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LIBRO PRIMERO

de la

Historia Eclesiástica Indiana

Que trata

De la introduccion del Evangelio y Fe cristiana

en la isla Española y sus comarcas, que primeramente fueron descubiertas.

LIBRO PRIMERO

DE LA

HISTORIA ECLESIÁSTICA INDIANA

QUE TRATA

DE LA INTRODUCCION DEL EVANGELIO Y FE CRISTIANA

EN LA ISLA ESPAÑOLA Y SUS COMARCAS, QUE PRIMERAMENTE FUERON DESCUBIERTAS.

CAPÍTULO PRIMERO.

Del maravilloso descubrimiento de la isla Española, que fué principio para conquistarse las Indias Occidentales.

RISTÓBAL Colon, de nacion genovés, fué el primero que en estos tiempos descubrió la tierra que llamamos Indias, por el mar Océano, hallando la isla Hayti, que puso por nombre Española, porque la ganó en el año de mill y cuatrocientos y noventa y dos con gente y navíos españoles, á costa de los reyes católicos de España, Don Fernando y Doña Isabel. El origen y fundamento de esta navegacion no fué otro ni se halla mas claridad (con haber tan pocos años que pasó) sino que una carabela de nuestra España (no saben si vizcaina, si portuguesa ó del Andalucía) navegando por el mar Océano, forzada del viento levante fué á parar á tierra desconocida y no puesta en la carta de marear; y volviendo en muchos mas dias que fué, llegó á la isla de la Madera, donde el Cristóbal Colon á la sazon residia. Dicen que la carabela no llevaba mas del piloto y otros tres ó cuatro marineros, habiendo fallecido todos los demas; y estos pocos, como fuesen enfermos de hambre y otros trabajos que pasaron, en breve murieron en el puerto. Era Colon marinero y maestro de hacer cartas de marear. Tuvo dicha que aquel piloto (cuyo nombre no

Indias, qué año fueron descubiertas.

Por no dar en mis

terio, algunos inven

taron que este piloto

fué el mismo Colon:

es contra la comun

solicitó el descubri

se sabe) muriese en su casa; de suerte que quedando en su poder las escrituras de la carabela, y la relacion de aquel luengo viaje, se le alzaron los pensamientos á querer buscar nuevo mundo. Mas como fuese pobre, y para tal empresa tuviese necesidad de muchos dineros y de favor de rey ó gran príncipe que pudiese sustentar lo que él descubriese, anduvo de uno en otro, solicitando primero los reyes de Inglaterra y Portugal, y despues los duques de Medinasidonia y Medinaceli, por ser el uno señor de San Lúcar de Barrameda, У el otro del Puerto de Santa María, donde habia buen aparejo para darle navíos, segun el curso de aquella derrota. Teníanlo todos por burlador, y el negocio que trataba por sueño, Fraile francisco, viéndolo pobre y solo, y sin mas crédito que el de un fraile franmiento de las Indias. cisco del monesterio de la Rábida, en la provincia de Andalucía, el cual lo esforzó mucho en esta su demanda, y fué parte para que no desmayase en ella, certificándolo de su buena ventura, si tuviese perseverancia. Este fraile, por nombre Fr. Juan Perez de Marchena, habia encaminado á Colon á los duques ya dichos; y visto que estos señores lo echaban por alto, aconsejóle que fuese á la corte de los Reyes Católicos de Castilla, para quien esta buena dicha estaba guardada, y escribió con él á Fr. Hernando de Talavera, confesor de la reina. Llegado, pues, á la corte, y dada su peticion, los Reyes Católicos, pareciéndoles gran novedad aquella y poco fundada, no curaron mucho en ella, mayormente por estar entonces muy metidos en la guerra de Granada. Mas todavía, como príncipes celosísimos de la salud de las almas y del aumento de la santa fe católica, teniendo ya Colon un poco mas de entrada crédito por medio del arzobispo de Toledo, D. Pero Gonzalez de Mendoza, le dieron esperanza de buen despacho para en acabando la guerra que tenian entre manos, y así lo cumplieron luego que los moros fueron vencidos, el mismo año que se ganó de ellos la ciudad de Granada. Esta es en suma toda la relacion que hay del origen y principio que tuvo el descubrimiento de las Indias Occidentales, que hoy dia tienen mas tierra descubierta y puesta en obediencia de la Iglesia, que todo el resto de la cristiandad. Cosa maravillosa, que durase tanto en la mar un viento, que pudiese llevar forzado mas de mil leguas un navío; que no se supiese de qué nacion ó provincia de España era aquella carabela; que no diesen mandato aquellos marineros enfermos, para que supiesen de ellos en su patria; que no quedase siquiera por memoria el nombre de aquel piloto. ¿Y es posible que para proveer nuestros reyes de na

y

Descubrimiento de las Indias, miste

víos y gente á Colon no se informarian primero dónde y cómo tuvo
noticia de las nuevas tierras que prometia? y qué ¿no sacarian de
raiz este negocio? y pues no lo hicieron, y de tan pocos dias atras
no hallamos mas claridad que esta en caso tan arduo, entendamos no
haber sido negocio humano, ni caso fortuito, sino obrado por di-
vino misterio, y que aquel piloto y marineros pudieron ser lleva-
dos y regidos por algunos ángeles para el efecto que se siguió, y rioso.
que finalmente escogió Dios por medio é instrumento á Colon para
comenzar á descubrir y abrir el camino de este Nuevo Mundo,
donde se queria manifestar y comunicar á tanta multitud de áni-
mas que no lo conocian, como escogió á Fernando Cortés por ins-
trumento y medio de la principal conversion que en las Indias set
ha hecho y así como negocio de Dios y negocio de ánimas, fué
guiado y solicitado por varon religioso dedicado al culto divino.
Dicen los que humanamente sienten, que el Fr. Juan Perez de
Marchena insistió á Colon á la prosecucion de esta empresa, y no
le dejó volver atras, como humanista que era y dado á la cosmo-
grafía; pero no cuadra este dicho á buena consideracion, porque
aunque él supiera mas de esta ciencia que Ptolomeo, fuera gran
temeridad (confiado de su teórica) traer así un hombre perdido y
acosado de reino en reino, y ponello en demanda
habia de pa-
recer locura á todo el mundo. Harto mas camino lleva decir que
este fraile pobre y penitente fuese hombre espiritual y devoto, más
que cosmógrafo, y que alcanzase á saber de estas nuevas tierras y
gentes á los nuestros ocultas, no por ciencia humana, sino por al-
guna revelacion divina; como la tuvo el santo Fr. Martin de Va-
lencia de la conversion de estas gentes, que con sus compañeros
habia de hacer, algunos años antes que ello pasase, segun lo dire-
mos en su lugar.

que

CAPÍTULO II.

Con cuánta conveniencia el descubrimiento de las Indias cupo en suerte

MUCHO

á los Reyes Católicos.

que le sirven, en el

UCHO es aquí de considerar la cuenta particular que nuestro Paga Dios á los Señor Dios siempre ha tenido con remunerar á los reyes ó prín- cielo y en la tierra. cipes que han mostrado especial celo de las cosas de su honra y servicio, no contentándose con darles el premio de la bienaventuranza eterna, con que sobradamente quedaban pagados por mucho

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