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CAPITULO LI.

De cómo hablaron los guaxarapos al Gobernador. Otro dia por la mañana vinieron los indios guaxarapos que el dia antes habian estado con el Gobernador, y venian en dos canoas ; trujeron pescado y carne, que dieron á la gente; y después que hobieron hablado con el Gobernador, les pagó de sus rescates y se despidió de ellos, diciéndoles que siempre los ternia por amigos y les favoresceria en todo lo que pudiese, y porque el Gobernador dejaba otros navíos con gente y muchas canoas con indios guaranies sus amigos, él los rogaba que cuando allí llegasen, fuesen de ellos bien recebidos y bien tratados, porque haciéndolo así, los cristianos y indios no les harian mal ni daño ninguno; y ellos se lo prometieron ansí (aunque no lo cumplieron). Y túvose por cierto que un cristiano dió la causa y tuvo la culpa (como diré adelante); y ansí, se partió de estos indios, y fué navegando por el rio arriba todo aquel dia con buen viento de vela, y á la puesta del sol llegóse á unos pueblos de indios de la misma generacion, que estaban asentados en la ribera junto al agua, y por no perder el tiempo, que era bueno, pasó por ellos sin se detener; son labradores y siembran maíz y otras raíces, y danse mucho á la pesquería y caza, porque hay mucha en grande abundancia; andan en cueros ellos y sus mujeres, excepto algunas, que andan tapadas sus vergüenzas ; lábranse las caras con unas puas de rayas, y los bezos y las orejas traen horadados; andan por los rios en canoas, no caben en ellas mas de dos ó tres personas; son tan ligeras, y ellos tan diestros, y al remo andan tan recio rio abajo y rio arriba, que paresce que van volando, y un bergantin (aunque allá son hechos de cedro) al remo y á la vela, por ligero que sea y por buen tiempo que haga, aunque no lleve la canoa mas de dos remos y el bergantin lleve una docena, no la puede alcanzar; y hácense guerra por el rio en canoas, y por la tierra, y todavía entre ellos tienen sus contrataciones, y los guaxarapos les dan canoas, y los payaguaes se las dan tambien, porque ellos les dan arcos y flechas cuantos han menester, y todas las otras cosas que ellos tienen de contratacion; y ansí, en tiempos son amigos, y en otros tienen sus guerras y enemistades.

CAPITULO LII.

De cómo los indios de la tierra vienen á vivir en la costa del rio.

Cuando las aguas están bajas los naturales de la tierra adentro se vienen á vivir á la ribera con sus hijos y mujeres á gozar de las pesquerías, porque es mucho el pexe que matan, y está muy gordo; están en esta buena vida bailando y cantando todos los dias y las noches, como gentes que tienen seguro el comer; y como las aguas comienzan á crescer, que es por enero, vuélvense á recoger á partes seguras, porque las aguas crescen seis brazas en alto encima de las barrancas, y por aquella tierra se extienden por unos llanos adelante mas de cien leguas la tierra adentro, que paresce mar, y cubre los árboles y palmas que por la tierra están, y pasan los navíos por encima de ellos; y esto acontesce todos los años del mundo ordinariamente, y pasa esto en el tiempo y coyuntura cuando el sol parte del trópico de allá y viene НА.

para el trópico que está acá, que está sobre la boca del rio del Oro; y los naturales del rio, cuando el agua llega encima de las barrancas, ellos tienen aparejadas unas canoas muy grandes para este tiempo, y en medio de las canoas echan dos ó tres cargas de barro, y hacen un fogon; y hecho, métese el indio en ella con su mujer y hijos y casa, y vanse con la cresciente del agua donde quieren, y sobre aquel fogon hacen fuego y guisan de comer y se calientan, y ansí andan cuatro meses del año que tura esta cresciente de las aguas; y como las aguas andan crescidas, saltan en algunas tierras que quedan descubiertas, y allí matan venados y dantas, y otras salvajinas que van huyendo del agua; y como las aguas hacen repunta para volver á su curso, ellos se vuelven cazando y pescando como han ido, y no salen de sus canoas hasta que las barrancas están descubiertas, donde ellos suelen tener sus casas; y es cosa de ver, cuando las aguas vienen bajando, la gran cantidad de pescado que deja el agua por la tierra en seco; y cuando esto acaesce, que es en fin de marzo y abril, todo este tiempo hiede aquella tierra muy mal, por estar la tierra emponzoñada; en este tiempo todos los de la tierra, y nosotros con ellos, estuvimos malos, que pensamos morir; y como entonces es verano en aquella tierra, es incomportable de sufrir; y siendo el mes de abril comienzan á estar buenos todos los que han enfermado. Todos estos indios sacan el hilado que han menester para hacer sus redes, de unos cardos; machácanlos y échanlos en un ciénago, y después que está quince dias allí, ráenlos con unas conchas de almejones, y sale curado, y queda mas blanco que la nieve. Esta gente no tenian principal, puesto que en la tierra los hay entre todos ellos; mas estos son pescadores, salvajes y salteadores; es gente de frontera; todos los cuales, y otros pueblos que están á la lengua del agua, por do el Gobernador pasó, no consintió que ningun español ni indio guarani saliese en tierra, porque no se revolviesen con ellos, por los dejar en paz y contentos; y les repartió graciosamente muchos rescates, y les avisó que venian otros navíos de cristianos y de indios guaranies, amigos suyos; que los tuviesen por amigos y que tratasen bien. Yendo caminando un viérnes de mañana, llegóse á una muy gran corriente del rio, que pasa por entre unas peñas cortadas, y por aquella corriente pasan tan gran cantidad de pexes que se llaman dorados, que es infinito número de ellos los que continuo pasan, y aquí es la mejor corriente que hallaron en este rio, la cual pasamos con los navíos á la vela y al remo. Aquí mataron los españoles y indios en obra de una hora muy gran cantidad de dorados, que hobo cristiano que mató él solo cuarenta dorados; son tamaños, que pesan media arroba cada uno, y algunos pesan arroba; es muy hermoso pescado para comer, y el mejor bocado de él es la cabeza ; es muy graso y sacan de él mucha manteca, y los que lo comen con ella, andan siempre muy gordos y lucios, y bebiendo el caldo de ellos, en un mes los que lo comen se despojan de cualquier sarna y lepra que tenga; de esta manera fué navegando con buen viento de vela que nos hizo. Un dia en la tarde, á 25 dias del mes de octubre, llegó á una division y apartamiento que el rio hacia, que se hacian tres brazos de rio: el

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uno de los brazos era una grande laguna á la cual llaman los indios rio Negro, y este rio Negro corre hácia el norte por la tierra adentro, y los otros brazos el agua de ellos es de buena color, y un poco mas abajo se vienen á juntar; y ansí, fué siguiendo su navegacion hasta que llegó á la boca de un rio que entra por la tierra adentro, á la mano izquierda, á la parte del poniente, donde se pierde el remate del rio del Paraguay, á causa de otros muchos rios y grandes lagunas que en esta parte están divididos y apartados; de manera que son tantas las bocas y entradas de ellos, que aun los indios naturales que andan siempre en ellas con sus canoas, con dificultad las conoscen, y se pierden muchas veces por ellas; este rio por donde entró el Gobernador le llaman los indios naturales de aquella tierra Iguatu, que quiere decir agua buena, y corre á la laguna en nuestro favor; y como hasta entonces habiamos ido agua arriba, entrados en esta laguna íbamos agua abajo. CAPITULO LIII.

Cómo á la boca de este rio pusieron tres cruces.

En la boca de este rio mandó el Gobernador poner muchas señales de árboles cortados, y hizo poner tres cruces altas, para que los navíos entrasen por allí tras él, y no errasen la entrada por este rio. Fuimos navegando á remo tres dias, á cabo de los cuales salió del rio, y fué navegando por otros dos brazos del rio que salen de la laguna, muy grandes; y á 8 dias del mes, una hora antes del dia, llegaron á dar en unas sierras que están en medio del rio, muy altas y redondas, que la hechura de ellas era como una campana, y siempre yendo para arriba ensangostándose. Estas sierras están peladas, y no crian yerba ni árbol ninguno, y son bermejas; creemos que tienen mucho metal, porque la otra tierra que está fuera del rio, en la comarca y paraje de las tierras, es muy montuosa, de grandes árboles y de mucha yerba; y porque las sierras que están en el rio no tienen nada de esto, paresce señal que tienen mucho metal, y ansí, donde lo hay, no cria árbol ni yerba; y los indios nos decian que en otros tiempos sus pasados sacaban de allí el metal blanco, y por no llevar aparejo de mineros ni fundidores, ni las herramientas que eran menester para catar y buscar la tierra, y por la gran enfermedad que dió en la gente, no hizo el Gobernador buscar el metal, y tambien lo dejó para cuando otra vez volviese por allí, porque estas sierras caen cerca del puerto de los Reyes, tomándolas por la tierra. Yendo caminando por el rio arriba, entramos por otra boca de otra laguna que tiene mas de una legua y media de ancho, y salimos por otra boca de la misma laguna; fuimos por un brazo de ella junto á la Tierra-Firme, У fuímonos á poner aquel dia, á las diez horas de la mañana, á la entrada de otra laguna donde tienen su asiento y pueblo los indios sacocies y xaqueses y chaneses; y no quiso el Gobernador pasar de allí adelante, porque le paresció que debia enviar á hacer saber á los indios su venida y les avisar; y luego envió en una canoa á una lengua con unos cristianos para que les hablasen de su parte, y les rogasen que le viniesen á ver y á hablar; y luego se partió la canoa con la lengua y cristianos, y á las cinco de la tarde volvieron, y dijeron que

los indios de los pueblos los habian salido á recebir mostrando muy gran placer, y dijeron á la lengua cómo ya ellos sabian cómo venian, y que deseaban mucho ver al Gobernador y á los cristianos; y dijeron entonces que las aguas habian bajado mucho, y que por aquello la canoa habia llegado con mucho trabajo, y que era necesario que, para que los navíos pasasen aquellos bajos que habia hasta llegar al puerto de los Reyes, los descargasen y alijasen para pasar, porque de otra manera no podian pasar, porque no habia agua poco mas de un palmo, y cargados, pedian los navíos cinco y seis palmos de agua para poder navegar, y este banco y bajo estaba cerca del puerto de los Reyes. Otro dia de mañana el Gobernador mandó partir los navíos, gente, indios y cristianos, y que fuesen navegando al remo hasta llegar al bajo que habian de pasar los navíos, y mandó salir toda la gente, y que saltasen al agua, la cual no les daba á la rodilla; y puestos los indios y cristianos á los bordos y lados del bergantin que se llamaba Sant Márcos, toda la gente que podia caber por los lados del bergantin lo pasaron á hombro y casi en peso y fuerza de brazos, sin que lo descargase, y turó el bajo mas de tiro y medio de arcabuz; fué muy gran trabajo pasarlo á fuerza de brazos, y después de pasado, los mismos indios y cristianos pasaron los otros bergantines con menos trabajo que el primero, porque no eran tan grandes como el primero; y después de puestos en el hondo, nos fuimos á desembarcar al puerto de los Reyes, en el cual hallamos en la ribera muy gran copia de gente de los naturales, que sus mujeres y hijos y ellos estaban esperando; y así, salió el Gobernador con toda la gente, y todos ellos se vinieron á él, y él les informó cómo su majestad le enviaba para que les apercibiese y amonestase que fuesen cristianos, y recebiesen la doctrina cristiana, y creyesen en Dios, criador del cielo y de la tierra, y á ser vasallos de su majestad, y siéndolo, serian amparados y defendidos por el Gobernador y por los que traia, de sus enemigos y de quien les quisiese hacer mal, y que siempre serian bien tratados y mirados, como su majestad lo mandaba que lo hiciese, y siendo buenos, les daria siempre de sus rescates, como siempre lo hacia á todos los que lo eran; y luego mandó llamar los clérigos, y les dijo cómo queria luego hacer una iglesia donde les dijesen misa y los otros oficios divinos, para ejemplo y consolacion de los otros cristianos, y que ellos tuviesen especial cuidado de ellos. E hizo hacer una cruz de madera grande, la cual mandó hincar junto á la ribera, debajo de unas palmas altas, en presencia de los oficiales de su majestad y de otra mucha gente que allí se halló presente; y ante el escribano de la provincia tomó la posesion de la tierra en nombre de su majestad, como tierra que nuevamente se descubria; y habiendo pacificado los naturales, dándoles de sus rescates y otras cosas, mandó aposentar los españoles en la ribera de la laguna, y junto con ella los indios guaranies, á todos los cuales dijo y apercibió que no hiciesen daño ni fuerza ni otro mal ninguno á los indios y naturales de aquel puerto, pues eran amigos y vasallos de su majestad, y les mandó y defendió no fuesen á sus pueblos y casas, porque la cosa que los indios mas sienten y aborrescen, y por que se

alteran, es por ver que los indios y cristianos van á sus casas, y les revuelven y toman las cosillas que tienen en ellas; y que si tratasen y rescatasen con ellos, les pagasen lo que trujesen y tomasen de sus rescates; y si otra cosa hiciesen, serian castigados.

CAPITULO LIV.

De cómo los indios del puerto de los Reyes son labradores. Los indios de este puerto de los Reyes son labradores; siembran maíz y mandioca (que es el cazabi de las Indias), siembran mandubies (que son como avellanas), y de esta fruta hay gran abundancia; y siembran dos veces en el año; es tierra fértil y abundosa, así de mantenimientos de caza y pesquerías; crian los indios muchos patos, en gran cantidad, para defenderse de los grillos, como tengo dicho. Crian gallinas, las cuales encierran de noche, por miedo de los morciélagos, que les cortan las crestas, y cortadas, las gallinas se mueren luego. Estos morciélagos son una mala sabandija, y hay muchos por el rio que son tamaños y mayores que tórtolas de esta tierra, y cortan tan dulcemente con los dientes, que al que muerde, no lo siente; y nunca muerden al hombre sino es en las lumbres de los dedos de los piés ó de las manos, ó en el pico de la nariz, y el que una vez muerde, aunque haya otros muchos, no morderá sino al que comenzó á morder; y estos muerden de noche y no parescen de dia; tenemos que hacer en defenderles las orejas de los caballos; son muy amigos de ir á morder en ellas, y en entrando un morciélago donde están los caballos, se desasosiegan tanto, que despiertan á toda la gente que hay en la casa, y hasta que los matan ó echan de la caballeriza, nunca se sosiegan; y al Gobernador le mordió un morciélago, estando durmiendo en un bergantin, que tenia un pié descubierto, y le mordió en la lumbre de un dedo del pié, y toda la noche estaba corriendo sangre hasta la mañana, que recordó con el frio que sintió en la pierna, y la cama bañada en sangre, que creyó que le habian herido; y buscando dónde tenia la herida, los que estaban en el bergantin se reian de ello, porque conoscian y tenian experiencia de que era mordedura de morciélago, y el Gobernador halló que le habia llevado una rebanada de la lumbre del dedo del pié. Estos morciélagos no muerden sino adonde hay vena, y estos hicieron una muy mala obra, y fué que llevábamos á la entrada seis cochinas preñadas para que con ellas hiciésemos casta, y cuando vinieron á parir, los cochinos que parieron, cuando fueron á tomar las tetas, no hallaron pezones, que se las habian comido todos los morciélagos, y por esta causa se murieron los cochinos, y nos comimos las puercas por no poder criar lo que pariesen. Tambien hay en esta tierra otras malas sabandijas, y son unas hormigas muy grandes, las cuales son de dos maneras, las unas son bermejas, y las otras son muy negras; do quiera que muerden cualquiera de ellas, el que es mordido está veinte y cuatro horas dando voces y revolcándose por tierra, que es la mayor lástima del mundo de lo ver; hasta que pasan las veinte y cuatro horas no tienen remedio ninguno, y pasadas, se quita el dolor; y en este puerto de los Reyes, en las lagunas, hay muchas rayas, y muchas veces los que andan á pes

car en el agua, como las ven, huéllan las, y entonces vuelven con la cola, y hieren con una pua que tienen en la cola, la cual es mas larga que un dedo; y si la raya es grande, es como un geme, y la pua es como una sierra; y si da en el pié, lo pasa de parte á parte, y es tan grandísimo el dolor como el que pasa el que es mordido de hormigas, mas tiene un remedio para que luego se quite el dolor, y es, que los indios conoscen una yerba, que luego como el hombre es mordido, la toman, y majada, la ponen sobre la herida de la raya, y en poniéndola se quita el dolor, mas tiene mas de un mes qué curar en la herida. Los indios de esta tierra son medianos de cuerpo, andan desnudos en cueros, y sus vergüenzas de fuera; las orejas tienen horadadas, y tan grandes, que por los agujeros que tienen en ellas les cabe un puño cerrado, y traen metidas por ellas unas calabazuelas medianas, y contino van sacando aquellas y metiendo otras mayores; y ansí, las hacen tan grandes, que casi llegan cerca de los hombros, y por esto les llaman los otros indios comarcanos orejones, y se llaman como los ingas del Perú, que se llaman orejones. Estos cuando pelean se quitan las calabazas ó rodajas que traen en las orejas, y revuélvense en ellas mismas, de manera que las encogen allí, y si no quieren hacer esto, anúdanlas atrás, debajo del colodrillo. Las mujeres de estos no andan tapadas sus vergüenzas; vive cada uno por sí con su mujer y hijos; las mujeres tienen cargo de hilar algodon, y ellos van á sembrar sus heredades, y cuando viene la tarde, y vienen á sus casas, y hallan la comida aderezada, todo lo demás no tienen cuidado de trabajar en sus casas, sino solamente cuando están los maíces para coger; entonces ellas lo han de coger y acarrear á cuestas y traer á sus casas. Dende aquí comienzan estos indios á tener idolatría, y adoran ídolos que ellos hacen de madera, y segun informaron al Gobernador, adelante la tierra adentro tienen los indios ídolos de oro y de plata, y procuró con buenas palabras apartarles de la idolatría, diciéndoles que los quemasen y quitasen de sí, y creyesen en Dios verdadero, que era el que habia criado el cielo y la tierra, y á los hombres, y á la mar, y á los pesces, y á las otras cosas, y que lo que ellos adoraban era el diablo, que los traia engañados; y así, quemaron muchos de ellos, aunque los principales de los indios andaban atemorizados, diciendo que los mataria el diablo, que se mostraba muy enojado; y luego que se hizo la iglesia y se dijo misa, el diablo huyó de allí, y los indios andaban asegurados, sin temor. Estaba el primer pueblo del campo hasta poco mas de media legua, el cual era de ochocientas casas, y vecinos todos labradores.

CAPITULO LV.

Cómo poblaron aquí los indios de García.

A media legua estaba otro pueblo mas pequeño, de hasta setenta casas, de la misma generacion de los sacocies, y á cuatro leguas están otros dos pueblos de los chaneses que poblaron en aquella tierra, de los que atrás dije que trujo García de la tierra adentro; y tomaron mujeres en aquella tierra, que muchos de ellos vinieron á ver y conoscer, diciendo que ellos eran muy alegres y muy amigos de cristianos, por el buen trata

miento que les habia hecho García cuando los trujo de
su tierra. Algunos de estos indios traian cuentas, mar-
garitas y otras cosas, que dijeron haberles dado García
cuando con él vinieron. Todos estos indios son labrado-
res, criadores de patos y gallinas; las gallinas son como
las de España, y los patos tambien. El Gobernador hizo
á estos indios muy buenos tratamientos, y les dió de
sus rescates, y los recebió por vasallos de su majestad,
y los rogó y apercibió, diciéndoles que fuesen buenos
y leales á su majestad y á los cristianos; y que hacién-
dolo así, serian favorescidos y muy bien tratados,
jor que lo habian sido antes.

CAPITULO LVI.

De cómo habló con los chaneses.

CAPITULO LVII.

Cómo el Gobernador envió á buscar los indios de Garcia. Habida la relacion del indio, el Gobernador mandó luego que con algunos naturales de la tierra fuesen algunos españoles á buscar los indios guaranies que estaban en aquella tierra, para informarse de ellos, y llevarlos por guias del descubrimiento de la tierra, y tambien fueron con los españoles algunos indios guaranies de los que traia en su compañía, los cuales se parmetieron, y fueron por donde las guias los llevaron; yal cabo de seis dias volvieron, y dijeron que los indios guaranies se habian ido de la tierra, porque sus pueblos y casas estaban despoblados, y toda la tierra así lo parescia, porque diez leguas á la redonda lo habian mirado, y no habian hallado persona. Sabido lo susodicho, el Gobernador se informó de los indios chaneses si sabian á qué parte se podian haber ido los indios guaranies; los cuales le dijeron y avisaron que los indios naturales de aquel puerto con los de aquella isla se habian juntado, les habian ido á hacer guerra, y habian muerto muchos de los indios guaranies, y los que quedaron se habian ido huyendo por la tierra adentro, y creian que se irian á juntar con otros pueblos de guaranies que estaban en frontera de una generacion de indios que se llaman xarayes; con los cuales y con otras generaciones tienen guerra, y que los indios xarayes es gente que tienen alguna plata y oro, que les dan los indios de la tierra adentro, y que por allí es todo tierra poblada, que puede ir á las poblaciones; y los xarayes son labradores, que siembran maíz y otras simientes en gran cantidad, y crian patos y gallinas como las de España. Fuéles preguntado qué tantas jornadas de aquel puerto estaba la tierra de los indios xarayes; dijo que por tierra podian ir, pero que era el camino muy malo y trabajoso, á causa de las muchas ciénagas que habia, y muy gran falta de agua, y que podian ir en cuatro ó cinco dias, y que si quisiesen ir por agua en canoas, por el rio arriba, ocho ó diez dias.

De estos indios chaneses se quiso el Gobernador informar de las cosas de la tierra adentro, y de las poblaciones de ella, y cuántos dias habria de camino dende aquel puerto de los Reyes hasta llegar á la primera poblacion. El principal de los indios chaneses, que seria de cincuenta años de edad, dijo que cuando García los trujo de su tierra vinieron con él por tierras de los indios mayaes, y salieron á tierra de los guaranies, donde mataran los indios que traia, y que este indio chanés y otros de su generacion, que se escaparon, se vinieron huyendo por la ribera del Paraguay arriba, hasta llegar al pueblo de estos sacocies, donde fueron de ellos recogidos, y que no osaron ir por el proprio camino que habian venido con García, porque los guaranies los alcanzaran y mataran; y á esta causa no saben si están léjos ni cerca de las poblaciones de la tierra adentro, y que por no la saber, ni saber el camino, nunca mas se han vuelto á su tierra; y los indios guaranies que habitan en las montañas de esta tierra, saben el camino por donde van á la tierra; los cuales lo podian bien enseñar, porque van y vienen á la guerra contra los indios de la tierra adentro. Fue preguntado qué pueblos de indios hay en su tierra y de otras generaciones, y qué otros mantenimientos tienen, y que con qué armas pelean. Dijo que en su tierra los de su generacion tienen un solo principal que los manda á todos, y de todos es obedescido, y que hay muchos pueblos de muchas gentes de los de su generacion, que tienen guerra con los indios que se llaman chimeneos, y con otras generaciones de indios que se llaman carcaraes; y que otras muchas gentes hay en la tierra, que tienen grandes pueblos, que se llaman gorgotoquies y payzuñoes y estarapecocies y candirees, que tienen sus principales, y todos tienen guerra unos con otros, y pelean con arcos y flechas, y todos generalmente son labradores y criadores, que siembran maiz y mandiocas y batatas y mandubias en mucha abundancia, y crian patos y gaIlinas como los de España; crian ovejas grandes, y todas las generaciones tienen guerras unos con otros, y los indios contratan arcos y flechas y mantas, y otras cosas por arcos y flechas, y por mujeres que les dan por ellos. Habida esta relacion, los indios se fueron muy alegres y contentos, y el principal de ellos se ofresció irse con el Gobernador á la entrada y descubrimiento de la tierra, diciendo que se iria con su mujer y hijos vivir á su tierra, que era lo que él mas deseaba.

y

CAPITULO LVIII.

De cómo el Gobernador habló á los oficiales, y les dió aviso de lo que pasaba.

Luego el Gobernador mandó juntar los oficiales y clérigos, y siendo informados de la relacion de los indios xarayes y de los guaranies que están en su frontera, fué acordado que con algunos indios naturales de este puerto, para mas seguridad, fuesen dos españoles y dos indios guaranies á hablar los indios xarayes, y viesen la manera de su tierra y pueblos, y se informasen de ellos de los pueblos y gentes de la tierra adentro,y del camino que iba dende su tierra hasta llegar á ellos, y tuviesen manera cómo hablasen con los indios guaranies, porque de ellos mas abiertamente y con mas certeza podrian ser avisados y saber la verdad. Este mismo dia se partieron los dos españoles, que fueron Héctor de Acuña y Antonio Correa, lenguas y intérpretes de los guaranies, con hasta diez indios sacocies y dos indios guaranies, á los cuales el Gobernador mandó que hablasen al principal de los xarayes, y les dijesen cómo el Gobernador løs enviaba para que de su parte le hablasen y conocieşen,

y tuviesen por amigo á él y á los suyos; y que le rogaba le viniesen á ver, porque le queria hablar y que á los españoles los informase de las poblaciones y gentes de la tierra adentro, y el camino que iba dende su tierra para llegar á ellas; y dió á los españoles muchos rescates y un bonete de grana, para que diesen al principal de los dichos xarayes, y otro tanto para el principal de los guaranies, que les dijesen lo mismo que enviaba á decir al principal de los xarayes. Otro dia después llegó al puerto el capitan Gonzalo de Mendoza con su gente y navíos, y le informaron que la víspera de Todos Santos, viniendo navegando por tierra de los guaxarapos, y habiéndoles hablado y dádose por amigos, diciendo haberlo hecho así con los navíos que primero habian subido, porque el tiempo de vela era contrario, habian salido á surgir los españoles que iban en los bergantines, y al doblar de un torno ó vuelta del rio, donde se pudo dar vela con los cinco que iban delanteros; el que quedó detrás, que fué un bergantin, donde venia por capitan Agustin de Campos, viniendo toda la gente de él por tierra sirgando, salieron los indios guaxarapos, y dieron en ellos, y mataron cinco cristianos, y se ahogó Juan de Bolaños por acogerse á un navío, viniendo salvos y seguros, teniendo los indios por amigos, fiándose y no se guardando de ellos; y que si no se recogieran los otros cristianos al bergantin, á todos los mataran, porque no tenian ningunas armas con que defender ni ofender. La muerte de los cristianos fué muy gran daño para nuestra reputacion, porque los indios guaxarapos venian en sus canoas á hablar y comunicar con los indios del puerto de los Reyes, que tenian por amigos, y les dijeron cómo ellos habian muerto á los cristianos, y que no éramos valientes, y que teniamos las cabezas tiernas, y que nos procurasen de matar, y que ellos los ayudarian para ello; y de allí adelante los comenzaron á levantar, y poner malos pensamientos á los indios del puerto de los Reyes.

CAPITULO LIX.

Cómo el Gobernador envió á los xarayes. Dende á ocho dias que Anton Correa y Héctor de Acuña, con los indios que llevaron por guias, hobieron partido (como dicho es) para la tierra y pueblos de los indios xarayes á les hablar de parte del Gobernador, vinieron al puerto á le dar aviso de lo que habian hecho, sabido y entendido de la tierra y naturales y del principal de los indios, y visto por vista de ojos; y trujeron consigo un indio que el principal de los xarayes enviaba porque fuese guia del descubrimiento de la tierra; y Anton Correa y Héctor de Acuña dijeron que el propio dia que partieron del puerto de los Reyes con las guias habian llegado á unos pueblos de unos indios que se llaman artaneses, que es una gente crescida de cuerpos y andan desnudos en cueros; son labradores, siembran poco á causa que alcanzan poca tierra que sea buena para sembrar, porque la mayor parte es anegadizos y arenales muy secos; son pobres, y mantiénense la mayor parte del año de pesquerías de las lagunas que tienen junto de sus pueblos; las mujeres de estos indios son muy feas de rostros, porque se los labran y hacen muchas rayas con sus puas de rayas que para aquello

tienen, y traen cubiertas sus vergüenzas ; estos indios son muy feos de rostros porque se horadan el labio bajo, y en él se ponen una cáscara de una fruta de unos árboles, que es tamaña y tan redonda como un gran tortero, y esta les apesga y hace alargar el labio tanto, que paresce una cosa muy fea; y que los indios artaneses les habian recebido muy bien en sus casas y dado de comer de lo que tenian; y otro dia habia salido con ellos un indio de la generacion á les guiar, y habian sacado agua para beber en el camino en calabazos, y que todo el dia habian caminado por ciénagas con grandísimo trabajo, en tal manera, que en poniendo el pié zahondaban hasta la rodilla, y luego metian el otro y con mucha premia los sacaban ; y estaba el cieno tan caliente, y hervia con la fuerza del sol tanto, que les abrasaba las piernas y les hacia llagas en ellas, de que pasaban mucho dolor; y allende de esto, tuvieron por cierto de morir el dicho dia de sed, porque el agua que los indios llevaban en calabazos no les bastó para la mitad de la jornada del dia, y aquella noche durmieron en el campo entre aquellas ciénagas con mucho trabajo y sed y cansancio y hambre. Otro dia siguiente, á las ocho de la mañana, llegaron á una laguna pequeña de agua, donde bebieron el agua de ella, que era muy sucia, y hincheron los calabazos que los indios llevaban, y todo el dia caminaron por anegadizos, como el dia antes habian hecho, salvo que habian hallado en algunas partes agua de lagunas, donde se refrescaron, y un árbol que hacia una poca de sombra, donde sestearon y comieron lo que llevaban, sin les quedar cosa ninguna para adelante; y las guias les dijeron que les quedaba una jornada para llegar á los pueblos de los indios xarayes. Y la noche venida, reposaron hasta que venido el dia, comenzaron á caminar, y dieron luego en otras ciénagas, de las cuales no pensaron salir, segun el aspereza y dificultad que en ellas hallaron, que demás de abrasarles las piernas, porque metiendo el pié se hundian hasta la cinta y no lo podian tornar á sacar; pero que seria una legua poco mas lo que duraron las ciénagas, y luego hallaron el camino mejor y mas asentado; y el mismo dia, á la una hora después de mediodía, sin haber comido cosa ninguna ni tener qué, vieron por el camino por donde ellos iban que venian hacia ellos hasta veinte indios, los cuales llegaron con mucho placer y regocijo, cargados de pau de maíz, y de patos cocidos, y pescado, y vino de maíz, y les dijeron que su principal habia sabido cómo venian á su tierra por el camino, y les habia mandado que viniesen á les traer de comer y á les hablar de su parte, y llevarlos donde estaba él y todos los suyos muy alegres con su venida con lo que estos indios les trujeron se remediaron de la falta que habian tenido de mantenimiento. Este dia, una hora antes que anocheciese, llegaron á los pueblos de los indios; y antes de llegar á ellos con un tiro de ballesta, salieron mas de quinientos indios de los xarayes á los recebir con mucho placer, todos muy galanes, compuestos con muchas plumas de papagayos y abantales de cuentas blancas, con que cubrian sus vergüenzas, y los tomaron en medio y los metieron en el pueblo, la entrada del cual estaban muy gran número de mujeres y niños esperándolos, las mujeres todas cubier

á

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