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UNIV OF TEXAS

QUADRADO Y SUS OBRAS.

I la nombradía universal fuera, como debía ser, compañera inseparable del mérito eminente y positivo, rarísimos nombres, entre los de nuestros contemporáneos, sonarían tan alto como el de D. José María QUADRADO, cuya vida literaria de más de medio siglo puede presentarse como dechado de alta cultura y de vigoroso esfuerzo intelectual aplicado con igual fortuna á las materias y á los géneros más diversos. Ser á un tiempo pensador genial, controversista político, apologista religioso, historiador de alto vuelo, arqueólogo y crítico de arte, poeta y escritor elegantísimo en prosa, es triunfo concedido á muy pocos; y sin embargo, el nombre de QUADRADO, aunque se pronuncie con veneración

por los pocos fieles que entre nosotros conserva la buena y sólida. literatura, dista mucho de ser un nombre popular. El caso no es único, pero rara vez se ha presentado con circunstancias tan agravartes. Astros puede darles el haber escrito poco, el haberse aislado, por sistema, del vulgo de los lectores, el haber cultivado raros conocimientos ó ejercitádose en recónditas investigaciones que á pocos importan, el haberse desentendido del movimiento de su época y haber remado contra la corriente, ó bien el haber carecido de aquellas condiciones de exposición y estilo, sin las cuales el pensamiento más profundo, la verdad más importante, difícilmente llegan á abrir surco en los entendimientos. Pero QUADRADO ha escrito muchísimo, y en obras y publicaciones de interés capital, que han tenido extraordinaria difusión; ha dicho su parecer sobre todas las cuestiones de su tiempo; ha sido por largo espacio de su vida periodista militante; los estudios que ha cultivado, ya de historia, ya de arte, ya de ciencia social, son por su índole los más amenos y los que pueden interesar á mayor número de lectores; su pensamiento político fué, y es todavía, el de una parte muy numerosa y muy sana del pueblo español; en

crítica estética fué un iniciador; sus libros descriptivos y arqueológicos han educado á dos generaciones, y parecen hoy tan ricos de lozanía y juventud como el primer día; casi todos nuestros arqueólogos son en mayor ó menor grado, confesándolo ó no, discípulos suyos por lo tocante á la Edad Media, cuyo estudio él fué de los primeros en renovar con aquella intuición de artista que tuvieron los grandes historiadores románticos; y finalmente, lejos de faltarle dotes de escritor, su prosa viril, nerviosa, sobria, llena de vida palpitante y densa, es de las que con más seguridad pueden presentarse como modelo, con no ser el castellano la lengua nativa del autor. Infunde respeto esa labor inmensa, continuada sin el menor desfallecimiento desde la primera juventud hasta la vejez, con inquebrantable firmeza en los propósitos y serena mansedumbre en el estilo. La literatura de QUADRADO es fiel reflejo de la rara excelencia de su alma, fecunda en buenas acciones y loables pensamientos. Vir optimus le llamó Hübner, y óptimo es en verdad como ciudadano, como amigo, como cristiano, además de serlo como escritor. Mucho se parecía á él mi difunto maestro D. Manuel Milá y Fontanals, y tengo para mí que Alejandro

Manzoni debía de parecerse no poco en su vida y costumbres y en el temple de su alma, al uno y al otro.

La historia literaria del siglo XIX en España está mal sabida y mal entendida por casi todos, y además llena de injusticias y de olvidos que es preciso reparar. No parece sino que la cercanía de los objetos engaña los ojos y extravía el juicio de los contemporáneos. Vivimos sin conocernos unos á otros, por lo mismo que nada creemos conocer mejor. Una sarta de nombres, invariablemente los mismos, han adquirido, no se sabe por qué, el valor de tipos representativos de la cultura española moder

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y fuera de ese catálogo ó canon (que no es el de Alejandría), no hay redención para nadie, aunque sea un literato tan consumado y cabal como QUADRADO. Nunca habrá más poetas que A. B. y C., más pensadores que F. y H., más historiadores y eruditos que G. y R., más novelistas que Z. y X. Los demás, á lo sumo, serán aficionados de provincias que tienen el mal gusto de emborronar papel, en vez de postrarse en supersticiosa adoración ante ciertas celebridades aparatosas y rimbombantes, que llenan con sus nombres las columnas de la prensa periódica.

Pero consuélese el SR. QUADRADO (si á un espíritu tan elevado como el suyo pueden importarle tales cosas) con la consideración de que, si no es de los escritores más citados, es en cambio de los más saqueados, lo cual prueba que no ha sido de los menos leídos. Sería curioso hacer el catálogo de las historias de provincias y ciudades, de los artículos y monografías arqueológicas que se han compaginado á expensas de QUADRADO. Pero aun en esto le ha perseguido la mala fortuna. Unos no le citan, y otros suelen hacerlo de esta peregrina manera: «como dice Parcerisa», «según la respetable opinión de Parcerisa». Parcerisa fué un excelente dibujante, que no dijo nada en letras de molde: suya fué la idea de los Recuerdos y Bellezas de España, y suya la brillante ejecución artística; pero en la parte literaria no tuvo ni pudo tener parte alguna.

¡Y he aquí cómo QUADRADO, después de haber hecho la historia y la descripción arqueológica de media España; después de haber escrito en Forenses y Ciudadanos uno de los más notables estudios de historia social que tenemos; después de haber continuado el Discurso de Bossuet sobre la Historia Universal, y haber refundido á Shakespeare; después de

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