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que fué medio propincuo para conseguir el señorío de México.
Porque era punto y escalon el de Tlacatecatl para en vacando el se-
ñorío suceder en él, como tambien lo fué en sus antecesores, porque
sin preceder semejantes méritos, no podian subir al señorío. Tuvo
por estado tener muchas mujeres, en las cuales hubo muchos hijos;
fué hombre grave en su gobierno, temido y acatado. Era de buen
natural, inclinado á cosas virtuosas, y buen republicano. Mandó
enteramente guardar las leyes de sus antecesores, y fué celoso de
hacer castigar los malos vicios, y con esto tuvo bien regida su re-
pública y vasallos todo el discurso de su señorío, que fueron cinco
años. En el año de mil y cuatrocientos y ochenta y seis, sucedió
en el señorío el último de los tres hermanos, llamado Ahuizotzin,
hombre valeroso y gran guerrero, por donde alcanzó el título de
Tlacatecatl, que es como gran capitan, y tras él el señorío supremo,
y en su tiempo conquistó cuarenta y cinco pueblos. Fué virtuoso y
celoso de la guarda de las leyes de sus antecesores. Vino á encum-
brarse en gran majestad, porque tenia la mayor parte de la Nueva
España debajo de su señorío, que le reconocian vasallaje y pagaban
tributos, mediante los cuales vino su estado á tanta cumbre y
teza: ca como poderoso y magnánimo hacia grandes mercedes y fran-
quezas á los suyos. Fué de templada y benigna condicion, por lo
cual sus vasallos y capitanes lo amaban grandemente, y le acataban
con gran reverencia. Y por ser él muy alegre de condicion, y aficio-
nado á música, por darle contento le festejaban cuotidianamente con
diversas músicas y otros pasatiempos sin vacar las noches. Tuvo
por autoridad de su estado y grandeza muchas mujeres, y de ellas
muchos hijos. Reinó diez y seis años, al cabo de los cuales murió
de muerte natural.

al

CAPÍTULO XXXVI.

Del último señor que tuvieron los mexicanos de su nacion.

En el año de mil y quinientos y dos, sucedió en el señorío Mo

Moteczuma, último rey de México

teczuma el segundo de este nombre, hijo de Axayacatzin, en la cual entre los indios. sazon estaba ya el señorío de México en gran potestad, y él por su mucha y demasiada gravedad y severidad lo engrandeció en grado supremo. Y antes de lo alcanzar tuvo méritos de Tlacatecatl, como capitan que fué valentísimo, mediante lo cual y sus buenas habili

dades vino á señorearse de cuasi toda la Nueva España, y ser como emperador en ella, teniendo reyes y muchos grandes señores por vasallos y tributarios. Y como hombre sabio, y astuto, y entendido en las artes de astrología y nigromancia (segun ellos las alcanzaban), fué muy temido de los suyos; tanto, que cuando le hablaban, por el mucho temor que le tenian, no le osaban mirar á la cara, teniendo la cabeza inclinada y los ojos en el suelo, por la gran majestad que les representaba, y por el trono en que le vian puesto. Fué algo cruel, aunque buen republicano. Y no solo aprobó y guardó las leyes y fueros de sus antecesores, mas aun añadió otras que le pareció faltaban. Y para la guarda de ellas puso grandes y graves penas, y fué irremisible en la ejecucion de ellas. Dió principio y órden de poner jueces ordinarios y supremos como alcaldes, de los cuales, por via de agravio, apelaban para su consejo: y en él tenia sus oidores, hombres de buen gobierno y prudentes, y para ellos diputada su sala en su propio palacio. Tenia otra sala de consejo de guerra donde se determinaban las cosas de la milicia, y se proveian capitanes para sus ejércitos en las conquistas que hacia. Y de estas salas habia suplicacion para la misma persona real de cosas calificadas; pero todas ellas se determinaban en muy breve tiempo. Por su mucha majestad tuvo muchas casas y grandes, llenas de mujeres, hijas de señores; y las mas de las que así eran señoras tuvo por legítimas mujeres, segun sus ritos y ceremonias, y de ellas tuvo muchos hijos; pero los mas respetados fueron los legítimos. Proveyó Moteczuma en cada pueblo de las provincias á él subjetas, gobernadores y calpixques que servian como corregidores y justicias, y los gobernadores predominaban á los demas; y todos ellos eran hombres principales mexicanos, y segun sus méritos mas ó menos, se les daban los cargos; y tenian por oficio el mantener justicia á los tales pueblos, y cobrar los tributos reales, y hacer guarda para que no se rebelasen. Durante el señorío de este Moteczuma, conquistaron los mexicanos cuarenta y cuatro pueblos. A los diez seis años de su señorío tuvo nueva, por vía de ciertos españoles que aportaron á la costa, de cómo los navíos en que venia Hernando Cortés habian de ser allí dentro de tantos meses, en lo cual los mexicanos tuvieron cuenta y aviso, y así se cumplió. Y á los diez y siete años de su señorio llegó el marqués que despues fué del Valle, con su gente á la ciudad de México; y otro año siguiente, que fué á los diez y ocho del dicho señorío, murió, siendo de edad de cincuenta y tres años; porque al tiempo que sucedió en el se

y

ñorío, tenia treinta y cinco; y luego el año siguiente, despues de su muerte, se ganó y conquistó la ciudad de México por el dicho Hernando Cortés. Y porque de las grandezas y majestad del Moteczuma está mucho escripto por otros autores (á los cuales me remito), basta lo aquí referido de su reinado y persona.

CAPÍTULO XXXVII.

De la costumbre y ceremonias que estos indios tenian y guardaban en las elecciones de los señores.

Elecciones de los reyes ó señores en

AUNQUE los señores entre los indios de esta Nueva España venian
á heredarse por línea recta, con todo eso, para saber el hijo que tre indios.
habia de heredar, tenian muchos respetos. Lo primero se miraba
si el señor que moria tenia hijo de mujer procedida de la casa real
de México, como infanta (digamos) de México, ó yerno infante de
la dicha casa, ó de Tezcuco en las provincias de Tezcuco subjetas,
y á aquel hacian señor, aunque oviese otros primeros hijos habidos
en otras mujeres. Y así fué en Tezcuco pocos años antes que vinie-
sen los españoles; que muerto el señor llamado Nezahualcoyotzin
no le heredó hermano ninguno, ni el hijo primero, aunque los tenia,
mas heredó Nezahualpiltzintli, porque era hijo de la mujer señora
mexicana. Lo mismo fué cuando murió Nezahualpiltzintli, que no
le heredó hermano de muchos que tenia, ni los primeros hijos,
aunque eran habidos en señoras principales y legítimas mujeres re-
cebidas con afecto matrimonial (si mujeres legítimas se pueden decir
las de su infidelidad), mas heredó el hijo de la señora mexicana. Y
si en Tezcuco esto tenia lugar, mucho mas en los otros señoríos
que reconocian mayor vasallaje. Demas de esto, tenian respeto
entre los hijos (viendo que el primero no era tan idóneo para ele-
girlo) á aquel que en las guerras se habia mostrado animoso, y á
este elegian. Y en tanto grado tenian á esto respeto, que si acaso
por no haber otro de tales prendas elegian al que en las guerras no
habia hecho por su persona en que se mostrase esforzado, carecia
en su traje de muchas joyas y ropas que se daban á los señores, res-
pecto de sus hazañas y valentía. Tambien acontecia tomar por señor
al hijo que el señor viejo mas amaba, y él mismo en vida nombraba,
diciendo á sus caballeros que á tal hijo levantasen y tuviesen por
señor. Finalmente, si eleccion se puede llamar la que estos indios

2 Reg. 15.

tenian, era entre los hijos y hermanos del señor difuncto, de suerte que si habia hijo de quien el pueblo tenia satisfaccion, á aquel elegian; mas si era mochacho, ó no suficiente para el gobierno, entraba á gobernar el tio hermano de su padre. Si algun hijo del señor (aunque fuese el mayor y mas principal) antes de tiempo mostraba ambicion por el señorío, y andaba sobornando á los principales para que á él y no á otro eligiesen (como lo hizo Absalon por haber el reino de Israel), por el mismo caso era privado del señorío ó accion que á él tenia. Y lo mismo si antes de tiempo se ataviaba vanamente y no andaba humilde. No querian ver que el mayorazgo dende mochacho ó mozo fuese muy entremetido y mandoncillo, ni menos tuviese otros siniestros, sino que fuese humilde y de virtuosa inclinacion. Si algun señor de los subjetos al rey cometia algun grande delicto, así como traicion, moria por ello, y no le heredaban sus hijos, sino algun hermano como menos participante del delicto, y al hijo del delincuente, que era el que habia de heredar, hacíanlo gobernador, ó dábanle otro de los principales oficios del señorío. El modo que tenian y ceremonias que guardaban en la eleccion de los señores, era que cuando en México ó Tezcuco habian de levantar señor nuevo, despues de sepultado el viejo con las ceremonias que abajo se dirán, si era en México luego lo hacian saber á los señores de Tezcuco y Tlacuba, que eran como reyes entre todos los demas de la tierra, y tambien lo hacian saber á los otros señores de las provincias á México subjetas, y venian con sus presentes para los dar al que habia de ser electo en señor. Visto y determinado cuál era á quien el señorío pertenecia, era llevado al templo del ídolo principal que era llamado Uizilopuztli, y iban callando sin instrumento alguno: y llegados al patio, y puesto el señor ante las gradas del templo, subíanlo de brazo dos caballeros de la ciudad, y iba desnudo con solos los paños de la puridad como ellos los usaban, y delante de él iban los señores de Tezcuco y Tlacuba. El sacerdote mayor con otros ministros estaban arriba en lo alto, y allí le tenian aparejadas las insignias reales que le habian de poner y de nuevo vestir. Y los que lo guiaban iban vestidos de las insignias de sus dictados. Llegados arriba hacian su acatamiento al ídolo, y en señal de reverencia ponian el dedo en tierra y despues lo llegaban á la cabeza.

Lo primero que el gran sacerdote hacia era teñir de negro todo el

cuerpo del señor con tinta muy negra, y tenia hecho un hisopo de ramas de cedro y de sauce y de hojas de caña, y puesto el señor de rodillas rociábalo cuatro veces con agua que tenian en un vaso de agua

bendita (ó maldita), saludándolo con breves palabras, y luego le vestia una manta pintada de cabezas y huesos de muertos, y encima de la cabeza le ponia dos mantas, la una negra y la otra azul de la misma pintura. Tras esto le colgaban del pescuezo unas correas coloradas largas, y de los cabos de las correas colgaban ciertas insignias, y á las espaldas colgaban una calabacita llena de unos polvos que decian tener virtud para que no llegase á él ni le empeciese enfermedad alguna: y tambien para que ningun demonio ni cosa mala le engañase. Tenian por demonios unas personas malas que eran entre ellos como encantadores y hechiceros. En el brazo le ponian una taleguilla á modo de manípulo con incienso, y dábanle un braserito á manera de incensario con brasas, y allí echaba del incienso, y con todo acatamiento y reverencia iba á incensar el ídolo. Acabadas estas ceremonias, y asentándose el gran sacerdote, le hacia un razonamiento, diciéndole que mirase cómo sus caballeros y vasallos lo habian honrado, haciéndolo su señor y caudillo, que les fuese grato tractándolos como á hijos, y tuviese mucho cuidado de ellos en que no fuesen agraviados, ni los menores maltratados de los mayores, de suerte que todos entendiesen que les era verdadero padre, y como tal los amparaba y mantenia en toda justicia, porque en él solo tenian puestos los ojos. Y entre las demas cosas le encargaba tuviese mucho cuidado de las cosas de la guerra, y en el servicio y sacrificios de los dioses, porque en ello y en todo lo demas les fuesen propicios, y que castigase con todo rigor á los malos y delincuentes. Acabada aquella plática, el señor otorgaba todo aquello, diciendo que así lo cumpliria, y daba gracias al sacerdote por sus saludables amonestaciones; y luego le bajaban abajo, donde los otros señores estaban esperando para darle la obediencia, y en señal de reconocimiento, despues de hecho su acatamiento, presentábanle algunas joyas ó mantas semejantes á las que arriba le habian puesto. Desde las gradas del templo íbanle acompañando hasta una sala y aposento que estaba dentro del patio, y allí tenia su asiento llamado tlacateco, y no salia del patio por cuatro dias, en los cuales daba. gracias á los dioses, y hacia penitencia, y ayunaba comiendo una sola vez al dia, aunque comia carne y los demas manjares de señor. En aquellos cuatro dias, una vez en cada uno y otra á la noche, se bañaba en una alberca que para esto estaba á las espaldas del principal templo, y allí se sacrificaba sacando sangre de sus orejas, y ponia encienso, y esto mismo hacia delante de los ídolos, poniéndoles su ofrenda. Los cuatro dias acabados, venian todos los seño

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