Imágenes de página
PDF
ePub

verdad hemos hallado, que no es Dios aceptador de personas, sino que de cualquiera gente ó generacion, al que lo busca obrando justicia no lo desecha, antes lo recibe.» Volvieron á predicarles despues, animándolos para el aparejo que se requeria y disposicion del baptismo; y baptizados algunos niños pasaron á Cuyoacan, otro gran pueblo y muy cercano á Xuchimilco, donde hicieron la misma obra. Y mientras se detuvieron en estos dos pueblos, los vinieron á buscar y llamar de los otros, rogándoles con mucha instancia que fuesen á visitarlos y á hacer misericordia con ellos (que este es su modo de hablar cuando piden algo de lo que mucho desean), y así anduvieron por todos aquellos pueblos de la laguna dulce, que son ocho principales y cabezas de otros pequeños que les son subjetos. Y entre ellos el que mas diligencia puso para llevar los frailes á que les enseñasen, y en ayuntar mas gente y en destruir los templos de los demonios con mas voluntad, fué Cuitlauac, que es un pueblo fresco y todo él fundado sobre agua, á cuya causa los españoles la primera vez que en él entraron lo llamaron Venezuela. En este pueblo estaba un buen indio, que de tres señores que en él habia, él solo (como mas prudente y avisado) lo gobernaba todo. Este envió á buscar los frailes por dos ó tres veces, y llegados allí no se apartaba de ellos, antes estuvo gran parte de la noche preguntándoles cosas de la fe, y oyendo con mucha atencion la palabra de Dios. Otro dia, de mañana, ayuntada la gente despues de misa y sermon, y baptizados muchos niños (de los cuales los primeros fueron hijos y sobrinos de este gobernador), el mismo principal con mucho fervor y ahincadamente pidió al padre Fr. Martin que lo baptizase, porque él renegaba de los demonios que lo habian tenido hasta allí engañado, y queria ser siervo del Redentor del mundo, nuestro Señor Jesucristo. Y vista la devocion y importunacion, y conociendo ser hombre de mucha razon y que ya entendia lo que recebia, catequizáronlo, y baptizado, le pusieron por nombre D. Francisco. Este entre los otros dió muestras de gran cristiandad, porque mientras él vivió, aquel su pueblo hizo ventaja á todos los de la laguna por su buen ejemplo y gobierno, y envió muchos niños al monesterio de S. Francisco de México. Y tanta diligencia puso con ellos en que aprovechasen, que precedieron á los que muchos dias antes se estaban enseñando. Y demas de otras iglesias que hizo edificar, fundó una de tres naves en la cabecera del pueblo á honra del bienaventurado S. Pedro, príncipe de los apóstoles, donde al presente residen religiosos de Santo Domingo en un muy principal

Act. 10.

Cuitlauac con par

ticular devocion re

cibió la fe.

monesterio. De este D. Francisco cuenta el padre Fr. Toribio, que andando un dia muy de mañana por la laguna en un barquillo de los que ellos usan, oyó un canto muy dulce y de palabras muy admirables, y que él mismo las tuvo escriptas, y muchos cristianos las vieron, y juzgaron que aquel canto no habia sido sino canto de ángeles. Y certificábanse mas en ello por haber conocido en aquel indio tan grandes muestras de cristiandad. Y aun dicen, que de allí adelante fué en ella mas aprovechando hasta que llegó la hora de su fin en la última enfermedad, en la cual pidió el sacramento de la confesion, y confesado con mucho aparejo, y llamando siempre á Dios, murió como fiel cristiano.

Tezcuco comenzó

con mucho fervor en las cosas de la fe.

CAPÍTULO XXXIV.

De la ciudad de Tezcuco y su comarca y cómo crecia el fervor de venir al baptismo.
Y de los casos notables que acontecieron á dos baptizados.

En el año tercero de la venida de los frailes, comenzaron en lo de Tezcuco á acudir con fervor á las cosas de su salvacion, juntándose cada dia en el patio del monesterio, y poniendo mucha diligencia y cuidado en aprender y saber todos la doctrina cristiana, y viniendo mucha gente á pedir el baptismo. Y de este buen ejemplo y fervor iban otros pueblos recibiendo calor. Y como la provincia de Tezcuco era muy poblada, en el monesterio y fuera de él no se podian valer ni dar á manos los frailes que allí residian. Entonces se baptizaron muchos del mismo Tezcuco, y de Guaxutla, Guatlichan, y Guatepec, adonde comenzaron luego á edificar su iglesia, que se llama Santa María de Jesus. Y fué con tanta voluntad y gana, y tan buena priesa se dieron, que la acabaron en breve. Despues de haber andado algunos dias por los pueblos cercanos á Tezcuco (que son muchos y de lo mas poblado entonces de la Nueva España), pasaron adelante á otros pueblos (y lo mismo hacian en las otras provincias á do habia frailes), y como aun no sabian mucho de la tierra, saliendo á visitar un lugar iban á rogarles de otras partes que fuesen tambien á sus pueblos á decirles la palabra de Dios. Y muchas veces llevando su camino enderezado á cierto pueblo, salian de traves de otros poblezuelos cercanos al camino, y llegando allí por su ruego, los hallaban congregados con su comida aparejada, espe

rando y rogando á los frailes que comiesen, y les enseñasen la ley
de Dios. Otras veces llegaban á partes donde ayunaban con mucha
penuria lo que antes les habia sobrado, como le acaecia á S. Pablo,
que decia: «Experimentado he la abundancia cuando se me ofrece,
y tambien paso con paciencia la necesidad y penuria.» Pasaron á
Otumba, Tulancingo y Tepepulco, principales pueblos. En Tepe-
pulco mas particularmente, les hicieron un recibimiento mucho de
ver. Era por la tarde cuando llegaron, y como hallaron toda la
gente junta, luego les predicaron. Despues del sermon estuvieron
enseñando, y en espacio de tres ó cuatro horas muchos de aquel
pueblo supieron el Per signum crucis y el Pater noster, y esto antes
que los frailes de aquel lugar donde enseñaban se levantasen. Otro
dia de mañana vino mucha gente, y predicados y enseñados en lo
que convenia á gente que ninguna cosa sabia ni habia oido de Dios,
y recebida su santa palabra con deseo y voluntad, tomados aparte
el señor y principales, y diciéndoles como solo Dios del cielo era
Señor universal y criador de todas las cosas, y quien era el demo-
nio á quien ellos hasta entonces habian servido, y como los habia
tenido engañados, y otras cosas; y que en esto se veria su buena
voluntad y buen corazon para recebir la doctrina del verdadero
Dios, si ellos mismos quebrantasen las figuras de los ídolos, y der-
ribasen sus profanos templos. Oido esto, luego sin mas dilacion de-
lante de los frailes que estas palabras les decian, destruyeron y que-
maron su principal idolatría que allí tenian, poniendo fuego á uno
de los grandes y vistosos templos que habian visto. Porque como
Tepepulco era gran pueblo y tenia muchos subjetos, el templo
principal era muy grande. Que esta era regla general para conocer
el pueblo, si era grande ó pequeño, si tenia mucha ó poca pobla-
cion, mirar qué tan grande era el templo y casa mayor del demonio.
En este tiempo en todos los pueblos á do habia frailes salian tam-
bien poco á poco por las visitas, y la voz de la palabra de Dios se
extendia, y el fuego de la caridad y fe del Señor se dilataba, y au-
mentábanse los creyentes, y de otros muchos pueblos venian á rogar
y procurar les diesen frailes. Y en viniendo los obreros que el Señor
enviaba de España á esta su mies, con algunos que acá tomaban el
hábito, íbanse multiplicando los monesterios. Y como en muchas
partes deseasen que siquiera los fuesen á visitar los frailes, cuando
por sus pueblos los veian gozábanse mucho con ellos, y obedecían-
los en todo lo que
les decian y predicaban, porque veian que era
santo y bueno, y conocian que lo que hasta allí habian seguido

Philip. 4.

Tepepulco destruyó luego la idolatria.

Luc. II.

Psal. 2.

Casos notables de dos baptizados.

era error y ceguera. Venian desalados al baptismo: unos rogando y importunando; otros para pedirlo se ponian de rodillas; otros alzaban las manos plegadas en alto, gimiendo y encogiéndose; otros suspirando y llorando recebian el baptismo: y así por señales visibles se veia ir desterrado el fuerte demonio que en paz poseia estas ánimas, y sobrevenir el mas fuerte y verdadero Rey pacífico Jesucristo, quitándole las armas de su inicua potencia y tiránica subjecion, poseyendo la heredad que su Eterno Padre le da, segun aquello del salmo: «Pideme, y darte he gentes por herencia tuya.» Y que esto sea verdad, por muchos ejemplos se vió en esta Nueva España, y de ellos diré aquí dos. En Tezcuco, yendo una mujer baptizada con un niño á cuestas (segun que en esta tierra traen las madres indias á sus hijos) y el niño aun no estaba baptizado, pasando de noche por el patio que estaba delante del templo de los ídolos, salió á ella el demonio y echóle mano del niño, diciendo que era suyo, porque aun no estaba baptizado. La mujer muy espantada llamaba el nombre de Jesus á gran priesa, y tenia fuertemente al niño porque no se lo llevase. Y cuando ella nombraba el muy alto nombre de Jesus se lo dejaba. Y cuando cesaba de llamar y pedir la divina ayuda, tornaba á se lo querer quitar, y esto por tres veces, hasta que la madre del niño perseverando en llamar el suave nombre de Jesus salió de aquel temeroso lugar. Luego otro dia por la mañana, porque no le acaeciese cosa semejante, llevó el niño á la iglesia para que los frailes se lo baptizasen y señalasen con la señal de la cruz. Y con esto se vió libre de la persecucion del demonio. En México pidió el baptismo un hijo de Montezuma, señor que era del pueblo de Tenayuca. Y por estar enfermo fueron los frailes á su casa, que era junto donde ahora está edificada la iglesia de S. Hipólito, en cuyo dia se acabó de ganar la ciudad de México. Sacaron al enfermo en una silla para lo baptizar, y procėdiendo en el oficio, cuando en el exorcismo llegó á decir el sacerdote aquellas palabras Ne te lateat Sathana, &c., comenzó á temblar, no solo el enfermo, mas tambien la silla en que estaba asentado, tan recio y de tal manera, que todos los que lo vieron juzgaron que entonces salia el demonio, y lo dejaba. É estuvieron á esto presentes algunos oficiales de la justicia real, y entre ellos Rodrigo de Paz, alguacil mayor de la ciudad, que fué padrino del baptizado, y por su respeto y contemplacion se le puso por nombre Rodrigo de Paz. Otra mucha gente se halló allí presente, que admirándose alabaron á nuestro Dios que tan admirable es en sus obras.

CAPÍTULO XXXV.

De algunos pueblos de tierra caliente, y de la grande multitud de gente
que se iba baptizando.

DEL monesterio de Cuernavaca, que fué el quinto donde se pusieron frailes, salieron á visitar por la comarca de lo que llaman Marquesado, y hallaron la gente en tan buena disposicion y aparejo para ser cristianos, como en los pueblos de que arriba se ha hecho mencion; especialmente en los llamados Yacapichtla y Guaxtepec, por el cuidado y favor que tuvieron de los indios principales que los gobernaban, por ser indios quitados de vicios, mayormente del general que reina en los naturales de esta tierra, y les es mas nocivo y dañoso, que es el de la embriaguez, como raiz y causa de otros muchos. Estos indios gobernadores que digo no bebian vino. Y los que entre ellos hallaban de esta calidad eran y lo son agora mas hombres, y viven mas virtuosamente que los otros. Dada vuelta por aquella comarca, fueron los frailes por otra banda á lo que llaman Cohuisco y Tasco, tierra mas baja y mas cálida, donde entonces habia mucha gente, y ahora bien poca. Fueron muy bien recebidos, y muchos niños baptizados, y iglesias señaladas y comenzadas á edificar. Y como no pudiesen andar por todos los pueblos, cuando uno estaba cerca de otro, iban del pueblo menor al mayor para oir la palabra de Dios, y ser enseñados en la doctrina, y para baptizar sus niños. Y como entonces era el tiempo de las aguas (que en esta tierra comienzan por Abril y cesan por fin de Septiembre, poco mas ó menos), aconteció que habiendo de venir de un pueblo á otro, donde habia un arroyo en medio, llovió tanto aquella noche, que venia el arroyo hecho un gran rio. Y como por la mañana venia la gente del otro pueblo, hallóse aislada de aquella parte, y aguardó allí hasta que en el pueblo mayor se acabó el sermon y la misa y el baptismo de los niños, aunque algunos de los aislados pasaron á nado, y fueron á rogar á los frailes que les fuesen á decir algo de Dios á los que estaban de la otra parte del arroyo. Cuando los frailes fueron hallaron junta la gente, y llegáronse donde mas se estrechaba el rio, y los indios de la una parte y los frailes de la otra, el predicador les predicó y consoló. Pero no quisieron irse de allí, sin que primero les baptizasen sus hijos. Para lo cual hicieron una

« AnteriorContinuar »