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Es el mundo tan grande y hermoso, y tiene tanta diversidad de cosas tan diferentes unas de otras, que pone admiracion á quien bien lo piensa y contempla. Pocos hombres hay, si ya no viven como brutos animales, que no se pongan alguna vez á considerar sus maravillas, porque natural es á cada uno el deseo de saber. Empero unos tienen este deseo mayor que otros, á causa de haber juntado industria y arte á la inclinacion natural; y estos tales alcanzan muy mejor los secretos y causas de las cosas que naturaleza obra; aunque á la verdad, por agudos y curiosos que son, no pueden llegar con su ingenio ni proprio entendimiento á las obras maravillosas que la Sabiduría divina misteriosamente hizo y siempre hace; en lo cual se cumple lo del Eclesiástico, que dice: «Puso Dios al mundo en disputa de los hombres, con que ninguno dellos pueda hallar las obras que él mismo obró y obra. » Y aunque esto sea ansí verdad, segun que tambien lo afirma Salomon, diciendo: «Con dificultad juzgamos las cosas de la tierra, y con trabajo hallamos lo que vemos y tenemos delante;» no por eso es el hombre incapaz ó indigno de entender al mundo y sus secretos; ca Dios crió el mundo por causa del hombre, y se lo entregó en su poder, é puso debajo los piés, y, como Esdras dice, los que moran en la tierra pueden entender lo que hay en ella; así que, pues Dios el puso mundo en nuestra disputa, y nos hizo capaces y merecedores de lo poder entender, y nos dió inclinacion voluntaria y natural de saber, no perdamos nuestros previlegios y mercedes.

El mundo es uno, y no muchos, como algunos filósofos
pensaron.

Opinion y tema fué de muchos y grandes filósofos, hombres en su tiempo tenidos por muy sabios, que habia muchos mundos. Leucipo, Demócrito, Epicuro, Anaximandro y los otros, porfiados en que todas las cosas se engendran y crian del tamo y átomos, que son unos pedacicos de nada como los que vemos al rayo del sol, dijeron que habia muchos mundos; y que así como de solas veinte y tantas letras se componen infinitos libros, así, ni mas ni menos, de aquellos pocos y chicos átomos y menudencias se hacen muchos y diversos mundos. Esto afirmaban, creyendo que todo era infinito. Y así á Metrodoro le parecia cosa fea y desproporcionada no haber en este infinito mas de un solo mundo, como seria si en una muy gran viña no hubiese sino una cepa, ó en una gran pieza una sola espiga. Orfeo

tuvo que cada estrella era un mundo, á lo que Galeno escribe de historia filosófica. Y lo mesmo dijeron Heraclídes y otros pitagóricos, segun refiere Teodorito, De materia y mundo. Seleuco, filósofo, segun escribe Plutarco, no se contentó con decir que habia infinitos mundos, sino que tambien dijo ser el mundo infinible, como quien dijese que no puede tener cabo donde fenezca su fin. Creo que de aquí le tomó ansia al gran Alejandre de conquistar el universo; pues claramente, á lo que Plutarco cuenta, lloró oyendo un dia disputar esta quistion á Anaxarco. El cual, preguntada la causa de lágrimas tan fuera de tiempo, respondió que lloraba con justa y gran razon, pues habiendo tantos mundos como Anaxarco decia, no era él aun señor de ninguno. Y así, después, cuando emprendió la conquista deste nuestro mundo, imaginaba otros muchos y pretendia señorearlos todos. Mas atajóle la muerte los pasos antes que pudiese sujetar medio. Tambien dice Plinio: «Creer que hay infinitos mundos procedió de querer medir el mundo á piés; » lo cual tiene por atrevimiento; aunque dice llevar tan sotil y buena cuenta, que seria vergüenza no creerlo. De la opinion destos filósofos salió el refran que cuando uno se halla nuevo en alguna cosa dice que le paresce estar en otro mundo. Poco estimáramos el dicho destos gentiles, pues como dice sant Augustin, se revolcaron por infinitos mundos con su vano pensamiento; ni el de los herejes dichos ofios, ni el de los talmudistas, que afirman decinueve mil mundos, pues escriben contra los Evangelios, si no hubiese teólogos que hagan mencion de mas mundos. Baruch habló de siete mundos, como dice Orígenes; y Clemente, discípulo de los apóstoles; dijo en una su epístola, segun Orígenes lo acota en el Periarcon : «No es navegable el mar Océano; y aquellos mundos que detrás de él están, se gobiernan por providencia del mesmo Dios.» Tambien sant Jerónimo alega esta misına autoridad sobre la epístola de sant Pablo á los efesios, donde dice: «Todo el mundo está puesto en malignidad.» En muchas partes del Testamento Nuevo está hecha mencion de otro mundo; y Cristo, que es la mesma verdad, dijo que su reino no era deste mundo, y llamó al diablo príncipe deste mundo. Diciendo este, paresce que hay otros, á lo menos otro; y por eso erraron los herejes ofios, que no entendiendo bien la Escritura Sagrada, inferian ser innumerables los mundos; y quien creyese que hay muchos mundos como el nuestro, erraria malamente como ellos. Mundo es todo lo que Dios crió: cielo, tierra,

agua, y las cosas visibles, y que, como dice sant Augustin contra los académicos, nos mantienen ; lo cual afirman todos los filósofos cristianos, y aun los gentiles, sino es Aristótiles con sus discípulos, que hace al cielo diferente del mundo, en el tratado que dellos compuso. Este pues es el mundo que Dios hizo, segun lo certifican sant Juan Evangelista, y mas largamente Moisen ; que si hubiera mas mundos como él, no los callaran. El reino de Cristo, que no era deste mundo, porque respondamos á ellos, es espiritual, y no material; y así, decimos el otro mundo, como la otra vida y como el otro siglo; lo cual declara muy bien Esdras, diciendo: «Hizo el Altísimo este siglo para muchos; y el otro, que es la gloria, para pocos;» y sant Bernardo llama inferior á este mundo en respecto del cielo. Cuanto á los mundos que pone Clemente detrás del Océano, digo que se han de entender y tomar por orbes y partes de la tierra; que así llama Plinio y otros escritores á Scandinavia, tierra de Godos; y á la isla Taprobana, que agora dicen Zamotra. Y Epicuro, segun Plutarco refiere, tenia por mundos á semejantes orbes y bolas de tierras, apartados de la Tierra-Firme como islas. Y por ventura estos tales pedazos de tierra son el orbe y redondez que la Escritura llama de tierras, y la que llama de tierra ser todo el mundo terrenal. Yo, aunque creo que no hay mas de un solo mundo, nombraré muchas veces dos aquí en esta mi obra, por variar de vocablos en una mesma cosa, y por entenderme mejor llamando nuevo mundo á las Indias, de las cuales escribimos.

Que el mundo es redondo, y no llano.

Muchas razones hay para probar ser el mundo redondo, y no llano. Empero la mas clara y mas á ojos vistas es la vuelta redonda que con increible presteza le da el sol cada dia. Siendo pues redondo todo el cuerpo del mundo, de necesidad han de ser redondas todas sus partes, especial los elementos, que son tierra, agua, aire, fuego. La tierra, que es el centro del mundo, segun lo muestran los equinocios, está fija, fuerte, y tan recia y bien fundada sobre sí mesma, que nunca faltará ni flaqueará; y sin esto, tira y atrae para sí los extremos. La mar, aunque es mas alta que la tierra, y muy mayor, guarda su redondez en medio y sobre la tierra, sin derramarse ni sin cubrilla, por no quebrantar el mandamiento y término que le fué dado; antes ciñe de tal manera, ataja y hiende la tierra por muchas partes, sin mezclarse con ella, que paresce milagro. Muchos pensaron ser como huevo ó piña ó pera, y Demócrito, redondo como plato; empero cóncavo. Mas Anaximandro y Anaximenes y Lactancio, y los que niegan los antipodes afirman ser llano este cuerpo redondo, que hacen agua y tierra. Llaman llano en comparacion de redondo, aunque veian muchas sierras y valles en él. Cualquiera hombre de razon, aunque no tenga letras, caerá Juego en cuanto los tales estropezaban en llanura de su mundo; y así, no es menester mas declaracion.

Que no solamente es el mundo habitable, mas que tambien es habitado.

No se harta la curiosidad humana así como quiera, ó que lo hagan los hombres por saber mas, ó por no es

tar ociosos, ó porque (como dice Salomon) quieren meterse en honduras y trabajos, pudiendo vivir descansados. Bastaríales saber que Dios hizo el mundo redondo y apartó la tierra de las aguas para vivienda de los hombres, sino que tambien quieren saber si se habita ó no toda ella. Thales, Pitágoras, Aristótiles, y tras él casi todas las escuelas griegas y latinas, afirman que la tierra en ninguna manera se puede toda morar, en una parte de muy caliente, y en otras de muy fria. Otros, que reparten la tierra en dos partes, á quien llaman hemisperios, dicen que no hay hombres en la una ni los puede haber, sino que de pura necesidad han de vivir en la otra, que es donde nosotros estamos, y aun della quitan tres tercios, de cinco que le ponen; de suerte que, segun ellos, solas dos partes, de cinco que tiene la tierra, son habitables. Para que mejor entiendan esto los romancistas, que los doctos ya se lo saben, quiero alargar un poco la plática. Queriendo probar cómo la mayor parte de la tierra es inhabitable, fingen cinco fajas, que llaman zonas, en el cielo, por las cuales reglan el orbe de la tierra. Las dos son frias, las dos templadas, y la otra caliente. Si quereis saber cómo son estas cinco zonas, poned vuestra mano izquierda entre la cara y el sol cuando sale, con la palma hácia vos, que así lo enseñó Probo, gramático; tened los dedos abiertos y extendidos, y mirando al sol por entre ellos haced cuenta que cada uno es una zona: el dedo pulgar es la zona fria de hacia el norte, que por su demasiada frialdad es inhabitable; el otro dedo es la zona templada y habitable, do está el trópico de Cancro; el dedo de medio es la tórrida zona, que por tostar y quemar los hombres la llaman así, y es inhabitable; el dedo del corazon es la otra zona templada, donde está el trópico de Capricorno; el dedo menor es la otra zona fria é inhabitable, que cae al sur. Sabiendo pues esta regla, es entendido lo habitable ó inhabitable de la tierra, que dicen estos. Y aun Plinio, desmenuyendo lo habitado, escribe que de cinco partes, que llaman zonas, quita las tres el cielo á la tierra, que son lo señalado por los dedos pulgar y menor y el de medio, y que tambien le hurta algo el Océano; y aun en otro lugar dice que no hay hombres sino en el Zodiaco. La causa que ponen para no poder vivir hombres en las tres zonas y parte de la tierra es el grandísimo frio que con la mucha distancia y ausencia del sol hay en la region de los polos, y el excesivo calor que hay debajo la tórrida zona por la vecindad y continua presencia del sol. Lo mesmo afirman Durando, Scoto y casi todos los teólogos modernos; y Juan Pico de la Mirándula, caballero doctísimo, sustentó en las conclusiones que tuvo en Roma delante el papa Alejandro VI cómo era imposible vivir hombre ninguno debajo la tórrida zona. Pruébase lo contrario con dichos de los mesmos escriptores y con autoridades de sabios antiguos y modernos, con sentencia de la divina Escriptura y con la experiencia. Strabon, Mela y Plinio, que afirman lo de las zonas, dicen cómo hay hombres en Etiopía, en la Aurea Chersoneso y en Taprobana, que son Guinea, Malaca y Zamotra, las cuales caen debajo de su tórrida; y que Scandinavia, los montes hiperbóreos y otras tierras que caen al norte, en lo que señala el dedo pulgar, están pobladas de gente. Estos hiperbóreos están

debajo el norte, segun dicen Herodoto en su Melpomene, y Solino en el Polihistor; mas Ptolomeo no los pone tan vecinos al polo, sino en algo mas de setenta grados de la Equinocial, y Matías de Micoy los niega; por lo cual se maravillan de Plinio (autor gravísimo) que mostrase contradicion en lo de las zonas, y descuido ó poco saber en geografía y matemática. El primero que afirmó ser habitable la tierra desa parte de las zonas templadas fué Parmenides, segun cuenta Plutarco. Solino, refiriendo escriptores viejos, pone los hiperbóreos donde un dia dura medio año, y una noche otro medio, por estar de ochenta grados arriba, viviendo muy sanos, y tanto tiempo, que hartos de mucho vivir, se matan ellos mesmos. Tambien dice cómo los arinfeos, que moran en aquellas partes, andan sin cabello ni caperuza. Ablavio, historiador godo, dice cómo los adogitas, que tienen dia de cuarenta dias nuestros, y noche de cuarenta noches, por estar de setenta grados arriba, viven sin morirse de frio. Galeoto de Narni afirma en el libro de Cosas incógnitas al vulgo, cómo hay muchas gentes en la tierra que cae cerca y bajo del norte. Sajo, gramático, y Olao, godo, arzobispo de Upsalia (á quien yo conversé mucho tiempo en Bolonia y en Venecia), ponen por tierra muy poblada la Scandinavia, que agora llaman Suecia, la cual es septentrionalísima. Alberto Magno, que tiene por mala vivienda la tierra de cincuenta y seis grados arriba, cree por imposible la habitacion debajo el norte, pues donde la noche dura un mes es incomportable la frialdad. Easí dice Antonio Bonfin, en la Historia de húngaros y bohemios, que á los lobos se les saltan los ojos de puro frio en las islas del mar Helado. Que la tierra de la tórrida zona esté poblada y se pueda morar, muchos lo dijeron, y aun Abenruiz lo afirma por Aristóteles, en el cuarto libro de Cielo y mundo. Avicena, en su Doctrina segunda, y Alberto Magno, en el capítulo seis de La natura de lugares, quieren probar por razones naturales cómo lo de la tórrida zona es habitable é aun mas templada para vivienda del hombre que las zonas de los trópicos. Heráclides y muchos pitagóricos (segun Teodorito cuenta) pensaron que cada estrella fuese un mundo, con hombres que moraban en ella. Xenofanes (como refiere Lactancio) dijo que moraban hombres en el seno y concavidad de laluna. Anaxágoras y Demócrito dijeron que tenia montes, valles y campos; é los pitagóricos, que tenia árboles y animales quince veces mayores que la tierra; y que era de color de tierra, porque estaba poblada y llena de gente como esta nuestra tierra; de donde nascieron las consejas que tras el fuego cuentan della las viejas. Tambien hubo algunos estóicos (segun dice el mismo Lactancio acotando con Séneca) que dudaron si habia ó no habia gente y pueblos en el sol; porque penseis á cuanto se desmandan los pensamientos y lengua del hombre cuando libremente puede hablar lo que se le antoja. No crió el Señor (dice Isaías á los cuarenta y cinco capítulos) la tierra en balde ni en vacío, sino para que se more y pueble. Y Zacarías dice al principio de su profecía, que anduvieron la tierra, y toda ella estaba poblada y llena de gente. Ni es de creer que la mar esté llena de peces en todos cabos, ansi frios y calientes como templados; y que la tierra esté vacía y valdía, sin

tener hombres en las zonas que fingen destempladas, ni tampoco impiden los frios, por mas enemigos que son á la vida humana, que no vivan mucho y se anden la cabeza al aire los hiperbóreos y arinfeos. La costumbre y natural vivienda se conservan en lugares pestiferos, cuanto mas en frios. Mejor vivienda es en la torrida zona, por ser el calor mas amigable al cuerpo humano; y así, no hay tierra despoblada por mucho calor ni por mucho frio, sino por falta de agua y pan. El hombre tambien, allende lo sobredicho, que fué hecho de tierra, podrá y sé que sabrá vivir en cualquiera parte della, por fria ó calorosa que sea, especialmente mandando Dios á Adan y á Eva que criasen, multiplicasen é hinchesen la tierra. La experiencia, que nos certifica por entero de cuanto hay, es tanta y tan contina en navegar la mar y andar la tierra, que sabemos cómo es habitable toda la tierra y cómo está habitada y llena de gente. Gloria sea de Dios y honra de españoles, que han descubierto las Indias, tierra de los antipodas; los cuales, descubriendo y conquistándolas, corren el gran mar Océano, atraviesan la tórrida zona, y pasan del círculo Arctico, espantajos de los antiguos.

Que hay antipodes, y por qué se dicen así.

Llaman antipodes á los hombres que pisan en la bola y redondez de la tierra al contrario de nosotros, ó al contrario unos de otros. Los cuales, al parecer, aunque no de cierto, tienen las cabezas bajas y los piés altos. Sobre lo cual hay, como dice Plinio, gran batalla de letrados. Unos los niegan, otros los aprueban, y otros, afirmando que los hay, juran que no se pueden ver ni hallar; y así andan ellos vacilando, y hacen titubear á otros. Strabon, y otros antes y después, niegan á piés juntillas los antípodes, diciendo ser imposible que haya hombres en el hemisferio inferior, donde los ponen. Dejando aparte autores gentiles, digo que tambien hay cristianos que niegan haber antipodes. Los que tenian á la tierra por llana los negaron, y Lactancio Firmiano los contradice gentilmente, pensando que no habia hombres que hirmasen los piés en tierra al contrario que nosotros; que si tal fuese andarian contra natura, los piés altos y la cabeza baja: cosa á su juicio fingida y para reir. Y por eso burlaba mucho de los que creian ser el mundo redondo y haber antipodas. Sant Augustin niega tambien los antípodes en el libro décimo sexto de la Ciudad de Dios, á los nueve capítulos. Nególos, gun yo pienso, por no hallar hecha memoria de antipodas en toda la Sagrada Escritura; y tambien por quitarse de ruido, á lo que dicen. Ca si confesara que los habia, no pudiera probar que descendian de Adan y Eva, como todos los demás hombres deste nuestro medio mundo y hemisferio, á quien hacia ciudadanos y vecinos de aquella su ciudad de Dios, pues la antigua y comun opinion de filósofos y teólogos de aquel tiempo era que aunque los habia, no se podian comunicar con nosotros, á causa de estar en el otro hemisferio media bola de la tierra, donde era imposible ir ni venir, por estar entre medio muy grande y no navegable mar, y la tórrida zona, que atajaban el paso. Y nuestro Sant Isidro dijo, en sus Etimologías, no haber razon para creer que hubiese antípodes; ca ni lo sufre la

se

que pisan la tierra al contrario por el derecho unos de otros, como los de Guinea y del Perú. Antecos de los españoles y alemanes son los del río de la Plata, y los patagones, que moran en el estrecho de Magallanes. No tenemos vivienda en tierra contraria como antipodes, sino en diversa. Parecos de nosotros los españoles son los de la Nueva-España que viven en Sibola y por aquellas partes, y los de Chile. No moramos en contraria tierra como antipodes, ni en diversa como antecos, sino en una mesma zona. Empero, aunque propriamente los antecos nilos parecos no son antipodes, se pueden llamar y se llaman, y así se confunden unos con otros; y por tanto señalé por antípodes de los del cabo de Buena Esperanza, que tambien son antecos nuestros, á los de la Nueva-España.

tierra, ni se prueba por historias; sino que poetas, por tener qué hablar, lo fingian. Lactancio é Isidro no tuvieron causa para negarlos. Sant Augustin tuvo las que dije, aunque no haber memoria ni nombre de antípodas en la Biblia no es argumento que obligue para creer que no los hay. Pues en ella está cómo es redonda la tierra, y cómo la rodea el cielo y el sol; y siendo así, todos los hombres del mundo tienen las cabezas derechas al cielo, y los piés al centro de la tierra, en cualquiera parte della que vivan; y son, ó se han en ella como los rayos de la rueda de una carreta. Que si el cubo donde hincados están estuviese quedo, cuando anda la carreta, ninguno dellos estaria mas derecho á la rueda que el otro, ni mas alto, ni al revés. Casi todos los filósofos, antiguos tuvieron por cierto que habia antípodes, segun lo cuenta Plutarco en los libros del parecer de los filósofos, y Macrobio, Sobre el sueño de Scipion, y es tan comun este nombre antipodas, que debe haber pocos que no lo hayan oido ó leido; y pienso que siempre lo hubo del diluvio acá. Quien primero hizo mencion de antípodes entre teólogos cristianos, á lo que yo sé, fué Clemente, discípulo de sant Pedro, segun Orígenes y sant Jerónimo dicen: así que es cierto que los hay.

Dónde, quién y cuáles son antipodes.

El elemento de la tierra un solo cuerpo es, aunque haya muchas islas en agua; y redondo en proporcion, aunque nos parezca llano, segun atrás queda dicho; y así lo tuvo Thales Milesio, uno de los siete sabios de Grecia, y otros muchos filósofos, como lo escribe Plutarco. Mas Oecetes, otro gran filósofo pitagórico, puso dos tierras, esta nuestra y la de los antípodes. Teopompo historiador dijo, segun Tertuliano contra Hermógenes, que Sileno afirmaba al rey Mídas cómo habia otro orbe y bola de tierra, sin esta nuestra; y Macrobio, por acortar de autores, trata largo destos dos hemisperios y tierras. Empero es de saber que, si bien todos ponen dos pedazos de tierra, que no está cada uno dellos por sí, como diferentes tierras, pues no hay mas de un solo elemento della, sino que están atajados con la mar, conforme á lo que Solino dice hablando de los hiperbóreos; y quien mirare la imágen del mundo en un globo ó mapa, verá claramente cómo la mar parte la tierra en dos partes casi iguales, que son los dos hemisperios y orbes arriba dichos. Asia, Africa y Europa son la una parte, y las Indias la otra, en la cual están los que llaman antípodes; y es certísimo que los del Perú, que viven en Lima, en el Cuzco y Ariquipa, son antípodes de los que viven á la boca del rio Indo, Calicut y Zeilan, isla é tierras de Asia. Los Malucos, islas de la Especería, son asimesmo antípodes de la Etiopía, que agora llaman Guinea; y Plinio dijo muy bien que la Taprobana era de antípodes. Ca ciertamente los de aquella isla son antípodes de los etíopes, que están á la ribera del Nilo entre su nacimiento y Meroe. Tambien, aunque no enteramente, son los mejicanos antípodes de los de Arabia Felice, y aun de los que viven en el cabo de Buena Esperanza. Sin los antípodes hay otros que llaman parecos y antecos, Ca en estos tres apellidos se incluyen todos los vecinos del mundo. Antipodes son por

Que hay paso de nosotros á los antipodes, contra la comun opinion de filósofos.

Niegan todos los antiguos filósofos de la gentilidad el paso de nuestro hemisperio al de los antípodes, por razon de estar en medio la tórrida zona y el Océano, que impiden el camino, segun que mas largamente lo trata y porfia Macrobio, Sobre el sueño de Scipion, que compuso Tulio. De los filósofos cristianos, Clemente dice que no se puede pasar el Océano de hombre ninguno; y Alberto, que es muy moderno, lo confirma. Bien creo que nunca jamás se supiera el camino por ellos, pues no tenian los indios, á quien llamamos antípodes, navíos bastantes para tan larga y recia navegacion como hacen españoles por el mar Océano. Empero está ya tan andado y sabido, que cada dia van allá nuestros españoles á ojos (como dicen) cerrados; y así, está la experiencia en contrario de la filosofía. Quiero dejar las muchas naos que ordinariamente van de España á las Indias, y decir de una sola, dicha la Victoria, que dió vuelta redonda á toda la redondez de la tierra, y tocando en tierras de unos y otros antipodas, declaró la ignorancia de la sabia antigüedad, y se tornó á España dentro de tres años que partió, segun que muy largamente dirémos cuando tratemos del estrecho de Magallanes.

El sitio de la tierra.

Parecerá vanidad querer situar la grandeza de la tierra, y es fácil cosa, pues su sitio está en medio del mundo. Sus aledaños es la mar que la rodea. No lo sé decir mas breve ni mas verdadero. Mela dice que son oriente y poniente, septentrion y mediodía, y aun David apunta lo mesmo en el salmo ciento y seis. Notabilísimas señales y mojones son estas cuatro para el cielo, donde están, aunque tambien señalan la tierra maravillosamente; y así, regimos la cuenta y caminos della por ellas. Eratóstenes no puso sino los polos norte y sur por aledaños, partiendo la tierra con el camino del sol; y Marco Varron loa mucho esta reparticion, por muy conforme á razon. Ca están aquellos polos fijos y quedos como ejes, donde se mueve y sostiene el cielo; allende que las cuatro señales susodichas, y á todos manifiestas, sirven para saber hácia cuál parte del cielo estamos, aprovecha tambien para entender á cuánto. El estrecho de Gibraltar, poniendo á España por ejemplo,

está hacia el norte y á cincuenta y cuatro grados dél; ó mejor hablando, del punto de la tierra que está ó puede estar debajo del mesmo norte, que sou novecientas y ochenta leguas, segun comun cuenta de cosmógrafos y matemáticos, y á treinta y seis grados de la Equinocial, que es nuestra cuenta. Y por ser entendido de quien no sabe qué cosa es grados, quiero decir qué son.

Qué cosa son grados.

Antiguamente contaban y median la tierra y el mundo por estadios y pasos y piés, segun en Plinio, Strabon y otros escritores se lee. Empero después que Ptolomeo inventó los grados á ciento y cincuenta años que Cristo murió, se dejó aquella cuenta. Repartió Ptolomeo todo el cuerpo y bulto que hacen la tierra y la mar en trecientos y sesenta grados de largura y en otros tantos de anchura, que como es redondo, es tan ancho cuanto largo; y dió á cada grado setenta millas, que hacen diez y siete leguas y media castellanas; de manera que boja el orbe de la tierra camino derecho, por cualquie

y

cientas leguas. Es tan cierta esta cuenta y medida, que todos lo usan y alaban. Y tanto es mas de loar quien la inventó, cuanto tuvieron por dificultoso Job y el Eclesiástico, que nadie hallase la medida y anchura de la tierra. Llaman grados de longura á los que se cuentan de sol á sol, que es por la Equinocial, que va de oriente á poniente por medio del orbe y bola de la tierra; los cuales no se puede bien tomar, por no haber en el cielo señal estante y fija por aquella parte, á que tener ojo; ca el sol, aunque es clarísima señal, muda cada dia, como dicen, hitos, y nunca jamás va por el camino que otra vez anduvo, segun el parecer de muchos astrólogos; ni hay número de los que se han desvelado y gastado en buscar ingenios y manera de tomar los grados de longitud sin errar, como se toman los de la anchura yaltura, empero aun ninguno la la hallado. Grados de altura ó anchura dicen á los que se toman y cuentan del norte, los cuales salen cierta é puntualmente, por razon de estar quedo el mesmo norte, que es el blanco á quien encaran. Por estos grados pues señalaré yo la tierra, que son verdaderos y que se reparten en cuatro partes iguales. Del norte á la Equinocial bay noventa, de la Equiñocial al sur hay otros noventa, del sur á la Equinocial hay otros noventa grados, y della al norte otros tantos. Empero ninguna relacion ni claridad tenemos de las tierras que hay en tan grandísima distancia de mundo y tierra, como debe haber debajo del sur, que es el otro eje del cielo de cuya vista carecemos; ca si hay hiperbóreos, habrá tambien hipernocios, como dijo Herodoto, que serán vecinos del sur, y quizá son los que viven en la tierra del estrecho de Magallanes, que sigue la via del otro polo, la cual aun no se sabe. Y así, digo que hasta que alguno rodee la tierra por bajo de ambos polos, como la rodeó Juan Sebastian del Cano por debajo la Equinocial, no quedará enteramente sabida ni andada su redondez y grandeza.

Quién fué inventor de la aguja de marear. Antes de comenzar la descripcion y cosmografía, quiero decir algo de la navegacion, porque sin ella no

se pudiera saber; que por tierra no se camina tanto, digo tan lejos, como por agua, ni tan presto; y sin naos nunca las Indias se hallaran, y las naos se perderian en el Océano si aguja no llevasen; de suerte que la aguja es principalísima parte del navio para bien navegar. El primero, segun escriben Blondo y Mafeo Girardof, que halló la aguja de marear y la usó, fué Flavio de Malfa, ciudad en el reino de Nápoles, donde aun hoy dia se glorían dello, y tienen mucha razon, pues un vecino suyo inventó cosa de tanto provecho y primor, cuyo secreto no alcanzaron los antiguos, aunque tenian hierro y piedra iman, que son sus materiales. Quien mas á Flavio debe, somos españoles, que navegamos mucho; el cual debió ser ciento y cincuenta años há, ó cuando mucho docientos. Ninguno sabe la causa por la cual el hierro tocado con piedra iman mira siempre al norte. Todos lo atribuyen á propiedad oculta unos del norte, y otros de la mezcla que hacen el hierro y la piedra. Si fuese propiedad del norte, ni la aguja, segun pilotos cuentan, haria mudanza nordesteando y noroestando fuera tar de la isla Tercera, que es una de los Azores, y doscientas leguas de España lácia poniente leste oeste; ni perderia su oficio, como Olao dice, en pasando de la isla de Magnete, que está debajo ó muy cerca del norte. Mas, como quiera que ello sea, siempre la aguja mira al norte, aunque naveguen cerca del sur. La piedra iman tiene piés y cabeza, y aun dicen que brazos. El hierro que ceban con la cabeza nunca para hasta quedar mirando derechamente al norte; que así hacen los relojes de aguja y sol. La cebadura de los piés sirve para el sur, y así lo demás es para los otros cabos del cielo.

Opinion que Asia, Africa y Europa son islas.

Repartian los antiguos este nuestro orbe en Asia y Europa por el Tanais, segun Isócrates refiere en su Panegirico. Después dividieron de Asia á Africa por vertientes del Nilo, y fuera mejor por el mar Bermejo, que casi atraviesa la tierra desde el mar Océano hasta el Mediterráneo. Mas el que llaman Beroso dice que Noé puso nombre á Africa, Asia y Europa, y las dió á sus tres hijos, Cam, Sem y Jafet, y que navegó por el mar Mediterráneo diez años. En fin, decimos agora que las sobredichas tres provincias ocupan esta media tierra del mundo. Todos en general dicen que Asia es mayor que ninguna de las otras, y aun que entrambas. Empero Herodoto burla en su Melpomene de los que hacen igual de Europa á Asia, diciendo que iguala Europa en largura á Asia y Africa, y las pasa en anchura; que no va fuera de tino. Mas dejando esto aparte, que no es para agora, digo que Homero, escritor antiquísimo, dijo que era isla el orbe que se divide en Asia, Africa y Europa, como relata Pomponio Mela en su tercero libro. Strabon dice en el primero de su Geografia, que la tierra que se habita es isla cercada toda del Océano. Higinio y Solino confirman esta sentencia; aunque yerra Solino en poner los nombres de la mar, creyendo que el mar Caspio era parte del Océano, y es Mediterráneo, sin participacion del gran mar. Cuenta Strabon cómo en tiempo del rey Tolomeo Evergete navegó tres ó cuatro veces de Cáliz á la India, que se nombra del rio, un Eudoxo. Y que las guardas del mar arábigo, que es el Bermejo,

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