del llano; durante la noche el peso del aire contraido por enfriamiento de las pendientes es el que determina su descenso. Es, pues, la teoría del calentamiento y enfriamiento indirectos por el suelo, pero presentada sin tener en cuenta la distribución de las presiones, lo que le expone á importantes críticas.

Saigey, en su Pequeña Física del Globo, explica las brisas por la dilatación y la contracción generales de la atmósfera, según el espesor de la capa sometida á esta acción. Este era pues el principio del calentamiento y enfriamiento directos.

Preil no se ocupa especialmente en las brisas de montaña, sino procura explicar las oscilaciones diarias del barómetro, considerando la atmósfera como una masa gaseosa en vaso cerrado, cuya presión depende de la fuerza expansiva modificada por el calentamiento y enfriamiento, y por corrientes ascendentes y descendentes.

Lamont no se ocupa tampoco particularmente en las brisas de montaña, pero admite una dilatación y una contracción periódicas de la atmósfera, es decir, la misma base que Saigey.

: Berger critica á Fournert, porque según su teoría, la brisa debería sin cesar subir sobre el lado meridional y occidental de las montañas, y bajar por sus pendientes septentrionales y orientales. Es pues adversario del calentamiento indirecto.

Strachey, citado por Hann, hace observar que en el Himalaya la brisa diurna es sensible sobre todo en los desfiladeros, mientras que la brisa nocturna lo es más á la entrada inferior de los valles. Es partidario de la teoría de Saigey.

Blandford expone que, según esta teoría, la presión sería, durante el día, más fuerte en la cima que al pie de la montaña, de modo que la brisa debería ser descendente en el día y viceversa durante la noche. Es la objeción natural á la teoría del calentamiento directo, cuando se supone que los movimientes de la atmósfera se hacen prontamente.

E. E. Schmid adopta la teoría de Fournet.

En fin, muchos meteorologistas, de reconocido mérito, apoyan la teoría del calentamiento y enfriamiento directos, y las explicaciones de Hann más ó menos truncas se encuentran reproducidas en los manuales de meteorología recientes.

Por esta breve enumeración se ve que la causa primera de las brisas de montaña ha sido buscada, sobre todo, por dos distintos lados: en el calentamiento directo de toda la masa de aire por la irradiación solar, y en el calentamiento indirecto de sus capas inferiores por la irradiación del suelo.

Obligado á ocuparme en esta cuestión, vacilé sobre muchos pantos y procuré dilucidarlos. Así es que fuí, á principios de 1891, á establecerme bajo la tienda, en un promontorio bien situado, en el Jura, á 1,436 metros de altura, para hacer allí observaciones barométricas, mientras que otras personas practicaban abajo las obser vaciones correspondientes.-Pero el tiempo fué deplorable, lo que excluía toda brisa, y un accidente que sobrevino al barómetro puso fin prematuramente al estudio proyectado.- Otros estudios que se impusieron en seguida año tras año, me obligaron á quedarme en consideraciones teóricas; y si me he decidido á comunicar mis reflexiones sobre este asunto, es con la esperanza de impulsar á al

gún otro para que haga las observaciones que me parecen necesarias y que no pude organizar por mí mismo.

La cuestión se presentaba bajo esta forma: Las brisas de montaña son el efecto de la dilatación y de la contracción de la atmósfera en todo su espesor, ó de la dilatación y contracción de una débil capa de aire á lo largo de las pendientes? ¿Son quizás el efecto de estas dos clases de fenómenos combinados?

II

Calentado el aire en toda su nasa, como esto se efectúa por la absorción de los rayos solares á su paso, su dilatación será proporcional á su espesor. Será pues menor sobre un macizo considerable de montañas que sobre una llanura baja.

En consecuencia, la dilatación de las capas más gruesas corres pondientes á los terrenos más bajos, alcanzarán un nivel superior al de la dilatación de las capas delgadas correspondientes á las alturas, y por lo tanto se establecerá una corriente de aire hacia la montaña por la citada diferencia de nivel y presión. Un enfriamiento general de la atmósfera sobre la misma región, traería por consecuencia una contracción del aire, proporcional á su espesor, y de ahí los fenómenos inversos.

Si se aplican estos hechos á las brisas de montaña, se encuentra que al principio del día, siendo la presión más fuerte sobre el llano que á igual altura sobre la montaña, esto determinará el paso del aire del espacio á fuerte presión hacia el espacio vecino inferior, y este movimiento constituirá la brisa diurna. -- Si el equilibrio se restablece lentamente ó si el macizo de las montañas es muy vasto, este movimiento tendrá cierta duración; pero si este paso se hace con alguna rapidez, el derramamiento superior constituiría inmediatamente, por el desalojamiento de las moléculas de aire, un déficit de presión sobre el llano y un exceso sobre la montaña, y tal distribución de presiones tendría infaliblemente por consecuencia que producir una brisa descendente durante el día, es decir, lo contrario de lo que se observa.

El profesor Julio Hann ha imaginado una exposición diferente de la cuestión.- Si ante una pendiente de montaña se divide la at

« AnteriorContinuar »