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DISCURSO DE RECEPCION

DEL SOCIO D. FELIX M. ALCÉRRECA

I

A excesiva benevolencia del señor Presidente, generosamente secundada por los Sres. Macedonio Gómez, Lázaro Pavía,

B. O. de Brakel-Welda y Manuel Fernández Villarreal y por los miembros que asistieron á la sesión de 13 de Julio último, me permite en esta H. Sociedad un puesto en el que conoceré, estudiaré y meditaré las complexas cuestiones geográficas y estadísticas que de tanto interés son para todo país celoso de su legítimo progreso.

Sin afectada modestia, es mucho para mis merecimientos el acercarme familiarmente á privilegiadas eminencias que, con la luz de su inteligencia y la fuerza de su saber, han marcado segura rotación al desarrollo material y contemplativo; ofreciendo con pródiga generosidad métodos exactos para el análisis de las investigaciones que marcan la vida, las edades y los movimientos de las tribus, de las colonias, de los pueblos y de las naciones.

Acepto con agradecimiento la distinción que se me ha conferido, lamentando sólo que en este laboratorio, en el que se nutren sólidamente los conocimientos y las ideas, no pueda colaborar dig. namente, colocando mi deseado contingente, para mover con vertiginosa actividad la potente válvula que impulsa en sus múltiples evoluciones los productos de la meditación, encaminados á penetrar en el misterioso recinto de esas majestuosas y maravillosas obras que ahora fabrica, mañana modifica y después destruye la incansable mano de la sabia naturaleza.

No es una vanidad, tampoco un capricho, ni menos aún una frívola labor, lo que se han propuesto los cuerpos docentes que po nen todo su eficaz esmero en la vigilante observación relacionada con el ser físico é intelectual de esa entidad que humanidad llamamos, consignándole sus fluctuaciones, acopiándole sus actividades, marcándole sus movimientos, graduándole sus acciones y realzán. dole sus progresos, para presentar á las parcialidades, enseñanzas prácticas con cuyo ejemplar sistema las generaciones sucesivas compararán sus evoluciones, inspirándose en los acontecimientos recogidos y consignados en la historia.

Si el mar amarillo y el mediterráneo no hubieran recibido esas corrientes de civilización que se desprendieron desde las originarias alturas del Asia quedando estacionaria la del opuesto lado; si la constancia y actividad de esa civilización no hubiera sido latente en su rápida marcha para que sin tregua siguiera adelante, tal vez por entonces, no hubiera aumentado su patrimonio de ciencia, de moral, ni de libertad, ni hubiera podido prevalecer el espíritu sobre la materia, el ingenio sobre la fuerza bruta.

Los viajes han sido, tal vez, desde los tiempos más remotos hasta nuestros días, uno de los más eficaces arbitrios de propagar las civilizaciones y por ese medio la curiosidad, el comercio, el acaso, la codicia, las conjeturas, la caridad, la ciencia, impidieron á los hombres, en épocas anteriores, el adquirir un conocimiento exacto y extenso de la superficie de nuestro globo.

La historia de las navegaciones, del comercio y de las colonias, enlazada con los grandes descubrimientos del siglo XV, presentan al hombre reconociendo poco á poco la morada que debe habitar durante su tránsito, los hermanos entre quienes y con quienes ha de correr, combatir, perfeccionarse y establecer su comercio; engendrar, á la par héroes, y dar acceso á la guerra, para desbordarse, con sus nacionales ímpetus.

¡Cuántas evoluciones! ¡Cuántas edades! Cuántas generaciones han recorrido con ávida mirada y curiosidad constante, ese misterioso archivo de enseñanzas que los minutos, las horas, los días, los años y hasta los siglos, risueños ó indiferentes, exhiben á la contemplación científica, que jadeante y siempre errante no ha encontrado su juicio final para pronunciar su inapelable fallo.

Desde Herodocto, á quien la historia atribuye la gloria de haber

sido el primer geógrafo de la antigüedad, esa investigación de conocimientos se ha enriquecido también con el contingente, no sólo intelectual, sino aun material, cuando encontramos al hombre desafiando, ora sobre el camello los ardores del desierto líbico, ora en los trineos el frío glacial de la Siberia, sin encontrar vivientes y amenazado á porfía por la montaña de nieve ó por las inflamadas olas de la candente arena.

Piteas navegando, determinó con exactitud la latitud de su patria, atribuyó á la luna el flujo del mar y supo que la estrella ártica no marca exactamente el polo.

Las necesidades han aventado á la especie humana por todos los ámbitos de nuestro planeta. Siempre el hombre, señor de lo creado, doma al caballo, al asno, al camello, para uncirlos á los carros. Se confía también á las olas del mar, quizá en frágil nave, para deducir inopinadamente de la inspección de las aletas de los peces, de las alas de la grulla, de los aparatos del orantito el uso de los remos y las velas.

Y así, aquellas vigorosas observaciones enviadas á los póste ros por Ectesias, Jenofonte, Alejandro Magno, Estrabón y otras notabilidades que la historia cita, fueron, á no dudar, las que trazaron los primeros deberes que el hombre se ha impuesto para saber y conocer el suelo que habita, los usos y costumbres de sus moradores, sus grados de civismo, sus componentes colectivos, sus mutaciones genéricas y la locación fija ó variable que determinan una verdadera cosmosofia.

á

Si paso a paso siguiéramos una historia sucesiva, tiempo y espacio faltarían para apuntar en líneas, como las presentes, los estudios más palpitantes que sobre la Geografía y la Estadística han consiguado celebridades universales ya sea entre propios ó extraños.

Lo cierto es, que ojeando el análisis comparativo se encuentra que cada quien ha colocado su contingente, propio en su época, pero insinuante y debatido en las futuras sucesiones que marchan á todo esfuerzo de progreso, más levantado aún en los tiempos dei vapor y la electricidad, que vigorosamente estrechan á la gran familia universal.

El estudio de la Geografía reclama siempre continuada atención. La estadística dispuesta tiene su abierta recopilación para en ella consignar continuadas notas.

Así pues, creo que un cuerpo que de tales materias se ocupa, es un elemento necesario y hasta indispensable en los elementos constitutivos de una sociedad organizada.

Cumple á mi deber, al llegar á esta H. Sociedad, que bondado samente me abre sus puertas, esforzarme en mi labor y ofrecerle como mi débil primicia, el deseo que tengo por consignar lo relativo al suelo en donde por vez primera recibí los latidos de la vida.

Informe trabajo me propongo presentar á esta Corporación sobre la Geografía y Estadística del Estado de Puebla, en cuya Ciudad nací, esperando que mis apuntes aquí recibirán amplitud y mejor forma, para que así corresponda á deberes de gratitud hacia mi nativo suelo.

Sirva el presente para presentar todas las protestas de mi adhe sión á este Cuerpo; y para pedirle su venia, á fin de que en sesiones posteriores siga ocupándome del estudio que me he propuesto, el que no podría estrechar dentro de los límites de una sesión.

Gracias, señores, por la honra que se me ha dispensado, y permitidme el uso de la palabra para otras oportunidades, que creo indispensable para corresponder á las obligaciones que impone nuestro reglamento.

México, Agosto 10 de 1893.

FÉLIX M. ALCÉRRECA.

EL MONUMENTO Á CASSINI DE THURY

AUTOR DE LA PRIMERA CARTA TOPOGRÁFICA DE FRANCIA

Por acuerdo del señor Vicepresidente de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, se insertan á continuación los documentos siguientes, remitidos por la Sociedad de Topografía de Francia.

Sociedad de Topografia de Francia, fundada en 1876.-18 calle Visconti. Medalla de oro.-Paris, 1891.

París, Diciembre 5 de 1894.

H

SEÑOR PRESIDENTE:

N la Asamblea general de la Sociedad de Topografía de Francia, celebrada el 18 de Noviembre último, en el Gran Anfiteatro de la Nueva Sorbona y en la que se reunieron tres mil personas, el Presidente de la sesión, Sr. Emilio Levasseur, del Instituto, delegado del Ministro de Instrucción Pública, se expresó así, con la autoridad que le corresponde:

«Ya sabeis que la Sociedad de Topografía ha iniciado la erección de un monumento á Cassini de Thury, autor de la primera Carta Topográfica de Francia. La Sociedad ha tenido justísima conciencia de su papel al tomar la iniciativa del agradecimiento nacional, y ha querido que la historia de la Geografía se aprovechase del homenaje tributado al sabio. Propónese dirigir á todas las sociedades científicas (y en primer término á las sociedades geográficas de nuestro país) un cuestionario redactado de manera que se

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